martes, marzo 14, 2006

Una cuestión de género


El género femenino
(Publicado en Iquiquexpress el domingo 12 de marzo de 2006)

Me imagino que la llegada a la presidencia de la república de una mujer, le imprimirá un sello especial a todo el aparataje Estatal. Y eso se verá de inmediato en las comunicaciones y las relaciones humanas en las empresas e instituciones del Estado. Un Oficio tradicional ahora tendrá sus particularidades.
“A todos los funcionarios y funcionarias: Se comunica que a partir de esta fecha, los jefes(jefas) de departamento tendrán que utilizar, para sus relaciones comunicacionales internas entre compañeros (compañeras), un lenguaje adecuado y respetuoso considerando que existirá una estricta paridad hombre mujer hasta en los niveles más subalternos de la organización. Los trabajadores (trabajadoras) tendrán que cumplir esta disposición en todo momento porque de lo contrario serán despedidos (despedidas) por discriminadores (discriminadoras). Los (las) saluda atentamente, José María Toro Ossa”.

Yo no recuerdo mucho cuando comenzó en Chile a tener tanta importancia esto del género. Pero sí me recuerdo que mi madre era una experta en géneros y durante las épocas de vacas flacas muchas veces las ofició de modista. En esos años la relación mujeres-género era casi un parentesco. Ahora sigue más o menos igual pero es mujeres-ropa. La relación sigue igual pero más elaborada.
Recuerdo también que a las niñas en los colegios les pasaban un ramo algo así como: “Economía Doméstica o del Hogar ” en el cual les enseñaban “asuntos propios de las mujeres”. Coser, bordar, tejer, cocinar y planchar. Si les hubieran agregado masajes, tocar algún instrumento de cuerdas, recitar y alguna ceremonia del té, bien podrían haber calificado como las primeras geishas chilenas (geishas, geishas, no las del tipo Anita Alvarado se entiende). Esto podría hacer sido nuestra primera aproximación a un futuro TLC con Japón. Pero no fue.
Desde esa romántica época han pasado muchas cosas y hay harto paño que cortar. Las mujeres así como haciéndose las de las chacras se fueron tomando el poder. En verdad siempre lo han tenido pero los hombres estábamos creídos que nosotros éramos los titulares. Si seremos lesos. Ellas siempre han sido el poder detrás del trono. Pero como son muy pillas nos habían hecho creer que mandábamos nosotros.
Pero en los últimos 50 años la cosa cambió radicalmente. Se les ocurrió salir del closet. Se acabó el low profile y comenzaron a mostrar las uñitas. Empezaron de a poquito a pedir cositas. Queremos voto femenino. Y lo lograron. Queremos post natal. Y lo consiguieron. Para qué seguir, todo lo que han pedido lo han conseguido. En el gobierno que se acaba de ir, cambiaron las leyes de tal forma que cuando se produce un divorcio, literalmente arrasan con todo. Igual en los juicios de alimento. En toda la legislación nacional están favorecidas. Tienen más permisos licencias, beneficios y fueros que dirigentes gremiales. Si hasta jubilan con cinco años de edad menos que los hombres. Pero viven más años. O sea que además nos mandan a la tumba en una proporción muy asimétrica. Por cada viudo hay 5 viudas. ¡Si no hay como exterminarlas! Y ni siquiera se les puede cortejar con audacia pues están protegidas con la ley de acoso sexual. Ni siquiera una cachetadita en las nalgas por eso de la ley de violencia intrafamiliar. Es el colmo cómo tanta legislación coercitiva está matando hasta el mandato divino de amaos los unos a los otros y el de multiplicarse. Si Freud resucitara se vuelve a morir de ver cómo han asesinado a la libido.
Yo se que me arriesgo con estos comentarios pues ahora hay ropa tendida por todos lados. Aún cuando la cosa está pareada cincuenta y cincuenta, un fifty fifty que significa que la mitad de mis lectores son hombre y la mitad mujeres. Pero puede ocurrir que algún machito heterosexual se de vuelta porque me deja en minoría. Apelo a la solidaridad de género.
Yo debo reconocer, a pesar de mis comentarios todos en broma, que me gustan las mujeres. Es más, en el año 2000 me declaré heterosexual. Aclaro que antes también era heterosexual, la diferencia es que en el siglo pasado no era necesario declararlo. Uno decía que era hombre y todos le creían. Era hombre hasta que se probara lo contrario. Nada de meras suposiciones y cuentos. Pero en estos tiempos cualquiera puede ser un “no hombre” salido del clóset. Y ante tanta variedad, opción y alternativas, que muestra el mercado, prefiero una liberadora declaración pública.
Reitero que me gustan las mujeres y que las encuentro de güena tela. Son responsables y van a la pelea (en el sentido de enfrentar) y cuando se enojan sacan sus trapitos al sol pero las cosas las dejan claras. Algunas pueden ser antiguas, pero jamás ambiguas.
Otra cosa que me gusta de ellas, es cuando pierden en las discusiones matrimoniales o de pareja y ofrecen pagar en “género”. Esto tiene un encanto especial pues en el ring de cuatro perillas como le llamaba mi abuelo, el hombre sigue siendo el rey.
¡Mentira también! Ellas son las que mandan en el dormitorio. Son las diosas, las reinas de la cocina, del jardín. Tienen el poder total. Deciden todo, desde el color de las paredes, el colegio de los niños, el lugar de veraneo, los amigos que podemos tener, la hora que debemos llegar, si los cabros harán la primera comunión o si se bautizarán. Todo lo deciden ellas. Es un mito lo del sexo débil, es una falacia. Lo único que nos queda y a eso nos aferramos como una tabla en un naufragio, es en el control remoto de la televisión. Si llegáramos perder ese artilugio mágico, estamos muertos.
Amigos (párrafo exclusivo para los varones) seguramente ustedes no han reparado en el grave peligro en que está el género masculino de la raza humana. Una raza si no en extinción a lo menos en fase de dominación absoluta. ¿Vio la película el Planeta de los Simios? Bueno, va a ser lo mismo pero en vez de simios, mujeres.
Pero las mujeres son tan ricas, me dice un amigo cuando le cuento mis temores. Estoy de acuerdo, pero eso no quita que nos tengan agarrado del mango como un sartén. Hemos sido definitivamente sojuzgados, sometidos y dominados. Y todo es legal. No tenemos nada que hacer, salvo acabar con ellas.
Tendremos que acostumbrarnos a este liderazgo femenino. Vienen cuatro años seguidos de matriarcado. Se acabó el predominio hegemónico de los mandatos presidenciales masculinos que hubo desde el nacimiento de la Patria. Desde esta semana en Chile “manda calzón”.
Me da lo mismo, si quieren el gobierno, bueno ahí está, pero el control remoto, jamás. Es nuestro símbolo de la libertad. Digo yo.