jueves, noviembre 01, 2012

¿Hablar, decir o vociferar?



Hace tiempo que no me sentaba frente al computador para practicar mi ocio favorito. Escribir sobre lo humano y lo divino de la cotidianidad. En verdad había estado voluntariamente “submarineado”, metido en mis cavilaciones singulares. En mi mundillo propio. No puedo negar que estuve un tiempo achacado por el affaire que tuve con los israelitas, por un asunto que yo califico de meramente “lingüístico”. No tuve derecho “al debido proceso”, algo que hasta los delincuentes, terroristas, pedófilos y demases tienen garantizado.

Pero en fin, se entendió mal lo que dije, se interpretó peor y se reaccionó fatal. Eso es una muestra más de las fallas que presenta la comunicación humana, especialmente en la parte relativa a la comprensión. Esto me inspira a conversar hoy sobre el lenguaje.

Los humanos somos seres lingüísticos. Todo lo que hacemos es mediante el lenguaje. Nada ocurre en la humanidad sin que esté presente esta expresión del hombre. Todo lo hecho es producto del lenguaje. Todo lo que se hará y surja del constructo humano, será por el lenguaje, entendiéndolo por cierto en su sentido más amplio: verbal, no verbal y emocional.

¿No será como mucho, Lucho? Me he convencido que no es mucho Lucho. Y trataré de explicarlo bien consciente de que los chilenos somos bastante malos para entender lo que leemos. Lo explicaré con peras y manzanas, porque en asuntos de frutas, los chilenos calificamos dentro de América del sur.

Somos lo que decimos. Esto significa que según sea lo que expresemos, entregamos el perfil de lo que somos. Nos construimos a través de lo que decimos y hacemos. Si digo que soy honesto, justo y tolerante, la gente filtra el dato, lo procesa y lo valida o no. Si lo aprueba, el perfil vale. Si no pasa, reconstruimos otra imagen, la que nos puede a llevar a definirlo como mentiroso, imaginativo o abusivo. En ambos casos es la misma persona pero con dos imágenes. La que se tiene de sí mismo y la que ven los demás. La que predomina es la que construyen los otros. Ergo, nunca somos lo que mostramos, sino lo que los demás interpretan según actuamos.

Espero que hayan funcionado las peras. Paso ahora a explicar con manzanas -que ya es para más avezados- lo que nuestro lenguaje expresa verdaderamente cuando hablamos. Esto es lo que se puede leer entrelíneas, como la letra chica de los contratos de las Isapres. Aquí es cuando aquello de que “el lenguaje no es inocente” alcanza su clímax. Para comprenderlo, usted debe saber que la comunicación humana puede tener a lo menos cinco tipos de manifestaciones: afirmaciones, promesas, peticiones, declaraciones y ofrecimientos. Ese es el camino que transitan todas nuestras comunicaciones. En eso nos pasamos todo el día… y la vida.

El lenguaje verbal no es inocente significa que cuando lo hacemos nos comprometemos de una forma u otra y que toda expresión tiene eficacia en la medida que modifica la realidad. Si digo “Zofri es un instrumento de desarrollo regional” y “ Zofri es el instrumento de desarrollo regional más importante de últimos 40 años”. Se ven parecidas. Ambas atribuyen propiedades a Zofri, la única diferencia es de contenido. La primera la define : instrumento de desarrollo regional”. La segunda la califica: el instrumento más importante. Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas: Fulano de Tal “es candidato a Alcalde” y Fulano de Tal “es un muy buen candidato a Alcalde”. Parecieran lo mismo, pero no es así, pues en la primera solo nos remitimos a hechos y en la segunda a juicios de valor. Durante siglos hemos tratado estos enunciados de manera similar y es por eso que se arma el conflicto interpretativo.

Esto se traspasa a nuestra vida diaria y está presente en todo los dominios, en las relaciones laborales, en la forma en que escuchamos las noticias, en la interpretación de los discursos políticos, en las ofertas electorales, en las promesas de cambios estructurales a la educación a la justicia, a la discriminación, al modelo económico y así suma y sigue.

Ahora que ya estamos en tierra derecha de la carrera electoral es bueno entender bien lo que dicen los políticos, para reconocer lo que su lenguaje expresa. Recomiendo afinar los sentidos. Si el candidato de sus amores dice por ejemplo, que luchará por un Chile seguro, Ud. tiene el legítimo derecho a preguntarle si es una promesa, una afirmación o un compromiso. Lo más probable es que sea una inocua declaración con menos respaldo que un puff. Digo yo.

La procrastina Michelle



Iquique, diciembre 2012

¡Ya poh Michelle! Córtela. Decídase luego. Tiene trancada la pelota. Lo único que liberó fueron fotos para la campaña municipal ayudando así  a los que querían salir elegidos no por méritos propios sino de rebote, a la sombra de su imagen.

A nosotros, los ciudadanos de a pié, que somos la gran mayoría, nos interesaría saber si seguirá ganando sueldo en devaluados dólares o en moneda dura, o sea en pesos chilenos. Nos da lo mismo, pero como circulan tantas versiones todo esto está resultando demasiado confuso, tirando para kafkiano.  Consecuente con este ambiente ambiguo y contradictorio, yo creo que es tiempo de que vuelva, se ponga un casco militar, ropa de camuflaje, se suba a un tanque y haga una arenga con retórica presidencialista. Como lo hizo la vez primera.
Michelle, córtela, tome una decisión. ¿Va o no va a la pelea? Puede contestarnos por escrito o llamar. Dicen que es buena mandando cartas y con el celu. 

Le cuento que esta incertidumbre tiene desorientados principalmente  a los políticos de su fronda. Y ninguno de los “presidenciables” aparecidos y reaparecidos sabe a qué atenerse mientras usted mantenga esa procrastina conducta. Pienso honestamente que una persona con su trayectoria no debiera andar mostrándose tan irresoluta. Impropio de líderes planetarios y ex jefes de estado de su alcurnia.

Como usted sin duda lo sabrá mi estimada ex presidenta (porque los de la ONU se las saben todas) la procrastinación es un mal hábito. Postergar y postergar una decisión o acciones frente al futuro, es un trastorno del comportamiento que se interpreta también como debilidad de carácter y cierto temor a realizar todo acto que puede ser percibido como abrumador , desafiante, inquietante, peligroso, difícil, o aburrido, por lo cual se chutea la decisión in eternum si es posible. A un futuro sine die como dirían los abogados. La procrastinación puede llegar a ser grave dependiendo de cada persona. Especialmente para aquellos que por su trabajo, deben tomar decisiones importantes, frecuentes, estratégicas, oportunas y rápidas. Es decir del tipo habituales para los residentes temporales de la Moneda. Por lo tanto es una mala señal. Es por eso que le dieron tan duro por su actitud en aquella fatídica madrugada del 27/F en la oficina de la Onemi, donde Ud. se veía tan indecisa. Daba la impresión que no podía comer chicle y decidir a la vez. Y eso no es bueno. Ni comer chicle ni ser indeciso. 

Los procrastinos tienen características que los hacen verse como incompetentes. El miedo al fracaso en situaciones donde no hay garantías de éxito les aterra. La dificultad para tomar decisiones y la búsqueda de garantías de éxito antes de iniciar una tarea les provoca finalmente sentimientos catastrofistas, y como resultado se sienten indefensos. Por eso se dejan querer hasta la exageración. Les encanta ser queridos y sufren si se les rechaza. La creencia que subyace es: «todos deberían seguir amándome y no olvidarse de mí”, pero por favor “no me apuren”.

Lo grave también - además del tránsito lento para decidir -  son las conductas adictivas que le podrían afectar e inducirla a comportamientos de evasión incurriendo en sublimaciones como: exceso de computación, sexo, chicle, chocolates o ver teleseries malas y realities peores. Todo lo anterior sin considerar el conocido “síndrome del estudiante” (dejar todo para el último día) como la entrega de trabajos, pagar los impuestos, sacar el permiso de circulación, cambiar el domicilio electoral, etc.

Ahora bien, me pregunto ¿de qué tipo de procrastinación padecerá Michelle? Será el por evasión, esto es, evitar todo por miedo al fracaso. Será por activación, es decir postergar hasta que ya no haya más remedio que decidir. O por agotamiento del tiempo. Intentando tomar la mejor - mejor - mejor-mejor - mejor decisión, finalmente se le pasa el plazo.

Estimada ex mandataria, no deje para mañana lo que pudo hacer ayer. Digo yo.


miércoles, octubre 31, 2012

Labbé y la divina Providencia


En una elección política siempre hay perdedores y ganadores. Lo raro es que muchas veces los que pierden pueden demostrar que ganaron (o que quedaron…casi iguales) y los que ganaron, en muchos sentidos perdieron. Si son perdedores optimistas dirán que ganaron… experiencia. Y si se trata de un ganador pesimista, podrá pensar que perdió, la cómoda vida familiar, los horarios de trabajo normales, y todas aquellas cosas que podía hacer cuando era un político anónimo.

Que alguien pierda y otro gane es lo esperable. En Iquique, por ejemplo, se sabía que habría un solo ganador. Era obvio, sólo un cargo había que llenar. Los ciudadanos pudieron elegir este domingo entre dos guisos: Pollo o Choro (conocido aquí en el norte también como Loco). Los demás participantes eran arroz graneado. Sólo acompañamiento. Partieron como looser y terminaron igual. Solo calificaban para profecía autocumplida.

Ahora bien, si usted pertenece al grupo de los ingenuos y bien pensados, seguro se preguntará ¿y para que se presentan entonces? La respuesta es obvia también: para ganar horas de vuelo y acumular millaje, para posicionar sus nombres en la memoria colectiva, para practicar oratoria, perderle el miedo a los flashes a los micrófonos y a las multitudes. También para practicar “mentiras piadosas”, perder plata, en fin, para múltiples propósitos, muchos de ellos a veces inconfesables o incomprensibles.

Pero no todos los candidatos tienen un viaje placentero. Uno que lo pasó muy mal durante todo el viaje fue el edil Cristian Labbé de la comuna de Providencia que además tuvo un aterrizaje fatal No captó nunca las señales de turbulencias ni leyó el aviso de ajustarse el cinturón, tampoco oyó las voces de la torre de control que le venían diciendo desde hacía rato que en este viaje el horno no estaba para bollos. Y así no más fue. Labbé no la vio venir (la derrota).

A mi juicio, su explicación del fracaso apunta a una causa equivocada. Le echa la culpa a un error comunicacional por no difundir bien lo que hizo: la gestión. Dice no haber controlado la variable comunicaciones, dedicándose solo a gestionar bien, lo que hasta le valió premios internacionales. Y eso no fue malo para los providencianos, por el contrario, un municipio moderno se mide por su gestión en beneficio de sus ciudadanos. Pero lo que no sabía Labbé, es que hacía más de 20 años que un tal Goleman ya había dicho que para ser exitoso no bastaba saber y hacer bien las cosas (capacidad + un alto CI) sino que fundamentalmente, había que tener destrezas sociales, habilidades comunicacionales y principalmente saber escuchar. La llamó Inteligencia Emocional (IE). Esta inteligencia es la que no tuvo Labbé y fue la culpable de su segundo retiro, por  su incapacidad para relacionarse con los seres humanos. Tiene sentido, pudo haber sido esto. Pero a mi me tinca más que fue obra de la Divina Providencia. Digo yo.

martes, octubre 30, 2012

El factor "S"


"Por ser un tema tan actual, con motivo de las elecciones municipales de este año 2012, invito a leer esta crónica que fue publicada por el Semanario Iquiquexpress el 18 de diciembre de 2005. Vale la pena, 
 analizarla  a la luz de los nuevos tiempos, digo yo. "


De las más de diez acepciones que nos ofrece el diccionario para definir la palabra factor, tomo las pertinentes para desarrollar el tema de hoy: El que hace o causa una cosa. Causa determinante o condición necesaria de una cosa.
Entender el concepto me parece fundamental para esta crónica, en la cual me introduciré en asuntos complejos de la mente humana y del comportamiento social.
Para hacerlo, seguiré un método que inventé y que sin razón válida alguna le llamo “manifestaciones psico-socio egocéntricas de efecto múltiple”, lo que no es otra cosa que intentar explicar lo inexplicable de los efectos que producen las acciones de ciertos sujetos (autoridades públicas) en una comunidad, la que reacciona de una determinada forma, asaz extraña.
En Iquique desde hace más de 30 años, existe el “factor S”, el que ha demostrado ser causa decisiva, por acción u omisión, de la mayoría de las cosas que le suceden a esta comunidad, generando una determinada reacción.
Para entender esto de los factores, se pueden mencionar ejemplos conocidos como el factor Kirchner (factor K en Argentina) el factor Lagos, el factor Pinochet, el factor Zaldívar, el factor Alvear, el factor DC, etc. En otro ámbito de cosas, están el factor dinero, el factor político, el factor género, el factor geográfico, el factor tiempo, etc.
Pero en este caso, me quiero referir a ese factor local que usted sabe cual es y que está internalizado en nuestra sociedad y que ante su sola mención genera efectos sorprendentes, lo que ya estamos asimilando como una constante.
La sociedad iquiqueña, con los iquiqueños propiamente tales (natos) y todos los que han venido a vivir a esta ciudad, han sufrido los efectos del factor S. Para muchos estos efectos han sido positivos y para otros, catastróficos. A pesar del tiempo, el factor S ha dado muestras claras durante las elecciones del reciente domingo 11 de diciembre, que sigue vivito y coleando, a pesar de que el recién matrimoniado diputado Rossi, asegure que es el comienzo del fin.
Durante mucho tiempo una masa ciudadana importante, ha creído que el factor S ha sido fundamental en la vida pública y que por lo tanto, responsable directo de lo bueno del estado actual. Pero por otro lado también están quienes creen lo contrario. Sin embargo lo concreto es que los efectos del factor son cosa cierta. El reclamo y la molestia transitoria de los contrarios, es solo testimonial.
El factor es tan poderoso que cambia las tendencias y rompe los equilibrios. Y a causa de esto, sigue administrando el poder, aún cuando a veces tiene una tenue e inicial oposición la que al poco tiempo se ve morigerada. El factor S es tan fuerte, que arrasa con cualquier oposición.
Es por eso que hoy, a causa de su poder, a solo treinta días de la segunda vuelta electoral para elegir Presidente, no cabe duda que su fuerza ciclónica (en época de elecciones se autocarbura) puede producir efectos más allá de los límites geográficos.
En efecto, en una contienda estrecha por la presidencia, como se prevé, el factor S podría ser decisivo. No debe olvidarse que el año 1999 la diferencia entre Lagos y Lavín fue de solo 30 mil votos. En el escenario actual, los candidatos Bachellet y Piñera tendrán que intentar que los vientos del factor S soplen hacia sus respectivos molinos. Quien asegure apertura de los hitos cordilleranos y medidas concretas de apoyo a la ciudad y a Zofri, entre otras, sin duda será beneficiado con el efecto S.
Si se me permite la analogía, podría decirse que el efecto S es igual a lo que se conoce como el Efecto Mariposa, un asunto que hoy se investiga dentro de la llamada teoría del Caos. Ambos elementos están presentes en el factor S. El Efecto Mariposa (un pequeño aleteo en Iquique, puede producir una tormenta en la Moneda) y el Caos (la situación de la ciudad, donde nada funciona bien, todo está en un perfecto desorden, todo está pendiente, etc. etc.).
Por otra parte, la génesis del factor puede analizarse desde múltiples ángulos. Desde la perspectiva del caudillismo, del liderazgo populista, del mesianismo, de la creatividad, de la imaginación desbordada, del cálculo político (ingeniería política innata) de las técnicas motivacionales, del encantamiento de las muchedumbres, de la generación de esperanzas, de la ingenuidad de la masa social, etc. etc.
Pero no solo eso. El factor S, es también un conjunto de síntomas y consecuencias que coexisten simultáneamente, lo que lo transforma en un síndrome. También para muchos es más que eso. Es como un karma de los iquiqueños y que como tal, las posibilidades de superarlo, prácticamente no existen. Se transmite de generación en generación. Se hereda tal cual las mandas a la virgen de la Tirana.
A causa del factor S, los ciudadanos tienen diversas reacciones. Para una mayoría “es la causa determinante o condición necesaria de todas las cosas”. Esta fracción ciudadana cree en consecuencia, que el factor es ineludible y que siempre debe estar, para que las cosas sucedan. Por lo tanto, sin mediar su participación, en Iquique nunca habrían existido la Zofri, el Aeropuerto Internacional, el Mall Las Américas, el Puerto, la infraestructura turística e inmobiliaria, las empresas mineras o los caminos. Sin el factor S, aún estaríamos con banderas negras. Iquique sería una caleta de pescadores artesanales.
Para otros, sin embargo, el resultado es diametralmente opuesto. Opinan que “a pesar del factor S”, se ha podido sacar adelante esta ciudad y ha crecido mucho. Literalmente "se ha ido para arriba".  Pero lo curioso es que aún discrepando, hay conformidad y aceptación. Los iquiqueños (especialmente los avecindados) dejaron de luchar y en verdad solo se han dedicado a quejarse y nunca han hecho nada serio y definitivo para liberarse del factor. Aceptan que esté ahí. Ya dejaron de cuestionar si debe o no estar. Se acepta que esté, se acepta su influencia, se aceptan sus efectos y defectos. Es parte del paisaje, es como un elemento más de un parque temático. Se terminó por aceptarlo como un síndrome o como un karma. La ciudadanía terminó por darle si no su bendición, por lo menos un cheque en blanco para que lo gire cuando lo estime conveniente.
Finalmente y volviendo a la definición de factor, en donde se indica que tiene una naturaleza “determinante y necesaria” esto hace que sea imposible prescindir de él. Así, gústenos o no nos guste, el factor S permanecerá entre nosotros secula seculorum, hasta que Dios quiera. Digo yo.