miércoles, enero 15, 2014

¡ Hoy vamos a hacer sopaipillas!


 
(Publicado en el diario El Longino de Iquique el domingo 26 de enero de 2014)
 

La actitud,  es a mi entender es el más poderoso de los combustibles de la acción humana. Es el detonante de todo acto que nos define como constructores y nos proyecta con sentido de futuro. A su vez, nos permite ver e interpretar el mundo presente que vivimos y transformarlo para nuestro beneficio.   

Yo aprendí y entendí lo que era la actitud a los 12 años. Fue en unas de mis vacaciones de invierno que impajaritablemente pasaba en la casa de mi abuela Clotilde, una veterana,  en esos años,  ya con orgullosas 85 primaveras. Ella vivía con mi tía Adriana, la única hija soltera que “había ido al sacrificio” quedándose en la casa familiar cuidando a su madre. Vivían en una casona de calle Lira cerca de la plaza Bogotá en Santiago. 

En esas vacaciones, mi primera y sagrada misión diaria al levantarme, era ir al dormitorio de mi abuela, despertarla con un beso,  abrir las cortinas de la ventana y contestarle su típica pregunta: ¿cómo está el día Patito?

En una oportunidad mi  respuesta fue un lacónico: “llueve torrencialmente abuela” . La madre de mi madre, expresó en ese momento una frase que nunca olvidaría: ¡Qué bueno…hoy vamos a hacer sopaipillas entonces!

En ese preciso instante entra al dormitorio mi tía,  la que me formula la misma pregunta ¿cómo está el día Patito? Doy la misma respuesta: “llueve torrencialmente tía” . Y ahí mi querida tía expresó otra frase que tampoco olvidaría: ¡ Que lata, se va a meter el agua con barro para la cocina”.

¿Cómo es posible que un mismo evento pueda generar en dos personas pensamientos y reacciones tan diferentes? Eso es la actitud. Una manifestación del ser humano que responde de manera positiva, negativa o a veces neutra, frente a estímulos externos. En el fondo lo que hacemos es interpretar el mundo que nos toca ver o vivir, de una determinada forma. Como consecuencia, cada persona construye el mundo que quiere o prefiere vivir. Y esta forma en que reaccionamos se denomina actitud. Y de la actitud dependemos toda la vida, para ser o no felices.

Esto ocurre así porque tenemos la posibilidad de ver las cosas, interpretarlas y sentirlas  desde una perspectiva personal y propia. Cada cual decide como quiere ver el día cuando se levanta. Si decide ponerse lentes oscuros, su mundo será oscuro. Puede ponerse lentes con cristales de colores y podrá ver el mundo de colores.  

Con la actitud, lo que hacemos es elegir la manera cómo queremos  enfrentar cada minuto de nuestras vidas. Y la felicidad tiene mucha conexión con esto.  Las personas con “buena actitud” son mucho más felices que los demás porque desarrollan un conjunto de estrategias especiales.

Como este año 2014 una vez más ando con muy buena actitud y como primera buena acción del año doy a conocer las estrategias de la actitud que ayudan a  las personas a ser mucho más felices: Expresar gratitud, evitar la comparación social, ser amable, mantener buenas relaciones interpersonales, perdonar, hacer cosas interesantes, saborear las alegrías de la vida,  comprometerse con objetivos personales de alto nivel, ser apasionados en lo que se hace, desarrollarse física y espiritualmente, juntarse con personas positivas, atreverse, no tener miedo y sacar de la mente todas las creencias erróneas.

Hágame caso estimado lector y cambie de actitud. ¿Qué importa que entre un poco de agua y barro a la cocina,  si son tan ricas las sopaipillas en un lluvioso día de invierno? Digo yo.

       

 

viernes, enero 10, 2014

Un saludo a mis ex


Soy de la época en que existía un cargo clásico y estratégico en los servicios públicos y en las empresas: la secretaria.
 
En la esfera del Estado, la labor de la secretaria estaba asociada a la férrea relación de confianza jefe-secretaria, ya que no se movía un solo papel si esta diligente funcionaria no comenzaba gestionando ante su jefe u otro empleado, un expediente o trámite. Esto dejaba en sus hombros muchas y grandes responsabilidades operativas.  

En el sector privado era más o menos  igual el poder fáctico de estas chiquillas. Tal vez  con una sutil diferencia en la cual rivalizaban los gerentes del sector. Era quién podía tener la secretaria que respondiera mejor el patrón clásico de la época: jóvenes, rubias y curvilíneas. Dicen que era porque querían “quebrarse” frente a otros gerentes de la competencia. Buscaban secretarias como la Yayita,  la novia de Condorito.  

Pero independientemente de aquello, lo importante era el rol y el poder que estas trabajadoras tenían, lo que todo el mundo reconocía. Por ello, los peticionarios usaban todos los medios lícitos posibles para conectarse bien con la persona que manejaba la barrera de entrada al sistema. Sonrisas, saludos, chocolates, lenguaje cordial, nada de sobrepasarse, etc. Los patudos, agresivos, violentos y “frescos”, caían en desgracia. Era fundamental enganchar bien de entrada. Si se lograba, miel sobre hojuelas. Si no, “sonatum est”.  El expediente podía pasar al último lugar del montón.

Sin perjuicio del sector de desempeño – fuere Estatuto Administrativo o Código del Trabajo- estas profesionales hacían una estupenda pega. Yo las recuerdo con mucho cariño, pero siempre se me olvida saludarlas para el Día de la Secretaria el 3 de diciembre. Y esta vez no fallé, no recordé llamar a “mis ex” y saludarlas como se lo merecen.        

Pensando en esto de las secretarias y con el cargo de conciencia por el olvido me pregunté ¿y cómo serán las secretarias de hoy? Ahí caí en cuenta que ya no existen. La  profesión de secretaria propiamente tal parece que murió definitivamente. Ya no existen los cargos de secretarias en su sentido clásico, natural y puro. Las secretarias de antaño, murieron de muerte natural cuando empezó la preocupación extrema por la rentabilidad, la productividad, las nuevas tecnologías y las exigencias del mercado.     

De esta forma las empresas y servicios se deshicieron de las “antiguas secretarias” y las cambiaron por “modernas asistentes”. Un cargo este último, poli funcional, multifacético, adaptivo y  moldeable.  Un descriptor para un cargo así seguramente debe ser muy difícil mantenerlo vivo ya que dura la nada misma. 

Confieso ser un romántico nostálgico de la época de las secretarias. Tuve varias y aprendí mucho de cada una de ellas. Debuté laboralmente con una alemana,  la señora Hildegard (me enseñó puntualidad, precisión y formalidad) y luego una seguidilla de chiquillas como Daisy Pong, Leonor Bagioli,  Patricia Contreras, Angélica Quiroz, Maira Chang, Fátima Rojas, Karen Quintana, María Araya y algunas más que seguro he omitido involuntariamente por problemas de memoria.  
 
Aunque sea súper atrasado y antes que me pille el Año Nuevo, a  todas mis “antiguas” secretarias (lo antiguo por la época en que trabajamos juntos) las  saludo con mucho cariño y aprecio. Para mi trabajo, mi desarrollo humano y mi vida, todas fueron muy importantes. Muchas gracias.     

 

 

Que tonta la lista


El pegamento escolar “silicona líquida” - hace pocos meses prohibida su venta  por ser mortal para la salud - fue retirado de la lista de útiles escolares.
Este evento, por extensión, me hizo pensar hasta cuándo seguirán existiendo las famosas y caras listas escolares (ahora se empiezan a promocionar en diciembre para evitar las aglomeraciones de marzo y para aprovechar precios con descuentos). Me suena a cuento chino.
Revisando las cantidades y lo que piden, estas “listas”, me parece que son muy “estúpidas” (perdonando el oxímoron),  son caras, excesivas y con muchos ítems  innecesarios. Y lo peor, creo, con muy poco control sobre su real uso. Se exige  por cada estudiante de la enseñanza parvularia, básica y media en todo colegio de Chile. Y esta exigencia que se nos hace creer que incidirá en que nuestros educandos puedan desempeñarse  adecuada y eficazmente en el aula y llegar a ser la generación de recambio con ciudadanos instruidos y competentes para vivir en una sociedad moderna, competitiva y pujante como la nuestra, con membrecía en la OCDE.  
Es decir hay una conexión directa entre "lista completa y exito académico". La lista de útiles estaría directamente relacionada con el éxito escolar,  la bullada calidad educacional, la excelencia académica  y el desarrollo nacional.  Así las cosas, nadie es tan insensato como para oponerse al altruista propósito de pedir las listas escolares. ¿Para qué arriesgarse a volver a ser un país tercermundista?  
Cumplir con el sagrado deber de presentar la lista escolar completa, oportunamente, sin errores, cambios u omisiones de ningún tipo (cantidad, calidad, marca o proveedor) puede ser un factor clave y a la vez un dato duro que permite a los padres y apoderados tener una buena aproximación de cómo le va a ir a su pupilo, en el año escolar. La no presentación oportuna y completa, puede ser una muy mala señal. El alumno aprenderá de chiquitito lo que es el bulling, y que en este caso se iniciará en el propio colegio, pasando por el profesor jefe, el encargado del área técnica, el  CEO y hasta el mismísimo sostenedor. Un estudiante que no ha cumplido con el deber de presentarse con su lista de útiles completa y oportuna, es lo peor de lo peor. Un paria, un renegado, un inconsciente. Casi un saboteador.  Y para colmo, la lista no tiene deducibles, interpretaciones, cambios, ni letra chica. Es clara, larga y cara.   
Como los ricos se cuidan solos y con los pobres apechuga papá Fisco, el  dramón está en el colchón del medio, los miles de hogares de clase media y con varios matriculados.  Aquí es donde la lista duele.
Y por otro lado, excusándome por ser tan metiche, me pregunto si alguien controlará  la cantidad increíble de material que se debe juntar en un colegio de esos de miles de  alumnos. Solo imagínese un establecimiento con 1. 500 alumnos. Serían 1.500 rollos de papel higiénico, 1.500 resmas de papel oficio, témperas, plumones, etc. etc. multiplicado por 1.500.  Es definitivo, me cargan estas listas tontas. Seguro que alguien se está pasando de listo. Digo yo.

 

Democracia a toda costa


Según un estudio que publicó hace algún tiempo el diario The Economist, Chile cayó mucho en el ranking  de reconocimiento como país democrático. Esto se conoce como “el descontento del progreso”. Una especie de movimiento de indignados pero dentro de un país de buen pasar.  

Esta situación es preocupante y quisiera que la comunidad también lo advirtiera. Me agradaría poder crear conciencia colectiva y ojalá con suficiente fuerza, hasta como para organizar una marcha.  Como hoy se ve a diario que se marcha por tantas razones, creo que cuidar la democracia es una muy buena causa. Cómo no vamos a ser capaces de manifestarnos públicamente por algo tan necesario como este valor,  definido básicamente como un derecho de los ciudadanos de un país libre a expresarse sin restricciones,  elegir a sus autoridades, decidir la religión o creencia que le parezca, vivir o desplazarse libremente por todo el territorio,  iniciar cualquier emprendimiento de su ocurrencia, desarrollar cualquier profesión lícita,  estar protegido por los sistemas públicos, etc. Larga sería la lista de las ventajas de un sistema democrático.

Y hoy me parece que hay mucha más conciencia de la democracia. Sin embargo  me parece también que es a un nivel más académico, más filosófico o más electoral (aunque solo un tercio de los ciudadanos con derecho a votar lo hizo la última vez).  Si ya tuvimos un quiebre a la democracia cuya recuperación tomó  casi 20 años, no es para nada despreciable poner más atención a las motivaciones  extremas de justicia social, defensa de derechos en su máxima expansión de buscar todo lo que el “pueblo” quiere y reclama, participación directa en las decisiones, justicia de verdad, libertades con alcance pleno, trato igualitario, educación para todos y ojalá en el modo: “papá Fisco pay”.   

Lo que me preocupa como ciudadano político (en el sentido griego)  es si hay garantías.  No puedo olvidar el famoso “estatuto de garantías “que firmó el candidato Salvador  Allende el año 70 para asegurarle al Congreso que no haría cosas indebidas (política y republicanamente hablando).  El resto es historia, don Chicho usó la estrategia del alcalde de la Pérgola de las Flores. A todos les decía que sí,  pero al final “hacía lo que le convenía más.”

Espero que excesos democráticos no ocurran en un eventual gobierno de la Michelle a causa de tantos temas súper discutibles del programa elaborado por la nueva concertación que la apoya. Me preocupa el momento de la verdad  de un gobierno que ofrece hacer tantos y tan profundos cambios en tan poco tiempo. La recomendación y la experiencia política indica que en democracia los cambios deben ser los adecuados, seguros y necesarios.  Si el cambio es brusco,  innecesario y acelerado,  el riesgo es alto y puede generar incidentes y accidentes, especialmente si se gira siempre o mucho hacia a la izquierda. Yo le recomendaría a la eventual candidata,  usar la misma estrategia del alcalde. Me refiero al de La Pérgola de las Flores desde luego. Digo yo.                 

 

 

No importa el color del gato


No tengo la menor duda que la próxima contienda electoral  nos deparará muchas sorpresas. Desde la elección de los Cores,  hasta  del ciudadano que tendrá su domicilio laboral en la Moneda por los siguientes cuatro años.
Son varias las diferencias posibles que harán que esto ocurra: el voto voluntario, los pactos nuevos (si no son nuevos a lo menos con nombres y socios cambiados) la cantidad de cargos que se eligen, y la forma de confrontación que se ha instalado por primera vez en Chile al más puro estilo norteamericano en donde las descalificaciones personales, el hurgueteo en las vidas privadas, el juego sucio, las acusaciones cruzadas, etc. se pusieron de moda. Los expertos le echan la culpa al controvertido voto voluntario y a la presencia masiva de una juventud, que antes decía “no estar ni ahí” y que el 17 de noviembre probablemente podría  seguir en la misma.   
Y por cierto los nueve candidatos a la presidencia que le pone color y sabor a la cosa, un condumio para todos los paladares. Aunque son diferentes las cartas unas de otras, en contenido, énfasis e  intenciones, al final son programas parecidos. Y si no lo son,  lo probable es que lleguen a diferenciarse muy poco.     
Esto lo menciono porque creo que al final las cosas no cambiarán mucho. Las estructuras fundamentales sobre las cuales está construido el modelo chileno actual,  se debería modificar poco.  Por esta causa,  objetivamente, ya no complica tanto quién sea el presidente, porque al final y al más puro estilo gatopardiano, “todo debe cambiar para que siga igual”. Por eso es que ya no asusta tampoco ni que los comunistas y su mala fama, puedan llegar a compartir democráticamente el poder, algo poco usual en los países donde están instalados y en los que "democracia" es una palabra bastante ambigua.     
Mi impresión es que el próximo gobierno será muy parecido al actual y que los grandes cambios que se prometen, se van a morigerar terminando por desarrollarse  un programa similar al  de los últimos 25 años. Con ciertas sutilezas claro está.
Se va a pelear harto seguramente,  pero al final todo se hará “en la medida de lo posible”. La sensatez primará  por sobre los políticos termo céfalos  y los gobernantes entenderán  lo que el pueblo piensa y cree y  que se expresa en  la célebre frase  “no importa de qué color sea el gato, lo importante es que cace ratones”, cita atribuible al dirigente político comunista Deng Xiaoping , que con gran pragmatismo y visión de Estado , hizo el cambio necesario y oportuno para que la China Popular pasara de nación tercermundista  a ser hoy la segunda economía del mundo.  Aunque ya haya pasado agosto,  al momento de votar,  sugiero no olvidar esto del felino, digo yo.  

 

 

Derecha versus izquierda


A una de mis tías abuelas siempre le escuché decir que ella “no comulgaba” con la izquierda. Su segundo marido opinaba que en la vida había que tener habilidades para manejarse bien con la derecha y también con la izquierda.
En el barrio de mi infancia santiaguina y popular,  había puros Soto, Pérez, González o Muñoz.  Jamás un Izquierdo se asomó por allí, ni a varias cuadras a la redonda. Desde ese lejano pasado, confieso que esto de la izquierda y la derecha siempre me han generado confusiones. Mi explicación primaria es porque  pueden representar varias cosas al mismo tiempo y por el sentido de lo opuesto que está implícito.  Y para colmo,  también existe esa tendencia irresistible de calificar a una u otra condición, de buena o mala, de aceptable o perversa, de libertaria o tiránica.
Creo por eso, que tanto la derecha como la izquierda,  son posiciones dicotómicas por el lado que se les mire y ésta podría ser una aceptable y ecléctica explicación, pero no necesariamente la correcta, pues también en esta materia  nada es definitivo, nadie puede asegurar nada. En la elección del sentido y alcance que tiene “derecha o izquierda”,  no se puede decir qué es lo bueno, lo verdadero   o lo políticamente correcto. Todo es tortuosamente relativo.
En este contexto, todo es muy ambiguo y para colmo han surgido innumerables  derivadas que identificadas con ciertos apellidos,  conforman una familia virtualmente interminable: centro derecha, centro izquierda, centro centro, izquierda clásica, izquierda  radical, derecha tradicional, derecha republicana, derecha liberal,  etc.
Hay una explicación a todo esto que descubrí hace poco leyendo sobre la neurociencia.  De acuerdo con esta disciplina, todo podría ser a causa de que nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios. El derecho y el izquierdo y en cada uno de ellos se generan funciones, comportamientos, pensamientos y emociones diferentes.  Son, en rigor,  dos medio cerebros tratando de ejercer dominio o influencia sobre el otro. Aún cuando son complementarios y se necesitan. Esta sería entonces la madre del cordero , la causa basal del conflicto derecha-izquierda que divide al mundo contemporáneo en el cual cada lado o sector, trata de ser hegemónico y está convencido que está en la razón.  
Por lo tanto, el asunto de ser de izquierda o de derecha ya no sería una simple decisión consciente sino que vendría desde “adentro”, de una sinapsis dominante por razones que aún se desconocen. Sin embargo, la buena noticia es que a través de la vida podemos cambiar y reconstruir un comportamiento diferente. En política se ve mucho y se conoce como “vuelta de carnero”.   Muchos le hacen este cargo a Piñera, un hombre de derecha, y zurdo, que gobernó con partidos de derecha pero que aplicó muchos cambios propios de la izquierda. Como señalizaba para la derecha pero viraba para la izquierda, esto confundió a varios de sus seguidores.    
Sea por una vuelta de carnero u otro malabarismo político-circense,  lo concreto es que siempre se puede cambiar. Basta con practicar. Los expertos aseguran por ejemplo, que cualquier persona diestra podría aprender a escribir con la izquierda, en solo dos semanas.  Igual en el uso de la tijera, los cubiertos, etc. La buena noticia es por lo tanto, que con un proceso de aprendizaje adecuado y sistemático, una persona de izquierda podría terminar siendo de derecha y viceversa sin dolor ni remordimientos.   Lo dramático sería si el ser humano nunca cambiara. Cito a Blake" quien nunca cambia sus opiniones, vive en aguas estancadas donde crecen los reptiles".

El cambio es posible porque a mi juicio la diferencia entre derecha o izquierda es una dimensión relativa. Con práctica, un comunista puede llegar a ser un demócrata, un conservador votar a favor del matrimonio homosexual y hasta un demócrata cristiano   volver a sus raíces. El hombre es un animal de costumbres, digo yo.

 

Apostar a futuro


Todo está consumado (Lucas 12:49-51) Ya está hecho, el recambio gubernamental y el de los principales estamentos del poder del Estado político se han establecido para los próximos cuatro años. Por cierto que para contabilizar los  sucesos que ocurran de aquí en adelante, este lapso es y será insuficiente. Se me ocurre que la lectura histórica de las naciones  debe ser medida en  “tiempo países”, un conteo que para cualquier análisis completo y honesto  debería abarcar a lo menos 30 años o más.
Las reformas estructurales que plantea realizar el nuevo gobierno muy difícilmente verá la luz legislativa en el período de la nueva presidenta y su congreso. Y aunque se lograra, la implementación y su necesaria gradualidad solo pueden dar señales en un mediano plazo. Ver en régimen los proyectos  emblemáticos como salud y educación, probablemente se logre en las 3 décadas siguientes.

Mi visión es que el efecto de los cambios de las ofertas de campaña yo solo podría verlas reflejadas en la sociedad chilena para mi centenario. Y probablemente una fracción pequeña de los chilenos que hoy peinan las canas de los 50, estará vivo para contarlo.
Pero hay que hacerlo, lo prometido es deuda, aunque en política se puede borrar con el codo… y Ud. sabe como sigue el cuento. Además, si la ciudadanía votó mayoritariamente esta propuesta electoral, sin perjuicio de que haya sido una minoría de los chilenos los que se manifestaron o aunque la nueva mayoría sea en verdad una pequeña mayoría.   

¿Qué posibilidades habrá de concretar todo prometido? En la construcción de las propuestas, los técnicos y en particular los economistas, se basan en los resultados económicos de los últimos 23 años. Este me parece que es un muy autocomplaciente resultado pues Chile creció a más del 5% anual, se redujo la pobreza en dos tercios y el consumo aumentó 300%. Pero la pregunta es si hoy podrá sostenerse esa buena tendencia en los próximos 5, 10 ó 15 años. Lograrlo implicará dar un gran salto hacia una economía avanzada, pero también la consolidación de una sociedad madura y una democracia muy estable.

¿Qué podría impedirlo? Uno de los impedimentos podría ser caer en lo que los técnicos llaman “la trampa de los países de ingreso medio". Otra razón, el comportamiento de la calle. Hay una tendencia muy proclive a escuchar a los llamados “movimientos sociales” una suerte de bolsillo de payaso ciudadano en el cual caben todas las reclamaciones imaginables y algo más. En estas circunstancias, solo un prestidigitador podría sacar de su sombrero algunos conejos a modo de sorprendentes soluciones. Pero ya a esas alturas del partido tendríamos a Chile convertido en un circo y a todos los chilenos trabajando como en uno pobre. No hay salud, digo yo.