lunes, marzo 30, 2015

El que esté libre de aristas...



Diario El Longino de Iquique, 29 de abril de 2015


El que esté libre de pecados que lance la primera piedra. Esta frase la escuché en mi ingenua y tierna niñez,  pero confieso que nunca la entendí muy bien. Con el correr del tiempo la interpreté  como que solo los “limpios y píos” pueden juzgar y castigar.
Cuando el hombre se organiza socialmente, crea  muchas instituciones y entre ellas,  las que imparten justicia. Para juzgar si las cosas se hacen bien o mal y para perdonar o castigar.  Pero con los avances - caídas  y recaídas del mundo moderno incluidas- las cosas se dificultan pues en todos los ámbitos del quehacer humano surgen aristas.  Así,  la sociedad cual teatro de operaciones, es el lugar y el tiempo donde se juntan y mezclan personas, instituciones, intereses, egos, poderes, expectativas,  doctrinas, creencias, valores y tentaciones,  siendo muy difícil no caerse y cometer un desaguisado.    
A causa de estos errores y horrores humanos e institucionales, las sociedades se enferman y como toda enfermedad con causas y efectos. Y  las principales son las que genera el hombre, factor crítico de la ecuación, un macho alfa bastante  ególatra y autoritario. ¿Hay cura para esto? Habría que ir a su génesis interior. El hombre es dual, tiene la capacidad,  para hacer cosas buenas  y  malas.  Es capaz de  descubrir una cura para enfermedades que salve a millones de personas y también para construir armas de destrucción planetaria. Y este es  el quid  del asunto. El homo sapiens puede desdoblarse, ser bueno y malo según las circunstancias y sin cargos de conciencia.
En los orígenes, a este raro omnívoro de la  zoología planetaria, se le grabó en su cerebro reptil (fase primitiva) algo que luego transfirió al cerebro mamífero (fase intermedia) y finalmente al evolucionado cerebro actual, mandatos que pueden reaparecer “sin querer queriendo”. Son  aristas y una de ellas, es “el sentido del mal”.  Una manifestación que todos los humanos tenemos. No es por lo  tanto un atributo exclusivo de delincuentes, asesinos o terroristas, sino también de sujetos que hacen maldades ingenuas como por ejemplo, emitir boletas ideológicamente falsas. 



La duda es si el omnívoro actual puede diferenciar racionalmente lo bueno de lo malo y saber de qué lado de la vereda está en todo momento. Cuando como simples observadores miramos desde nuestra trinchera a los “malos”, los juzgamos, criticamos y denostamos. Pero cuando estamos entre los “imputados”, creemos, queremos creer y que se nos crea de buena fe, que somos blancas palomas.   
¿Es malo el hombre por naturaleza? ¿Será el sino bíblico del pecado original? Tal vez  venimos así desde el Big Bang  o del Este del Paraíso?  Podría ser una falla de fábrica.  
El periodista John Muller dijo en Icare “La corrupción no solo está en las cúpulas de los gobiernos, las grandes empresas, las instituciones políticas, sino que reside  también en la base de la sociedad, la familia”. Citó dos  datos oficiales: un 27%  de los pasajeros elude el pago en el Transantiago; un 30% de las licencias médicas presentadas el año pasado eran falsas. También se calcula que un  50% de los comerciantes pequeños de ferias libres, locales de barrio, etc. no daría la boleta. Así, le roba al Fisco- en complicidad con el comprador – millones de pesos diarios. Y ambos, sin sentir que hacen algo malo. 


¿Aseguraría Ud. que nunca en su vida ha comprado o visto una película pirata o que compró algo en la calle eligiéndolo con la punta del zapato?  ¿Sabe el Estado y su brazo armado el gobierno de turno, que infringe las leyes teniendo a miles de funcionarios contratados a honorarios, sin derecho a previsión, salud y otros beneficios básicos? Cuando Peñailillo dijo que Chile no era corrupto, me sonó a una afirmación ideológicamente falsa.  Digo yo.      

Mis mejores 60´s



Con motivo del reciente espectáculo Lollapalooza en Santiago, donde asistieron más de 100.000 jóvenes  y otros no tanto,  para deleitarse escuchando la música de bandas y cantantes extranjeras y nacionales antiguas y emergentes, no puedo evitar una odiosa comparación entre lo que escuchó esa multitud y los que nosotros, la juventud de otra época oíamos, en la muy  querida y añorada década de los 60´s.
Pero qué duda cabe, la juventud de cualquier época como la actual tiene percepciones, sensaciones, gustos y preferencias especiales. Y la música es una de las áreas diferenciadoras y  sensibles. Y a  medida que van pasando los maravillosos años jóvenes, comienza el proceso de estabilización, que es la antesala del paso a la adultez. Se aquietan mucho las pasiones, se deja el romanticismo  revolucionario y se aterriza de a poco en la insulsa, anodina y pueril  estabilización. A los de mi generación nos ocurría aquello tan pronto dejábamos la enseñanza media (llamada Humanidades) época cuando solo una ínfima minoría tenía la oportunidad de estudiar en las poquísimas universidades existentes. La  mayoría debía ponerse rápidamente a trabajar, salir a ganarse los porotos  en lo fue fuera. La opción de quedarse en casa sin hacer nada era impracticable. Nuestros padres nos habrían sacado “de un ala” de la cama si estábamos acostados   pasadas las 9 de la mañana. Había que salir a ganarle a la vida desde temprano. Ahora,  esta  juventud Lollapalooza (quiero llamarla así para mantener la conexión con el tema) o generación X como la identifican otros, puede quedarse en la casa, casi sin restricción. Hasta que pase algo. Algo como un milagro. Que algún amigo o pariente le ofrezca una peguita. Muchos de esta generación  Ni Ni (ni estudian ni trabajan)  les gusta quedarse con los papás “hasta que duela”. Incluso volver  si se hubieren ido tempranamente. Muchos van y vienen varias veces.  Y mientras se desplazan (aquí viene la conexión al tema) siempre lo hacen enchufados, conectados con el mundo a través de los oídos. El audífono ya es parte de la cabeza.  Y la música es el motivo de sus preferencias y los conjuntos de Lollapalooza que estuvieron en Santiago, los héroes preferidos a los cuales les rinden culto cientos de horas al mes.
Tantas y horas y tan “mal gastadas”, concluyen unos estudios de por ahí. Si todo este tiempo fuera ocupado en algún “aprendizaje útil” (un segundo idioma, meditación, poesía, una técnica, cultura en general) el crecimiento intelectual y la preparación en los jóvenes actuales, pasaría a otro nivel, ya que están  “enchufados” en promedio 5 horas diarias. Así, podrían,  sin moverse de la cama, ni del baño, del transporte público, las salas de espera, los paraderos, o las filas para un trámite, aprender algo, por ejemplo un idioma que es lo más práctico. Sería fácil, regalado y eficaz. Pero esta generación prefiere regalarle su  tiempo a los Lollapalooza.

En este contexto, los entiendo, pues en música yo también  rendí  tributo a la música de los 60´s. Creo que musicalmente fueron trascendentales, lo mejor de parte del siglo pasado. Mencionaré de los gringos a mis favoritos: The Beatles, The Doors, The Rolling Stone, Pink Floyd, Jimi Hendrix, The Who, Bee Gee,  The Beach Boys, The Mamas and the Papas, Simon and Garfunkel, The Supreme. También muchos músicos chilenos y argentinos del 60 al 70 fueron grandes. Una época musical que merece reconocimiento. Lo mejor era que estos temas se podían cantar, bailar y especialmente escuchar. Lo actual,  claro que es bueno, solo que cuando intento escucharlo,  el ruido no me deja oír la música. Qué pena no poder o no saber cómo disfrutarla. Me debo estar perdiendo algo excepcional. Digo yo. 


Chilenos y chilenas, niños y niñas


Esta crónica va dirigida con mucho cariño a los y las personas que me leen en papel u on line, agradeciéndoles a todos y todas,  chilenos y chilenas, extranjeros y extranjeras por su fidelidad como lectores y lectoras ya por tantos años.
Comienzo  contándoles a todos y todas, que una razón  y a veces la única por la cual  un cronista o articulista escribe en un medio,  es porque  siempre cree tener un buen motivo,  un pensamiento, una idea o  una inquietud y desea comunicarlo. Parodiando al  Principito y su encuentro con el  Zorro,  es para “crear lazos” y, establecer alianzas, con todos y todas.   
Y en esta oportunidad  me referiré a esa rara práctica lingüística que se ha ido instalando en nuestro lenguaje cotidiano y que  bajó desde las altas esferas del poder,  instalándose en las bases de la sociedad. Me refiero a esa costumbre de diferenciar, a mi juicio innecesaria   y forzada el género masculino del femenino cuando se hace referencia a las personas.  Ahora no basta decir “niños”, Hay que decir “niños y niñas” pues al decir solo niños, se  estaría excluyendo a las niñas.  Y esto de la inclusión o exclusión son mundos  con dos  ideas implícitas y  contrapuestas: acoger y rechazar.
Decir por ejemplo en una fiesta de cumpleaños “Niños… vengan a comer torta”  Esto es, aquí y ahora,  muy mal visto (o escuchado). Lo correcto para respetar el sagrado principio de la inclusión, o si se quiere, para evitar el pecado de la exclusión,   sería decir  “Niños y niñas, vengan a comer torta”.  Otras expresiones en el mismo contexto serian: siéntense todos y todas a la mesa, canten todos y todas el feliz cumpleaños.  Extraño, pero cumple con el principio de la inclusión.   
No sé el nombre técnico que dentro de la gramática española tenga esta forma de expresarse, ni si es válidamente aceptable, pero cuando se utiliza, me parece en rigor, innecesaria y redundante. Creo que los idiomas deben ser funcionales y prácticos. Y muchas veces en razón de ello, utilizar caminos más breves  para llegar al mismo lugar, sin alterar su esencia. Los humanos somos aunque no se crea, bastante racionales, no obstante, predominan en nuestras decisiones las emociones. De tal forma que decir “niños y niñas ”  para no excluir a las niñas deliberadamente, sino por el contrario incluirlas conscientemente, es una costumbre que empezó a utilizarse en el primer gobierno de la presidenta Bachellet y que en este segundo mandato, definitivamente es viral. El problema será cómo llamarles cuando dejen de ser niños y niñas y cómo seguir usando la fórmula de la inclusión. ¿Adolescentes y adolescentas? ¿Muchachos y muchachas?  
Cada país y su idioma han resuelto el tema para diferenciar y a la vez incluir. En los países de habla inglesa niño se dice boy y niña girl. Para construir el plural se agrega una “ese”. Y como son muy prácticos,  también inventaron el plural con la palabra children, dejando zanjado el asunto.


Pero en Chile, no lo hicimos para expresarnos mejor sino para demostrar más  “sentido de género  e inclusión”.  Si este criterio lo lleváramos a los extremos, incluyendo las especies animales, tendríamos que ser muy cautos para diferenciar bien entre  caballos y yeguas, potrancas y potrillos, vacas y  toros (eventualmente  bueyes).   A mí me molestaría que me dijeran  Pata, Pito, Poto o Puto, en vez de Pato.  Digo yo, amigos y amigas, chilenos y chilenas, lectores y lectoras.     

A los hijos hay que quererlos


El asunto en el cual está involucrado Sebastián Dávalos, el hijo de la Presidenta, no es un asunto cualquiera. Para todos  quedó clarísimo que  pedir un préstamo bancario y solicitar una reunión pidiendo que estuviera el mismísimo dueño del banco, era, fue y siempre lo será - especialmente en este caso - una pésima idea.  Se desconoce su génesis (no se sabe quien fue el de la brillante idea, aún cuando muchos presuman que fue la nuera). Los mal pensados insisten en que fue un constructo colectivo. 
La noticia del préstamo, del monto, de la reunión con el top one del banco, de la identidad de los peticionarios y su vínculo con las más altas esferas del gobierno corrió como reguero de pólvora como se decía antes  y se hizo viral, como se dice ahora. Las redes sociales se hicieron un picnick,  dominando los espacios noticiosos, en un asunto que sigue abierto y que se presume seguirá, no solo porque se continuará tirando el hilito,  hasta ver si al final caen presas mayores.  En estos casos, se aplica  la vieja fórmula de mantener la noticia arriba con la sana práctica de no cortar la cola de un solo golpe, sino de a poquito.  Es decir, aún cuando se tenga toda la información al público se le va entregando un poco cada día.  Para no matarla de un solo guaracazo. Así es posible mantener al público expectante. Al final se busca el efecto teleserie turca, es decir, quedar enganchados con ver un solo capítulo.   
Y por otro lado están los coletazos políticos que provengan del  caso Dávalos, pues no hay que ser muy pillos para no darse cuenta que en este tipo de operaciones de compraventa de terrenos con un simple trámite burocrático se cambia el destino de uso del suelo y a la pasada  se gana mucha plata sin hacer absolutamente nada. Y todos parecen saber que es una práctica habitual y que son muchas empresas y personas que se han hecho y se seguirán  haciendo muy ricas con esta martingala. Lo corrupto no está en hacer  la compra y venta de los terrenos y cobrar el delta, sino en hacerlo aprovechando información privilegiada. Y en este caso quien hace la operación no es un hijo de vecino y el asunto no es del ámbito de la Economía sino de la Etica.  
Esto que hizo Caval,  es un tipo de operación habitual y los Notarios y Conservadores de Bienes Raíces de todo el país podrán testimoniar de cientos de casos  similares donde pudo haber enriquecimiento excesivo por el cambio del uso del terreno. Ahora lo que queda es aguantar los coletazos de los  políticos que alimentarán sus bajas pasiones, puesto que al pianista al cual hay que dispararle no es un hijo de vecino, sino el hijo de la Presidenta de Chile y hasta hace unos días un importante ejecutivo del gobierno a cargo de relevantes proyectos  de gran beneficio social. 

Ojala los políticos mediten y no saquen ventajas fáciles en circunstancias adversas para quien dirige la Nación. Me imagino que para la Presidenta este debe ser un momento no de rabia sino de dolor. A cualquier padre le puede ocurrir que uno de sus hijos, cometa un error. Los errores enseñan a crecer. Lo importante es ayudarlos a vivir y desarrollarse bien.  Y para eso hay que quererlos  siempre. En las duras y en las maduras.  Digo yo. 

Notables e incorruptos asesores

Notables e incorruptos asesores
Si quieres que algo no funcione, forma una comisión. Expresión  habitual que a modo de broma  se dice en las empresas, pero que en el sector público a veces ocurre y puede alcanzar niveles épicos.  Consecuente con ello, no puedo dejar de opinar sobre la súper  comisión que creó  la Presidenta  para el asunto de la galopante corrupción. Ya había hecho algo similar para resolver el problema educacional en la primera pasada. Ahora reincide formando una comisión asesora de 15 notables. Las mentes supuestamente más preclaras del mundo  intelectual del país con formación en las mejores Universidades de Chile y del planeta.   
La tarea de este grupo de notables es preparar un proyecto de ley con las mejores ideas para desterrar de por vida la corrupción. Romper el vínculo entre la política y los negocios, los conflictos de intereses y el tráfico de influencias. Buscará también regular el financiamiento de las campañas electorales. Mi duda sobre la eficacia de estas comisiones de tan alto rango académico  es que suelen desarrollar modelos  muy alejados de la realidad.  No logran  llegar a la casuística, a la martingala precisa y a los lugares y circunstancias donde tienen su génesis las prácticas corruptas. Para saberlo,  tendrían que ser o haber sido agentes corruptos. Algo que no aparece en sus abultados currículos.
Como los más corruptos y desprestigiados - según las encuestas – son los políticos, éstos quedaron fuera de la comisión, por lo cual le reclamaron de inmediato a doña Michelle.  La opinión pareciera ser que deben estar, ya que sin ellos allí, quién va a contar cómo se hacen las cosas “feas”.  Creo, aun a riesgo de ser malinterpretado,  que habría que incluir algunos corruptos calificados (aunque no tengan títulos profesionales)   para que cuenten cómo se hace el montaje de un delito de corrupción, cómo se articula, cómo se establecen los contactos, cuál son los códigos verbales,  etc. En el fondo, hacer lo que hace la policía,  infiltra a uno de los suyos en las organizaciones delictivas. Es la versión bizarra del mismo procedimiento.      
Seguramente usted esté familiarizado con términos como arreglarse los bigotes, hacer la vista gorda, irse a la cochiguagua, cortar la cola, hacer cantar la rana y muchas otras expresiones que son parte del léxico que usan quienes se manejan en el mundo de la corrupción.  Y esto es lo primero que los asesores presidenciales deben aprender,  el lenguaje correcto para reconocer una propuesta sana de una propuesta corrupta.  Para que la labor de la comisión sea eficaz, insisto, debe familiarizarse con el mundo, con el lenguaje y con la filosofía de la corrupción. Por eso es que propongo  la infiltración u/o espionaje.  
Si los señores de la comisión, nunca en su vida presentaron un “falsificado” por inasistencia al colegio, ni le llevaron de regalo una manzana a su profesora de Kinder, ni nunca han comprado en la calle, si siempre le piden la boleta al caserito de la feria, si las palabras pitutos, arreglines, ir mojado, les son extrañas o desconocidas, no debieran estar en la comisión de la Presidenta. Serían funcionalmente incompetentes y lo más probable es que terminen proponiendo ideas  ingenuas o inaplicables.
Pero en verdad la mayoría no estamos libres para tirar la primera piedra. ¿Quién en su vida acaso no cometió un acto corrupto? ¿Quién no hizo alguna vez una cuchufleta en el dominó o no acusó su “renuncio” en la brisca. No tiró una licencia médica trucha?   No es acaso sintomático que en la misa dominical haya largas filas de feligreses pidiendo la expiación de sus pecadillos. Y a propósito de confesiones, a mí me encantan las transparencias. Especialmente en lencería. Digo yo


Socialmente virgen

Publicado en el diario El Longino de Iquique



A muchos amigos que trabajan en empresas les oigo quejarse de los amaneceres nublados.  Metafóricamente hablando, quieren expresar que los días se ven grises con  cientos de mails sin leer. Deben leerlos y luego decidir qué hacer. Desde presionar “delete”  o citar a una reunión  de emergencia. Les pasa a miles de gerentes, jefes de áreas, administrativos  y a decir verdad, hoy a medio mundo.  Quien tenga un equipo electrónico y comunicacional a menos de dos metros a la redonda es víctima activa o pasiva de este “mal” de los tiempos. Estamos todo el día (aún dormidos) conectados de entrada o de salida. Seamos receptores o emisores.  
Cuando la comunicación es escrita,  no es difícil que cientos de mails se acumulen sin que podamos leerlos. Esta cantidad podría ser un promedio no exagerado de los correos que cualquier profesional, ejecutivo medio o superior podría acumular cada día. Y esto desde luego que no representa un supuesto “status” de poder o importancia relativa dentro de la organización. Si esto fuera así, hasta se podría concluir que hay una relación directa entre el volumen de mails recibidos y la importancia del cargo.   
Un amigo decidió desconectarse.  En situaciones muy especiales usa el correo. Prefiere el contacto directo. Los correos que le llegan no los lee.  Y esto le jugó una mala pasada. Alguien le aconsejó que los leyera porque hacía una semana lo habían despedido. Pero todo depende del tipo de persona, lo que haga y en qué momento de su vida se encuentren. Si está en su casa ya jubilado, por  cesantía, es de la generación Ni Ni, (jóvenes que Ni estudian Ni trabajan), etc., la posibilidad de recibir correos va en declinación diaria. Hasta llegar al olvido. Ahí comienza un drama diferente, pero eso es otro cuento.  Algunos optan por meterse en cuanta lesera nueva haya en las redes sociales. Los peores son los correos con dramones en cadena, cuyo    único propósito es copiar las direcciones adjuntas de cientos de incautos, para luego pasárselos a los verdaderos interesados, cuyo domicilio conocido es una celda de alguna cárcel nacional o extranjera. Pero este es otro cuento que me llegó por correo
Pero mi tema es otro. Quiero averiguar por qué, en plena época de las comunicaciones instantáneas, muchas veces me siento más incomunicado. Hace meses que envié correos cuyos temas y contenidos califiqué de importantes o pedí respuesta urgente. Mi conclusión es que no importa cuán importante sea para el emisor el correo enviado, sino cómo lo califique el receptor. Ergo,  mis correos valen hongo para los destinatarios. Les interesa una bola  el contenido y la urgencia mía.  Y lo entiendo, el receptor tiene todo el derecho a discriminar.
Esto me hace reflexionar sobre cuán conectados estamos en la vida actual.  Y no solo vía los correos sino del mundo cibernético en general  (twitter,  facebook, instagram,  blogs, juegos como Carta Blanca, Sudoko, Candy Crush,  Póker etc. ). 
Consecuente con esto, me permití crear categorías de los humanos según el número de contactos electrónicos diarios en los cuales se ven involucrados:  

                          Categoría A: No existo. Hasta 50 contactos. 
Categoría B: Socialmente  virgen, entre 51 y 100 contactos. 
Categoría C: Me Comunico Luego Existo entre 101  y  200. 
Categoría D. Ligas Mayores, más de 200 contactos diarios. 

Reconozco estar en la categoría “socialmente virgen” pues mi  nivel de contactos con el mundo electrónico es muy bajo, aún cuando estaría dispuesto a perder mi virginidad si hubiera una buena causa. Digo yo.  

Los tiros de Alexis

Publicado en el diario El Longino de Iquique  
Hay que tener mucho coraje, audacia, capacidad e inteligencia para meterle goles de cualquier tipo -media distancia, olímpicos o penales -, cuando los equipos rivales son los más poderosos de  Europa. Citemos por ejemplo Alemania, Francia, España, Inglaterra,  Suiza,  etc.  Sin embargo, Alexis, un emergente líder actual, se ha plantado de cara a sus adversarios desafiándolos con toda la fuerza, decisión y voluntad para ganarles y no dejarse pasar por arriba.    
Lamentablemente no le queda mucho tiempo de partido a este  Alexis el griego, recientemente elegido jefe del gobierno de Grecia. No obstante aquello, Alexis Tsipras, con toda pachorra y valentía les advirtió con un tiro de larga distancia a sus acreedores,  que no devolvería la plata así como así, ya que lo que le habían prestado era impagable en las condiciones abusivas y unilateralmente fijadas por la Unión Europea.  A fin de este mes corresponde que Grecia realice el segundo rescate pactado para abonar a la gran deuda. Pero Alexis les hizo una pequeña finta ( hacia la izquierda que es el lado por donde mejor juega) anticipándoles que no se dejarían hacer goles y que atajarían hasta los penales. Les ofreció pagarles “a su pinta”, no de la manera que le estaban cobrando, sino que en una modalidad y con un plazo suficiente para aplicar diversas medidas internas, previamente.
Sin lo uno, no hay otro les dijo. Aceptaremos reducir el déficit pero en porcentajes muy bajos y manejables. Y en vez de  reducir gastos, proponemos aumentar los ingresos, les dijo. Y  todo esto por cierto, sin afectar  más a los trabajadores y a la clase media baja.  El aumento de los ingresos supone que Alexis realice una fuerte presión sobre los evasores históricos  y que han proliferado mucho en los últimos años: la Iglesia ortodoxa, la oligarquía de armadores y navieros con base en Panamá y cuentas en Suiza  y los médicos y profesionales liberales que se han sumado en los últimos años.  
¿Será capaz  Alexis con estos tiros, apalancar tanta plata como para  financiar los US$ 11.000 millones para el programa de emergencia? Aparentemente los números no cuadran y las acciones que habría que hacer son mucho más potentes que lo que hoy propone. Mientras haya evasión nunca alcanzará la plata. La deuda pública es un barril sin fondo. Por mucho, mucho que se pague, nunca se termina de llenar.  
A Alexis le podría pasar lo mismo que nos está pasando en Chile con el Transantiago, sistema de locomoción metropolitana creado  para darle a los capitalinos un transporte eficiente, seguro, rápido y de costo razonable. Nada de ello ha logrado ocurrir y una de las  causas entre otras es que más del 23% de los usuarios son “colados” (evasores) , usan el servicio sin pagar, lo que hace que el sistema sea deficitario y Papá Fisco tiene que poner las lucas, plata que nunca podrá recuperar. Ya lo asumió como un karma.  
¿Y qué tal si aquí en Chile,  en vez de seguirle poniendo plata a este barril sin fondo, se le agrega algo de inteligencia, al estilo de Alexis el Griego? Aseguran que Einstein habría dicho,  que la mayoría de los problemas del hombre en sociedad no se solucionan con más dinero sino que con más inteligencia.

Si les resulta que nos avisen, para pensar algo bueno también para Iquique, donde el sistema de transporte  público  es a lo menos “raro”. Digo yo.      

Políticos al por mayor

Cuando el hombre de la calle, eufemismo que suele usarse para referirse al  ciudadano común y corriente, al hombre de a pié  y que además incluye a las mujeres, dignamente representadas por la señora Juanita, se entera por la prensa que en el Congreso se está tratando un proyecto legislativo para reformar el sistema de elecciones que permite elegir a los diputados y senadores, además de entender poco o nada las razones “técnicas” ,  finalmente lo único que retendrá será que habrán más  diputados y más senadores.
Ante esto,  lo único que le queda por hacer  es lamentarse de la política y los políticos y reiterar su convicción de que son corruptos, aprovechadores y que ganan demasiado. La poca fe que les podía quedar, con esto muere. Por este tipo de cosas, la sociedad chilena castiga a los políticos y en todas las encuestas los califica como los peores de la escala. Si los delincuentes  estuvieran en estas mediciones como un segmento, éstos  serían los únicos que los superarían. Esa es la terrible y lamentable imagen que de los políticos tiene la sociedad chilena según las encuestas de los últimos años.  Nada como para enorgullecerse.
La intención del proyecto,  de modificar el actual sistema bi nominal, según se dice   “ya o da para más”, especialmente por aquello de que  favorece a las segundas mayorías lo que es injusto y perverso, parece una buena razón para el cambio. Pero a  causa de los cambios necesarios, se hace  imprescindible incrementar el territorio, lo que obliga a tener un mayor número de asientos legislativos. O sea más parlamentarios.  Es lo que nos dicen.
Asimismo, la reforma plantea necesaria una mejor representación de las regiones, o sea que su peso relativo evite una mala repartija que termine creando una asimetría entre población y representantes. Y como una mala repartición del poder político está asociada a una mayor desigualdad económica por una parte y por otra al crecimiento y persistencia de las elites, se hace indispensable aumentar el número. Es lo que nos dicen.
Y también nos dicen que el mayor costo que implica aumentar el Congreso en 47 “honorables” (35 diputados y 12 senadores) no es muy relevante y que por lo demás, con la reforma tributaria aprobada, habrá  harta platita fresca durante los próximos años.
Finalmente cuando la comunidad se entera que la reforma implica crecer en casi un 40% el total de los miembros del Congreso, todo parece una locura, un acto del teatro del absurdo, kafkiano, difícil  de aceptar, de asimilar y de entender, salvo que también sea un político, esto es, el sujeto que está ubicado en el último peldaño del reconocimiento de la sociedad organizada.
Tengo entendido que había otros proyectos alternativos que no suponían  crecer en el número de parlamentarios y que igual podían   satisfacer las necesidades legislativas. Pero, como dicen en el campo, “ y dele con que las gallinas mean”, expresión que se usa para graficar a los porfiados, a los que sin tener argumentos sólidos , lo hacen porque si no más. Por joder.

Por esto creo que estaría totalmente vigente un  viejo chiste. “Un ciudadano pasa  frente al Congreso y escucha desde su interior gritos: ladrón, sinvergüenza, vendido, coimero, hijo de p… Creyendo que era una pelea, va donde un carabinero y le cuenta lo que ha escuchado. No se preocupe le dice el uniformado, solo están pasando lista.” No hay salud. Digo yo.

El tiempo lo dirá

 Publicado por el Diario El Longino de Iquique
En Chile estuvimos más de  40 años haciendo cambios con los denominados  “horarios de invierno y horarios de verano”. Esto,  supuestamente porque era bueno para ahorrar energía eléctrica aprovechando  más tiempo la luz natural del día.  Acaban de anunciar que eso ya no va más. La práctica demostró que el ahorro real de energía, especialmente la domiciliaria, no era significativa, por lo cual era innecesario armar todo el desbarajuste en nuestros hábitos y costumbres sociales para resultados irrelevantes.  Exactamente nos demoramos 43 años para darnos cuentas que  la autoridad tomó una decisión equivocada. Nos puede haber faltado más revisión, análisis, mejores datos, o que lo que sea. Lo concreto es que durante todo ese tiempo la autoridad política, nos “vendió” la idea,  nos convenció, de que esto era muy bueno para Chile.  
Lo más grave de todo esto no fue la decisión, sino habernos demorado más de cuatro décadas en darnos cuenta que muchas veces los cambios, además  de traumáticos terminan siendo algo diferente a lo inicialmente deseado o previsto. En estos tiempos actuales, “la calle” habría hecho a lo menos una movilización.  
Esto necesariamente nos debiera hacer pensar lo conveniente de estar muy atentos a que los grandes cambios legislativos que se han hecho en estos últimos meses. Cito como ejemplo los más emblemáticos como la  reforma tributaria, la reforma educacional, la reforma electoral,  con el objetivo de asegurarnos de que sean  lo que se pretende que sean. Buenos, necesarios y eficaces.
Personalmente,  como también muchos chilenos más ya no estaremos en este mundo  para conocer este desenlace, será tarea de los que hoy son niños o incluso de quienes aún no han nacido. Esto, porque las reformas aludidas son de larga data para observar su eficacia, operatividad y resultados.
El tiempo será el factor decisivo. Este concepto- elemento inventado por el hombre para medir su paso y sus obras en el pequeño universo conocido, se inspira en el Dios Cronos de la mitología griega, que se representa bajo la figura de un viento, teniendo en la mano derecha una guadaña y un reloj de arena, para indicar que el tiempo todo lo destruye y que pasa insensiblemente. Y en la mano izquierda una culebra que se muerde la cola, como emblema de la prudencia.
Esta es la imagen de un dios mitológico, que invito a mantener en la retina y en la mente, a aquellos políticos que sufren de frenesí legislativo y que están ansiosos por dejar su huella en la historia republicana. Principalmente para que no olviden del profundo alcance del concepto de la prudencia que nos recuerda Cronos.  
El tiempo lo dirá. Se aplaudirá si hubo aciertos o se maldecirá en voz alta a los autores materiales  e intelectuales por los fracasos. Podrá haber una generación que sufrirá el rigor de los errores pero también otra u otras que disfrutarán de las cosas bien hechas, bien pensadas y prudentemente aplicadas.    

En los frenesís electorales, suele olvidarse la responsabilidad por los resultados. No basta después decir “nos equivocamos”.   De lo últimamente legislado en este tipo de normas estructurales, me preocupa fundamentalmente lo educacional. Los cambios en esta área son trascendentales. Cometer errores aquí es fatal y de lo que solo nos percataremos cuando pase una generación completa, desde el que ingrese este año a primero básico hasta cuando egrese de profesional universitario.  Por eso, legislar sobre estas materias no puede ser parte de un mal plan ni de ideologías. Confío en que nuestros honorables hayan hecho bien la pega. Solo el Dios tiempo lo dirá, Digo yo.

Fast Track legislativo

Con amplias mayorías, tanto del Senado como de la Cámara de Diputados, parlamentarios de todos los sectores aprobaron un bono de 1 millón de pesos para 7.800 funcionarios públicos de la Región de Atacama,  conforme a un proyecto que el gobierno envió el 20 de enero al Congreso.  En muy poco tiempo parió la chancha como se dice en el sur. Esto demuestra que cuando se quiere, se puede.

A modo de explicación por este fast track legislativo,  el presidente de la Cámara dijo que el proyecto había llegado  atrasado al Congreso debiendo haberlo hecho 45 días antes. Asimismo, señaló que durante las reuniones de comité los diputados coincidieron en que su tramitación se llevaría a cabo sin discusión al tener un contenido que no era “de mayor envergadura”.  O sea que, a causa de dos circunstancias concomitantes, la llegada tardía y el contenido light,  se podía legislar con gran celeridad.  Esto permitió descubrir que el poder legislativo tendría una nueva pillería -  poco ortodoxa pero eficaz-   para hacer más rápida la pega, sin perjuicio de las urgencias que le fije el Ejecutivo.    

Frente a lo ocurrido, la oposición reclamó diciendo que "si el gobierno tiene que pagar deudas políticas, que no lo haga utilizando al Congreso  y menos  legislando de una manera torpe,  haciéndolo  a la rápida y  dejando fuera a muchos otros funcionarios públicos.    

Con esta evidencia, queda la sensación que el asunto legislativo no es como debiera ser. Aquella frase que dice “la mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo”, creo   pertinente citarla aquí. Los honorables dejaron mucho que desear en esta pasada.  Que se atengan a las consecuencias y después que no reclamen si son maltratados en las encuestas.
No se trata tampoco de considerar justo o injusto el petitorio de los funcionarios de Atacama que se beneficiarán con el bono,  lo complejo es el despelote que se arma después con todos  los otros sectores que se quedan mirando para la carnicería, posiblemente con iguales o mejores derechos para acceder al beneficio. Y para qué decir del resto del país, que mira asombrado este pastelito.
Los dos últimos gobiernos  han sido buenazos para regalar bonos. Diríase que han sido gobiernos “boneros”.  No soy contrario per se de los bonos pues creo que hay muchos  muy necesarios y oportunos según las circunstancias y necesidades. Los bonos, que son mayoritariamente de naturaleza temporal, con el correr del tiempo tienden a transformarse en  permanentes.  Por eso soy mucho más partidario de  materializar aquella  vieja pero sabia idea de que es preferible enseñar a pescar que regalar el pescado. Cuando las personas se acostumbran a los bonos, terminan asociándolos a derechos permanentes  y puede nacer en ellos la tendencia a reducir sus empeños por generarse sus propios ingresos.  Afortunadamente los bonos actuales en general están bien focalizados y son concretos para la necesidad que quieren satisfacer.
La entrega de bonos también existe en el sector privado  pero allí se tiene otra mirada. En el sector público es casi como una compensación económica reivindicatoria, es decir, como para pagar algo que se les debe. En el sector privado apunta mucho más a generar motivaciones y estímulos para incentivar incrementos a la productividad.

Finalmente debo decir que  el bono Atacama no me gusta porque  su génesis me pareció espuria, tiene una naturaleza selectiva,  es poco solidaria y lo peor, políticamente incorrecta. Digo yo.        

Jugando al empate


             Publicado por El Longino de Iquique) 
Jugar a empatar es más fome que bailar con la hermana. La gracia de cualquier confrontación, sea ésta del  saber o del hacer humano, es que haya un ganador. El triunfo de una idea, una apuesta, una discusión o en un encuentro deportivo, es la esencia y naturaleza misma del evento. Si hay empate, el asunto es tan insulso  y desabrido como chupar un clavo. No tiene gusto a nada y nadie queda satisfecho. Y no siempre hay una segunda posibilidad. Por eso es frustrante.  
Cuando en algunos  deportes un equipo va perdiendo y queda muy poco tiempo para finalizar el partido, éste tira toda la carne a la parrilla. Primero para ponerse en igualdad, o sea empatar y quedar  a ras con el adversario y desde esa posición, remontar  para terminar subiéndose en el podio.
El estado-resultado   de ni ganar ni perder,  es ambiguo y  no es una situación  grata, pero suele calificarse de más digna que estar perdiendo y terminar perdiendo. Y esto que ocurre en el mundo del deporte,  aunque resulte curioso,  también está presente en otras realidades en las que participamos los humanos y una de ellas es la política. Y  lo novedoso en este último caso, es que  análogamente, la política  tiene mucho que ver con lo lúdico, con los juegos. Por eso que no es extraño escuchar expresiones como: el juego político, las jugarretas de la política, o calificativos como que la política es una chacota o que es un chiste. Se puede colegir entonces, que los políticos estarían habitualmente  jugando y como corresponde a  su naturaleza intrínseca, siempre intentando  ganar en sus posiciones, proyectos, ideas y argumentos.  Me parece loable el espíritu  ganador que les anima. Pero si todo finalmente les sale mal, a lo menos tienen la alternativa de jugársela por empatar. Pero siempre jugando, nunca prescindiendo de ese sentido lúdico. Jugando a gobernar, jugando a ser muy serios, jugando a la honestidad republicana, intentando mostrar que todo lo que hacen es “jugársela” por la Patria. Jamás por salvar su pellejo.  Actitud similar a la de los súper héroes. Lamentablemente los  ciudadanos, no se sienten precisamente en una revista de  comic. Los ciudadanos pecamos mucho de ingenuos y les creemos bastante su buena fe.
En política, la práctica del empate  es posible que sea tan antigua como sentarse en el trasero. Lo malo es que no siempre se ha utilizado empatar en el sentido positivo, esto es,  de igualar y superar. Me explico. Si determinado conglomerado político hace una muy buena propuesta de interés nacional, los contrarios debieran a lo menos empatar con una propuesta similar (empate técnico)  y si pueden con uno mucho mejor, para ganar (con el reconocimiento ciudadano) y así, como en el viejo juego de la pirinola, cuando sale el lado “Todos Ganan”, efectivamente todos ganen. 
Pero jugando a la verdad, lo que hoy ha surgido a causa del uso indebido o mal habido de fondos  para las campañas electorales  recién pasadas (por suerte no se ha revisado mucho más atrás (creo que O´Higgins recibió platas de la Logia Lautarina para la independencia de Chile y que nunca rindió cuentas, pero ese es otro asunto) y que hay acusaciones cruzadas tendientes a sacar de ambos lados los posibles trapitos sucios y  la basura escondida bajo la alfombre. Finalmente lo que me imagino es que los políticos nos quieren convencer que habría a lo menos un empate entre el llamado Pentagate  y  el  Yategate, no solo por los montos, sino por lo ilícito de los procedimientos. ¡Exijo una explicación¡ Digo yo y también Condorito.  


Brevísimo ensayo sobre la estupidez humana


(Publicado por el diario El Longino de Iquique)
Estando de vacaciones - estúpidamente planificadas-  me motivé a escribir  basándome en un libro sobre la estupidez del economista Carlo Cipolla.  Lo primero que nos aclara el autor, es que cuando hablamos de estúpidos, nos referiremos al homo sapiens, porque solo los humanos son estúpidos. Y de paso nos recuerda que Einstein afirmó que había dos cosas infinitas: el  Universo y la estupidez humana. 
Según el autor, la  estupidez no se maneja sola, tiene sus reglas. No cualquiera es estúpido, hay que tener las competencias para hacerlo bien y conocer sus mecanismos para que, cuando se cometa el estropicio, todo el mundo reconozca de inmediato que es una estupidez y que no se trata de otra manifestación humana.  
Es obvio que no es lo mismo hacer una “huevada” cualquiera, que cometer una estupidez. Son torpezas de la misma familia pero de diferente rango y alcance. La primera es intrascendente, casi infantil. La estupidez es contundente y supone que hubo pensamiento, razonamiento y reflexión. Por ello, el efecto y resultado es categórico. Una huevada cualquiera la hace en la vida, una estupidez, solo una elite.
Suele subestimarse la cantidad de estúpidos que circulan por el mundo, pero son muchos más de lo que se cree. Ocurre que están bastante mezclados y porque además de la estupidez, tienen otras características comunes a la mayoría y así pasan piola. Se ven muy normales hasta que cometen una estupidez y se revelan. Salen del closet, pero de puro estúpidos que son.
Yo recomiendo no subestimarlos, pues tienen un gran potencial. Sobre todo visión de futuro,  pueden imaginar y proyectar nuevas y mayores estupideces por décadas. Algunos, ya tienen definidas las estupideces que van a cometer en el futuro próximo. Y no solo eso, tienen gran capacidad para asociarse con otros estúpidos (principio de asociatividad). Y juntos son dinamita.
Hay cuatro categorías de seres humanos: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos. Y para analizar la teoría usaré como ejemplo el viejo tema del Transantiago en cuanto a la forma en que se diseñó e implementó. Siguiendo las categorías de Cipolla, quienes le dieron el “vamos”, no fueron ni incautos, ni malvados ni inteligentes, sino estúpidos.   Si hubiesen sido incautos, los grandes ganadores habrían sido los usuarios (pero ambos perdieron). Si hubiesen sido malvados,  habrían ganado ellos y producido solo un mal a los usuarios (pero ambos perdieron). Si hubieran sido inteligentes no habrían implementado el sistema hasta estar 150%  seguros  del éxito. Ergo, el diseño y la implementación del Transantiago fue  obra de un estúpido o de varios.   
La capacidad de hacer daño de un estúpido depende de dos factores principales: lo genético y el grado de poder o autoridad que tenga. Este poder en manos de gente estúpida y que ocupe cargos importantes y de decisión estratégica es un arma mortal.   Una criatura estúpida es peligrosa, porque en  cualquier momento crea algo monstruoso. No hay forma racional de prever cuándo, cómo o por dónde vendrá la estupidez. Frente a un estúpido, uno está desarmado. No se ajustan a las reglas de la racionalidad. Coge por sorpresa, no es posible organizar una defensa racional, porque en sí mismo carece de cualquier tipo de estructura racional.
Con una sonrisa en los labios, como si fuese la cosa más natural del mundo, la autoridad aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, complicarte la vida, joderte la empresa, hacerte perder dinero o quitártelo con una ley, limitar tus libertades, cambiar a tus hijos de colegio, comprarte el colegio a precio vil, y todo  sin malicia, sin remordimientos y hasta sin razón. Solo estúpidamente.
Por eso, y como dice la conocida frase: “Nunca subestimes el poder de la estupidez humana”. Felices vacaciones y no se distraigan leyendo crónicas estúpidas. Digo yo.


Fórmula ganadora

( Publicado por diario el Longino de Iquique) Con la llegada de un nuevo año, todo el mundo quiere que sea muy bueno o a lo menos mucho mejor que el anterior. Pero no basta solo con desearlo puesto que siempre será necesario hacer algo extra para que las cosas ocurran. Y esto suele ser una lista de compromisos, tareas y cambios indispensables para que se concreten. Son acciones muy específicas para lograr la ansiada felicidad y el éxito, logros que sin ser hermanos gemelos, a lo menos son parientes cercanos. Para las generaciones antiguas, la fórmula clásica era anhelar salud, dinero y amor. Con esa pedida se abarcaba todo. Para las generaciones nuevas, esto debe parecer poco y seguramente muy simplón. Pero en verdad, en esa triada pareciera que están las grandes cosas con las que el humano puede ser feliz en la vida. Y ser feliz es la razón por la cual se vive, así lo por lo menos lo empezó a difundir el mismísimo Aristóteles cientos de años antes de la era cristiana. Por cierto la salud es lo esencial. Sin ella es muy difícil vivir en un mundo complejo, exigente, competitivo, acelerado y tecnologizado. El dinero, aunque suple muchas carencias y permite alcanzar satisfacción en diversos aspectos, no es suficiente cuando no es posible disfrutarlo. A causa de una limitación de salud hay muchos millonarios ricos pero infelices. Lo tercero es el amor, elemento igualmente sensible. ¿Qué sentido tendría la vida sin amor? Ni la buena salud, ni todo el oro del mundo es suficiente, el ser humano necesita dar y recibir amor. El pobre quiere ser rico, el enfermo estar sano y quien no es querido busca el amor para ser feliz. Pero esto no es fácil. La felicidad hay que construirla. Para ser feliz se requiere esfuerzo. Por eso, en la vida uno hace varias cosas con el propósito de ser feliz. Y en estas fechas es precisamente cuando más nos acordamos de aquello. Y con el comienzo del año empezamos a hacer promesas que nos aseguren que las cosas cambiarán favorablemente y tendremos un año exitoso y feliz. Pero, en la mayoría de los casos los resultados no son lo esperado y así volveremos al año siguiente a hacer nuevas peticiones y promesas. Esta suerte de fracaso - resultado adverso prefiero llamarlo - se debe a mi juicio a dos causas: porque no cumplimos las promesas de cambios personales o porque siempre usamos la misma fórmula. Durante el 2014 leí bastante sobre el éxito y la felicidad y concluyo que las cosas no nos resultan por varias razones, una de ellas es por no hacer las tareas (cumplir compromisos y acciones) Consecuentemente, en esta oportunidad propongo a mis lectores cambiar la fórmula tradicional y se atreva innovar. Mis sugerencias para el éxito y la felicidad, tomadas del mundo de los negocios, a modo de decálogo, son las siguientes: 1. Sea organizado. Quien es organizado en su trabajo, lo es en su vida. Las personas organizadas logran lo que se proponen. 2. Sea persistente. El fracaso no existe solo hay resultados. Donde todos ven un muro Ud. vea un peldaño. 3. No posponga las cosas. 4. Tenga siempre buen sentido del humor. 5. Sea capaz de cambiar el estado de ánimo de cualquier entorno. 6. Nunca mate una idea. 7. Sea creador de buena suerte. 8. Tenga pensamientos positivos. 9. Lea mucho, no pierda el tiempo y levántese temprano. 10. Haga de la felicidad una búsqueda tenaz. Ahora, su única promesa debiera ser cumplir este decálogo de la felicidad y el éxito y el 2016 y siguientes verá los peces de colores. Digo yo.