Publicado en el diario El Longino de Iquique el 11 de mayo de 2014
Seguramente muchos habrán escuchado o conocerán la expresión ¡Gerónimo! Es el nombre de un jefe de los apaches de Norteamérica y su nombre en idioma nativo significa “el que bosteza”. Nadie sabe por qué en muchas películas y series de televisión los personajes que se lanzan en caída libre suelen gritar ¡Gerónimo! como una forma de adquirir valentía ante el salto. La costumbre terminó trascendiendo para el lenguaje coloquial en general y para cualquier situación físicamente arriesgada, con o sin saltos. La expresión habría nacido en 1940 en un regimiento estadounidense de paracaidistas que estaba entrenando, los cuales habrían visto juntos una película sobre el apache de marras poco antes de realizar sus primeros saltos.
Relacionando esto a las costumbres chilenas, yo diría que la expresión Gerónimo puede
asimilarse a “tirarse el salto”, arriesgarse, acometer una hazaña, un logro, una
meta, en general, algo significativo en la vida. Es un acto de
valentía, audacia y decisión que se hace cada vez que nos atrevemos a vivir una
experiencia significativa.
En verdad la vida misma es un riesgo y es una
audacia vivirla especialmente porque estamos siempre tomando decisiones. Y los
resultados son variables. Desde niños escuchamos: “quien no se arriesga no
cruza el río”. Ejemplos hay muchos y a
cada rato, en alguna parte, alguien estará gritando ¡Gerónimo! … y se pegará el salto.
Algunos ejemplos de nuestra realidad reciente
puede ser lo que hizo la Matthei. Se
pegó el salto y se aventuró en una carrera presidencial que había que afrontar
desde una posición muy difícil, tanto por la génesis de su candidatura, como por
el favoritismo de su rival. Siendo hija de un comandante de la Fach, estaba familiarizada en vuelos y saltos. La otra candidata
también venía de los mismos circuitos
por lo cual aquella fue como una batalla aérea. Por la tenacidad de la primera,
incluso es probable que quiera repetirse el salto en el futuro. Dicen que también
el ex presidente Piñera, quiere gritar ¡Gerónimo! para el 2017. Al parecer estos
saltos mortales son adictivos.
Sin embargo, seamos sinceros, no todos los
saltos son exitosos. Esto hace pensar que llevarlos a cabo es riesgoso porque
las posibilidades de salir maltrechos son muchas. En el balance final, la relación entre éxito y
fracaso es como 20/80 y Pareto nunca falla. Lo que ocurre es que de los porrazos
o costalazos, como eufemismos de saltos fallidos, se habla poco. Basta recordar
el caso del inefable Franco Parisi. Se tiró un salto increíble y gastó plata que
no tenía (incluida la de su hermanito) y esto, sin contar además con la
cuchufleta de sus inscripciones notariales.
En estas últimas semanas la presidenta ha
gritado un par de veces ¡Gerónimo! La primera, con su propuesta legislativa
para cambiar el amado u odiado, pero
nunca bien ponderado sistema binominal. El segundo salto, con el proyecto de
reforma tributaria. Es de esperar que todo siga bien y que mientras viene en
vuelo, no aparezcan vientos cruzados, se rompa el paracaídas y que nadie salga
magullado. Se sabe que la presidenta está dispuesta a tirarse todos los saltos
que sean necesarios para que Chile sea
un país inclusivo, igualitario, con educación gratuita (ojalá sea de calidad
también), con justicia tributaria, respeto al medio ambiente, etc.etc.
Hay personas que cuando “se pegan el salto”,
rezan, otros se confiesan en la misa del domingo, ofrecen alguna ofrenda o
simplemente cierran los ojos. Si el propósito es bueno yo soy partidario de gritar regularmente ¡Gerónimo! Tengo una amiga que prefiere gritar “ viva
Chile”, pero ese es otro cuento, digo yo.