domingo, junio 21, 2015

La triste historia del Rey Arturo

Había una vez,  en una parcela de agrado de propiedad de Sir Pitbull,  cita al sur de  la capital del reino de Chile, se encontraba el legendario Rey Arturo,  reunido con algunos de los Caballeros de la mesa Redonda  y sus doncellas, que venían a estas tierras hispanas a un torneo deportivo con el propósito de tomarse la Copa América . La mayoría de ellos, eran respetados caballeros que vivían en centenarias ciudades de Europa. 
Y allí estaban, libando  exquisitos y onerosos vinos de cepas también europeas, de muy buena estirpe,  que les ayudaban a digerir y facilitar el paso por el tracto alimentario de las carnes a las brazas de sabrosas carnes de Wuayu,  al que ellos lo identificaban como el “asao de guallú”. Por su vida viajera y mundana, los caballeros no tenían ya el hábito de comer vacuno. Y como eran todos ricos o muy ricos, gastar unas cuantas monedas  de más en carne fina, no les salía ni por curados.
Como parte del jolgorio y la tradición,  también entonaban cánticos y gritos guerreros, como el  CHI, CHI, CHI, …LE, LE, LE…a la vez que exhibían sus tatuajes de guerra, que mostraban saludos, promesas, honras y creencias graficadas en frases bíblicas y en letra gótica, como asimismo, variada iconografía religiosa.
Y allí estaban, libando caballerosamente los brebajes espirituosos provenientes de oscuras botellas de “poto profundo” y  disfrutando frente a la mesa redonda (la forma circular era para expresar el sentido de equipo e igualdad ) sin una posición privilegiada. Sin embargo no cabía duda que el líder natural era el Rey Arturo,  reconocible de inmediato pues  era el que blandía la espada Excalibur y que tenía el corcel más caro y veloz. Un potro de color rojo italiano, del stud de la Ferrari uno de los mejores del mundo. Brioso, picador, desafiante, digno de un rey.  
En aquella aciaga tarde y tras el bendito asado, Arturo y su reina salieron hacia la capital, pero al Rey se le ocurrió pasar por el Casino Monticello a botar unas pocas monedas profanas y servirse algunos copetes para no llegar con olor a carne a la concentración. Allí perdió varios miles de pesos, pero mucho más perdería (casi $200 millones) en pocos kilómetros más adelante. El resto es historia. Todos los medios nacionales e internacionales difundieron este affaire deportivo-lúdico- etílico.
Nunca pensó el Rey Arturo que podría confundirse tanto con el mandato de la hinchada nacional  cuando le pidió que “levantara la copa”. Lo que casi lo mató, fue levantarla en exceso, dejando malherida su imagen.   
Al amanecer,  tras una noche entre rejas y quejas por dolores varios, pero no graves  y una vez oreado y ya sin ganas de pegarle a ningún funcionario del orden público, optó por disculparse ante sus súbditos. Fue impactante ver lloriquear y hacer pucheritos a un Rey. Uno se hace la idea de que los monarcas son todo poder, autoridad, fuerza, valentía y audacia. Nunca afectados por las banales emociones propias de los siervos de la leva.  Yo soy de la época (mi mamá me lo enseñó)  en que los hombres no lloraban, por eso creo que el Rey Arturo debió ser más machito. Le faltó algo, posiblemente la asesoría de un consejero como el mago Merlín o de su ayudanta la hada Morgana.    
El que le prestó ropa al día siguiente de la noche trágica donde murió su potro italiano,  fue Sir Alexis Sanchelot  un atlético mancebo de Londres de origen humilde pero con Corazón de León. Así, se reanimaron los espíritus, volvió la fuerza, la confianza y todos los Caballeros de la Mesa Redonda volvieron a cabalgar con su Rey. Y fueron felices hasta la próxima Copa. Salud, digo yo.   

sábado, junio 06, 2015

NO MENTIR, PERO EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE

Publicado en diario El Longino de Iquique, edición del 7 de junio de 2015
 La corruptela nacional se desató cuando se hizo público el llamado caso Penta y luego se sumaron  Soquimich y Caval, solo por mencionar los más simbólicos. Esto, tiene con tiritones de pera, colitis, taquicardias, ticks,  y otras manifestaciones visibles de mal estado de salud, a conocidas figuras del  mundo político y empresarial. Sujetos no precisamente de baja estofa, sino muchos  de primerísimo  corte.      
Pero lo que me interesa descatar de todo esto, es cómo los chilenos nos hemos llegado a convertir en lo que hoy somos. Socios del club mundial de los corruptos. Sin duda que esto de la globalización nos agarró también con otro de sus largos tentáculos y nos trajo este presente griego. Un regalito tipo El Padrino, imposible de rechazar. O te sumas  o te …sumas.
Y la mentira o mejor dicho,  la no verdad, es parte de la globalización. Si fuéramos ingenuos y no mintiéramos, se nos asegura,  las cosas definitivamente no funcionarían. Hay que aceitar las maquinarias. Para ser parte del sistema es fundamental mentir, aunque sea un poquitito, para que las cosas marchen para el lado que nos beneficie.  
De mis tiempos infantiles cuando aún estaba en plena gracia divina, aprendí  que  mentir era pecado, no recuerdo si mortal o venial, pero era muy malo hacerlo.  Incluso peligroso intentarlo. Mi madre decía  que para mentir y comer pescado había que tener mucho cuidado. Y también, que era más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón. Y eso me parece que se valida al escuchar las primeras declaraciones ( después las cambian) de los incumbentes corruptos que hoy están con tiritones de pera, colitis, taquicardias, etc. 
Mi conclusión es la misma que tenía el 2011 cuando escribí una  crónica a partir de un silogismo del cual soy autor (y no estoy mintiendo) cuando dije: “Los hombres son humanos. Mentir es humano. Ergo, el hombre miente. Yo creo que mentir es inherente al sapiens y que ese rasgo está grabado en sus genes. Si nos remitimos a los  orígenes,  basados en el relato bíblico, verificaríamos que en el Paraíso el detonante del desastre fue una mentira. La pérfida serpiente le mintió a Eva; la coqueta Eva le mintió a Adán; el impúdico Adán le mintió a Dios. El resto es historia. Mentira tras mentira se edificó el mundo. Este mismo relato de los primeros padres en el Edén, dicen que es una reverenda mentira. Otros, una verdad revelada.
“Mi conclusión es dramática y categórica: todos mienten. Mienten los políticos, mienten los médicos, los abogados, los bomberos y los alcaldes. Mienten los árbitros, los jueces, los obispos, los vendedores de AFPs y los tarotistas. Mienten los periodistas, los testigos de Notarías, los conserjes, los contratistas, los profesores, los maridos, las esposas, los Rotarios, los Leones, los agnósticos, los artistas, los senadores, los colectiveros y los ejecutivos de cuentas. Mienten las gitanas, las secretarias, las tías, los católicos, los protestantes, los testigos de Jehová, los dentistas, los tasadores, los entrenadores y los mecánicos. Mienten los farmacéuticos, los sociólogos, los obispos, los miembros de los directorios, los jugadores de póker, de dudo y de brisca, los locutores, los empresarios, los gerentes, los hombres y las mujeres…todo el mundo miente y el que diga que no lo hace, es un mentiroso”.
No quiero hacer una apología a la mentira pero le reconozco que a veces es a causa de un exceso de imaginación y creatividad. Creo también que mentir o no mentir, es como la ambigüedad del “To be or not  to be” . Por eso, me declaro categóricamente incorrupto. Pero  en la medida de lo posible como decía Aylwin. Digo yo   


EL CUENTO CONSTITUCIONAL

Publicado en diario El Longino, edición del 24 de mayo 2015
Me sumo a los que piensan que ya es hora de  cambiar la Constitución. Los problemas que nos está provocando una Carta Fundamental inadecuada nos tiene en un estado de confusión, desorden y violencia.  
Yo he estado preocupado de esto por años y he escrito crónicas poniendo esta situación en el tapete, pero sin duda no he logrado influir suficientemente como para mover las masas.   
Tengo dos explicaciones de mi fracaso. La primera es porque la cantidad de lectores que he logrado fidelizar son insuficientes y la segunda, porque no ha sido clara mi propuesta. Pero como soy porfiado y adicto a que las cosas siempre me resulten, haré un nuevo intento, especialmente ahora que siento que soplan nuevos  aires, proclives a cambios de rango  Constitucional.
Señalaré en primer lugar los fundamentos que abalan mis cambios y que justamente se notaron una vez más durante la cuenta presidencial ante el Congreso Pleno. La ciudadanía siempre desea con mucha esperanza, que los anuncios presidenciales ofrezcan beneficios nuevos, platas por aquí, regalos por allá, lo que pocas veces ocurre ya que el mensaje del 21 de mayo, nunca, deja a todos contentos.  Estoy convencido que esto se debe a una mala interpretación del texto Constitucional, debido a un artículo de la ley que se presta a confusión aún cuando yo lo veo claro. Considero que cuando el sentido de la ley es claro, no se debe desatender su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu. Esto lo aprendí en mis ya lejanos estudios de ramos de Derecho.
Y el espíritu – valga la conexión - es que el Presidente hable de lo que hizo, “que de cuenta” de lo realizado en el período recién pasado. Jamás podría pedírsele rendir cuenta del estado de algo   que recién programe hacer. La Constitución establece en el último párrafo del art. 24 del capítulo IV, lo siguiente: El 21 de mayo de cada año, el Presidente de la República dará cuenta al país del estado administrativo y político de la Nación ante el Congreso Pleno”.
Está claro que se trata de un  “dar cuenta”,  de informar lo que se ha hecho en un período anterior. Sin embargo, lo que esperan, quieren y entienden los políticos y la ciudadanía - a mi juicio equivocadamente - es que el Presidente de cuenta de lo que va a hacer en el futuro inmediato. De ser así, no sería dar cuenta del estado administrativo y político de la Nación , sino más bien contar un cuento, hacer un relato de lo que va a ocurrir, algo muy con cara de promesas de un mundo mejor. En esas circunstancias el cuento debiera terminar con un…“y se casaron y fueron felices para toda la vida”.
Por otra parte, está la celebración ese mismo día y en el mismo lugar, el homenaje a las Glorias Navales  y a nuestro héroe Arturo Prat, acto que cada vez más,  se realiza en ambientes de gran desorden y violencia. El acto se transforma así en un drama público que daña totalmente la celebración. ¿Por qué se realizan las dos actividades el mismo día?  Porque la Constitución consigna una fecha que hoy es muy mala.
Por eso propongo se hagan dos cambios  al artículo 24 de la Constitución. El primero para aclarar el sentido y  espíritu de la expresión “rendir cuenta del estado administrativo y político”. Y el segundo, cambiar la fecha para esta rendición de cuenta.    

Con estos cambios Iquique  podría recuperar su posición de liderazgo como epicentro del combate Naval más glorioso de la Historia de Chile y solicitar que la celebración nacional de las glorias  navales sea donde los hechos heroicos ocurrieron.  También podría pedirse que el municipio declare el 21 de mayo el día de Iquique. Pero ese es otro cuento, digo yo.