sábado, mayo 18, 2019

 La procrastina Michelle


Ya poh Michelle! Córtela. Decídase luego. Tiene trancada la pelota. Lo único liberado fueron sus fotos para la campaña municipal en ayuda a los que querían salir elegidos no por méritos propios sino de rebote, a la sombra de su imagen.

A nosotros, los ciudadanos de a pié que somos la gran mayoría, nos interesaría saber si seguirá ganando sueldo en dólares o en pesos. Nos da lo mismo, pero como circulan tantas versiones todo esto está resultando demasiado kafkiano.  Consecuente con este ambiente ambiguo y contradictorio, yo creo que es tiempo de que vuelva, se ponga un casco militar, se suba a un tanque y haga una arenga con retórica presidencialista. Como lo hizo la vez primera. Michelle, tome una decisión. ¿Va o no va a la pelea? Puede contestarnos por escrito o llamar, dicen que es buena mandando cartas y con el celu. 

Le cuento que esta incertidumbre tiene desorientados principalmente  a los políticos de su fronda y ninguno de los “presidenciables” aparecidos y reaparecidos sabe a qué atenerse mientras usted mantenga esa procrastina conducta. Pienso honestamente que una persona con su trayectoria no debiera andar mostrándose tan irresoluta. Impropio de líderes y ex jefes de estado de su alcurnia.

Como usted sin duda lo sabrá mi estimada ex presidenta (porque los de la ONU se las saben todas) la procrastinación es un mal hábito. Postergar y postergar una decisión o acciones frente al futuro, es un trastorno del comportamiento que se interpreta también como debilidad de carácter y cierto temor a realizar todo acto que puede ser percibido como abrumador , desafiante, inquietante, peligroso, difícil, o aburrido, por lo cual se chutea la decisión in eternum si es posible. A un futuro sine die como dirían los abogados. La procrastinación puede llegar a ser grave dependiendo de cada persona. Especialmente para aquellos que por su trabajo, deben tomar decisiones importantes, frecuentes, estratégicas, oportunas y rápidas. Es decir del tipo habituales para los residentes temporales de la Moneda. Por lo tanto es una mala señal. Es por eso que le dieron tan duro por su actitud en aquella fatídica madrugada del 27/F en la oficina de la Onemi, donde Ud. se veía tan indecisa. Daba la impresión que no podía comer chicle y decidir a la vez. Y eso no es bueno. Ni comer chicle ni ser indeciso. 

Los procrastinos tienen características que los hacen verse como incompetentes. El miedo al fracaso en situaciones donde no hay garantías de éxito les aterra. La dificultad para tomar decisiones y la búsqueda de garantías de éxito antes de iniciar una tarea les provoca finalmente sentimientos catastrofistas, y como resultado se sienten indefensos. Por eso se dejan querer hasta la exageración. Les encanta ser queridos y sufren si se les rechaza. La creencia que subyace es: «todos deberían seguir amándome y no olvidarse de mí”, pero por favor “no me apuren”.

Lo grave también - además del tránsito lento para decidir -  son las conductas adictivas que le podrían afectar e inducirla a comportamientos de evasión incurriendo en sublimaciones como: exceso de computación, sexo, chicle, chocolates o ver teleseries malas y realities peores. Todo lo anterior sin considerar el conocido “síndrome del estudiante” (dejar todo para el último día) como la entrega de trabajos, pagar los impuestos, sacar el permiso de circulación, cambiar el domicilio electoral, etc.

Ahora bien, me pregunto ¿de qué tipo de procrastinación padecerá Michelle? Será el por evasión, esto es, evitar todo por miedo al fracaso. Será por activación, es decir postergar hasta que ya no haya más remedio que decidir. O por agotamiento del tiempo. Intentando tomar la mejor - mejor - mejor-mejor - mejor decisión, finalmente se le pasa el plazo.

Estimada ex mandataria, no deje para mañana lo que pudo hacer ayer. Digo yo.



Inteligencia o perspicacia, esa es la cuestión

Patricio Muñoz Pinto

Con un grupo de amigos discutíamos sobre la inteligencia de los  chilenos, entendiéndola como “capacidad para resolver los problemas que se enfrentan”.  Concluíamos en general que en los últimos años, parece que se nos ha abierto más la mollera y hasta nos hemos llegado a creer superiores a los habitantes del resto de los países del subcontinente. Por cierto no somos nada de lesos al hacernos ésta auto declaración.
Y la pregunta de rigor es  ¿cómo se mide la inteligencia de un país? Es difícil por cuanto hay muchos factores involucrados. Lo que ha predominado es medirla por su capacidad creativa. Y esto se hace mediante el registro de patentes de invención o propiedad intelectual. ¿Y cómo andamos por casa? Malito,  si nos comparamos con los top ten. Para muestra un botón. La norteamericana IBM fue la empresa que obtuvo la mayor cantidad de patentes en Estados Unidos durante 2013.  Registró  6.809 patentes, cifra ligeramente superior a las 6.478 del año  anterior. Y se trata de una sola compañía. Las  cifras son abrumadoras comparadas con las menos de 100 patentes totales que registra Chile en los últimos años. Japón, USA, Corea, China y Alemania registraron el 76% de las patentes del mundo en el 2007.  Conclusión, los chilenos no somos muy inteligentes, si usamos este parámetro de medición.

Lo que si yo creo,  es que los chilenos somos perspicaces, es decir capaces de descubrir lo que está por debajo de la superficie. Lo llamaría  “la viveza criolla”.  Una agudeza mental para descubrir en algo complejo la solución simple. Citaré dos ejemplos que aclaran la idea. a) El caso del bolígrafo: Antes de los '60, la NASA emprendió el lanzamiento de astronautas al espacio y advirtieron un detalle. Los bolígrafos no funcionarían en gravedad cero, ya que la tinta no bajaría a la superficie en que se deseara escribir. Tras 6 años de pruebas e investigaciones que costaron 12 millones de dólares, lograron desarrollar un súper bolígrafo que funcionaba muy bien en el espacio. Los rusos, por su parte, descartaron los bolígrafos y dieron a sus tripulaciones lápices de grafito.

b) Caso de los jabones: En 1970, un japonés envió una carta a una fábrica de jabones de Tokio, reclamando haber comprado una cajita de jabones que al abrirla estaba vacía. El reclamo puso en marcha todo un programa de gestión administrativa y operativa. Los ingenieros de la fábrica recibieron instrucciones de diseñar un sistema que impidiera que esta dificultad volviera a repetirse. Luego de mucha discusión, concluyeron que el problema se había suscitado en la cadena de empaquetado de los jabones, donde una cajita en movimiento no fue llenada con el jabón respectivo. Se diseñó e instaló una sofisticada máquina de rayos "X" con monitores de alta resolución, operada por dos trabajadores encargados de vigilar que todas las cajas que salían de la línea de empaquetado, ninguna estuviera vacía. El costo de esa máquina superó los 250.000 dólares. Cuando la máquina de rayos "X" comenzó a fallar a los cinco meses de ser operada, un obrero del área de empaquetado puso un potente ventilador y lo apuntó hacia el final de la cinta transportadora. Mientras las cajas avanzaban en tal dirección, las vacías salían volando de la línea de empaque.
Esa es la viveza a la cual hago referencia. Creo que más que inteligentes – de la manera convencional de medirla- los chilenos somos vivarachos. Somos creativos para encontrar la martingala, las cinco patas al gato, inventar machinas, contar cuentos, dar excusas. Canitrot, el personaje del Japenning  nos refleja con bastante exactitud. Y los políticos tampoco lo hacen mal. Digo yo.   

La mala leche


Desde hace algún tiempo, me ha vuelto la urticaria. Para quienes no sepan, ésta es básicamente una enfermedad que produce alteraciones a nivel de la piel, ronchas e inflamaciones y una molestosa picazón. Inicialmente pensé que sería la leche que en muchas ocasiones me había producido algo semejante, especialmente cuando estaba mala, agria o vencida. Por así decirlo, la mala leche.

Pero no era eso, aunque no andaba tan lejos. Mi urticaria me la produce la mala leche de los políticos de oposición. A esta dolencia me he permitido darle un nombre con posibilidad de validarla científicamente.  La llamo politicosis urticante recurrente. Lo de recurrente, porque vuelve y vuelve tan pronto se activan ciertos eventos políticos significantes: elecciones, campañas, trámite de leyes críticas, egolatrías parlamentarias, etc.
Me comienza con picazones en el cuello, que luego me baja a los brazos,  las piernas y mientras más se manifiestan, hablan, pontifican, reclaman, declaman u opinan los políticos de la oposición,  más picazón, más enrronchamiento y lo peor, es que finalmente me produce una inflamación en las zonas pudentas de mi anatomía. Con todo respeto a los lectores me permitiré decirlo coprolálicamente: me hinchan las gónadas. 
No creo que en general los ciudadanos de este país puedan imaginar que nada, pero absolutamente nada que haga o proponga el gobierno sea perversamente malo. Salvo que todos sean políticos de la oposición. Y por analogía, habría que concluir sólo lo que la oposición piensa o propone es lo bueno.  Una condición solo digna de dioses. Diferenciar el bien y el mal. ¿No será mucho Lucho?

Para mejorarme de la politicosis urticante he tomado algunas medidas simples que las puedo recomendar para eventuales  víctimas porque esto podría transformarse en endémico. La fórmula es no verlos, no leerlos  ni escucharlos. Hay algunos sujetos  del tipo APP (agentes políticos patógenos) que son activadores muy dinámicos que hay que evitar a toda costa. Por vía ejemplar cito a  los de la actual oposición que a mí me enronchan y me hinchan lo que ya les dije: Girardi (incluida su  hermana), Andrade y la Tohá.  A nivel regional,  ya le di la cortada a los opositores locales (el diputado barba-rojo) y al senador bi-regional (no por esta bivalencia, sino porque como es bastante alto, siempre mira para abajo a todo el mundo) es demasiado orgulloso.  No los leo,  no los escucho, ni los veo. Y me siento tan bien. Desde que lo hago no me rasco no me enrroncho y estoy bastante deshinchado.  Concluyo que ser de la oposición es malo en cualquier gobierno. Malo para la salud de los electores. Digo yo. 

viernes, mayo 17, 2019

La pluma del Pato

¿Hablar, decir o vociferar?



Hace tiempo que no me sentaba frente al computador para practicar mi ocio favorito. Escribir sobre lo humano y lo divino de la cotidianidad. En verdad había estado voluntariamente  “submarineado”,  metido en mis cavilaciones  singulares. En mi mundillo propio.  No puedo negar que estuve un tiempo achacado por el affaire que tuve con los israelitas, por un asunto que yo califico de meramente “lingüístico”. No tuve derecho “al debido proceso”, algo que hasta los  delincuentes, terroristas, pedófilos y demases tienen garantizado. 
Pero en fin, se entendió mal lo que dije, se interpretó peor y se reaccionó fatal. Eso es una muestra más de las fallas que presenta la comunicación humana, especialmente en la parte relativa a la comprensión. Esto me inspira a conversar hoy sobre el lenguaje.

Los humanos somos seres lingüísticos. Todo lo que hacemos es mediante el lenguaje. Nada ocurre en la humanidad sin que esté presente esta expresión del hombre.  Todo lo hecho es producto del lenguaje. Todo lo que se hará y surja del constructo humano, será por el lenguaje, entendiéndolo por cierto en su sentido más amplio: verbal, no verbal y emocional.

¿No será como mucho, Lucho?   Me he convencido que no es mucho Lucho.  Y trataré de explicarlo bien   consciente de que los chilenos somos bastante malos para entender lo que leemos.  Lo explicaré con  peras y manzanas, porque en asuntos de frutas, los chilenos calificamos dentro de América del sur.   
Somos lo que decimos. Esto significa que según sea lo que expresemos, entregamos el perfil de lo que somos. Nos construimos a través de lo que decimos y hacemos.  Si digo que soy honesto, justo y tolerante, la gente filtra el dato, lo procesa y lo valida o no. Si lo aprueba, el perfil vale. Si no pasa,  reconstruimos otra imagen, la que nos puede a llevar a definirlo como mentiroso, imaginativo o abusivo. En ambos casos es la misma persona pero con dos imágenes. La que se tiene de sí mismo y la que ven los demás. La que predomina es la que construyen los otros. Ergo, nunca somos lo que mostramos, sino lo que los demás interpretan según actuamos.
 
Espero que hayan funcionado las peras. Paso ahora a explicar con manzanas -que ya es para más avezados- lo que nuestro lenguaje expresa verdaderamente cuando hablamos. Esto es lo que se puede leer entrelíneas, como la letra chica de los contratos de las Isapres. Aquí es cuando aquello de que “el lenguaje no es inocente” alcanza su clímax. Para comprenderlo, usted debe saber que la comunicación humana puede  tener a lo menos cinco tipos de manifestaciones: afirmaciones, promesas, peticiones, declaraciones y ofrecimientos. Ese es el camino que transitan todas nuestras comunicaciones. En eso nos pasamos todo el día… y la vida.

El lenguaje verbal no es inocente significa que cuando lo hacemos nos comprometemos de una forma u otra y que toda expresión  tiene eficacia en la medida que modifica la realidad.  Si digo  “Zofri es un instrumento de desarrollo regional” y  “ Zofri es el instrumento  de desarrollo regional más importante de últimos  40 años”. Se ven parecidas. Ambas atribuyen propiedades a Zofri, la única diferencia es de contenido. La primera la  define : instrumento de desarrollo regional”. La segunda la califica: el instrumento más importante.   Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas: Fulano de Tal “es candidato a Alcalde” y  Fulano de Tal “es un muy buen candidato a Alcalde”. Parecieran lo mismo, pero no es así, pues en la primera solo nos remitimos a hechos y en la segunda a juicios de valor.   Durante siglos hemos tratado estos enunciados de manera similar y es por eso que se arma el conflicto interpretativo.

Esto se traspasa a nuestra vida diaria y está presente en todo los dominios, en las relaciones laborales, en la forma en que escuchamos las noticias, en la interpretación de los discursos políticos, en las ofertas electorales, en las promesas de cambios estructurales a la educación a la justicia,  a la discriminación,  al modelo económico y así suma y sigue.

Ahora que ya estamos en tierra derecha de la carrera electoral es bueno entender bien lo que dicen los políticos, para reconocer lo que su lenguaje expresa. Recomiendo afinar los sentidos. Si el candidato de sus amores dice por ejemplo, que luchará por un Chile seguro, Ud. tiene el legítimo derecho a preguntarle si es una promesa, una afirmación o un compromiso. Lo más probable es que sea una inocua declaración con menos respaldo que un puff. Digo yo. 

Habemus Papam


El Papa Francisco, de nombre secular Jorge Mario Bergoglio ciudadano argentino, de la Compañía de Jesús y oriundo de la ciudad de Buenos Aires, ha seguido la tradición de su antecesor , Juan Pablo II. Y ente otras cosas, es un peregrino, que visita regularmente a sus creyentes en cualquier lugar del mundo. Y esta vez, eligió a Chile y entre las ciudades,  Iquique.

Tamaño y digno honor para los iquiqueños y residentes tener tan magnífico  reconocimiento.  Y por cierto que esto debe tener algunas razones que no son conocidas públicamente. He tratado de averiguar con mis contactos relacionados con la Iglesia católica, que no son muchas y suelen decirme que de ese tema no hay datos. Por lo tanto es razonable tener la inquietud de descubrir la reason why. Puesto que, digámoslo  francamente, no hay motivos visibles que lo expliquen.

A veces he llegado a pensar que es porque Iquique debe ser una de las ciudades donde la multiculturalidad es mucho más visible a las de otras latitudes nacionales en proporción a su población. No manejo los datos del reciente Censo 2.0 para corroborarlo, pero a vuelo de pájaro yo diría que en esta ciudad deben convivir una decena de nacionalidades. Yo creo identificar, a causa de la Zofri y el historial de las Salitreras, a chinos, pakistaníes, hindúes, panameños, coreanos, peruanos, bolivianos, argentinos, italianos, yugoslavos, colombianos, croatas, judíos, haitianos, dominicanos, venezolanos y españoles.  Esta mezcla y heterogeneidad de nacionalidades, puede haber sido uno de los motivos que decidió a venir a Iquique al primer Papa americano. 

El Papa Juan Pablo II marcó el estilo viajero. Y en el año 1987 nos incluyó en su itinerario sudamericano en pleno gobierno militar. Muchos se recordarán cuando en un repleto Estadio Nacional dijo la célebre frase: “No tengáis miedo de mirarlo a él”. Se refería a Jesucristo por cierto, no a Pinochet. El siguiente Papa, Benedicto XVI salió malo para viajar y decidió pasar más en casa. Incluso se fue a los cuarteles de invierno antes de lo previsto
Pero eso es historia. Lo concreto es que ya se sabe lugar y fechas en que el Papa Francisco visitará Chile e Iquique. Yo creo que la diferencia está en que este Papa, por decirlo de alguna manera respetuosa, es atípico, diferente, rompedor de los esquemas tradicionales. Como buen argentino y bonaerense además, es canchero, apasionado del fútbol, bromista, de largas tertulias, fanático de las buenas pizzas, de buen humor y rápido para las tallas. Un día contó en la televisión cómo se suicidaba un argentino. “Se sube a su ego y se lanza al vacío”, dijo. 

Yo que no soy para nada experto en temas del Vaticano, ni de protocolos pontificios, confieso que no se me ocurren buenas razones para que tan ilustrísima figura mundial venga a vernos directamente a Iquique. ¿Será porque estaremos sobregirados en pecados? ¿Porque vivimos en un territorio de gente muy creyente y devota? ¿Nos vendrá a tomar la prueba de la blancura? ¿Le habrán ido con cuentos al Vaticano, de algo no muy santo que hicimos?

Yo tengo mis propias teorías a las que llego por exclusión,  es decir identificando las razones por la cuales no vendría: 
1.- No viene por las ofertas veraniegas que en esas fechas va a tener el Mall Zofri.  Ni menos por el sorteo de un auto cero kilómetro. Tampoco por la publicidad engañosa del “Visítenos, porque aquí está la Papa”. 2.-Ni menos viene a inaugurar, reinaugurar o re-re- inaugurar el Parque Playa Brava.
3.-  Tampoco viene por la fama internacional de los chumbeques, los  helados de mango o los limones de Pica

En conclusión yo creo que viene así como libre, con programa abierto y dispuesto a todo. Consecuentemente pienso que hay que ofrecerle un programa inolvidable. Hay que aprovechar su buena onda y armarle un inolvidable a la medida de su personalidad e intereses al margen de su investidura.  Algo inolvidable y eventualmente insólito, que agregue y complemente el programa oficial. Yo creo que al Papa Francisco le encantaría un programa hecho a su condición de ser humano común y corriente. Darle un espacio más libre para la expresión de sus gustos y personalidad. Pensando en esto, mi insólito Programa Papal sería más o menos el siguiente:

1.- Pichanga de fútbol en el Estadio Cavancha. Deportes Iquique versus combinado local. Puntapié inicial del Pontífice (hasta podría arbitrar unos segundos). Fotos en la cancha.
2.- Tour nocturno por la península de Cavancha y degustación en pizzería.  Visita a picadas de carne a las brasas.
3.- Muestra Musical: En Plaza Prat, escenario frente al Teatro Municipal: Bailes de la Tirana, grupo de Tunos y Estudiantinas y Exhibición de Baile socios del Club de Tango Alfredo de Angelis.
4. Sesión de fotos con la comunidad en diversas locaciones: Mercado, Plaza Prat, Rotonda del Pampino, Zofri, Tranvía de Paseo Baquedano. 
5. Viaje al interior. Visitas a Humberstone, Iglesia de La Tirana. En Pica,  baño Papal en la cocha Resbaladero.       
Estas son solo algunas ideas lanzadas al azar. Pero yo estoy convencido que para el Papa, éste sí que sería un programa con méritos para darse a conocer urbi et orbi. Proclamando a los cuatro vientos, para que todo el mundo se entere, como tratamos en Chile al amigo cuando es forastero.  Pongámonos las pilas, seamos creativos y hagamos un programa digno de un Papa muy especial. Digo yo.


¿Eres feliz?  


Si ya eras un ciudadano adulto y sobreviviste la crisis del gobierno de la Unidad Popular, luego pasaste las restricciones del  gobierno militar, posteriormente reaprendiste a estar en democracia durante los cuatro lustros de la Concertación y ahora vives el  diestro gobierno  del zurdo Piñera, tienes la edad suficiente como para entender esta crónica. Los menores de ese rango de edad poco podrían entenderla pues no tienen todo tu carrete vivencial.   

Pero antes de seguir, confesaré un secreto.  Esta introducción no fue más que un truco para de llamar la atención  sobre otro tema y que dice relación con la motivación que las personas de este tiempo pueden  tener  para sentirse que “están”, que se sienten presentes y vivos. Capaces de recargarse, de reinventarse,  como se dice ahora. Esa capacidad de ponerle algo especial a sus vidas, independientemente de los gobiernos, las circunstancias y las alineaciones planetarias. En definitiva, las motivaciones y acciones de las  personas para sentirse o no felices. A pesar de todo lo malo que se diga del momento actual, sea o no verdadero,  hay mucha gente en el aquí y el ahora, que sabe ser feliz y muy feliz. Esto me ha estimulado a escribir al respecto.

Hace poco tiempo, a un grupo numeroso de personas en un auditorio le pedí que levantaran la mano (el brazo en realidad) si se declaraban felices. Me pareció que todos levantaron la mano, pero para verificarlo, pedí que se pusieran de pie los “infelices”. Nadie, absolutamente nadie se paró

El 100% de los asistentes se reconocían felices. 




Creo que si hiciéramos este ejercicio en cualquier auditorio de Chile  probablemente el resultado sería el mismo. Los chilenos nos declaramos felices. Pero en público, porque en privado o en círculos más pequeños,  decimos lo que posiblemente sea la dura verdad: que somos “no tan felices e incluso infelices”.
Lo que he observado también es que los felices se muestran poco. Creo que nunca he visto marchas de este tipo. La gente prefiere no decir que es feliz. Como que le da vergüenza mostrarse como felices. Es más propio y frecuente ver los no felices por algo. Estos se expresan a cada rato, por cualquier rincón del país y multitudinariamente. 

No se si será por masoquismo, pero cuando se juntan los “no felices”  lloran sus desgracias y rápidamente aparece la larga lista de causas o culpables de sus desdichas: el gobierno, el modelo económico, la dictadura, el mercado, los empresarios, la educación, la mala suerte, el precio del cobre, el lucro de la educación, los políticos, el sueldo mínimo, la centralización, la colusión de las farmacias, la letra chica, las Isapres y AFP´s la contaminación, la selección de fútbol, Obama, el rey de España, o la economía griega. Siempre debe haber un culpable o una causa culpable. Por cierto nunca lo es quien ven todos los días en el espejo. 

Afortunadamente estos “infelices” tienen el derecho por cierto a llegar a ser felices. Sin embargo la inmensa mayoría, por no decir todos, creen que esto ocurrirá cuando sucedan eventos salvadores tales como: se ganen el Kino, cambie el gobierno, se reemplace el modelo económico, se nacionalicen las riquezas naturales, la educación sea gratuita,  Chile sea finalista en el mundial de Brasil, no se construyan represas, el sueldo mínimo iguale  al ético, etc., etc. O cuando logre expectativas personales como: cuando me titule, cuando haga ese esperado viaje, cuando tenga mi propia casa, cuando nazca mi hijo, cuando me case, cuando consiga ese empleo, cuando sea mayor de edad, cuando me asciendan, cuando salga de Dicom, etc. etc.

Lo que pueden no saber los infelices y que saben los felices,  es que la ansiada felicidad no está es desear cosas o logros como metas o objetivos finales. La felicidad no está al final del recorrido como la olla de oro al final del arcoíris. La felicidad para los felices es en rigor un estado emocional independiente de lo que pase fuera de cada cual. Está dentro de uno y gran parte de la capacidad de ser feliz pasa por un cambio de actitud, por tener una mirada y un comportamiento diferente, una sensibilidad frente a lo importante y sobre todo darse cuenta que las cosas que más felices hacen a los seres humanos no están a la venta. ¡¡Son gratis!!
Es gratis un amanecer, una puesta de sol, una playa con gaviotas, la sonrisa de los padres por nuestra visita, un encuentro entre amigos, un abrazo de año nuevo, una palabra de apoyo, soplar las velas de una torta. Felicidad es el camino que se recorre día a día con la mirada atenta, con una sonrisa en el rostro y los brazos abiertos. 

Si puede ver el mundo así, sentirlo y vivirlo, tiene la membrecía del club de clase mundial de los humanos que son felices. Y siendo así, se termina siendo adicto a la felicidad y se crea un círculo virtuoso.
Sin duda la felicidad es el camino, digo yo (bueno…también lo dijo Buda hace 2.500 años). 

Un upgrade al Viejito Pascual



Debo reconocer que por muchos años estuve medio atorado con el icónico Viejito Pascual. Mi relación con él ha sido una mezcla de afecto y resentimiento que no he logrado superar totalmente. El drama comenzó la noche de un 24 de diciembre cuando yo tendría unos 7 años. Me levanté al baño y al mirar hacia el living veo una figura imposible de no reconocer. Era el mismísimo Viejo Pascual que en ese momento ponía un regalito a los pies del árbol de Navidad. Por la impresión, casi me orino antes de llegar a destino.  Me quedé en el baño un rato antes de volver a mi pieza y  cuando lo hacía, veo por la puerta semi abierta del dormitorio de mis padres, que el  Pascuero se metía a la cama de mi mamá, sin su tradicional traje rojo. Confieso que a esa edad fue traumatizante conocer al Viejito Pascual en vivo, en directo y a poto pelado.  Desde esa época, mi vínculo con él ha sido bastante ambigua. De amor y resentimiento. Incluso, para demostrarle mi desencanto, dejé de mandarle cartas en diciembre.

Y ahora, en esta tribuna de In Situ quiero liberarme un poco refiriéndome a otros aspectos de su quehacer que me parecen debe mejorar. Lo primero, es que no me gusta mucho el carácter monopólico que tiene de la entrega de regalos a los niños más pequeños. Así él se lleva todos los méritos.

Este es un pituto que se consiguió con una muy antigua amistad que se supone de origen divino. Pero esto no es lo censurable sino que este delivery no incluya regalos para los niños más grandes. Este segmento de la familia pasó a ser responsabilidad de los papás.  Si bien esto es razonable y hasta lógico, porque los niños mayores ya no están ni ahí con el Viejo Pascuero, ni menos con el tipo de juguetes básicos que regala y que se comenta son de manufacturación propia. En efecto, sería un propio equipo de duendes, gnomos y enanos, especializados en juguetes artesanales. Sería un grupo divertido, alegre,  bueno para cantar, bailar y reírse, pero como fabricantes de juguetes y para estos tiempos, no dan el ancho.  Hoy, como se sabe, ya los niños de tres años son adictos tecnológicos. Pero el Viejito insiste con los enanitos verdes. La historia cuenta que su mejor invento del siglo pasado fue el caballito. Era una cabeza de caballo y un palo simulando al cuerpo de la bestia. Después de muchos años, hizo una gran innovación. Le puso una ruedita al final del palo.

Que duda acabe, Santa Claus debe reinventarse. Podría dejar a los enanitos solo para la fanfarria nostálgica y reinventarse. Por ejemplo hacerse importador y cambiar el surtido  para entrar definitivamente en la era tecnológica. Ya debiera estar pensando en renos robóticos por ejemplo, para re encantar a sus clientes cautivos. 

Desde luego que ésta no es una vendetta tardía por el affaire que tuvo con mi madre.  Aquello lo olvidé como también las veces que no me trajo nada.  Pero me reconcilié con él y ahora creo que es tiempo que él haga lo propio con sus clientes. Le recomendaría que se avive y se reinvente o un día no muy lejano lo van a reemplazar por una Gift Card.  Digo yo.

sábado, abril 27, 2019

Macho Alfa amenazado 

Hace poco escribí para una revista el artículo donde expuse lo que observaba desde hacía tiempo y en diversos escenarios. Que el poder femenino había dejado de ser un eslogan para su nuevo rol en la sociedad moderna y que ahora mostraba interés por alcanzar espacios que desde la época de los bonobos, pertenecían sin discusión a los machos.

Mencioné que habría atisbos de una confabulación para quitarle piso a la posición histórica y genética de supremacía masculina, donde lo femenino asumía básicamente las misiones alimentarias, procreación y crianza. Y di el testimonio que está en la Biblia cuando Eva enfrentó a Dios (de joven ya mostraba carácter rebelde) involucrando a Adán en el cuento de la manzana mágica. Lo convenció de que al comerla adquiriría poderes para superar al Dios creador. El ingenuo y hasta ese momento casto Adán, se creyó el cuento y tras comerse la manzana y a la Eva, en ese orden, fueron expulsados del Paraíso. Y a Eva, por ser la instigadora, Dios la condenó además al sometimiento del macho de por vida. Y esta es la supremacía de origen divino lo que hoy las mujeres quieren cambiar.

El tema cada vez es más potente.  Las reclamaciones femeninas provienen del mundo del cine, el espectáculo, la religión, la política, los negocios y los gobiernos. Reclaman conductas abusivas e indebidas de los hombres amparados en sus posiciones de poder. Y todo esto, que ocurriría desde siempre pero que por décadas se comentaba a bajo volumen, hoy se virilizó y las mujeres “se pusieron los pantalones” y dijeron en un coro multinacional… ¡Basta ya! No somos objetos sexuales. Debemos ganar lo mismo que los hombres. Podemos pretender cualquier posición en la vida y la sociedad. Podemos caminar y comer chicles a la vez.  Exigimos igualdad de derechos y tomar decisiones tanto en la intimidad de la alcoba, como desde la presidencia de una multinacional
.
Antes, ellas peleaban por pequeñas posiciones. Hoy van tras el premio mayor. Lo quieren todo y ser tratadas iguales. Sin embargo, hay quienes opinan que las buenas intenciones iniciales de “emparejar la cancha”, se les escaparon de las manos. Una simbiosis del  Yin y el Yang habría sido  razonable. Pero parece que no les bastaría su hemisferio izquierdo para lograr el equilibrio pues su lado Yin en solitario las arrastraría a la confusión, emocionalidad, inestabilidad y otros déficits. Para eso necesitarían el poder del Yang, para equilibrar su mundo. Requerirían del hemisferio zurdo, los valores activos, racionales y la voluntad. Y ese es el peligro. No solo quieren copiar el modelo macho, sino reemplazarlo.
¡Houston, Houston! El Macho Alfa está en peligro. Es lo que creen algunos. Yo pienso que eso no ocurrirá, porque ser mujer tiene muchas ventajas: No afeitarse todos los días. Vivir más años. Besar a otras mujeres sin que sea mal visto. Nunca tener que preguntarle a la pareja si tuvo o no orgasmo. Cargar cosas pesadas. Tratarse la impotencia. Roncar fuerte. No importarle que el marido gane más. Seguir acumulando peluches. O que el tamaño del sexo sea problema.

Ser mujer es lo mejor que les puede pasar. Viven más, pueden retocarse, hacer varias cosas simultáneamente, ser multi orgásmicas, hacerse “las niñitas”, culpar de todo a su período, incluso sobrevivir a los naufragios (Las mujeres y los niños primero), llorar cuando quieran y mucho, mucho más.  Pero ser varón no es fácil. Porque no lloran. Pueden tener un solo par de zapatos,  ducharse en cinco minutos y usar un jean por años. Quizás ellas ya no quieran su identidad y solo deseen ser tratadas como hombres, que les paguen sueldos del nivel de los hombres, salir con amigos los viernes, ver fútbol, jugar fútbol o jugar juegos de fútbol. Creo que erróneamente quieren ser machos, sin plena conciencia de lo bueno que es ser hembras. Digo yo.

Cursillo express 

Hace años escribí sobre ciertos hábitos sociales que no me gustaban para nada. Había cosas que para alguien como yo, tolerante y liberal - pero enchapado a la antigua- me costaba aceptar. Posiblemente porque no las entendía o porque su lógica me sobrepasaba. Me parecían prácticas antisociales deplorables y que aún no las asimilo a cabalidad. De las más antiguas solo recordaré: comer en el cine, poner música a todo volumen (en vehículos o playa) y mascar chicles hasta en misa. De las nuevas, abomino los tatuajes, los piercing, la audifonomanía, el lenguaje y la escritura en las redes sociales,  las tribus urbanas, la comida chatarra y las paredes rayadas. Entre varias otras.  Pero lo grave es que ahora sumé una nueva aversión.

La llamo “la maldición del Power Point”. Cada vez que veo que se hacen los preparativos para una presentación con Power Point, siento ganas de escaparme. Desde que se empezó a utilizar este instrumento, la calidad de los seminarios, exposiciones, charlas y similares se fue a pique. Murieron los buenos expositores, los oradores calificados, los participantes entretenidos  y los que sabían y lo demostraban con sus propios méritos. 

Pero, hagamos justicia, el culpable no es el software sino el expositor.  Con una presentación  en Power Point, un pendrive, más un data, un notebook, un control inalámbrico , un telón o una pared no muy oscura, cualquiera puede hacer una disertación de lo que le pidan. En  Google hay cientos de formatos y temas de todo lo que pueda imaginar. El usuario puede adaptarlos a su pinta para toda situación y auditorio. Pero el resultado, ese es otro cuento. Para ser honesto, la mayoría son “reguleques” tirando para malitos. En mérito a ello  haré mi primera buena obra del año. Entregaré aquí - sin más costo que el precio del diario( un poco más caro por ser domingo) un cursillo full express para expositores inexpertos:



a) Siga la regla del 5 x 5. No más de cinco líneas, ni más de cinco palabras por línea en cada slide.

b)
En lo posible no use distractores: movimientos, entradas, sonidos o  fotos.

c) Si usa fotos o dibujos, “que hablen por si solos”.

d) Verifique el contraste del color entre texto y fondo.

e) Pruebe el diseño in situ. Siempre en el PC se verá mejor que en la  presentación real.

f)  Use letra mayor a  tamaño 36. Jamás cursiva, ni combinación de familias de letras diferentes. Nunca toda la escritura en letra imprenta y siempre en un solo color.

g). El texto es solo un ayuda memoria, el “torpedo”. No es la explicación misma. Leer es pecado mortal.

h)
La tarea del expositor es esa: exponer. Ahí está su éxito. Lo único importante es lo que diga. No lo que lea. Es su hora de la verdad (que ojalá sea menos de una hora).

Finalmente algunos bonus tracks: Nunca le dé la espalda al auditorio. Ni siquiera de perfil. Su presentación no debe superar la tolerancia del trasero de la audiencia en sus sillas. No sea autorreferente, su historia y conocidos  no interesan.  Vaya directo al grano.  Demuestre que sabe, hable bien y no use lenguaje coloquial. Agregue una pizca de humor. Esto es lo que los expertos sugieren más lo que yo le agregué de mi cosecha. Digo yo.

lunes, abril 22, 2019

¿Curriculum o ridículum?



Por razones profesionales, estas dos últimas semanas he leído, revisado y analizado más de doscientos currículos del tipo vitae, esto es, que relatan los hechos de la vida laboral preferentemente de un sujeto (o sujeta).  Después de esto, pienso que estoy calificado para auto declararme temporalmente experto en currículos. Un especialista para ver debajo del agua en estos pequeños extractos de vida, sacando de estos testimonios - poco verificables - lo que es verdadero, exagerado o simplemente inventado.   Me podría declarar experto en esto de leer entrelíneas y extraer de estos resúmenes vitales lo que es verdadero, lo que es exagerado y lo que es una mera manifestación del deseo de haber hecho lo que nunca se hizo.

Los  CV son parte de la vida qué duda cabe. Lo interesante es descubrir si esa parte que contamos en estos resúmenes de nuestras existencias le pueden resultar interesante o sorprendente a un futuro empleador, de tal forma que no dude un minuto en contratarnos de por vida con el mejor sueldo del vilipendiado mercado.
La gente ha ido aprendiendo cómo hacer mejor sus curricula (en latín plural de curriculum, aún cuando suele usarse curriculums).  Lamentablemente se ha preocupado más de lo formal en circunstancias que lo importante es otra cosa.  Desde hace ya unos 15 años,  al futuro empleador no desea saber exclusivamente qué sabe hacer o qué ha hecho el postulante, sino cómo lo ha hecho y principalmente cómo se ha manejado a sí mismo y con los demás.  Y el asunto tiene lógica, porque lo que generará productividad en la empresa será no solamente lo que el candidato sabe (porque si no lo sabe se le puede enseñar) sino  que principalmente por sus capacidades para manejar el “ser y el sentir”.

Es sabido que hasta el mejor proyecto empresarial puede fracasar no por razones financieras, de mercado u otras, sino por causa de las personas que lo realizan. Y esas razones no son del know how, sino de comportamiento. Los elementos intangibles son los que generan más productividad, agregan valor al trabajo y brindan satisfacción. O sea, que además de hacerlo bien y lograr los resultados esperados, las personas lo disfrutan.  Es decir, se alcanza el deseable ganar-ganar. Gana la empresa, gana el trabajador, gana la sociedad.

En el nuevo CV quien busca empleo debe consignar además de lo hecho (no solo el nombre de la empresa, depto. o sección) su real aporte al área donde trabajó, realizaciones destacadas, etc. sino que entregar antecedentes que lo perfilen como un ser humano completo. Debe mencionar aficiones, lecturas, hobbies, prácticas de deportes, integración a entidades, es decir, mostrarse como un ser dentro de la sociedad familiar, laboral y comunitaria. 

Un tipo que muestre que  solo se ha dedicado a trabajar, aún cuando lo haya hecho muy bien, no es un gran aporte. Personalmente no lo recomiendo en primer lugar.  Prefiero al que sin saber tanto (lo puedo mejorar y enseñarle conocimientos y entregarle competencias) pero que tiene motivaciones, creatividad, audacia, simpatía, respeto por los demás, buenas relaciones interpersonales, potencial de desarrollo y con orientación al éxito.  Una persona que exprese felicidad y la irradie. 
Esos curriculums de muchas páginas con una relación cronológica interminable solo de cosas hechas me parecen  ridiculums. 

domingo, abril 21, 2019

Apps… para los tiempos de hoy




Estoy convencido que nuestros futuros días serán cada vez más raros, complicados y en “modo” cambios constantes.  Y esto, sin duda,  transformará más y aceleradamente nuestras formas de vivir en la sociedad presente metiéndonos sin mucha capacidad de cambiar u opinar, en un estado y circunstancias  que creo que ya llegaron.  Por eso, pienso que  todos tenemos la obligación-necesidad  de aprender a conocer,  usar y familiarizarnos con todo lo nuevo que se instale o aparezca ya que el cambio es una constante. Esto, con una mirada darwiniana, no es más que  la señal de que nos adaptamos o acabamos como especie. A lo menos,  como hasta hoy la conocemos. 

Para que no nos ocurra esto y terminemos como el escritor Yuval Noah anticipa en su best seller Homo Deus - una breve historia del mañana-  debiéramos a lo menos tomar conciencia del ahora para poder resolver ciertos temas del mañana. Dicho lo anterior,  sería una realidad que - especialmente para  los modelitos humanos construidos en los viejos tiempos de la  segunda Guerra Mundial-  replantearnos nuestra actual forma para vivir en concordancia y armonía con el entorno. Yo opté frente a dos alternativas: aprender o aprender, siguiendo la sabia filosofía de don Pato Aylwin,  “en la medida de lo posible”.


No es una excusa,  pero el creciente club de la tercera edad tiene más socios activos y potenciales que ya se los quisiera un partido político. Lo probable también es que esta tendencia siga un derrotero similar y más complejo con el pasar de los años…rectifico,  las horas. Mientras aumenta la vejez,  lo nuevo es una constante e ineludible. Y así, en este mundo globalizado en un par de minutos puede estar instalada “sin ser consultados, una Aplicación. Conocida como Apps, no son sino programas que tienen todo lo necesario para “hacer algo” que necesitamos hacer. O sea,  todo lo que se nos pueda ocurrir o necesitar. Hoy hay Apps para todo lo imaginable y mucho más. Estos mecanismos, verdaderos manuales operativos de cómo hacer “cualquier cosa” se han desarrollado básicamente como soluciones computacionales y  equipamiento ad hoc. Sin embargo, hay una derivada peligrosa que más temprano que tarde empezará a pautearnos hasta cómo hacer las cosas humanas. Ergo, empezaría a desaparecer el razonamiento individual y emergería en  nuestras decisiones, “algo”, que hasta la fecha se lo teníamos encargado al cerebro. 

Hoy, en el mundo de las realidades cuando alguien debe actuar o hacer algo que no sabe,  puede acceder a una App, la que le señala los pasos a seguir. Doy un ejemplo de la vida misma. Imagínense a un joven adolescente intentando tener sexo por primera vez con una par igualmente inexperta. En décimas de segundos digita la App de rigor. El programa le dirá -incluidos diagramas y datos técnicos-  todo lo relativo al acto copulativo humano. Y si desea puede acceder a Apps derivadas para lo que viene después, algo así como la App “las mejores acciones post acto copulativo entre humanos. Luego si desea, activar la App: Conversaciones para el regreso a casa. Asimismo la App: Diálogo con los padres de la polola, etc. etc. No está demás estar enterado que también hay App sobre “cuentos del tío, chamullos creíbles, mentiras piadosas, tips para enamorar, simpatizar con la suegra o conseguir que el suegro les pase el auto. En el ámbito educacional, colegio o Universidad, las Apps son trascendentales y decisivos. En el pasado, solo estaban los artesanales torpedos.

El asunto tiene potencial. Un manual para una vida, que en régimen, ya se lo hubieran querido los antiguos. Gracias a la tecnología,  las Apps nos  dan una manito de gato para resolver no solo lo tecnológico y laboral, sino asuntos de la vida.  Ahora a  solo un click ya tenemos el Manual de los Cortapalos en versión electrónica. Dios nos pille confesados. Digo yo.

sábado, abril 20, 2019


A Rusia sin amor 


En la película De Rusia con Amor, James Bond, además de sortear múltiples peligros, acabó con poderosos adversarios, la pasó divinamente con cuanta rucia se le puso en la mira y en pocos días, metió varios e inolvidables goles en aquellos fríos parajes. Una experiencia intensa que quedó grabada por siempre en la mente y en el celuloide. 

Nada parecido a lo de Chile, que se congeló antes de pisar la fría Rusia. Ni siquiera pudimos mirar de cerca a los enemigos deportivos del Campeonato Mundial aun cuando hasta cierta fecha ya nos veíamos en el vuelo Santiago - Moscú. ¿Cómo íbamos a dudar si los rivales eran ganables? Era cosa de aplicarse un poquito, juntar un par de puntitos y partir a Rusia con amor.   


Hay dos refranes pertinentes que cito aquí unidos: “No hay que llorar sobre la leche derramada, ni limpiarse el trasero antes defecar”. Sirven para entender la experiencia vivida, en la cual literalmente nos farreamos el mundial. Una oportunidad que probablemente nunca volvamos a tener tan cerca. Virtualmente nos bajaron del avión cuando ya habíamos embarcado hasta las maletas.  Las causas y las explicaciones nunca fueron suficientes para entender el cagazo.  Cualquier chileno del futuro se va preguntar: ¿Por qué cresta Chile no fue al Mundial de Rusia 2018? 


Para responder esto habría que hacer ciertas conjeturas. Desde lo deportivo obviamente, hasta la variable que se nos ocurra. Pudo ser solo la mala suerte; alguna súbita desalineación de los astros;  maleficios de brujos de latitudes hostiles, falla en el mindfulness y desconcentración  de los concentrados. Todo es posible, incluida una vendetta mundial porque nos tendrían ojeriza, mala onda y envidia por las dos copas internacionales ganadas al hilo. O porque podíamos ser duros rivales de los consagrados de siempre.  Por esto y más, confiábamos ciegamente en la clasificación. Y ese fue el error, estar medio ciegos. Y muchos salieron a festejar antes de tiempo y obviamente los chiquillos de la selección, que  contaron con la anuencia del entrenador que ya estaba en otra, seguro pensando cuando ganaría post mundial, con un contrato en algún país oriental. Y así, sobrados y despectivos con los rivales, caímos en el viejo error de limpiarnos el trasero antes de tiempo. 

¿Con la clasificación en el bolsillo, quien nos iba a poner límites? Se aseguraba que superaríamos la hazaña del Mundial del 62. Pero, de un día para otro, todo se fue a negro.  Y la pregunta es ahora saber quién o a quién culpar por no estar en el Mundial. Era la oportunidad del siglo, teníamos algunas sandías caladas, varias joyitas, con lo mejor en muchos años. Un equipo de primera. Motivados, convencidos, valientes, temidos por los adversarios y con dos copas internacionales recientes. Pero no funcionó, sea porque la diosa fortuna no lo quiso, por algún maleficio, algo raro que le echaron a los tragos o que se yo, pero lo cierto es que fuimos groseramente excluidos del mundial con muchísima pena y sin nada de gloria. 
Ante lo ocurrido, surgen preguntas. Saber la reason why  para salir del hoyo negro. Descubrir las razones que expliquen la causa profunda de la eliminación de Chile al mundial de Rusia. Ante esta inquietud, propongo dilucidarlo mediante un juego de mucha sabiduría. El Cachipún, también conocido como Piedra, Tijera o Papel. 



La pregunta sería: ¿Por qué Chile no clasificó al mundial de Rusia?  Si el participante elige PIEDRA significa que cree que se debió “a la mano blanda de Macanudo que ya tenía su mente puesta en las cláusulas del contrato con Arabia Saudita”.  Si elige TIJERA significa que cree que fue “por la pésima influencia de los jugadores líderes y profesionales del carrete” que son varios. Y si opta por PAPEL, significa que fue “por las malas vibras de los hinchas pesimistas, fatalistas y de mal agüero que no le tienen fe a la Selección”.
Sugiero practicar este juego en familia y con amigos, porque es clarificador. Podemos aprender de la experiencia vivida y evitar llegar a ser un país de eyaculadores precoces en estos procesos de selección para competencias de fútbol de clase mundial.  Acabaríamos siempre yéndonos antes de la final.  Digo yo. 

lunes, diciembre 19, 2016

Este año sí que sí

Publicado en el diario El Longino de Iquique en marzo de 2015
Creo que a muchos puede ocurrirle lo mismo o algo parecido. Cada vez que le doy “inicio” al año - que es en marzo, después de las vacaciones y cuando comienzo a tomar en serio esto de vivir para trabajar o trabajar para vivir, reviso mi habitual listado de cosas que me comprometo a hacer. Son un conjunto de propósitos en lo laboral, cultural, social, familiar, intelectual y hasta espiritual, que me autoimpongo principalmente para mi mejoramiento.  Incluso las escribo y las pongo en un lugar visible.  Pero a medida que pasan los días, semanas y meses, estas tareas siguen sin entrar a fase operativa. Y lo que si empieza a moverse es mi conciencia con la sutil aparición de sentimientos de culpa a causa de mi persistente procrastinación. El mal hábito de dejar todo para después.
El sentido culposo se me pasa por ahí por septiembre con la llegada de la primavera y los primeros guitarreos dieciocheros, por lo cual, en rigor, el sentimiento aquel me dura escasos cinco meses. Esto hace más soportable y menos doloroso mi sensible ego. Será para el año próximo, me digo.
Como esto es reiterativo, he pensado bastante en cómo superar esta conducta impropia de una persona de estos tiempos (rechazo sentirme de otros tiempos) y rescato algunas ideas que leí y que por cierto no son mías pero que me gustaría que lo fueran, porque las encuentro geniales. El truco está en salirse de lo convencional y plantear un cambio de conducta mediante logros de propósitos muy precisos y por sobre todo inusuales.  
Por ejemplo, si Ud. quiere mejorar su estado físico y figura este 2016, no se proponga muchos kilos de menos, ni muchos kilómetros de más, para estar bien.  No debe pretender un físico de deportista olímpico. Bastaría con gimnasia moderada, comida sana y suficiente. Si puede mantener esto constante, la tarea estará cumplida. Olvídese del viejo cuento yanqui de que si no hay dolor no hay ganancia. 
Lo fundamental es “transformarse” que es algo muy diferente a “cambiar”. Cambiar es una forma diferente de hacer. Transformarse es una forma diferente de ser. Y la propuesta es proponerse objetivos con posibilidades de éxito real, diferentes y con sentido transformacional. Una lista que debería titular como “Mis Compromisos 2016” debiera considerar, por ejemplo lo siguiente: Disfrutaré las cosas simples de la vida. No perderé mi tiempo en cosas innecesarias, atenderé las que merecen mi tiempo y energía. Me dedicaré a mis pasiones.  Me rodearé de las personas que merecen estar en mi vida. Renunciaré a todo trabajo que odie. Trabajaré solo en lo que me haga feliz.  Tomaré mis propias decisiones. Seré capaz de dirigir mi vida. Confiaré en mí y confiaré en las decisiones que tome. Dejaré de aplazar todo por miedo a equivocarme.  Aprenderé a equivocarme lo suficiente para avanzar.  No le mentiré a otros ni a mí mismo. Entenderé que no hay más verdad que la realidad y que la realidad es la vida misma. Pasaré más tiempo con mi familia. Estaré más con los que amo y me aman, los que me entretienen, alegran y me enseñan. Nunca dejaré de prepararme. La mejor inversión que puedo hacer en la vida es en mi formación.  Viviré la vida con pasión. No me quedaré estancado, perseguiré nuevos retos, conoceré gente nueva. Seré feliz. Será mi sublime obsesión. La felicidad la encontraré en la meta y mucho más en el camino.  

Definitivamente un plan de acción con una propuesta transformadora capaz de removernos desde nuestro interior. Orientado al mejoramiento profundo, desprovisto de las tradicionales y equivocadas metas del mundo egoísta, materialista, exitista y fatuo actual. Un primer paso para la transformación sustancial y profunda de nuestro ser.  Digo yo. 

Ciudadanos bajo la lupa

Publicado en el diario El Longino de Iquique en marzo de 2015

                Casi todos los meses los medios publican resultados de diferentes encuestas que se hacen respecto de variadas temáticas y sectores. Especialmente con la proximidad de los procesos eleccionarios políticos,  se prevé que irán en aumento tanto en cantidad, tipo y frecuencia.
                Días pasados me sometí voluntariamente a una encuesta de la empresa Adimark. Querían conocer de mí y de otros tantos cientos que residentes iquiqueños, sus preferencias en cuanto a productos, servicios, marcas y hábitos como consumidor. 
                Este sometimiento voluntario lo quise hacer para conocer la calidad, tipo y propósito  del cuestionario. No me tomó más de 15 minutos (ya no se usan formularios como los del INE) sino una Tablet en donde la encuestadora solo hace un touch en el lugar correspondiente.
                El cuestionario es intenso y profundo, tanto que al término del proceso, uno tiene la sensación de que su intimidad ha sido traspasada. Y  voluntariamente. El inicio es suave, indoloro, pero con profundidad in crescendo.  Finalmente uno queda con la sensación de haber sido desvirgado.
                El inicio es con preguntas globales y fáciles de responder, pero luego se van poniendo un poco íntimas cuando le preguntan por ejemplo ¿Cuánto tiempo a la semana ve televisión. Qué tipo de película ve. A qué hora. Con quien se acompaña. Qué come. Qué bebe. Lo que come o bebe es preparado por Ud. mismo o lo pide a domicilio. Si es pizza, a qué empresa llama. Prefiere la tamaño pequeña, la grande, a la piedra, con queso o la vegetariana. Pagará con efectivo o con tarjeta. De qué Banco y que tipo de tarjeta (corriente, plus, dorada, platino). Cuánto suele dar de propina (si la cuenta es menos de 10 lucas o más de 30). Tiempo de espera desde el pedido hasta la recepción. Cuando su acompañante debe retirarse, la lleva en su auto, llama un taxi, lo hace por celular o red fija. Qué marca es su móvil, es con plan, de que tipo, etc., etc., etc.
                Con la respuesta a cualquier pregunta,  hasta las de apariencia ingenuas y sin mala intención, ingresas a una dimensión  desconocida en donde casi sin darte  cuenta te estrujan con una batería de preguntas relacionadas, hasta que confiesas incluso los aspectos más execrables de tu personalidad y sus manifestaciones en otras circunstancias inconfesable. Son aparentemente preguntas – trampas, preguntas caza bobos. Sin embargo, mi conclusión es que son muy bien pensadas, bien elaboradas y el propósito es muy preciso. Necesitan tus datos para luego,  poner en el mercado lo que necesitas de manera indispensable para hacerte feliz. 
Sí, hacerte más feliz, Eso es lo que busca el proceso completo. Poner a tu disposición y a precio razonable y justo, productos y servicios que te harán inmensamente happy…por un tiempo, pues si una nueva encuesta luego dice que los gustos y necesidades han cambiado, antes de que cante un gallo (alegoría del amanecer, o sea al día siguiente) ya habrá una nueva encuesta, con nuevas necesidades y nuevas ofertas.
                Los datos de la última encuesta Adimark de Tarapacá, son interesantes. Dice que el 72%  de los residentes se declaran felices.  Lo que más hacen en su tiempo libre es escuchar música, ver televisión y conversar por teléfono. El  34%  está estresado y el 29% realiza actividad física. Un 12% recicla la basura y finalmente un dato frick, que el equipo de fútbol con más  hinchas es la Universidad de Chile con un 31%.

                La encuesta pasó mi filtro. Espero que yo como encuestado,  haya estado a la altura de la consulta pues soy un caso atípico. No tomo, no fumo, ni tengo pensamientos impuros. Pero reconozco que  soy mentiroso y desmemoriado. Digo yo.

Tiempos de lógicas ideológicas

En las páginas de cualquier medio y lugar del planeta, leo, veo o escucho malas noticias  que ocurren en cualquier lugar. Concluyo que este mundo está loco, descarriado, desordenado, confuso y sin claridad hacia dónde va. Si es que va para algún lado. Concluyo también que lo que hace no tiene lógica. Entendiendo por tal el razonamiento para que ideas o hechos se manifiesten o se desarrollen de forma coherente y sin contradicciones entre ellas. Lo que es bueno es bueno y lo que es malo es malo. Es cosa de aplicar la lógica.
El siguiente relato  me parece muy ilustrativo por lo cual “lógicamente” lo comparto con mis lectores : “Un joven que había estudiado lógica, acudió a un rabino y solicitó ser instruido en Talmud. ¿Lógica? - preguntó el rabino, dudo que eso sea suficiente para estudiar Talmud, pero te tomaré una prueba. Supongamos que dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?
Eso es fácil, el de la cara sucia, respondió el estudiante.  Incorrecto, dijo el rabino. El de la cara limpia. Veamos: el de la cara sucia mira al de la cara limpia y piensa que su cara también está limpia. El de la cara limpia mira al de la cara sucia y piensa que su cara está sucia, así que él se lava la cara. No pensé en eso, admitió el joven. Dame otra oportunidad.
Volvamos a empezar. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?  Recién hemos respondido, aquel con la cara limpia, contestó el estudiante.
No. Ambos se lavan la cara, dijo el rabino. Aquel con la cara sucia mira al de la cara limpia y piensa que su cara está limpia también. Pero el de la cara limpia mira al de la sucia  y piensa que su cara también lo está, entonces se lava. Cuando el de la cara sucia ve que el de la cara limpia se lava,  él también se lava. Por lo tanto ambos lavan su cara. No me di cuenta de esa alternativa, expresó el joven. Dame otra oportunidad.
Está bien. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?  Preguntó el rabino. Ambos lavan su cara, respondió con énfasis el estudiante.
No. Ninguno de los dos, dijo el rabino. Aquel con la cara sucia mira al de la cara limpia y piensa que la suya también lo está. El de la cara limpia mira al de la cara sucia y piensa que su cara también está sucia. Pero cuando él ve que el hombre de la cara sucia no se lava, él tampoco se lava. Por lo tanto ninguno se lava.
Una última oportunidad por favor y le demostraré que puedo estudiar Talmud, pidió el joven.
Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara? Volvió a plantear el rabino. Ninguno, exclamó triunfalmente el estudiante.
¿Ves ahora por qué la lógica no es suficiente para estudiar Talmud? ¿Cómo va a ser posible que dos hombres que bajan por la misma chimenea, uno salga con la cara sucia y otra con la cara limpia?  La pregunta es tonta dijo el rabino. Y si intentas contestar preguntas tontas, tu respuesta será tonta. Te sugiero aprender algo más de lógica antes de estudiar el Talmud.
En este año de elecciones de alcaldes ojalá  a los chilenos no nos falle la lógica y menos la memoria. Digo yo.

lunes, julio 11, 2016

Chilenos chaquetas amarillas

Publicado en marzo de 2016
Puro Chile es tu cielo azulado y amarillas tus carreteras si todos los conductores de vehículos se tuvieran que bajar del auto en un mismo momento por alguna buena o mala razón. Sería como una gran mancha amarilla en las vía concesionadas de todo el país.
Sin duda que lo del chaleco reflectante ha resultado muy sui generis por decirlo de algún modo. No está claro si el motivo tuvo un propósito preventivo o fue  un acto distractivo del gobierno que no ha estado muy acertado en esto de legislar bien y a la primera.  
Lo cierto es que está pasando con la disposición sobre el uso del chaleco reflectante. Desde el 1 de enero de 2016  la norma es  obligatoria y establece que en todos los vehículos se deberá portar un chaleco especial, con el propósito de disminuir los accidentes de tránsito y atropellos de los conductores cuando descienden de los autos.
En principio la norma parece sensata, práctica y preventiva. Sin embargo si se analiza un poco más tanto la operatividad como su  eficacia, tiene fallas de aplicación.  Personalmente me he formulado un conjunto de preguntas que a mi entender la autoridad debe aclarar pues hay confusión. Formulo aquí algunas:
La obligación es portar el chaleco en el vehículo. Pero no en cualquier parte sino donde el conductor pueda tomarlo y desde esa posición supuestamente sentado y con el cinturón de seguridad puesto, “enchalecarse” antes de bajar. Si se baja sin el chaleco e intenta ponérselo fuera del auto es sancionado.
Lo traumático que puede ser esto de ponerse el chaleco, estando sentado, atado con el cinturón de seguridad, en un espacio relativamente pequeño y  sin considerar que pudiera estar además excedido en kilos, es complejo y sobre todo si debe bajarse rápido por una emergencia. Funcionaría, solo si  el conductor viajara ya enchalecado.
Por otro lado, aparentemente la obligación solo la tiene el conductor. Si el que se baja es el acompañante este lo puede hacer por la derecha y sin chaleco. Salvo que insista en bajarse por el lado del chofer, lo que sería raro. Pero lo puede hacer pero con el chaleco puesto lo que no deja de ser exótico. Puesta la indumentaria, puede salir por donde quiera. Incluso por una ventana.  
En emergencias,  cuando deben bajar rápidamente todos los pasajeros, estos salen por donde puedan. Pero se genera un problema con la norma en cuestión, el  último en hacerlo debe ser el conductor a causa de que debería primero soltarse el cinturón de seguridad, luego sacar de la bolsa el chaleco y  finalmente ponérselo.   
Si el propósito del chaleco es evitar atropellos de peatones en la carretera -y me imagino que por extensión en las calles en general-  lo lógico sería que siempre que haya peatones caminando por las vías, estos debieran andar con los chalecos amarillos puestos. Esto sería especialmente válido para las peregrinaciones religiosas (la Tirana, Lo Vásquez, Yumbel, etc.) donde transitan juntos muchos vehículos y miles de devotos y pecadores. Para estos casos debiera exigirse el uso de la casaquilla amarilla. Creo que no solo la fe puede salvar, sino que también los chalecos amarillos reflectantes. Algo similar para los partidos de fútbol de alta convocatoria. Tanto para el acceso como a la salida de los partidos, todos los que transiten por las calles, deberían usar el chaleco de marras. Para las celebraciones en la Plaza Italia en Santiago la misma cosa. Todos los que llegan allí y se van caminando, debieran usar el chaleco.  

Puede  haber excepciones. Y aplicarse el sentido común también, como cuando un conductor debe bajarse del vehículo para hacer un pipí urgente. No importaría  si lo hace con o sin chaleco. Digo yo.   

Chilenos chaquetas amarillas

Publicado en marzo de 2016
Puro Chile es tu cielo azulado y amarillas tus carreteras también, si todos los conductores de vehículos se tuvieran que bajar del auto en un mismo momento por alguna buena o mala razón. Sería como una gran mancha amarilla en las vía concesionadas o no de todo el país.
Sin duda que lo del chaleco reflectante ha resultado muy sui generis por decirlo de algún modo. No está claro si el motivo tuvo un propósito preventivo o fue  un acto distractivo del gobierno que no ha estado muy acertado en esto de legislar bien y a la primera.  
Lo cierto es que está pasando algo raro con la disposición sobre el uso del chaleco reflectante. Desde el 1 de enero de 2016  la norma es  obligatoria y establece que en todos los vehículos se deberá portar un chaleco especial, con el propósito de disminuir los accidentes de tránsito y atropellos de los conductores cuando descienden de los autos. Pero no es cualquier descenso ni cualquier pasajero.
En principio la norma parece sensata, práctica y preventiva. Sin embargo si se analiza un poco más tanto la operatividad como su  eficacia, tiene fallas de aplicación.  Personalmente me he formulado un conjunto de preguntas que a mi entender la autoridad debe aclarar pues hay confusión. Formulo aquí algunas:
La obligación es portar el chaleco en el vehículo. Pero no en cualquier parte sino donde el conductor pueda tomarlo y desde esa posición supuestamente sentado y obviamente con el cinturón de seguridad puesto, “enchalecarse” antes de bajar. No puede, mejor dicho no debe, bajarse sin el chaleco o intentar ponérselo fuera del auto, sería severamente sancionado.
Lo traumático que puede ser esto de ponerse el chaleco estando sentado, atrapado por el cinturón de seguridad, en un espacio relativamente pequeño y  sin considerar que el sujeto pudiera estar además excedido en kilos, es complejo. Y sobre todo si debe bajarse rápido por una emergencia. Esto funcionaría, solo si  el conductor viajara ya enchalecado. Ahí se apreciaría la eficacia. 
Por otro lado, la obligación solo la tiene el conductor. Si el que se baja es el acompañante este lo puede hacer por la derecha y sin chaleco. Salvo que insista en bajarse por el lado del chofer, lo que sería raro. Pero lo puede hacer, siempre que lo haga con el chaleco puesto lo que no deja de ser algo a lo menos exótico. Una vez colocada la indumentaria, puede salir por donde quiera. Incluso por una ventana si quiere.  
En realidad, durante una emergencia, cuando deben bajar rápidamente todos los pasajeros, estos salen por donde puedan. Pero se genera un problema con la norma en cuestión, el  último en hacerlo debe ser el conductor a causa de que debería primero soltarse el cinturón de seguridad, luego sacar de la bolsa el chaleco y  finalmente ponerse el chaleco amarillo pato radiante.    
Si el propósito del chaleco es evitar atropellos de peatones en la carretera -y me imagino que por extensión en las calles en general-  lo lógico sería que siempre que haya peatones caminando por las vías, estos debieran andar con los chalecos amarillos puestos. Esto sería especialmente válido para las peregrinaciones religiosas (la Tirana, Lo Vásquez, Yumbel, etc.) donde transitan juntos muchos vehículos y miles de devotos y pecadores. Para estos casos debiera exigirse el uso de la casaquilla amarilla. Creo que no solo la fe puede salvar al humano, sino que también los chalecos amarillos reflectantes. Algo similar para los partidos de fútbol de alta convocatoria. Tanto para el acceso a los estadios como a la salida de los partidos, todos los que transiten por las calles, deberían usar el chaleco de marras. Y para las celebraciones en la Plaza Italia en Santiago la misma cosa. Todos los que llegan allí y se vayan caminando, debieran usar el chaleco.  

Puede  haber excepciones. Y aplicarse el sentido común también, como cuando un conductor en plena carretera debe bajarse del vehículo para hacer un pipí urgente. No debiera importar  si lo hace con o sin chaleco. Digo yo.   

Mierda, mierda, mierda

Publicada en febrero de 2016
Pido disculpas por el uso tan descarado, expresivo y coprolálico del título de la columna, lo que a muchos podría molestar. No obstante, la comunidad estará de acuerdo conmigo en que en estos tiempos y circunstancias, toda nuestra tradicional cultura (recuerdo aquí que fuimos llamados los ingleses de Sudamérica, no porque habláramos el idioma de Shakespeare, sino por ser educaditos, ordenados, socialmente correctos, organizados, bien hablados y hasta cultos) pero eso ya fue hace bastantes años. Quedó en el pasado y en el olvido.
En la actualidad, la cosa es diametralmente opuesta y en particular en el idioma hablado, aun cuando el escrito va por las mismas.  Hoy, casi todo está permitido en el mundo de la comunicación humana hablada. El “sin censura” ya es un hábito comunicacional y hasta en circunstancias formales, el público, los asistentes, la audiencia pide -casi exige- salirse del protocolo y empezar a hablar indecorosamente.
Yo no peco de cartucho y me considero adaptado al mundo moderno y sus formas de manifestarse, por lo cual he aceptado que el garabato se tomó los escenarios. La televisión ha ayudado mucho a su difusión y aquella triple misión bautismal que tuvo cuanto se creó, me parece hoy tan ingenua que da hasta risa recordarla: “informar, educar y entretener”.  
No obstante este lenguaje sin censura, tenía una cara con dos chapas. Había también –lo que me parecía bastante sospechoso- mucha gente que no decía ni poto. Había sin duda una doble chapa por lo que no se mostraba al chileno tal cual era. Si alguien se daba un martillazo en un dedo lo esperable es que expresara el inevitable ¡chucha!  Por ello, hoy a lo menos nos hemos sincerado.  Concluyo entonces que el garabato ya es un asunto transversal, público, sin distinción de género, multicultural, viral, aceptado y hasta divertido según el contexto.   
Puntualmente respecto de “las mierdas del título”, las quiero sugerir como una necesaria y buena expresión para iniciar este año que según el calendario chino está regido desde el domingo pasado por el Mono. El propósito es, según lo explicaré, que nos vaya bien y no como la Mona.
La idea es repetir el mierda, mierda, mierda, como un mantra. La historia cuenta que antiguamente en París, sólo podían permitirse ir al teatro las personas de la clase aristocrática pudiente, que lo hacían en coches tirados por caballos. Entonces, si en la puerta del teatro había gran cantidad de "mierda", significaba que el teatro estaría lleno, lo que era sinónimo de mucho éxito.  Por eso la gente del espectáculo, especialmente cuando se hace la presentación de estreno, los actores suelen decir antes del inicio, este especial mantra.  Es como una cábala para que todo salga bien. Hay algunas derivadas como darse algunos agarrones de poto también. Todo por cierto, con el propósito de tener suerte con lo que viene. Es una cábala para la buena suerte.
Por eso, quiero hacer una proposición a la ciudadanía, a los chilenos de todo el territorio nacional (incluyendo los extranjeros residentes), que para un momento preciso de un día de esta semana – sugiero el viernes a las 24 horas, repetir al unísono, mierda, mierda, mierda. La idea es que este año nos vaya muy, pero muy bien.  Porque, para que lo vamos a negar, el 2015 es y será por mucho tiempo, un año para olvidar. Nunca en tan poco tiempo se habían cometido tantos desaciertos gubernamentales. Algo inexplicable para un mandato que se cumple en su segunda versión. Estoy por creer aquello de que segundas partes nunca son buenas.
Por eso, los presidenciables Piñera y Lagos debieran pensarlo dos veces antes de tirarse el salto. Podría ser un salto al vacío. Riesgoso, difícil y con altas posibilidades de irse a la mierda. Digo yo.