sábado, mayo 18, 2019

 La procrastina Michelle


Ya poh Michelle! Córtela. Decídase luego. Tiene trancada la pelota. Lo único liberado fueron sus fotos para la campaña municipal en ayuda a los que querían salir elegidos no por méritos propios sino de rebote, a la sombra de su imagen.

A nosotros, los ciudadanos de a pié que somos la gran mayoría, nos interesaría saber si seguirá ganando sueldo en dólares o en pesos. Nos da lo mismo, pero como circulan tantas versiones todo esto está resultando demasiado kafkiano.  Consecuente con este ambiente ambiguo y contradictorio, yo creo que es tiempo de que vuelva, se ponga un casco militar, se suba a un tanque y haga una arenga con retórica presidencialista. Como lo hizo la vez primera. Michelle, tome una decisión. ¿Va o no va a la pelea? Puede contestarnos por escrito o llamar, dicen que es buena mandando cartas y con el celu. 

Le cuento que esta incertidumbre tiene desorientados principalmente  a los políticos de su fronda y ninguno de los “presidenciables” aparecidos y reaparecidos sabe a qué atenerse mientras usted mantenga esa procrastina conducta. Pienso honestamente que una persona con su trayectoria no debiera andar mostrándose tan irresoluta. Impropio de líderes y ex jefes de estado de su alcurnia.

Como usted sin duda lo sabrá mi estimada ex presidenta (porque los de la ONU se las saben todas) la procrastinación es un mal hábito. Postergar y postergar una decisión o acciones frente al futuro, es un trastorno del comportamiento que se interpreta también como debilidad de carácter y cierto temor a realizar todo acto que puede ser percibido como abrumador , desafiante, inquietante, peligroso, difícil, o aburrido, por lo cual se chutea la decisión in eternum si es posible. A un futuro sine die como dirían los abogados. La procrastinación puede llegar a ser grave dependiendo de cada persona. Especialmente para aquellos que por su trabajo, deben tomar decisiones importantes, frecuentes, estratégicas, oportunas y rápidas. Es decir del tipo habituales para los residentes temporales de la Moneda. Por lo tanto es una mala señal. Es por eso que le dieron tan duro por su actitud en aquella fatídica madrugada del 27/F en la oficina de la Onemi, donde Ud. se veía tan indecisa. Daba la impresión que no podía comer chicle y decidir a la vez. Y eso no es bueno. Ni comer chicle ni ser indeciso. 

Los procrastinos tienen características que los hacen verse como incompetentes. El miedo al fracaso en situaciones donde no hay garantías de éxito les aterra. La dificultad para tomar decisiones y la búsqueda de garantías de éxito antes de iniciar una tarea les provoca finalmente sentimientos catastrofistas, y como resultado se sienten indefensos. Por eso se dejan querer hasta la exageración. Les encanta ser queridos y sufren si se les rechaza. La creencia que subyace es: «todos deberían seguir amándome y no olvidarse de mí”, pero por favor “no me apuren”.

Lo grave también - además del tránsito lento para decidir -  son las conductas adictivas que le podrían afectar e inducirla a comportamientos de evasión incurriendo en sublimaciones como: exceso de computación, sexo, chicle, chocolates o ver teleseries malas y realities peores. Todo lo anterior sin considerar el conocido “síndrome del estudiante” (dejar todo para el último día) como la entrega de trabajos, pagar los impuestos, sacar el permiso de circulación, cambiar el domicilio electoral, etc.

Ahora bien, me pregunto ¿de qué tipo de procrastinación padecerá Michelle? Será el por evasión, esto es, evitar todo por miedo al fracaso. Será por activación, es decir postergar hasta que ya no haya más remedio que decidir. O por agotamiento del tiempo. Intentando tomar la mejor - mejor - mejor-mejor - mejor decisión, finalmente se le pasa el plazo.

Estimada ex mandataria, no deje para mañana lo que pudo hacer ayer. Digo yo.



Inteligencia o perspicacia, esa es la cuestión

Patricio Muñoz Pinto

Con un grupo de amigos discutíamos sobre la inteligencia de los  chilenos, entendiéndola como “capacidad para resolver los problemas que se enfrentan”.  Concluíamos en general que en los últimos años, parece que se nos ha abierto más la mollera y hasta nos hemos llegado a creer superiores a los habitantes del resto de los países del subcontinente. Por cierto no somos nada de lesos al hacernos ésta auto declaración.
Y la pregunta de rigor es  ¿cómo se mide la inteligencia de un país? Es difícil por cuanto hay muchos factores involucrados. Lo que ha predominado es medirla por su capacidad creativa. Y esto se hace mediante el registro de patentes de invención o propiedad intelectual. ¿Y cómo andamos por casa? Malito,  si nos comparamos con los top ten. Para muestra un botón. La norteamericana IBM fue la empresa que obtuvo la mayor cantidad de patentes en Estados Unidos durante 2013.  Registró  6.809 patentes, cifra ligeramente superior a las 6.478 del año  anterior. Y se trata de una sola compañía. Las  cifras son abrumadoras comparadas con las menos de 100 patentes totales que registra Chile en los últimos años. Japón, USA, Corea, China y Alemania registraron el 76% de las patentes del mundo en el 2007.  Conclusión, los chilenos no somos muy inteligentes, si usamos este parámetro de medición.

Lo que si yo creo,  es que los chilenos somos perspicaces, es decir capaces de descubrir lo que está por debajo de la superficie. Lo llamaría  “la viveza criolla”.  Una agudeza mental para descubrir en algo complejo la solución simple. Citaré dos ejemplos que aclaran la idea. a) El caso del bolígrafo: Antes de los '60, la NASA emprendió el lanzamiento de astronautas al espacio y advirtieron un detalle. Los bolígrafos no funcionarían en gravedad cero, ya que la tinta no bajaría a la superficie en que se deseara escribir. Tras 6 años de pruebas e investigaciones que costaron 12 millones de dólares, lograron desarrollar un súper bolígrafo que funcionaba muy bien en el espacio. Los rusos, por su parte, descartaron los bolígrafos y dieron a sus tripulaciones lápices de grafito.

b) Caso de los jabones: En 1970, un japonés envió una carta a una fábrica de jabones de Tokio, reclamando haber comprado una cajita de jabones que al abrirla estaba vacía. El reclamo puso en marcha todo un programa de gestión administrativa y operativa. Los ingenieros de la fábrica recibieron instrucciones de diseñar un sistema que impidiera que esta dificultad volviera a repetirse. Luego de mucha discusión, concluyeron que el problema se había suscitado en la cadena de empaquetado de los jabones, donde una cajita en movimiento no fue llenada con el jabón respectivo. Se diseñó e instaló una sofisticada máquina de rayos "X" con monitores de alta resolución, operada por dos trabajadores encargados de vigilar que todas las cajas que salían de la línea de empaquetado, ninguna estuviera vacía. El costo de esa máquina superó los 250.000 dólares. Cuando la máquina de rayos "X" comenzó a fallar a los cinco meses de ser operada, un obrero del área de empaquetado puso un potente ventilador y lo apuntó hacia el final de la cinta transportadora. Mientras las cajas avanzaban en tal dirección, las vacías salían volando de la línea de empaque.
Esa es la viveza a la cual hago referencia. Creo que más que inteligentes – de la manera convencional de medirla- los chilenos somos vivarachos. Somos creativos para encontrar la martingala, las cinco patas al gato, inventar machinas, contar cuentos, dar excusas. Canitrot, el personaje del Japenning  nos refleja con bastante exactitud. Y los políticos tampoco lo hacen mal. Digo yo.   

La mala leche


Desde hace algún tiempo, me ha vuelto la urticaria. Para quienes no sepan, ésta es básicamente una enfermedad que produce alteraciones a nivel de la piel, ronchas e inflamaciones y una molestosa picazón. Inicialmente pensé que sería la leche que en muchas ocasiones me había producido algo semejante, especialmente cuando estaba mala, agria o vencida. Por así decirlo, la mala leche.

Pero no era eso, aunque no andaba tan lejos. Mi urticaria me la produce la mala leche de los políticos de oposición. A esta dolencia me he permitido darle un nombre con posibilidad de validarla científicamente.  La llamo politicosis urticante recurrente. Lo de recurrente, porque vuelve y vuelve tan pronto se activan ciertos eventos políticos significantes: elecciones, campañas, trámite de leyes críticas, egolatrías parlamentarias, etc.
Me comienza con picazones en el cuello, que luego me baja a los brazos,  las piernas y mientras más se manifiestan, hablan, pontifican, reclaman, declaman u opinan los políticos de la oposición,  más picazón, más enrronchamiento y lo peor, es que finalmente me produce una inflamación en las zonas pudentas de mi anatomía. Con todo respeto a los lectores me permitiré decirlo coprolálicamente: me hinchan las gónadas. 
No creo que en general los ciudadanos de este país puedan imaginar que nada, pero absolutamente nada que haga o proponga el gobierno sea perversamente malo. Salvo que todos sean políticos de la oposición. Y por analogía, habría que concluir sólo lo que la oposición piensa o propone es lo bueno.  Una condición solo digna de dioses. Diferenciar el bien y el mal. ¿No será mucho Lucho?

Para mejorarme de la politicosis urticante he tomado algunas medidas simples que las puedo recomendar para eventuales  víctimas porque esto podría transformarse en endémico. La fórmula es no verlos, no leerlos  ni escucharlos. Hay algunos sujetos  del tipo APP (agentes políticos patógenos) que son activadores muy dinámicos que hay que evitar a toda costa. Por vía ejemplar cito a  los de la actual oposición que a mí me enronchan y me hinchan lo que ya les dije: Girardi (incluida su  hermana), Andrade y la Tohá.  A nivel regional,  ya le di la cortada a los opositores locales (el diputado barba-rojo) y al senador bi-regional (no por esta bivalencia, sino porque como es bastante alto, siempre mira para abajo a todo el mundo) es demasiado orgulloso.  No los leo,  no los escucho, ni los veo. Y me siento tan bien. Desde que lo hago no me rasco no me enrroncho y estoy bastante deshinchado.  Concluyo que ser de la oposición es malo en cualquier gobierno. Malo para la salud de los electores. Digo yo. 

viernes, mayo 17, 2019

La pluma del Pato

¿Hablar, decir o vociferar?



Hace tiempo que no me sentaba frente al computador para practicar mi ocio favorito. Escribir sobre lo humano y lo divino de la cotidianidad. En verdad había estado voluntariamente  “submarineado”,  metido en mis cavilaciones  singulares. En mi mundillo propio.  No puedo negar que estuve un tiempo achacado por el affaire que tuve con los israelitas, por un asunto que yo califico de meramente “lingüístico”. No tuve derecho “al debido proceso”, algo que hasta los  delincuentes, terroristas, pedófilos y demases tienen garantizado. 
Pero en fin, se entendió mal lo que dije, se interpretó peor y se reaccionó fatal. Eso es una muestra más de las fallas que presenta la comunicación humana, especialmente en la parte relativa a la comprensión. Esto me inspira a conversar hoy sobre el lenguaje.

Los humanos somos seres lingüísticos. Todo lo que hacemos es mediante el lenguaje. Nada ocurre en la humanidad sin que esté presente esta expresión del hombre.  Todo lo hecho es producto del lenguaje. Todo lo que se hará y surja del constructo humano, será por el lenguaje, entendiéndolo por cierto en su sentido más amplio: verbal, no verbal y emocional.

¿No será como mucho, Lucho?   Me he convencido que no es mucho Lucho.  Y trataré de explicarlo bien   consciente de que los chilenos somos bastante malos para entender lo que leemos.  Lo explicaré con  peras y manzanas, porque en asuntos de frutas, los chilenos calificamos dentro de América del sur.   
Somos lo que decimos. Esto significa que según sea lo que expresemos, entregamos el perfil de lo que somos. Nos construimos a través de lo que decimos y hacemos.  Si digo que soy honesto, justo y tolerante, la gente filtra el dato, lo procesa y lo valida o no. Si lo aprueba, el perfil vale. Si no pasa,  reconstruimos otra imagen, la que nos puede a llevar a definirlo como mentiroso, imaginativo o abusivo. En ambos casos es la misma persona pero con dos imágenes. La que se tiene de sí mismo y la que ven los demás. La que predomina es la que construyen los otros. Ergo, nunca somos lo que mostramos, sino lo que los demás interpretan según actuamos.
 
Espero que hayan funcionado las peras. Paso ahora a explicar con manzanas -que ya es para más avezados- lo que nuestro lenguaje expresa verdaderamente cuando hablamos. Esto es lo que se puede leer entrelíneas, como la letra chica de los contratos de las Isapres. Aquí es cuando aquello de que “el lenguaje no es inocente” alcanza su clímax. Para comprenderlo, usted debe saber que la comunicación humana puede  tener a lo menos cinco tipos de manifestaciones: afirmaciones, promesas, peticiones, declaraciones y ofrecimientos. Ese es el camino que transitan todas nuestras comunicaciones. En eso nos pasamos todo el día… y la vida.

El lenguaje verbal no es inocente significa que cuando lo hacemos nos comprometemos de una forma u otra y que toda expresión  tiene eficacia en la medida que modifica la realidad.  Si digo  “Zofri es un instrumento de desarrollo regional” y  “ Zofri es el instrumento  de desarrollo regional más importante de últimos  40 años”. Se ven parecidas. Ambas atribuyen propiedades a Zofri, la única diferencia es de contenido. La primera la  define : instrumento de desarrollo regional”. La segunda la califica: el instrumento más importante.   Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas: Fulano de Tal “es candidato a Alcalde” y  Fulano de Tal “es un muy buen candidato a Alcalde”. Parecieran lo mismo, pero no es así, pues en la primera solo nos remitimos a hechos y en la segunda a juicios de valor.   Durante siglos hemos tratado estos enunciados de manera similar y es por eso que se arma el conflicto interpretativo.

Esto se traspasa a nuestra vida diaria y está presente en todo los dominios, en las relaciones laborales, en la forma en que escuchamos las noticias, en la interpretación de los discursos políticos, en las ofertas electorales, en las promesas de cambios estructurales a la educación a la justicia,  a la discriminación,  al modelo económico y así suma y sigue.

Ahora que ya estamos en tierra derecha de la carrera electoral es bueno entender bien lo que dicen los políticos, para reconocer lo que su lenguaje expresa. Recomiendo afinar los sentidos. Si el candidato de sus amores dice por ejemplo, que luchará por un Chile seguro, Ud. tiene el legítimo derecho a preguntarle si es una promesa, una afirmación o un compromiso. Lo más probable es que sea una inocua declaración con menos respaldo que un puff. Digo yo. 

Habemus Papam


El Papa Francisco, de nombre secular Jorge Mario Bergoglio ciudadano argentino, de la Compañía de Jesús y oriundo de la ciudad de Buenos Aires, ha seguido la tradición de su antecesor , Juan Pablo II. Y ente otras cosas, es un peregrino, que visita regularmente a sus creyentes en cualquier lugar del mundo. Y esta vez, eligió a Chile y entre las ciudades,  Iquique.

Tamaño y digno honor para los iquiqueños y residentes tener tan magnífico  reconocimiento.  Y por cierto que esto debe tener algunas razones que no son conocidas públicamente. He tratado de averiguar con mis contactos relacionados con la Iglesia católica, que no son muchas y suelen decirme que de ese tema no hay datos. Por lo tanto es razonable tener la inquietud de descubrir la reason why. Puesto que, digámoslo  francamente, no hay motivos visibles que lo expliquen.

A veces he llegado a pensar que es porque Iquique debe ser una de las ciudades donde la multiculturalidad es mucho más visible a las de otras latitudes nacionales en proporción a su población. No manejo los datos del reciente Censo 2.0 para corroborarlo, pero a vuelo de pájaro yo diría que en esta ciudad deben convivir una decena de nacionalidades. Yo creo identificar, a causa de la Zofri y el historial de las Salitreras, a chinos, pakistaníes, hindúes, panameños, coreanos, peruanos, bolivianos, argentinos, italianos, yugoslavos, colombianos, croatas, judíos, haitianos, dominicanos, venezolanos y españoles.  Esta mezcla y heterogeneidad de nacionalidades, puede haber sido uno de los motivos que decidió a venir a Iquique al primer Papa americano. 

El Papa Juan Pablo II marcó el estilo viajero. Y en el año 1987 nos incluyó en su itinerario sudamericano en pleno gobierno militar. Muchos se recordarán cuando en un repleto Estadio Nacional dijo la célebre frase: “No tengáis miedo de mirarlo a él”. Se refería a Jesucristo por cierto, no a Pinochet. El siguiente Papa, Benedicto XVI salió malo para viajar y decidió pasar más en casa. Incluso se fue a los cuarteles de invierno antes de lo previsto
Pero eso es historia. Lo concreto es que ya se sabe lugar y fechas en que el Papa Francisco visitará Chile e Iquique. Yo creo que la diferencia está en que este Papa, por decirlo de alguna manera respetuosa, es atípico, diferente, rompedor de los esquemas tradicionales. Como buen argentino y bonaerense además, es canchero, apasionado del fútbol, bromista, de largas tertulias, fanático de las buenas pizzas, de buen humor y rápido para las tallas. Un día contó en la televisión cómo se suicidaba un argentino. “Se sube a su ego y se lanza al vacío”, dijo. 

Yo que no soy para nada experto en temas del Vaticano, ni de protocolos pontificios, confieso que no se me ocurren buenas razones para que tan ilustrísima figura mundial venga a vernos directamente a Iquique. ¿Será porque estaremos sobregirados en pecados? ¿Porque vivimos en un territorio de gente muy creyente y devota? ¿Nos vendrá a tomar la prueba de la blancura? ¿Le habrán ido con cuentos al Vaticano, de algo no muy santo que hicimos?

Yo tengo mis propias teorías a las que llego por exclusión,  es decir identificando las razones por la cuales no vendría: 
1.- No viene por las ofertas veraniegas que en esas fechas va a tener el Mall Zofri.  Ni menos por el sorteo de un auto cero kilómetro. Tampoco por la publicidad engañosa del “Visítenos, porque aquí está la Papa”. 2.-Ni menos viene a inaugurar, reinaugurar o re-re- inaugurar el Parque Playa Brava.
3.-  Tampoco viene por la fama internacional de los chumbeques, los  helados de mango o los limones de Pica

En conclusión yo creo que viene así como libre, con programa abierto y dispuesto a todo. Consecuentemente pienso que hay que ofrecerle un programa inolvidable. Hay que aprovechar su buena onda y armarle un inolvidable a la medida de su personalidad e intereses al margen de su investidura.  Algo inolvidable y eventualmente insólito, que agregue y complemente el programa oficial. Yo creo que al Papa Francisco le encantaría un programa hecho a su condición de ser humano común y corriente. Darle un espacio más libre para la expresión de sus gustos y personalidad. Pensando en esto, mi insólito Programa Papal sería más o menos el siguiente:

1.- Pichanga de fútbol en el Estadio Cavancha. Deportes Iquique versus combinado local. Puntapié inicial del Pontífice (hasta podría arbitrar unos segundos). Fotos en la cancha.
2.- Tour nocturno por la península de Cavancha y degustación en pizzería.  Visita a picadas de carne a las brasas.
3.- Muestra Musical: En Plaza Prat, escenario frente al Teatro Municipal: Bailes de la Tirana, grupo de Tunos y Estudiantinas y Exhibición de Baile socios del Club de Tango Alfredo de Angelis.
4. Sesión de fotos con la comunidad en diversas locaciones: Mercado, Plaza Prat, Rotonda del Pampino, Zofri, Tranvía de Paseo Baquedano. 
5. Viaje al interior. Visitas a Humberstone, Iglesia de La Tirana. En Pica,  baño Papal en la cocha Resbaladero.       
Estas son solo algunas ideas lanzadas al azar. Pero yo estoy convencido que para el Papa, éste sí que sería un programa con méritos para darse a conocer urbi et orbi. Proclamando a los cuatro vientos, para que todo el mundo se entere, como tratamos en Chile al amigo cuando es forastero.  Pongámonos las pilas, seamos creativos y hagamos un programa digno de un Papa muy especial. Digo yo.


¿Eres feliz?  


Si ya eras un ciudadano adulto y sobreviviste la crisis del gobierno de la Unidad Popular, luego pasaste las restricciones del  gobierno militar, posteriormente reaprendiste a estar en democracia durante los cuatro lustros de la Concertación y ahora vives el  diestro gobierno  del zurdo Piñera, tienes la edad suficiente como para entender esta crónica. Los menores de ese rango de edad poco podrían entenderla pues no tienen todo tu carrete vivencial.   

Pero antes de seguir, confesaré un secreto.  Esta introducción no fue más que un truco para de llamar la atención  sobre otro tema y que dice relación con la motivación que las personas de este tiempo pueden  tener  para sentirse que “están”, que se sienten presentes y vivos. Capaces de recargarse, de reinventarse,  como se dice ahora. Esa capacidad de ponerle algo especial a sus vidas, independientemente de los gobiernos, las circunstancias y las alineaciones planetarias. En definitiva, las motivaciones y acciones de las  personas para sentirse o no felices. A pesar de todo lo malo que se diga del momento actual, sea o no verdadero,  hay mucha gente en el aquí y el ahora, que sabe ser feliz y muy feliz. Esto me ha estimulado a escribir al respecto.

Hace poco tiempo, a un grupo numeroso de personas en un auditorio le pedí que levantaran la mano (el brazo en realidad) si se declaraban felices. Me pareció que todos levantaron la mano, pero para verificarlo, pedí que se pusieran de pie los “infelices”. Nadie, absolutamente nadie se paró

El 100% de los asistentes se reconocían felices. 




Creo que si hiciéramos este ejercicio en cualquier auditorio de Chile  probablemente el resultado sería el mismo. Los chilenos nos declaramos felices. Pero en público, porque en privado o en círculos más pequeños,  decimos lo que posiblemente sea la dura verdad: que somos “no tan felices e incluso infelices”.
Lo que he observado también es que los felices se muestran poco. Creo que nunca he visto marchas de este tipo. La gente prefiere no decir que es feliz. Como que le da vergüenza mostrarse como felices. Es más propio y frecuente ver los no felices por algo. Estos se expresan a cada rato, por cualquier rincón del país y multitudinariamente. 

No se si será por masoquismo, pero cuando se juntan los “no felices”  lloran sus desgracias y rápidamente aparece la larga lista de causas o culpables de sus desdichas: el gobierno, el modelo económico, la dictadura, el mercado, los empresarios, la educación, la mala suerte, el precio del cobre, el lucro de la educación, los políticos, el sueldo mínimo, la centralización, la colusión de las farmacias, la letra chica, las Isapres y AFP´s la contaminación, la selección de fútbol, Obama, el rey de España, o la economía griega. Siempre debe haber un culpable o una causa culpable. Por cierto nunca lo es quien ven todos los días en el espejo. 

Afortunadamente estos “infelices” tienen el derecho por cierto a llegar a ser felices. Sin embargo la inmensa mayoría, por no decir todos, creen que esto ocurrirá cuando sucedan eventos salvadores tales como: se ganen el Kino, cambie el gobierno, se reemplace el modelo económico, se nacionalicen las riquezas naturales, la educación sea gratuita,  Chile sea finalista en el mundial de Brasil, no se construyan represas, el sueldo mínimo iguale  al ético, etc., etc. O cuando logre expectativas personales como: cuando me titule, cuando haga ese esperado viaje, cuando tenga mi propia casa, cuando nazca mi hijo, cuando me case, cuando consiga ese empleo, cuando sea mayor de edad, cuando me asciendan, cuando salga de Dicom, etc. etc.

Lo que pueden no saber los infelices y que saben los felices,  es que la ansiada felicidad no está es desear cosas o logros como metas o objetivos finales. La felicidad no está al final del recorrido como la olla de oro al final del arcoíris. La felicidad para los felices es en rigor un estado emocional independiente de lo que pase fuera de cada cual. Está dentro de uno y gran parte de la capacidad de ser feliz pasa por un cambio de actitud, por tener una mirada y un comportamiento diferente, una sensibilidad frente a lo importante y sobre todo darse cuenta que las cosas que más felices hacen a los seres humanos no están a la venta. ¡¡Son gratis!!
Es gratis un amanecer, una puesta de sol, una playa con gaviotas, la sonrisa de los padres por nuestra visita, un encuentro entre amigos, un abrazo de año nuevo, una palabra de apoyo, soplar las velas de una torta. Felicidad es el camino que se recorre día a día con la mirada atenta, con una sonrisa en el rostro y los brazos abiertos. 

Si puede ver el mundo así, sentirlo y vivirlo, tiene la membrecía del club de clase mundial de los humanos que son felices. Y siendo así, se termina siendo adicto a la felicidad y se crea un círculo virtuoso.
Sin duda la felicidad es el camino, digo yo (bueno…también lo dijo Buda hace 2.500 años). 

Un upgrade al Viejito Pascual



Debo reconocer que por muchos años estuve medio atorado con el icónico Viejito Pascual. Mi relación con él ha sido una mezcla de afecto y resentimiento que no he logrado superar totalmente. El drama comenzó la noche de un 24 de diciembre cuando yo tendría unos 7 años. Me levanté al baño y al mirar hacia el living veo una figura imposible de no reconocer. Era el mismísimo Viejo Pascual que en ese momento ponía un regalito a los pies del árbol de Navidad. Por la impresión, casi me orino antes de llegar a destino.  Me quedé en el baño un rato antes de volver a mi pieza y  cuando lo hacía, veo por la puerta semi abierta del dormitorio de mis padres, que el  Pascuero se metía a la cama de mi mamá, sin su tradicional traje rojo. Confieso que a esa edad fue traumatizante conocer al Viejito Pascual en vivo, en directo y a poto pelado.  Desde esa época, mi vínculo con él ha sido bastante ambigua. De amor y resentimiento. Incluso, para demostrarle mi desencanto, dejé de mandarle cartas en diciembre.

Y ahora, en esta tribuna de In Situ quiero liberarme un poco refiriéndome a otros aspectos de su quehacer que me parecen debe mejorar. Lo primero, es que no me gusta mucho el carácter monopólico que tiene de la entrega de regalos a los niños más pequeños. Así él se lleva todos los méritos.

Este es un pituto que se consiguió con una muy antigua amistad que se supone de origen divino. Pero esto no es lo censurable sino que este delivery no incluya regalos para los niños más grandes. Este segmento de la familia pasó a ser responsabilidad de los papás.  Si bien esto es razonable y hasta lógico, porque los niños mayores ya no están ni ahí con el Viejo Pascuero, ni menos con el tipo de juguetes básicos que regala y que se comenta son de manufacturación propia. En efecto, sería un propio equipo de duendes, gnomos y enanos, especializados en juguetes artesanales. Sería un grupo divertido, alegre,  bueno para cantar, bailar y reírse, pero como fabricantes de juguetes y para estos tiempos, no dan el ancho.  Hoy, como se sabe, ya los niños de tres años son adictos tecnológicos. Pero el Viejito insiste con los enanitos verdes. La historia cuenta que su mejor invento del siglo pasado fue el caballito. Era una cabeza de caballo y un palo simulando al cuerpo de la bestia. Después de muchos años, hizo una gran innovación. Le puso una ruedita al final del palo.

Que duda acabe, Santa Claus debe reinventarse. Podría dejar a los enanitos solo para la fanfarria nostálgica y reinventarse. Por ejemplo hacerse importador y cambiar el surtido  para entrar definitivamente en la era tecnológica. Ya debiera estar pensando en renos robóticos por ejemplo, para re encantar a sus clientes cautivos. 

Desde luego que ésta no es una vendetta tardía por el affaire que tuvo con mi madre.  Aquello lo olvidé como también las veces que no me trajo nada.  Pero me reconcilié con él y ahora creo que es tiempo que él haga lo propio con sus clientes. Le recomendaría que se avive y se reinvente o un día no muy lejano lo van a reemplazar por una Gift Card.  Digo yo.