martes, abril 21, 2015

LA INCUMBENTE CORRUPCION

Publicado en el Longino de Iquique. edición domingo 12 de abril

Nadie debiera mantenerse indiferente a la luz de los hechos que conocemos diariamente sobre actos corruptos, gente corrupta, intenciones corruptas y otros eventos  de dudosa  transparencia. Ante esto, me pregunto si  el ministro Peñailillo todavía seguirá creyendo que Chile no es un país corrupto.  Creo que a  estas alturas, muchos coinciden con lo que dijo el Contralor General de la República antes de dejar el cargo (no porque haya hecho algo indebido, sino por cumplimiento de su período) en el sentido que la corrupción ya había llegado a Chile.
Es posible que la fatídica corrupción ya haya estado desde antes sembrada-  parafraseando a don Alonso de Ercilla- en esta fértil provincia señalada donde la gente que produce es tan granada, y que solo en las últimas primaveras haya germinado. Es probable también,  que nos estuviéramos haciéndonos los lesos, los sordos o los cortos de vista.
Ahora en cuanto a la magnitud de esta corrupción y los topes de la misma, me pregunto cuál será ese límite, el punto de inflexión, el lugar desde donde se camina por la cornisa. Aquí,  no puedo dejar de mencionar las palabras de un amigo que era fiscalizador de la Contraloría.  El estimaba que recibir de sus fiscalizados ciertas “atenciones” no tenía nada de malo y decía que  “comida y  trago no era coima”. Comió y tomó como rey con cargo al Erario Nacional durante los 35 años que duró su lúcida y exitosa carrera pública. Se retiró con cero cargos de conciencia. Su jefe lo calificó siempre en lista 1 de mérito con el máximo puntaje. Por cierto que muchas veces lo acompañó a sus comidas. 
Frecuentemente pienso que esto de la corrupción generalizada dice relación con los límites. La border line que divide lo ético de lo no ético, lo correcto de lo incorrecto. Un asunto que excede el ámbito de una sola área del quehacer humano. Está en todas las unidades económicas (públicas o privadas), traspasa toda la actividad del hombre en la sociedad. Está de alguna manera instalada en el ADN personal. 
Para chequear de alguna manera si eso es válido, elaboré un test proyectivo que permitiría  detectar precozmente como estamos con la corrupción. Invito a contestarlo y hacerse un autoanálisis. Las preguntas son las siguientes: 1. Estando Ud. en Kinder, recuerda si su mamá le envió por su intermedio un regalito a la tía. 2. Copió o usó torpedo en las pruebas de la Enseñanza Media. 3 Pide siempre la boleta de compraventa. 4. Le ha pedido a algún médico amigo una licencia “ideológicamente falsa”. 5. Compra CD´s pirateados. 6. Ha copiado de Internet algo que luego exhibe como de su autoría. 7. Cuando niño, se quedó alguna vez con el vuelto de la compra del pan. 9. Presentó en el colegio un “falsificativo”. 10. Le tiene firmado a su Nana el nuevo contrato de  trabajo  11. Acepta pequeños regalitos (dulces, chocolates, lápices, etc.) de las personas que atiende.  12. Recibe regalos de sus proveedores para Navidad. 13. Si le dan vuelto en exceso, lo devuelve.   14. Le paga todas las horas extraordinarias trabajadas a sus empleados. 15. Fingió alguna vez un orgasmo.
No hay que asustarse con sus SI o NO , Las respuestas solo marcan tendencias. Determinan el  potencial de corrupción subyacente, algo que cualquier ciudadano éticamente sano lo presenta. Hay que aceptar que todos tenemos techo de vidrio. Cada cual tiene en su vida un cadáver en el armario (o en closet). Algo escondido que se siente avergonzado a exhibir. 

Las preguntas pueden parecer irrelevantes, frente a los pastelitos que se ven en estos días. Pero no es un asunto de cantidad, sino lo que hay detrás. Descubrir si somos corruptos, corruptibles o incorruptos. Yo categóricamente me declaro incorruptible, pero por cierto todo es conversable. Digo yo. 

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