(Publicado en el semanario Iquiquexpress en mayo de 2006)
Afortunadamente, a la luz de las cifras que miden el crecimiento de los países, en Chile estamos más bien que la miéchica. Esto -no lo de la miéchica sino lo del estar bien- no solo lo dicen las autoridades nacionales sino organismos internacionales como el FMI que se dedica entre otras cosas a medirle la temperatura del desarrollo a las naciones del mundo, para luego prestarles plata, previa exigencia de que hagan bien las tareas encomendadas, entre otras, cuidar la democracia, no gastar los billetes en populismos, cumplir los compromisos financieros y manejar el gasto público bajo y controlado.
La tendencia para los años que vienen es alentadora. La economía mundial atraviesa por un período de alto y prolongado crecimiento superando todos los pronósticos especializados. Los gringos del norte están a todo dar, los del Reino Unido siguen bien, aún cuando a tasas más bajas pero mejores que el resto de las economías de Occidente que están pagando la cuenta por el mantenimiento de un Estado de Bienestar de baja calidad y deficitario. Por su parte las naciones que fueron socialistas están aplicando políticas de apertura, de mercado y de baja tributación por lo que se prevé una expansión importante en los próximos años. Los japoneses están en franca recuperación tras una década tirando para la cola. Finalmente ya se sabe que las economías más dinámicas del mundo como China e India están con tasas de crecimiento por sobre el 9% y 7% respectivamente.
Los que siguen como las pelotas y con el subdesarrollo más arriba del paracaídas son muchos países de Africa. En el caso de Latinoamérica sigue el mejoramiento con buenos indicadores en Venezuela, Argentina. Para Chile el FMI pronostica un crecimiento del producto por sobre el 5% para este año y el siguiente, liderando el ranking latinoamericano.
Raya para la suma, en Chile estamos muy bien y el veranito de San Juan está resultando mucho más largo que lo habitual. Como dicen los viejos volantineros del sur: “no te cortís hilito”.
Analizando la razón y la circunstancia por la cual estamos la raja con indicadores de crecimiento súper, concluyo que hay una muy poderosa causa. Para algunos, peligrosamente “la única”, lo que en el mediano y largo plazo nos deja muy vulnerables. El alto precio del cobre. Los más optimistas piensan que hay también otras razones para que estemos ricos y poderosos como son: la capacidad de nuestros empresarios, la eficiencia de la plataforma de las comunicaciones, la experticia en comercio exterior, la estratégica ubicación geográfica frente al Pacífico, y no faltan incluso los que la atribuyen a la visión de futuro que tuvieron los Chicago boys durante el gobierno militar al abrir los mercados.
Puede que si puede que no. Pero lo concreto es que a la fecha hay un componente muy importante que es el precio del metal rojo, el llamado sueldo de Chile.
La chorrera de dólares que ingresa cada día por la venta de cobre es por toneladas. En el Banco Central han tenido que meter los billetes hasta en los baños. Dicen que una semana completa estuvieron los tres ascensores del lado sur del instituto emisor con la mitad de su superficie con unos paquetes muy envueltitos y fajados, eran puros dollars. El público sin saberlo participó de una semana en que la divisa norteamericana subía y bajaba todo el día en sus propias narices.
La relación dólar, cobre y crecimiento económico es muy fuerte, aún cuando si hay exceso de dólares se recienten algunos sectores de la economía, especialmente los exportadores, porque el precio de la moneda baja y el negocio para ellos se va a las pailas como dice nuestra presidenta.
Pero lo que yo quiero comentar es esta sensación, real o ficticia, de sentirse abruptamente rico. Que a uno de repente le digan ¡p´tas que eres rico! Confieso que a mí nunca me lo han dicho por razones económicas. Pero al escuchárselo a un hermano de un país vecino que me dijo: pues mira tú que ricos que son (refiriéndose a Chile por cierto) Quedé marcando ocupado. Seguramente porque soy de la generación del subdesarrollo, un modelito fabricado en la época de los aranceles altos, los productos nacionales de mala calidad, del Estado empresario, benefactor, de la Alianza para el Progreso, el modelito CEPAL, la ALADI, etc., etc,. Siempre fui pobre o mejor dicho nunca me he sentido rico (ni lo he sido).
Pero de repente me doy cuenta que estoy en otro país. Que soy rico mierda ¡huija! Soy del país que más salmones vende en el mundo. Soy ciudadano del país con las reservas de cobre más grandes del mundo y por lo tanto uno de los primeros exportadores de ese metal. Y en ese sector, el de las exportaciones, la fruta, los vinos, la madera, la harina de pescado, los huevos de codorniz, las sustancias Chillán, la baba de caracol, y decenas de productos y servicios más, los vendemos fuera y nos seguimos llenando de monedas duras (no tanto a veces). Y también exportamos “modelitos” como el de las AFP, que aún cuando sea cuestionado por “perverso”, es lo que ha permitido el desarrollo económico.
¿Será cierto esto de que estamos tan ricos? Si y no. Con un precio de más de 3 dólares la libra de cobre los ingresos de la divisa verde son fabulosos. Una proyección de dos años hacía aventurar una cifra superior a los 14 mil millones de dólares. Esa inmensa cantidad de plata nos hace ricos de un día para otro. Nuestra condición de rico o pobre se juega de lunes viernes en la jornada de la mañana en las principales bolsas metaleras del mundo. Personalmente cuando el dólar está por debajo de los 3 dólares la libra me siento pobre y subdesarrollado. Pero cuando desde Londres o New York avisan que estamos sobre los tres dólares, me siento más rico que la cresta. Pero, debo aclarar, que esta percepción de riqueza en meramente virtual, porque sigo lleno de dudas, no me alcanza la plata para hacer todo lo que quisiera, ni para darme los gustitos que ya a estas alturas del partido de mi vida, me los tengo más que merecidos.
Pero esto es como toda moneda. Tiene dos caras. La cara fea es la que muestra a los miles de compatriotas que la pasan mal, que no tienen qué comer, que están sin casa, o que no encuentran oportunidades de trabajo. En ese sentido, cuando aún persisten más de 500 mil chilenos sin empleo y cientos de miles bajo el nivel de pobreza, uno no puede decir sino ¡somos unos pobres de mierda! Digo yo.
1 comentario:
Hola Don Patricio, le atacho un link en donde estamos centralizando a las generaciones del GLORIOSO MANUEL BARROS BORGOÑO
http://mbbchile.foroportal.us
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