viernes, abril 22, 2011

El Aprendiz (II)

(Publicado en la Estrella de Iquique el 17 de abril de 2011)
Para entender esta segunda parte, es necesario haber leído la columna anterior. Consígase el diario del pasado domingo, léalo en la versión electrónica o visite mi blog.
Para aclarar lo de los tics del Aprendiz SPE 11249, diré que los científicos suizos amigos de mi tía Fide creen que son causa de una falla en el proceso de transfusión neuronal del potente lado izquierdo del cerebro de mi parienta. Ella lo vio desvanecerse unos 10 segundos y luego que empezó con las movidas típicas que hasta hoy lo acompañan parecidas a una picazón. Sin embargo mi tía piensa que podría ser una secuela que algunos aprendices mantienen de por vida por la vacuna experimental contra el dengue aplicada cuando los inscribió como voluntarios en Fiji.
La relación del aprendiz y mi tía es similar a la de Aristóteles con Alejandro Magno. Ella le traspasó todo su conocimiento, sabiduría, habilidades, destrezas y filosofía de vida durante 8 meses continuos (el más rápido proceso de aprendizaje en la historia de la Academia). Y esto ocurría las 24 horas del día los 7 días de la semana. Fuera entre las ruinas de la ciudad amurallada de Kaowloom haciendo salvataje indómito, en las prácticas de sobrevivencia extrema en el pantano maldito de Bagunyá o lanzándose en parapente desde la torre Eiffel.
El resultado fue similar al del personaje Kal- El, aquel niño que al llegar del planeta Kripton a la Tierra se convirtió en un superhombre. Un terrícola que cuando se pone la capa roja (también puede ser una casaca roja) se convierte en un SPE (Súper Poderoso Ejemplar). Esta sigla la acuñó mi tía desde ese momento para nominar a los egresados, tal como lo fue el modelo 11249, que hoy podría ser quien está en Chile haciendo un postgrado como CEO nacional.
La Academia le desarrolló todo su potencial. Eso explica memoria extraordinaria, imaginación sin límites y rapidez mental y física (súper velocidad) visión de largo plazo (súper visión), habilidad para descubrir los buenos negocios (súper olfato) capacidad para volar alto, resistencia a los golpes duros y destrezas para enfrentar con éxito terremotos, tsunamis, rescates de mineros, fusiones, saltos al vacío, aterrizajes forzosos y muchas otras situaciones. Un sujeto de mucha acción y muchas acciones (tanto benéficas como bursátiles).
En la Academia le llamaban Cabydam, que representa dos piezas del ajedrez que juntas tienen todo el poder. Así, de la mano de mi tía Fide, lo aprendió todo, desde domesticar al antílope tibetano, montar Yak, tocar el ceníbalo, la ikebana rusa, resolver el cubo de Rubik en 12 movidas, lucha greco romana, poesía filosófica, mil citas y biografías célebres y mucho, mucho más. Algo especial fueron los tips sobre Economía que luego difundió en Harvard. Uno de ellos fue “Cómo ganarse los segundos 100 millones de dólares antes de los 50 años”. Pero por cierto el aprendiz tenía mucho potencial. De hecho, a los 9 años, cambió las reglas del famoso juego de esos años, el  Metrópoli. Reemplazó los billetes por tarjetas. El resto es historia.
Mi tía Fide y el Aprendiz, ¡qué parcito!  Digo yo.

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