miércoles, octubre 31, 2012

Labbé y la divina Providencia


En una elección política siempre hay perdedores y ganadores. Lo raro es que muchas veces los que pierden pueden demostrar que ganaron (o que quedaron…casi iguales) y los que ganaron, en muchos sentidos perdieron. Si son perdedores optimistas dirán que ganaron… experiencia. Y si se trata de un ganador pesimista, podrá pensar que perdió, la cómoda vida familiar, los horarios de trabajo normales, y todas aquellas cosas que podía hacer cuando era un político anónimo.

Que alguien pierda y otro gane es lo esperable. En Iquique, por ejemplo, se sabía que habría un solo ganador. Era obvio, sólo un cargo había que llenar. Los ciudadanos pudieron elegir este domingo entre dos guisos: Pollo o Choro (conocido aquí en el norte también como Loco). Los demás participantes eran arroz graneado. Sólo acompañamiento. Partieron como looser y terminaron igual. Solo calificaban para profecía autocumplida.

Ahora bien, si usted pertenece al grupo de los ingenuos y bien pensados, seguro se preguntará ¿y para que se presentan entonces? La respuesta es obvia también: para ganar horas de vuelo y acumular millaje, para posicionar sus nombres en la memoria colectiva, para practicar oratoria, perderle el miedo a los flashes a los micrófonos y a las multitudes. También para practicar “mentiras piadosas”, perder plata, en fin, para múltiples propósitos, muchos de ellos a veces inconfesables o incomprensibles.

Pero no todos los candidatos tienen un viaje placentero. Uno que lo pasó muy mal durante todo el viaje fue el edil Cristian Labbé de la comuna de Providencia que además tuvo un aterrizaje fatal No captó nunca las señales de turbulencias ni leyó el aviso de ajustarse el cinturón, tampoco oyó las voces de la torre de control que le venían diciendo desde hacía rato que en este viaje el horno no estaba para bollos. Y así no más fue. Labbé no la vio venir (la derrota).

A mi juicio, su explicación del fracaso apunta a una causa equivocada. Le echa la culpa a un error comunicacional por no difundir bien lo que hizo: la gestión. Dice no haber controlado la variable comunicaciones, dedicándose solo a gestionar bien, lo que hasta le valió premios internacionales. Y eso no fue malo para los providencianos, por el contrario, un municipio moderno se mide por su gestión en beneficio de sus ciudadanos. Pero lo que no sabía Labbé, es que hacía más de 20 años que un tal Goleman ya había dicho que para ser exitoso no bastaba saber y hacer bien las cosas (capacidad + un alto CI) sino que fundamentalmente, había que tener destrezas sociales, habilidades comunicacionales y principalmente saber escuchar. La llamó Inteligencia Emocional (IE). Esta inteligencia es la que no tuvo Labbé y fue la culpable de su segundo retiro, por  su incapacidad para relacionarse con los seres humanos. Tiene sentido, pudo haber sido esto. Pero a mi me tinca más que fue obra de la Divina Providencia. Digo yo.

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