En la mitología griega, Pandora fue la
primera mujer creada por orden de Zeus para introducir los males en la vida de
los hombres. La dejó a cargo de una caja pidiéndole que no la abriera pues si
lo hacía se escaparían las desgracias de
la humanidad. En la Biblia, también se puede advertir el rol de otra mujer, la
pecadora y pizpireta Eva y su truco de
la manzana, a quien se le cargan todos los males hasta nuestros días.
Y a propósito de esto, en Chile se puede hacer una relación de aquella
Pandora y la señora Compagnone, la que sin quererlo, destapó “ingenuamente” la Caja
y permitió la fuga masiva de múltiples males, como la corrupción, el fraude al
fisco, el tráfico de influencias, las ganancias especulativas, etc.
Sin tener predisposición contra las mujeres,
desde hace algún tiempo vengo advirtiendo que por estos lados del continente,
las damas que dirigen las naciones ABC (Argentina,
Brasil y Chile) han sido golpeadas por
la inefable corrupción en sus gobiernos. Una palabra que rima con corrosión,
irrupción y erosión. Una cacofonía de naturaleza
perversa que rompe procesos, sistemas y procedimientos construidos para servir
dentro de la sociedad. Yo reconozco que
suelo darme cuenta cuando algo huele mal sea esto en Dinamarca, en un Municipio
o en un partido político. Hacía tiempo que veía señales poco claras. Fue muy
sospechoso por ejemplo, gastar tanta plata en campañas políticas y tan extensas
y que después no votara más de un tercio del electorado.
Pero volviendo al ABC latino, gastar tanto
tiempo en atender la situación de corrupción instalada, distrae a las chicas de
su labor gubernamental. No pueden hacerlo
con tranquilidad. No pueden dedicarse a tantas cosas que exigen su atención y
decisión. Tan pronto cierran parcialmente la puerta de un caso “raro”, al día
siguiente aparecen boletas ideológicamente falsas emitidas por personajes recién
confesados en la misa dominical. Ya no hay en quien confiar, ni menos en los parientes.
Por eso, creo que Michelle, Cristina y Dilma
no deben estar durmiendo bien en estos
corruptos tiempos. Al menor descuido, alguno de sus más cercanos colaboradores sale
con su domingo siete y le quiebra todo el andamiaje. Por cierto que hay una
gran diferencia en este ABC. De las tres presidentas, la nuestra no aparece directamente vinculada a episodios
corruptos. Solo ha tenido problemas con un
miembro indirecto, posiblemente una persona,
que “nuera” lo que hubiere querido para su querubín. Doña K en cambio, tiene
un quilombo grande con su enriquecimiento personal y denuncias por centenas. Y
qué decir de Dilma, la garota que dicen que estando en el directorio de Petrobras,
metió más goles que Pelé en los tiempos que era el rey del fútbol.
Claro que la situación de cada país del ABC
es diferente. El nivel de corrupción en Chile es irrelevante. Y esto se explica
porque los empresarios que engañan, se coluden o defraudan al Fisco son
muchísimo menos que en Argentina y Brasil,
y por montos infinitamente menores. Y la razón es obvia, tenemos poca población
(proporcionalmente menos gente metida) y porque nuestra Economía es muy pequeña
comparativamente con la de ellos. Si fuéramos 80 millones de habitantes y la Economía
alcanzara a solo un 20% de la de Brasil, podríamos ser muchísimo más eficaces
en esto de la corrupción. Por eso lo nuestro es destacable. Robar mucho en un
país chico y pobre no es fácil. Hay que tener muchos contactos, ser amigo de
políticos, de empresarios y especialmente tener parientes en cargos relevantes.
Pero ya nos recuperaremos de estos males,
porque tal como ocurrió con la caja de Pandora, al fondo quedó la esperanza y la
esperanza es lo que nunca se pierde. Que así sea. Digo yo.
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