Publicado en marzo de 2016
Puro Chile es tu cielo azulado y amarillas tus carreteras también, si
todos los conductores de vehículos se tuvieran que bajar del auto en un mismo momento
por alguna buena o mala razón. Sería como una gran mancha amarilla en las vía
concesionadas o no de todo el país.
Sin duda que lo del chaleco reflectante ha resultado muy sui
generis por decirlo de algún modo. No está claro si el motivo tuvo un propósito
preventivo o fue un acto distractivo del
gobierno que no ha estado muy acertado en esto de legislar bien y a la primera.
Lo cierto es que está pasando algo raro con la disposición sobre el
uso del chaleco reflectante. Desde el 1 de enero de 2016 la norma es obligatoria y establece que en todos los
vehículos se deberá portar un chaleco especial, con el propósito de disminuir
los accidentes de tránsito y atropellos de los conductores cuando descienden de
los autos. Pero no es cualquier descenso ni cualquier pasajero.
En principio la norma parece sensata, práctica y preventiva.
Sin embargo si se analiza un poco más tanto la operatividad como su eficacia, tiene fallas de aplicación. Personalmente me he formulado un conjunto de
preguntas que a mi entender la autoridad debe aclarar pues hay confusión. Formulo
aquí algunas:
La obligación es portar el chaleco en el vehículo. Pero no en
cualquier parte sino donde el conductor pueda tomarlo y desde esa posición supuestamente
sentado y obviamente con el cinturón de seguridad puesto, “enchalecarse” antes de bajar. No puede, mejor dicho no debe, bajarse sin el chaleco o intentar ponérselo fuera del auto, sería severamente sancionado.
Lo traumático que puede ser esto de ponerse el chaleco estando sentado, atrapado por el cinturón de seguridad, en un espacio relativamente
pequeño y sin considerar que el sujeto pudiera
estar además excedido en kilos, es complejo. Y sobre todo si debe bajarse rápido
por una emergencia. Esto funcionaría, solo si el conductor viajara ya enchalecado. Ahí se apreciaría la eficacia.
Por otro lado, la obligación solo la tiene el
conductor. Si el que se baja es el acompañante este lo puede hacer por la
derecha y sin chaleco. Salvo que insista en bajarse por el lado del chofer, lo
que sería raro. Pero lo puede hacer, siempre que lo haga con el chaleco puesto lo que no deja
de ser algo a lo menos exótico. Una vez colocada la indumentaria, puede salir por donde quiera. Incluso
por una ventana si quiere.
En realidad, durante una emergencia, cuando
deben bajar rápidamente todos los pasajeros, estos salen por donde puedan. Pero
se genera un problema con la norma en cuestión, el último en hacerlo debe ser el conductor a
causa de que debería primero soltarse el cinturón de seguridad, luego sacar de
la bolsa el chaleco y finalmente ponerse el chaleco amarillo pato radiante.
Si el propósito del chaleco es evitar atropellos de peatones
en la carretera -y me imagino que por extensión en las calles en general- lo lógico sería que siempre que haya peatones
caminando por las vías, estos debieran andar con los chalecos amarillos puestos.
Esto sería especialmente válido para las peregrinaciones religiosas (la Tirana,
Lo Vásquez, Yumbel, etc.) donde transitan juntos muchos vehículos y miles de devotos
y pecadores. Para estos casos debiera exigirse el uso de la casaquilla amarilla.
Creo que no solo la fe puede salvar al humano, sino que también los chalecos amarillos
reflectantes. Algo similar para los partidos de fútbol de alta convocatoria.
Tanto para el acceso a los estadios como a la salida de los partidos, todos los que transiten
por las calles, deberían usar el chaleco de marras. Y para las celebraciones en la
Plaza Italia en Santiago la misma cosa. Todos los que llegan allí y se vayan caminando,
debieran usar el chaleco.
Puede haber
excepciones. Y aplicarse el sentido común también, como cuando un conductor en plena carretera debe bajarse del vehículo para hacer un pipí urgente. No debiera importar si lo hace con o sin chaleco. Digo yo.
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