Publicada en febrero de 2016
Pido disculpas por el uso tan descarado, expresivo y
coprolálico del título de la columna, lo que a muchos podría molestar. No
obstante, la comunidad estará de acuerdo conmigo en que en estos tiempos y
circunstancias, toda nuestra tradicional cultura (recuerdo aquí que fuimos
llamados los ingleses de Sudamérica, no porque habláramos el idioma de
Shakespeare, sino por ser educaditos, ordenados, socialmente correctos, organizados,
bien hablados y hasta cultos) pero eso ya fue hace bastantes años. Quedó en el
pasado y en el olvido.
En la actualidad, la cosa es diametralmente opuesta y
en particular en el idioma hablado, aun cuando el escrito va por las mismas. Hoy, casi todo está permitido en el mundo de
la comunicación humana hablada. El “sin censura” ya es un hábito comunicacional
y hasta en circunstancias formales, el público, los asistentes, la audiencia
pide -casi exige- salirse del protocolo y empezar a hablar indecorosamente.
Yo no peco de cartucho y me considero adaptado al
mundo moderno y sus formas de manifestarse, por lo cual he aceptado que el garabato
se tomó los escenarios. La televisión ha ayudado mucho a su difusión y aquella triple
misión bautismal que tuvo cuanto se creó, me parece hoy tan ingenua que da hasta
risa recordarla: “informar, educar y entretener”.
No obstante este lenguaje sin censura, tenía una cara
con dos chapas. Había también –lo que me parecía bastante sospechoso- mucha
gente que no decía ni poto. Había sin duda una doble chapa por lo que no se
mostraba al chileno tal cual era. Si alguien se daba un martillazo en un dedo lo
esperable es que expresara el inevitable ¡chucha! Por ello, hoy a lo menos nos hemos sincerado. Concluyo entonces que el garabato ya es un
asunto transversal, público, sin distinción de género, multicultural, viral, aceptado
y hasta divertido según el contexto.
Puntualmente respecto de “las mierdas del título”,
las quiero sugerir como una necesaria y buena expresión para iniciar este año
que según el calendario chino está regido desde el domingo pasado por el Mono.
El propósito es, según lo explicaré, que nos vaya bien y no como la Mona.
La idea es repetir el mierda, mierda, mierda, como un mantra. La historia cuenta que antiguamente en París, sólo podían
permitirse ir al teatro las personas de la clase aristocrática pudiente, que lo hacían en coches tirados por caballos. Entonces, si en la puerta del teatro había gran
cantidad de "mierda", significaba que el teatro estaría lleno, lo que era sinónimo
de mucho éxito. Por eso la gente del
espectáculo, especialmente cuando se hace la presentación de estreno, los actores
suelen decir antes del inicio, este especial mantra. Es como una cábala para que todo salga bien. Hay
algunas derivadas como darse algunos agarrones de poto también. Todo por cierto, con el
propósito de tener suerte con lo que viene. Es una cábala para la buena suerte.
Por eso, quiero hacer una proposición a la
ciudadanía, a los chilenos de todo el territorio nacional (incluyendo los
extranjeros residentes), que para un momento preciso de un día de esta semana –
sugiero el viernes a las 24 horas, repetir al unísono, mierda, mierda, mierda. La
idea es que este año nos vaya muy, pero muy bien. Porque, para que lo vamos a negar, el 2015 es
y será por mucho tiempo, un año para olvidar. Nunca en tan poco tiempo se
habían cometido tantos desaciertos gubernamentales. Algo inexplicable para un mandato que se
cumple en su segunda versión. Estoy por creer aquello de que segundas partes
nunca son buenas.
Por eso, los presidenciables Piñera y Lagos debieran
pensarlo dos veces antes de tirarse el salto. Podría ser un salto al vacío. Riesgoso,
difícil y con altas posibilidades de irse a la mierda. Digo yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario