miércoles, agosto 18, 2010

La huella de la Vaca


(Publicado en la Estrella de Iquique el domingo 15 de agosto de 2010)
No comentaré un libro titulado “La Vaca” pero recomiendo leerlo.
No, en esta oportunidad a la vaca la usaré para culparla por ser uno de los animales más contaminadores del planeta. Si algo hay que hacer por ayudar a la Tierra, pensemos en las vacas.
Como se sabe, el planeta está muy caliente por el efecto invernadero y los culpables están identificados. Son las grandes industrias de los países desarrollados. Nosotros recién estamos haciendo la previa como emergentes, pero podríamos ser desarrollados el 2018. Ahí tendremos la membresía del selecto club con licencia para destruir el planeta. Un poquito que sea. Espero que no ocurra, porque pienso que jamás seremos una potencia industrial. Yo veo a Chile más por el lado del offshoring de servicios, exportando inteligencia.
Nuestra forma de vida deja una huella y es el resultado del auto que tenemos, la gasolina que usamos, la decisión de tomar colectivo o andar en bicicleta, de ir a comprar el pan en un todo terreno o hacerlo caminando y también de lo que comemos. Estos comportamientos dejan una marca. Se llama la huella de carbono. Es como la estela de humo de los tubos de escape. Mientras caminamos plácidos por la vida vamos echando gases desde niños. Entre más modernos y más ricos seamos, más gases emitimos. Hay datos duros que aseguran que la gente rica tira más gases que los pobres a la atmósfera. Especialmente porque come más carne de vaca.
La media mundial de esta huella es de 5 toneladas de CO2 por persona al año. Estados Unidos está sobre 20 y Chile en el promedio mundial. Los expertos dicen que lo óptimo es llegar a 2 per cápita para asegurar que el aumento de la temperatura media del planeta no supere los 2 grados Celsius, evitando las consecuencias más graves del cambio climático.
Argentina nos duplica y no solo porque tenga una actividad industrial mucho más amplia y diversificada que la nuestra, sino porque ese país está lleno de vacas. En efecto, las vacas son uno de los mayores emisores de CO2 debido a los gases y flatulencias que producen al digerir el pasto en sus múltiples estómagos. Como consecuencia, la carne de vacuno es el alimento más contaminante del planeta.
Nuestra misión como ciudadanos civilizados y concientes debiera ser reducir la huella de carbono sacando la carne de nuestras mesas. Podríamos partir por suprimir esa institución nacional del asado. No es el carbón de la parrilla el contaminante principal, sino ese trozo de carne proveniente de vacas poco recatadas que lanzaron al aire miles de kilogramos de gases CO2 mientras pastaban plácidas e inconcientes del daño que hacían.
Hay que dejar de comer carne de vacuno. Se que me odiarán los dueños de carnicerías, de las parrilladas, de los supermercados y sus ofertas de hamburguesas, los Mac Donalds o los vendedores de anticuchos. Y no es todo, también eliminaría de la dieta, las lentejas, los porotos y todos aquellos alimentos cuyo proceso digestivo favorezca la emisión de gases, más aún si son incontrolables y perturbadores. Colaboremos con el planeta, no seamos tan vacas. Digo yo.

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