El célebre científico naturalista inglés Charles Darwin, está súper de moda. Sus teorías están siendo revisadas, analizadas e incluso cuestionadas en múltiples foros internacionales. Las razones son variadas y una de ellas es porque se ha advertido que mucho de lo que planteó en sus textos, ha sido mal interpretado por la comunidad científica que analizó sus documentos.
Lo más transcendente ha sido la declaración reciente de la
academia de investigadores, al señalar que los humanos no somos descendientes del
mono. En efecto, se ha comprobado que el célebre inglés jamás dijo que el homo sapiens fuera un descendiente del primate.
Lo que habría dicho, es que todas las
especies van evolucionando en otras cada
vez más desarrolladas y se van adaptando a los nuevos escenarios.
Por lo tanto y haciendo raya para la suma, nosotros los humanos del mundo
actual desde el año uno de nuestra categoría de sapiens, no somos otra cosa sino
que monos. Es decir, no somos una derivación de los monos, sino que seguimos
siendo primates con todas las de la ley. Nos vemos probablemente menos peludos
(o peludas), con una corteza cerebral versión 2.0, más paraditos, socialmente menos agresivos a
pesar de las manifestaciones que temporalmente expresamos como guerras,
revoluciones o peleas por territorios, riquezas naturales, rutas comerciales,
creencias en dioses diferentes, colores de la piel, etc., etc. Pero también somos
más ordenados en nuestras formas de vida, inventores de múltiples satisfactores sociales, culturales espirituales,
tecnológicos y un sinfín de maravillas más que nos hacen tener el mejor pasar
de todos los tiempos de la humanidad transcurrida, pero monos al fin de cuentas.
Eventualmente podrían aparecer
– en varios millones de años más- los
verdaderos y genuinos humanos, una categoría total y absolutamente diferente al
hombre –mono actual, que no provenga de nadie que no sea un igual. Es probable por lo tanto que no tenga en su
cerebro ninguna herencia genética de ningún tipo, ni el del reptil ni el de los
mamíferos. Un humano neto, nacido de otro humano.
Para evitar confusiones con la mención del hombre – mono, hay que
aclarar que Tarzán el Hombre Mono, no es el eslabón perdido de la escala
evolutiva, sino un humanoide perdido pero en la selva africana donde vivió por
años de allegado en una manada de monos arriba de los árboles. Este espécimen que convivió desde niño con los
primates no se mezcló y no tuvo pareja conocida
por lo que puede colegirse que en este aspecto le fue como la mona. Y para
colmo era bastante raro porque siempre
lucía muy afeitadito.
Independiente de esto, lo que la investigación nos entrega valida
aquello de que por mucho que el mono o la mona se vista de seda, mona o mono queda.
Digo yo.
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