Publicado en el diario El Longino de Iquique, el domingo 2 de febrero de 2014
Por esas cosas de la vida (el
azar o la metafísica) estando yo muy solito
en mi casa, disfrutando de mi “veranito
de San Juan”, léase una soltería temporal a causa del viaje de mi media naranja a Santiago con el propósito
de hacerse una revisión técnica, cuando
por razones que no es pertinente explicar ahora, llegaron a mi morada,
voluntariamente, sin presiones, sonrientes
y aparentemente cohibidas, tres damas jóvenes
(muchísimo más jóvenes que yo) a toda vista de noble cuna y cultura. Todas, con
muy buenos currículos y maestras las tres en diferentes artes (aclaro este punto
curricular para evitar que mentes perversas se vayan por el lado equivocado) las
que gentilmente accedieron a compartir mi solitaria pero temporal viudez por dos días (¿o fueron tres?).
Sin entrar en detalles
innecesarios que solo podrían confundir, estimular la imaginación y hasta la fantasía
de los lectores, me referiré a este encuentro que podría calificar como del
tercer tipo, pero sin extraterrestres. Voy directo a los concretos hechos y circunstancias
vividas en estos dos (¿tres?) días tan especiales que ni me preocupe del asunto
de la Haya.
Como una vez más este año estoy
comprometido con la verdad, debo reconocer que sí tuve relaciones muy
satisfactorias con las tres chiquillas que durmieron en mi casa. Fueron
encuentros sinceros, íntimos y sin límites.
Para facilitar su comprensión y alcance, las divido en “relaciones emocionales”
y “de los cinco sentidos”.
Las relaciones emocionales con
las referidas chiquillas - todas ellas profesionales, educadas, cultas y muy
pati´perras - fueron muy ricas. Las chicas se fueron abriendo de a poco a
medida que yo escarbaba, profundizaba y
metía el dedo en algunos rincones o lugares ocultos de sus vidas y de un pasado
no lejano. Se emocionaron al recordar circunstancias de la vida (me emocioné
con sus emociones) y con sus experiencias
viajeras. Como las chicas estaban bastante carreteadas en esto de visitar
ciudades y países del mundo, tenían un montón de aventuras y vivencias acumuladas
en sus maletas. Les hablé de mi parienta trota mundo, mi recordada tía Fide y una de ellas incluso leyó el libro que
escribí sobre su verdadera historia. Las segundas relaciones fueron más largas e intensas. Fueron un prologado disfrute con los cinco sentidos: el olfato (la casa estuvo esos 2 ó 3 días perfumada y con olor a limpio; la vista (todo ordenado, la presentación de los platos en la mesa, todo muy profesional,los pisos brillantes y perfumados. La audición (música de Sinatra y Bubblé ) acompañando un buen tinto al momento del disfrute del paladar, las empanadas de horno, hechas con manos de monja, las dobladitas y un rico kuchen de frambuesas. El expertise de estas chicas en asuntos de casa-cocina-hogar era de clase mundial. Respecto del sentido del tacto, tal vez éste fue lo más carente, solo nos abrazamos y besamos en la mejilla tanto cuando llegaron como cuando se fueron. Pudo haber sido mucho más intenso y gozoso , pero para ser mi primera experiencia de relaciones en grupo, creo que estuve muy bien. No sé qué nota me habrán puesto las profes. Pero yo le hice empeño.
En resumen, lo pasé estupendo, comí rico, me regalonearon de lo lindo, nos contamos historias mutuas y nos reímos como locos. Incluso una noche nos reinos tanto que casi nos caímos la cama. Sobre esto, no comentaré nada, porque los caballeros no tienen memoria. Y, qué duda cabe, yo soy un caballero. Digo yo.
2 comentarios:
Creatividad sin límites,ingenio y lo mejor de todo es que es real.
Me gusto mucho leer estas hermosas palabras de dos personas que amo con mi vida mi abuela Gloria y mi madre Denice, ellas que son mis patiperras y que me abandonan cada verano y cada vacaciones de invierno. Entendiendo estas palabras con el relato de mi abuela comprendo lo afortunado que fue en aceptarlas un día que al final fueron entre dos o tres. Esperando que su señora no lo encuentre mas gordito con tanto buffet que le dieron agradezco que le abriera las puertas de su casa para que ellas pudieran recorrer Iquique.
agradecida
Ianice Díaz Nieta de Gloria (mano de monja) y de Denice mi madre.
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