(Publicado en el diario El Longino de Iquique el domingo 26 de enero de 2014)
La
actitud, es a mi entender es el más
poderoso de los combustibles de la acción humana. Es el detonante de todo acto que
nos define como constructores y nos proyecta con sentido de futuro. A su vez, nos
permite ver e interpretar el mundo presente que vivimos y transformarlo para
nuestro beneficio.
Yo
aprendí y entendí lo que era la actitud a los 12 años. Fue en unas de mis
vacaciones de invierno que impajaritablemente pasaba en la casa de mi abuela Clotilde,
una veterana, en esos años, ya con orgullosas 85 primaveras. Ella vivía
con mi tía Adriana, la única hija soltera que “había ido al sacrificio”
quedándose en la casa familiar cuidando a su madre. Vivían en una casona de
calle Lira cerca de la plaza Bogotá en Santiago.
En
esas vacaciones, mi primera y sagrada misión diaria al levantarme, era ir al
dormitorio de mi abuela, despertarla con un beso, abrir las cortinas de la ventana y contestarle
su típica pregunta: ¿cómo está el día Patito?
En
una oportunidad mi respuesta fue un
lacónico: “llueve torrencialmente abuela” . La madre de mi madre, expresó en
ese momento una frase que nunca olvidaría: ¡Qué
bueno…hoy vamos a hacer sopaipillas entonces!
En
ese preciso instante entra al dormitorio mi tía, la que me formula la misma pregunta ¿cómo está
el día Patito? Doy la misma respuesta: “llueve torrencialmente tía” . Y ahí mi
querida tía expresó otra frase que tampoco olvidaría: ¡ Que lata, se va a meter el agua con barro para la cocina”.
¿Cómo
es posible que un mismo evento pueda generar en dos personas pensamientos y
reacciones tan diferentes? Eso es la actitud. Una manifestación del ser humano
que responde de manera positiva, negativa o a veces neutra, frente a estímulos
externos. En el fondo lo que hacemos es interpretar el mundo que nos toca ver o
vivir, de una determinada forma. Como consecuencia, cada persona construye el
mundo que quiere o prefiere vivir. Y esta forma en que reaccionamos se denomina
actitud. Y de la actitud dependemos toda la vida, para ser o no felices.
Esto
ocurre así porque tenemos la posibilidad de ver las cosas, interpretarlas y
sentirlas desde una perspectiva personal
y propia. Cada cual decide como quiere ver el día cuando se levanta. Si decide ponerse
lentes oscuros, su mundo será oscuro. Puede ponerse lentes con cristales de
colores y podrá ver el mundo de colores.
Con
la actitud, lo que hacemos es elegir la manera cómo queremos enfrentar cada minuto de nuestras vidas. Y la
felicidad tiene mucha conexión con esto. Las personas con “buena actitud” son mucho más
felices que los demás porque desarrollan un conjunto de estrategias especiales.
Como
este año 2014 una vez más ando con muy buena actitud y como primera buena
acción del año doy a conocer las estrategias de la actitud que ayudan a las personas a ser mucho más felices: Expresar
gratitud, evitar la comparación social, ser amable, mantener buenas relaciones
interpersonales, perdonar, hacer cosas interesantes, saborear las alegrías de
la vida, comprometerse con objetivos
personales de alto nivel, ser apasionados en lo que se hace, desarrollarse
física y espiritualmente, juntarse con personas positivas, atreverse, no tener
miedo y sacar de la mente todas las creencias erróneas.
Hágame
caso estimado lector y cambie de actitud. ¿Qué importa que entre un poco de agua
y barro a la cocina, si son tan ricas
las sopaipillas en un lluvioso día de invierno? Digo yo.
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