viernes, septiembre 05, 2014

Recetas para la vieja tercera edad

(Publicado en el diario El Longino de Iquique, domingo 15 de junio 2014 )
El tiempo pasa y algunos se van poniendo viejos. Es mi reflexión a días de alcanzar  14 lustros. Maduro, según estos tiempos,  edad en la que uno no se cuece en un solo hervor. Pero ¿viejo yo? Jamás. Hay  que vencer a la mente. Al cerebro nunca hay que dejarlo que piense por sí solo. 
Tengo consciencia que este estado no llegó de  repente, lo viví año tras año, década tras década. Fui notando detallitos: canas, arrugas, fallas en las  “bisagras”,  cliente frecuente del baño,  y otros “males” que los AM (Adultos Mayores) reconocen bien.
Los primeros avisos son los hijos, ¡Qué manera increíble de envejecer rápido los cabros! Van como dando saltos. De la niñez a la pubertad, de ésta a la adultez y al menor descuido,  ya son padres con hijos adolescentes.  Y en el mundo laboral lo mismo. De repente somos el más antiguo de la empresa, no nos incluyen en el equipo de fútbol, ni en los happy hours de los viernes.
Y es cuando también aparecen amigos, parientes, vecinos y el infalible Dr. Oz,  que nos bombardean con recetas, fórmulas y secretos para estar bien,  sanitos y felices.  Para eso, deberíamos comernos todos los días una manzana, por el hierro y un plátano, por el potasio. Beber un vaso de jugo de naranja, por la vitamina C, medio melón para la digestión y  té verde sin azúcar, para prevenir la diabetes. Esto sin considerar los dos litros de agua, para hidratar la piel y mejorar el tránsito del intestino. El drama es que después todo el líquido hay que orinarlo y eso a los AM nos  toma el triple de tiempo que ingerirlos. También una Activia o un yogurt neutro con sabor a nada, para crear defensas y evitar el rush hour intestinal o  el cáncer.  
Imposible no considerar la famosa pastillita Aspirina. Una al día, para el corazón. Y por ningún motivo la otra pastillita famosa, la azulita, la  de la felicidad, porque puede mandarnos cortado. Moriríamos felices, sí, pero igual nos iríamos de este mundo. Y el vasito de vino tinto al día, con más propiedades que Tompkins. Y el de vino blanco para el sistema nervioso. Y el de cerveza para mejorar la cabeza. Y el de chicha cruda con naranja, para los resfríos. Pero  nunca los cuatro brebajes juntos  pues una  colitis volcánica nos tendría viviendo en el baño tres días. Virtualmente nos iríamos a la mierda o en mierda. Lo bueno es que se bajaría de peso.     

Y no olvidar ingerir diariamente Omega 3 y comer semillas, nueces  y pasas para la memoria que si se  pierde, olvidaríamos todo esto y el futuro sería incierto. Y desde luego, comer mucha, pero muchísima fibra, tener unas cuatro a seis comidas diarias y masticar todo muy bien y lentamente.

Y como los dientes tienen que durar hasta que uno muera, nunca, dejar de  lavárselos muy bien después de “cada comida”, es decir  después del yogurt…los dientes, de la manzana…los dientes…del plátano…los dientes,  las nueces…los dientes y así… mientras tenga dientes. También, luchar contra el insomnio. Dormir ocho horas y trabajar ocho. Dejar cinco para comer. Las tres restantes para ver tele (documentales, películas clásicas del oeste, musicales, los tres chiflados, etc.) y  desde luego, caminar por lo menos media hora.
Cuidar las amistades; hay que regarlas a diario como a las plantas. Informarse con un buen diario y algún artículo de revista. Leer un libro al mes y practicar pasatiempos que hagan pensar. Hacerse adicto a los puzles, sudoku, cubo de Rubik, y a todo aquello que expanda las neuronas y aleje del Alzheimer.

Y lo más importante.  Tener sexo todos los días, pero sin caer en la rutina. Ser innovador, creativo y pícaro. Sugiero el sublime sexo tántrico. Pero nunca olvidar que tras cada comida hay que cepillarse bien los dientes. Digo yo.  

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