(Publicado en el diario El Longino de Iquique, domingo 15 de junio 2014 )
El tiempo pasa y algunos se van poniendo
viejos. Es mi reflexión a días de alcanzar 14 lustros. Maduro, según estos tiempos, edad en la que uno no se cuece en un solo
hervor. Pero ¿viejo yo? Jamás. Hay que vencer
a la mente. Al cerebro nunca hay que dejarlo que piense por sí solo.
Tengo consciencia que este estado no
llegó de repente, lo viví año tras año,
década tras década. Fui notando detallitos: canas, arrugas, fallas en las “bisagras”, cliente frecuente del baño, y otros “males” que los AM (Adultos Mayores) reconocen
bien.
Los primeros avisos son los hijos, ¡Qué
manera increíble de envejecer rápido los cabros! Van como dando saltos. De la
niñez a la pubertad, de ésta a la adultez y al menor descuido, ya son padres con hijos adolescentes. Y en el mundo laboral lo mismo. De repente
somos el más antiguo de la empresa, no nos incluyen en el equipo de fútbol, ni en
los happy hours de los viernes.
Y es cuando también aparecen amigos,
parientes, vecinos y el infalible Dr. Oz, que nos bombardean con recetas, fórmulas y secretos
para estar bien, sanitos y felices. Para eso, deberíamos comernos todos los días una
manzana, por el hierro y un plátano, por el potasio. Beber un vaso de jugo de
naranja, por la vitamina C, medio melón para la digestión y té verde sin azúcar, para prevenir la
diabetes. Esto sin considerar los dos litros de agua, para hidratar la piel y
mejorar el tránsito del intestino. El drama es que después todo el líquido hay que
orinarlo y eso a los AM nos toma el
triple de tiempo que ingerirlos. También una Activia o un yogurt neutro con
sabor a nada, para crear defensas y evitar el rush hour intestinal o el cáncer.
Imposible no considerar la famosa pastillita
Aspirina. Una al día, para el corazón. Y por ningún motivo la otra pastillita
famosa, la azulita, la de la felicidad,
porque puede mandarnos cortado. Moriríamos felices, sí, pero igual nos iríamos de
este mundo. Y el vasito de vino tinto al día, con más propiedades que Tompkins.
Y el de vino blanco para el sistema nervioso. Y el de cerveza para mejorar la
cabeza. Y el de chicha cruda con naranja, para los resfríos. Pero nunca los cuatro brebajes juntos pues una colitis volcánica nos tendría viviendo en el
baño tres días. Virtualmente nos iríamos a la mierda o en mierda. Lo bueno es
que se bajaría de peso. Y no olvidar ingerir diariamente Omega 3 y comer semillas, nueces y pasas para la memoria que si se pierde, olvidaríamos todo esto y el futuro sería incierto. Y desde luego, comer mucha, pero muchísima fibra, tener unas cuatro a seis comidas diarias y masticar todo muy bien y lentamente.
Y como los dientes tienen que durar
hasta que uno muera, nunca, dejar de lavárselos muy bien después de “cada comida”,
es decir después del yogurt…los dientes,
de la manzana…los dientes…del plátano…los dientes, las nueces…los dientes y así… mientras tenga
dientes. También, luchar contra el insomnio. Dormir ocho horas y trabajar ocho.
Dejar cinco para comer. Las tres restantes para ver tele (documentales, películas
clásicas del oeste, musicales, los tres chiflados, etc.) y desde luego, caminar por lo menos media hora.
Cuidar las amistades; hay que
regarlas a diario como a las plantas. Informarse con un buen diario y algún artículo
de revista. Leer un libro al mes y practicar pasatiempos que hagan pensar. Hacerse
adicto a los puzles, sudoku, cubo de Rubik, y a todo aquello que expanda las
neuronas y aleje del Alzheimer. Y lo más importante. Tener sexo todos los días, pero sin caer en la rutina. Ser innovador, creativo y pícaro. Sugiero el sublime sexo tántrico. Pero nunca olvidar que tras cada comida hay que cepillarse bien los dientes. Digo yo.
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