(Publicado en La Estrella de Iquique el 16 de mayo de 2010)
Con la globalización, los habitantes del planeta casi sin darnos cuenta hemos estado participando en un curso intensivo de inglés, el idioma elegido para las comunicaciones en la aldea global. La práctica de esta lengua, llegada principalmente desde el mundo de la tecnología, las comunicaciones, los negocios y las ciencias, también se nos metió a los chilenos por todos los vericuetos del diario vivir.
El resultado no es malo. La gran mayoría ya hemos superado el nivel Tarzán Básico I con el que egresamos de la enseñanza media. Ahora, sin mucha dificultad, ya podemos salir del reiterativo bread and butter y pedir algo más sabroso y casi con acento oxfordiano, en el Kentucky Fried Chickens.
Lo bueno es que esta capacitación está siendo impartida de manera subliminal, indolora, sin tests periódicos ni teachers hincha balls. Hemos ido aprendiendo leyendo los diarios, viendo la televisión, usando Internet, pidiendo algún bocadillo en las plazas de comida, comprando equipos electrónicos en los malls, o jugando play station.
El presente hace un mix del idioma nativo con este nuevo Esperanto lo que las nuevas generaciones ya lo han hecho suyo, como algo natural. Es parte de la llamada modernidad,en la cual hay que estar up day en todo momento.
Lo interesante es la forma como se ha ido haciendo el reemplazo a partir del nombre de las cosas. Yo tengo recuerdos que abarcan desde la época en que las insignias se empezaron a llamar pins y las calcomanías stickers, hasta hoy en que los homosexuales son gays, las comidas frías lunchs y las pruebas de TV, cine o radio, castings.
Con la modernidad, murieron los monitos animados y aparecieron los comics. Los posters reemplazaron a los afiches. Los empresarios hacen business, management, downzising, benchmarking, balanced score card, empowerment y muchas veces sin saber exactamente que cresta son estas cosas. Una amiga estaba convencida que había tomado un simple curso de gimnasia, sin saber que en realidad era “aerobic and step”. Las cosas, dichas en otro idioma, nos suenan mucho mejor. ¿O acaso no suena más rico un brunch que un tentempié? Además nos hemos puesto snob.
En nuestra vida diaria sacamos tickets, compramos compacs, comemos sandwichs, vamos al pub, a los affter hours, los save off de las grandes tiendas de los malls y en el caso local, tenemos nuestra propia Free Zone. Y para el fin de semana, jeepeo off road, camping, footing, squash o pint ball.
Los cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y de paso han mejorado nuestro aspecto. Las damas dejaron hace año de usan medias, sino panties y nosotros cambiamos los calzoncillos, por slips o boxer. Y como hay que prepararse, los masters están de moda y los Ph.D muy apreciados (especialmente si son de Harvard) porque la competencia es heavy y quien no esté calificado, difícil es que llegue a ser exitoso si no domina el management profesional para ascender hasta ser el CEO de un holding.
Y en el trabajo de oficina, los papers, el brainstorming, el benchmarking, el downsigzing, el head hunter o el balance score card. En los colegios, la vieja y agresiva “peladilla” da paso al bulling, la lucha en los patios pasó a ser full contac y la huelga puede terminar siendo un sitting. Y en las comunicaciones, partiendo por los mass media, todo es on line, el ya antiguo mail da a paso al Twitter y el PC convencional al IPAD 3G de Apple. El jet set preocupado del liftings, las top-models, los productos light, las apariciones en los show, en los reality y en los spots. Y así nos pasamos haciendo zapping hasta dar con una sitcom atractiva como Friends o un talk show.
Tengo montones de palabras más, algunas muy heavy, incluso dirty words. Los interesados me pueden postear al blog, o hacerme un ring. Face Book no tengo porque no quiero que me ataque un hacker. Bye. bye.
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