jueves, junio 24, 2010

¡Waka Waka!


(Publicado en la Estrella de Iquique el 6 de junio de 2010)

Ya no puedo eludir más el tema, salvo que quiera convertirme en un sujeto atípico y repudiable, por no prestar atención a lo que el mundo tiene en el primer lugar de sus preocupaciones. No es por cierto la crítica situación de la Euro Zona, ni la franja de Gaza o el petróleo derramado en el golfo de México. Esas son menudencias, pequeñeces del diario vivir. La verdadera noticia, la que la lleva ahora y que permanecerá por más de un mes en la cartelera planetaria, es el Campeonato Mundial de Fútbol.
Confieso que había estado eludiendo el tema por varias razones. Una de ellas es porque no soy muy aficionado a este deporte. En verdad esta es una forma de decirlo, un eufemismo para no contar que cuando niño era malito para este juego y que nunca me invitaban por segunda vez. Además porque no leo no escucho ni veo muchas noticias o comentarios de fútbol, salvo ver contados partidos europeos. Tampoco voy a los estadios. Y básicamente, porque pensé que durante las próximas seis semanas habría mucho tiempo para referirse a este peloteo multinacional.
Pero reculé a tiempo al percatarme que le estaba faltando el respeto nada menos que a la FIFA, la institución administradora y dueña de toda la industria del futbol profesional del orbe. Ninguna pelota del mundo se mueve, ni un solo árbitro hace sonar su pito, ni ningún medio publica aviso alguno del evento, sin que la entidad autorice. A ello le agrego un dato no menor, la entidad maneja un negocio que es cinco veces el PIB de nuestro país. Aquí apliqué el sabio consejo: “si el enemigo es más, súmate al enemigo”.
Para evitar opiniones maliciosas, pero especialmente por el peso específico de la Fifa , entré al tema y espero decir algo que pueda ser diferente a lo que miles de periodistas, comentaristas y profesionales afines, no hayan dicho o vayan a decir. Espero que no se note demasiado que de fútbol se muy poco. No creo que le pueda meter goles a nadie, pero seguro que haré más de algún foul.
Para comenzar diré que el campeonato se juega en Sudáfrica y que para llegar hasta allá hay que gastarse, en el caso de los chilenos, a los menos cinco guatones por nuca. Salvo por cierto que se tenga la cuevita de mi amigo Julián que se ganó dos pasajes all inclusive. Otra cosa que también hay que saber, es que todos los partidos se jugarán con una pelota nueva (siempre son nuevas, dirá usted) pero no es eso, sino que se trata de un modelo que por material y características de fabricación, es más resbaladiza, más jabonosa, más loca y díscola. Esto se le ocurrió a la Fifa, obviamente, porque quiere que los scores sean más abultados y que se viva la emoción de los goles. Y tiene lógica, porque ir al continente africano, gastarse una porrada de millones, volar un día completo y después ver partidos que terminen cero a cero, es frustrante. Espero que con estas crónicas mis lectores vayan aprendiendo más de este deporte y sus vericuetos. Por mi parte estoy seguro que finalmente entenderé por qué cuando un jugador le pega a otro una cachetadita, este cae como fulminado por un rayo, es retirado casi en estado catatónico de la cancha, desde donde se levanta en un par de segundos completamente recuperado. Con este mundial sin duda que aprenderemos mucho de fútbol. ¡Waka waka la pirinaca! Digo yo.

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