(Artículo no publicado por la Estrella. No pasó el corte... por ordinario)
No deseo, en medio de estas fiestas, molestar a mis coterráneos, pero me veo obligado a hablar de un pecado bicentenario. Los chilenos somos muy poco previsores y casi nunca tenemos un Plan B para la contingencia. Siempre decimos “después veremos cómo lo arreglamos o, caminando se arregla la carga”.
Hacer un Plan B es un proceso creativo y de la inteligencia. No es azar, ya que debe tener el mismo o mejor resultado y satisfacción que el Plan A que es lo normal. Para entender bien esto, lo primero es saber que el Plan B siempre surge ante una emergencia, una crisis, cuando el Plan A colapsa. Daré un ejemplo que espero sea inolvidable.
Imagínese que a causa de los excesos alimentarios propios de estas gloriosas fechas patrias, incluida la ingesta excesiva de brebajes espirituosos o de fantasía, usted está - tras un ingreso urgente a un baño público- "haciendo sus necesidades". Y digamos también, que son de la clase 2 y en cantidades superiores a su normal promedio kilogramo/día, e incluso con otra consistencia. Explosiva y continua (intermitente tras la fase explosiva). Y justo , justo en ese preciso momento, se da cuenta con horror…que…¡No hay papel! Ha surgido la urgencia, la necesidad imperiosa de implementar un Plan B.
¡Houston, Houston, tenemos un problema! Hay que parir rápidamente una solución. A mí se me ocurren los siguientes planes que deseo compartir:
Plan B1. Sacrificar los calzoncillos. Total, andar a lo gringo unas horas no es grave.
Plan B2. Echarse los calcetines. Con una ventaja adicional pues son dos unidades. Una para la limpieza preliminar y la otra para un aseo prolijo. Si hay agua en el estanque del WC es lo óptimo.
Plan B3. Echar mano a un billete. Debe evaluarse no solo el costo sino también la eficacia. No es lo mismo usar un billete de luca, que de 5,10 ó 20 mil. No solo por el valor monetario, sino por la fabricación. Algunos son de papel y otros de polímeros, por lo tanto, con diferentes propiedades de absorción, adherencia, textura y suavidad.
Plan B4. Idem al anterior pero con un cheque. Por seguridad, extendido a nombre ficticio, nominativo, cruzado y borrado al portador, sin incluir Rut ni teléfono al reverso, con firma ilegible y por 000 pesos.
Plan B5. Lavarse con el agua del estanque. Tiene riesgos por la acrobacia implícita y depende del estado físico.
Plan B6. Similar al anterior pero ejecutado en la zona de lavamanos. Arriesga ser detenido asqueroso y por ofensas a la moral.
Plan B7. Variante de la anterior, aplicando a la zona sucia, el aire caliente del secador de manos. Esta maniobra requiere acrobacias y destrezas mayores. Además, hay una limitación adicional. Seca pero no limpia.
Como podrá apreciar estimado lector, usted puede imaginarse muchos otros planes B, todo depende de su creatividad.
Lo que me interesa que todos hayan quedado capacitados o a lo menos orientados en el diseño de Planes de Contingencia. Debo aclarar eso sí, que el ejemplo usado es válido solo para varones. Las damas son mucho más precavidas y jamás se verían expuestas a un bochorno similar. En sus carteras suelen haber artilugios para resolver cualquier emergencia. Digo yo.
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