viernes, febrero 22, 2013

El lado bueno de Pinochet

Hace poco más de 3 años, la prensa local  me publicó este artículo y que causó gran connotación pública. Hoy me permito reeditarlo.      
    Es probable que nunca vaya a haber consenso sobre Pinochet. Pasarán miles de metros cúbicos de agua bajo los puentes y todo seguirá igual. Los que vivimos su época estaremos divididos entre los que le amaron y los que le odiaron.
Sin embargo, creo que para tener una opinión objetiva de cualquier sujeto, es indispensable considerar el punto de vista según sea la vereda desde la cual se mire. Y para tenerlo en la mira sin distorsiones, hay que haber estado en su tiempo, en su espacio y en sus circunstancias.
Este relato no es una apología a Pinochet. Sólo quiero hacer justicia a su memoria. En esta perspectiva, puedo asegurar que a pesar de lo que se diga, Pinochet tenía su lado bueno.
Me siento calificado para decirlo y es la primera vez que lo confieso. Pasé varios años de mi vida muy vinculado a él y por cierto afectado por sus decisiones, muchas veces injustas. Fue una persona muy decisiva e influyente durante parte importante de mi existencia.

Cuando con amigos de la época nos juntamos, la mayoría revive las imágenes que muestran al Pinochet autoritario, abusivo, sarcástico, indolente, dictador y cruel. Y esa imagen es la que predomina. Sin embargo, les aseguro que tenía su lado bueno.

Reconozco que era autoritario, mesiánico y dictatorial. Un emperador romano de la época dorada del imperio. Un semi dios al yo le tenía mucho miedo y cuando me preguntaba algo, me tiritaba la pera, me transpiraban las manos, me saltaba la guata, quedaba mudo, tartamudo y sin ninguna reserva de neuronas que vinieran en mi auxilio para hilvanar una respuesta sensata. No podía contestarle y un par de veces confieso que "se me corrieron los meados". Y el se reía. Lo disfrutaba cruelmente. Te metía el dedo en la herida hasta el fondo. Una respuesta equivocada y ¡cagaste te mandó saludos! Caías en la lista de los rojos (el rojo sangre le apasionaba). Te transformabas en su enemigo y te declaraba la guerra. A partir de ese momento eras un “comunacho” y quedabas plenamente identificado. En verdad era un gallo perverso y muy re vaca. Pero tenía su lado bueno.

Muchos -si hubieran podido - habrían asesinado a Pinochet. Ganas no les faltaban y los voluntarios sobraban. Algunos sugerían un atentado o algo así. Pero las posibilidades eran mínimas. En el territorio de su dominio, no se movía ni una hoja sin que él lo supiera. Una legión de esbirros le cuenteaba en la oreja (siempre en la derecha) todo lo que quería saber. Era siniestro para sus cosas. Pero tenía su lado bueno.
El perfil de Pinochet también incluía una personalidad muy exigente. No aceptaba errores. Y tolerancia cero a la desobediencia. Permanentemente te estaba calificando, evaluando, midiendo, poniendo nota de lo que hacías. Y sus decisiones eran invariables. Jamás las cambiaba. Ni medio punto, ni una milésima. ¡Viejo jodido este Pinochet. Lo odiábamos. Pero tenía su lado bueno.

Y lo bueno de Pinochet era precisamente la exigencia. No aceptaba la mediocridad. Nos obligaba a luchar por lo mejor. A mirar el futuro nuestro y el de la patria con mentalidad ganadora. Nos amaba a su manera y lo demostraba exigiéndonos al máximo. Quería que fuéramos chilenos de primera.

Venía seguido a Iquique.Yo lo acompañaba a Zofri. Compraba montones de cosas. La mayoría eran regalos “para sus chiquillos”. En el fondo nos quería mucho a su manera.
Después de cumplir 30 años de profesor en el liceo, alcanzó el cargo de director y una lapicera de oro. Se lo merecía don Pedro Pinochet Ramírez, mi viejo y querido profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica.

Cuando Pinochet murió, varios de sus alumnos fuimos a su despedida. Pero también llegó un lote grande a proferirle los últimos merecidos garabatos porque según ellos, les amargó parte de sus vidas. Es entendible, ellos nunca conocieron ni comprendieron su lado bueno. Pinochet, descansa en Paz.

martes, febrero 05, 2013

El chicle de caca


Tengo un amigo que usa una expresión a mi juicio muy certera, muy gráfica, pero a la vez muy asquerosa. Me refiero por cierto a la frase que titula esta crónica: el chicle de caca.

Y el asunto me interesa no solo por la singularidad de la expresión, lo "exótico" del saborizante  o la constitución de este chicle, sino por los efectos  que produce en los seres humanos masticar esta singular “golosina”.

Mi amigo cree –y así he empezado también yo a coincidir- que por la vida cotidiana  circula un conjunto no despreciable de seres humanos que sus rostros reflejan desagrado, molestia, rabia contra el mundo, reclamo intrínseco, odio parido e incluso  hasta mal aliento pues de su boca no salen sino puras nauseabundas palabras, pésimas ideas, reclamos persistentes y escupitajos lingüísticos en forma de coprolalias repulsivas.  Eso es muy visible.  Representan una forma singular de andar por el mundo enojados  in extremus  por cualquier cosa que ocurra (en el mundo) o les ocurra (en su mundo) .  Están en la categoría de sujetos de “radiador  chico”, entiéndase que " se calientan muy rápido” y  que sus caras reflejan aquello pues jamás se les verá ni con una falsa sonrisa. Expresión del rostro que pendula entre “como comiendo limón o como tomándose una cerveza caliente (la cerveza) . 

La parte buena de la noticia es que los chicles de caca no están en el mercado, no se fabrican ni en China y que su principal mérito podría ser que se trata de un emprendimiento personal propio de cada país.  Es de autofabricación para su uso y goce.
Información calificada asegura también que probablemente sea uno de los emprendimiento humanos más antiguos.  Se presume además, que el hombre fabricó los chicles de caca para dar salida, libre expresión a estados emocionales de rabia, molestia, negativismo, odiosidades, hinchamiento de gónadas, reclamaciones múltiples, refunfuñamientos, pateos de perras, emputecimientos y otras malas ondas de similar y perversa naturaleza. Y lo peor, es que esto habría estado presente ya en los homos sapiens en las mismísimas e inhóspitas  cavernas del período jurásico.  

La mala noticia es que masticar chicles de caca es un pésimo hábito y para peor, adictivo y heredable. En cuanto al sabor, dicen que el chicle de caca es amargo, con aroma  ligeramente cítrico y con reminiscencias de ácido sulfúrico.  Y por lo mismo, tendría en general un insoportable olor a mierda. En cuanto a su constitución, en general sería pastoso, de consistencia gelatinosa, color parduzco y que habría variedad de texturas,  olores, aromas y sabores.  Pero independientemente de lo constitutivo,  el efecto es invariable. Pone de mal genio a las personas, les hace andar siempre enojados, negativos, molestos, criticando sin aportar nada y reclamando permanentemente sin encontrar nada bueno. En pocas palabras, conectados siempre al polo negativo de la batería. (Esto me recuerda a algunos políticos, doy como ejemplo a Andrade, el presidente del PS y a nuestra joyita local, el diputado barba- rojo).  Andan siempre como masticando el chicle de caca.         

Si usted ha tenido la buena suerte de no encontrarse nunca con masticadores de chicle de caca, dese con una piedra en los pechos, porque ya son legiones. Si quiere echarles un vistazo, métase en alguna red social  y lea lo que la gente opina. Allí podrá empezar a “cacharlos”. Son los que jamás dicen algo positivo, nunca agradecen  nada, nunca dan ideas positivas, siempre mostrando rencores, resentimientos sociales, hablando mal de los demás,  etc., etc. En verdad son unas verdaderas plastas que no aportan nada constructivo. Andan por la vida con su coprofagia. No hay salud, digo yo.

Los Cien años del sostén



Yo sostengo que la Revolución Francesa es a la Libertad, como el sostén es a la opresión.  Esto lo digo con motivo de los 100 años de vida que cumplió el sostén el año 2012, indumentaria femenina por excelencia que a través de la historia ha tenido detractores y defensores. Una lucha sórdida  por conciliar, entre otras variables, la necesidad práctica, la moda y la sensualidad femenina.  
El asunto comenzó con la muy deseada liberación. El tirano,  duro, inflexible y opresor corsé,  que si bien es cierto no apuntaba solo a contrarrestar y a la vez desafiar a Newton  intentando impedir a toda costa que los cuerpos menores fueran atraídos por la Tierra, tenía el loable propósito de contribuir a  mejorar la figura femenina, acentuando sus sensuales sinuosidades y vericuetos.  
Pasar del  corsé al sostén fue un atrevido acto revolucionario.  Tanto como lo  ocurrido en los  años del hippismo y la época de la revolución de las flores, cuando las féminas  se sacaban sus sostenes, los enarbolaban  y los lanzaban al aire como expresión de más libertad. De esta manera,  los pechos al descubierto han expresado de manera visible el principio universal de la libertad. Por eso es que también sostengo (valga la redundancia), que  el sostén y la Revolución Francesa se conectan  mediante un denominador común que es la libertad. El clásico cuadro  “La Libertad guiando al pueblo”  de Eugene Delacroix, muestra a una mujer con los pechos al aire conduciendo al pueblo francés hacia la libertad. Jamás podría haberse logrado el mismo efecto con una mujer con los pechos atrapados en un sostén. ¿Qué mejor testimonio de libertad que  mostrar libremente  los senos?
Pese a todo, el mundo femenino, en su gran mayoría, ha cedido estos espacios de libertad y los 100 años de opresión que cumple el sostén, así lo demuestran. Pero la historia en rigor  es más que centenaria. Hay una narración de un poeta latino que en una de sus obras se refiere al “strophium”, variante  del actual sostén usado por las cortesanas de la antigua Roma. Era  un trozo de lino que se cruzaba sobre el busto. El poeta lo definía  como "trampa de la que ningún hombre puede escapar. Cebo que reenciende la llama del amor". Una variante sensual del adminículo que estuvo de centenario cumpleaños.
Por otra parte, el brassiere (en francés suena más sexy) , símbolo de feminidad por excelencia, es una compleja obra de ingeniería, cuya construcción   no solo comprende más de una docena de piezas ensambladas a la perfección sino que también, debe garantizar que  sirve de soporte calificado, seguro y funcional, ante diferentes desafíos al que se le somete. Sean éstos una contienda deportiva, una riña o un tórrido encuentro entre amantes furibundos.
El sostén, forma parte de un conjunto de ropa que los hombres valoramos inmensamente: la lencería. Junto a los sostenes clásicos en blanco, negro o color piel aparece la nueva lencería colorida, con flores y estampas. También a través de los años, el diseño, material y funcionalidad ha cambiado para mejor. Desde los 70 el soutien (sigo con el francés)  es más ligero, menos constrictivo, más desafiante, más pequeño, incluso con detalles prácticos, como el broche al frente (variante funcional de las madres que amamantan, detallito  muy apreciado por  los varones con poca o nula motricidad fina). Así el hedonismo y el culto al cuerpo, a la exacerbación de la sexualidad, van promoviendo cada vez más  el boom por la lingerie  y aparecen el encaje, el tul y los bordados. Ya desde los 90 el corpiño (suena poco sensual en el habla hispánica) adquiere una dimensión fashion, con franjas de encaje, colores vibrantes, aros y copas reforzadas.   
En moda y gustos hay para todos. A algunas mujeres les gusta mostrar el busto para lo cual un buen sostén es indispensable. A otras a ocultarlo. Pero algo irrumpió en los últimos 15 años que le puso un plus (más bien dos) a este asunto del sostén. La llegada de la silicona. 
La silicona ayudó a la transformación de un accesorio principalmente práctico en un objeto de seducción, revolucionando la industria. La antigua expresión  “más contento que homosexual con senos” quedó fuera de contexto. Con solo 120 ml de silicona el asunto está resuelto por partida doble. Y también si se tiene pechuga en exceso,  la cirugía aporta lo suyo. Newton y su famosa ley de gravedad, no tenía idea que un polímero inerte le iba a boicotear su famosa teoría.
De lo expuesto podría llegar a varias conclusiones:
1. Que mujer con senos al aire simboliza  libertad.
2. Que mujer con los senos en sostén sugiere opresión.
3. Que el sostén moderno es el que tiene 100 años, pero que la opresión viene desde mucho antes. 
4. Que es una pieza vital en la lencería femenina  y un adminículo de seducción incomparable.
5. Que a la mayoría de los hombres les gusta  ver a las mujeres en, con o sin sostén.
6. Que igual que en los contratos de seguros hay deducibles que aplicar (peso específico de la glándula mamaria, resistencia a la gravedad, diámetro,  edad de la sostenedora,  tumefacción del pezón,  certificación de origen (si  venía de cuna o es un constructo de la ingeniería, etc.)
7. Que en la intimidad a los hombres les gusta tanto sacárselo como ponérselo a sus parejas.
En mi caso, no soy regodeón, pero en una encrucijada así, prefiero ponérselo. Digo yo.

lunes, febrero 04, 2013

Aulas virtuales

"No creo que aprendan de mi charla. Quizás algo los estimule, pero estoy seguro de que olvidarán la mayor parte", dice Roger Schank al comienzo de su presentación. No será lo único que llame la atención entre quienes lo escuchan. Más tarde dirá que leer El Quijote es una idea ridícula, que en clases de Historia sólo se enseña lo que a cada país le conviene y que las pruebas de selección múltiple "son algo muy estúpido".
Interesante invitado se consiguió Inacap para promocionar sus instituciones de todo Chile  para reforzar su lema "aprender haciendo". El académico tiene sus méritos, ha sido profesor de las universiades Stanford, Yale y Northwestern. Ahora trabaja en la idea de dejar las escuelas físicas y potenciar las comunidades en línea, donde los profesores  cumplan el rol de asesores virtuales. 
De las cosas que dijo me llamaron la atención  las premisas del aprendizaje eficaz, esto es bajo el supuesto que se aprende más: si se hace de  forma voluntaria, cuando existe interés por las materias, cuando se acepta el fracaso como parte del proceso, y finalmente si el contenido se considera entretenido.  Ninguna de estas caracteríticas está presente en el sistema actual.  Desde luego,  porque en los establecimientos hay nulas opciones de elegir los ramos que se prefieran, porque las metas son impuestas y porque hay un constante miedo al fracaso. Entre otras cosas.
Me gusta en algo la idea, especialmente en lo que dice relación a que  el rol de  los profesores  se entienda como la de un mentor y no como una persona que dicta cátedras. Un facilitador para conectarte con los que verdaderamente saben. Por ejemplo, si te interesan las misiones espaciales, ¿por qué no conectarte y pedirle a un investigador de la Nasa que te ayude?    
La pregunta del millón: ¿como  evitar que el ser humano, una entidad definitivamente social, pierda el contacto con sus semejantes?  Dice Schank que hay muchas otras actividades para el contacto. No necesariamente el proceso de aprender sería un método para asegurar el contacto humano.  A lo mejor tiene razón este gringo especialista en ciencias  cognitivas con su teoría disociadora.  Digo yo.