martes, febrero 05, 2013

Los Cien años del sostén



Yo sostengo que la Revolución Francesa es a la Libertad, como el sostén es a la opresión.  Esto lo digo con motivo de los 100 años de vida que cumplió el sostén el año 2012, indumentaria femenina por excelencia que a través de la historia ha tenido detractores y defensores. Una lucha sórdida  por conciliar, entre otras variables, la necesidad práctica, la moda y la sensualidad femenina.  
El asunto comenzó con la muy deseada liberación. El tirano,  duro, inflexible y opresor corsé,  que si bien es cierto no apuntaba solo a contrarrestar y a la vez desafiar a Newton  intentando impedir a toda costa que los cuerpos menores fueran atraídos por la Tierra, tenía el loable propósito de contribuir a  mejorar la figura femenina, acentuando sus sensuales sinuosidades y vericuetos.  
Pasar del  corsé al sostén fue un atrevido acto revolucionario.  Tanto como lo  ocurrido en los  años del hippismo y la época de la revolución de las flores, cuando las féminas  se sacaban sus sostenes, los enarbolaban  y los lanzaban al aire como expresión de más libertad. De esta manera,  los pechos al descubierto han expresado de manera visible el principio universal de la libertad. Por eso es que también sostengo (valga la redundancia), que  el sostén y la Revolución Francesa se conectan  mediante un denominador común que es la libertad. El clásico cuadro  “La Libertad guiando al pueblo”  de Eugene Delacroix, muestra a una mujer con los pechos al aire conduciendo al pueblo francés hacia la libertad. Jamás podría haberse logrado el mismo efecto con una mujer con los pechos atrapados en un sostén. ¿Qué mejor testimonio de libertad que  mostrar libremente  los senos?
Pese a todo, el mundo femenino, en su gran mayoría, ha cedido estos espacios de libertad y los 100 años de opresión que cumple el sostén, así lo demuestran. Pero la historia en rigor  es más que centenaria. Hay una narración de un poeta latino que en una de sus obras se refiere al “strophium”, variante  del actual sostén usado por las cortesanas de la antigua Roma. Era  un trozo de lino que se cruzaba sobre el busto. El poeta lo definía  como "trampa de la que ningún hombre puede escapar. Cebo que reenciende la llama del amor". Una variante sensual del adminículo que estuvo de centenario cumpleaños.
Por otra parte, el brassiere (en francés suena más sexy) , símbolo de feminidad por excelencia, es una compleja obra de ingeniería, cuya construcción   no solo comprende más de una docena de piezas ensambladas a la perfección sino que también, debe garantizar que  sirve de soporte calificado, seguro y funcional, ante diferentes desafíos al que se le somete. Sean éstos una contienda deportiva, una riña o un tórrido encuentro entre amantes furibundos.
El sostén, forma parte de un conjunto de ropa que los hombres valoramos inmensamente: la lencería. Junto a los sostenes clásicos en blanco, negro o color piel aparece la nueva lencería colorida, con flores y estampas. También a través de los años, el diseño, material y funcionalidad ha cambiado para mejor. Desde los 70 el soutien (sigo con el francés)  es más ligero, menos constrictivo, más desafiante, más pequeño, incluso con detalles prácticos, como el broche al frente (variante funcional de las madres que amamantan, detallito  muy apreciado por  los varones con poca o nula motricidad fina). Así el hedonismo y el culto al cuerpo, a la exacerbación de la sexualidad, van promoviendo cada vez más  el boom por la lingerie  y aparecen el encaje, el tul y los bordados. Ya desde los 90 el corpiño (suena poco sensual en el habla hispánica) adquiere una dimensión fashion, con franjas de encaje, colores vibrantes, aros y copas reforzadas.   
En moda y gustos hay para todos. A algunas mujeres les gusta mostrar el busto para lo cual un buen sostén es indispensable. A otras a ocultarlo. Pero algo irrumpió en los últimos 15 años que le puso un plus (más bien dos) a este asunto del sostén. La llegada de la silicona. 
La silicona ayudó a la transformación de un accesorio principalmente práctico en un objeto de seducción, revolucionando la industria. La antigua expresión  “más contento que homosexual con senos” quedó fuera de contexto. Con solo 120 ml de silicona el asunto está resuelto por partida doble. Y también si se tiene pechuga en exceso,  la cirugía aporta lo suyo. Newton y su famosa ley de gravedad, no tenía idea que un polímero inerte le iba a boicotear su famosa teoría.
De lo expuesto podría llegar a varias conclusiones:
1. Que mujer con senos al aire simboliza  libertad.
2. Que mujer con los senos en sostén sugiere opresión.
3. Que el sostén moderno es el que tiene 100 años, pero que la opresión viene desde mucho antes. 
4. Que es una pieza vital en la lencería femenina  y un adminículo de seducción incomparable.
5. Que a la mayoría de los hombres les gusta  ver a las mujeres en, con o sin sostén.
6. Que igual que en los contratos de seguros hay deducibles que aplicar (peso específico de la glándula mamaria, resistencia a la gravedad, diámetro,  edad de la sostenedora,  tumefacción del pezón,  certificación de origen (si  venía de cuna o es un constructo de la ingeniería, etc.)
7. Que en la intimidad a los hombres les gusta tanto sacárselo como ponérselo a sus parejas.
En mi caso, no soy regodeón, pero en una encrucijada así, prefiero ponérselo. Digo yo.

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