sábado, octubre 26, 2013

Hay minas y minas



(Publicado en la revista de la Asociación de Industriales  de Iquique, edición de septiembre de 2013)

Chile,  qué duda cabe,  es un país de minas.  Y de buenas minas. Yo diría que de minas top que han permitido a los chilenos a pasarlo súper bien, para que  vamos a negarlo.  Eso se sabe en el mundo entero. Tenemos las  mejores minas del  mundo. Y afortunadamente también de todo tipo. O sea además de guenas minas, le tenimos variedad. Algunas son cerradas,  a rajo abierto, subterráneas, viejas,  en plena juventud, en proyecto, en declinación,  en fin, toda una amplia variedad para regodearnos.
Confieso que personalmente no he sido muy conocedor de minas,  ni menos un experto. A lo más un pirquinero en mi juventud. Pero me gustan mucho aún cuando desde mi adolescencia les tengo si no miedo,  a lo menos respeto.  Tuve varias oportunidad de conocer  y conectarme con algunas de  Copiapó,  Antofagasta y por cierto  en esta región de Tarapacá.
Lo que yo sé, es  que hay minas que son muy ricas, de buena ley algunas y que han estado dándole y dándole duro estos últimos años  para que los chilenos la pasemos  bien,  seamos felices y estemos sonrientes. Porque en verdad es eso lo que finalmente nos producen las minas chilenas,  una vida mejor, más  alegre, más dichosa. Y por qué no decirlo,  a  los suertudos chilenos las  minas  nos llevan al clímax de la felicidad cada día.
Por eso no deberíamos olvidarlas nunca, ya que en rigor somos mina-dependientes totales. Porque  verdaderamente ellas son las que nos traen el sueldo a la casa.  Y aunque no todas son minas de oro, cada minita  tiene su lado bueno.
Los que vivimos en esta parte del país somos unos privilegiados, poseemos  una concentración de minas increíbles. Tenemos  un índice  de minas por habitante envidiable en el mundo entero. Los chilenos del norte (población adulta entre 20 y 40 años) debe tener yo creo,  unas  tres minas per cápita a lo menos. Con este dato a la vista un amigo me preguntó ¿Y cuáles serían las minas que me corresponden? ¿Serán de buena ley? ¿Estarán muy carreteadas? No hay salud.
Otra cosa es que cada mina tiene sus propias particularidades. Algunas son profundas, silenciosas, abiertas, acogedoras, lúgubres,  brillantes, fuertes, ruidosas, inacabables. Y capaces de despertar en los chilenos sentimientos de la más diversa naturaleza: amor, cariño, pasión, miedo, soledad, recogimiento, llanto, alegría, angustias.

Aunque estar siempre con las minas dándole y dándole es cansador, nadie quiere cambiar de oficio. En Chile estamos felices y muy agradecidos con las minas que Dios nos puso a  nuestra explotación uso y goce.  Seguramente él quería que los chilenos la pasáramos bien y por muchos años. A pesar  de eso - no pretendo oponerme al mandato divino – pero  no me parece muy bien que estemos tantos años explotando a las minas y dispuestos a sacarles el jugo hasta que  mueran.  Parecemos verdaderos y  vulgares … mejor no lo digo. Pero me incomoda este verdadero proxenetismo minero. Ayer les dimos duro a la blanquita,  hoy a la cobriza y cuando ya no las tengamos en edad de producir dejaremos  a nuestras minas abandonadas. Que malos machos que somos. Digo yo.     

 

No hay comentarios.: