lunes, abril 22, 2019

¿Curriculum o ridículum?



Por razones profesionales, estas dos últimas semanas he leído, revisado y analizado más de doscientos currículos del tipo vitae, esto es, que relatan los hechos de la vida laboral preferentemente de un sujeto (o sujeta).  Después de esto, pienso que estoy calificado para auto declararme temporalmente experto en currículos. Un especialista para ver debajo del agua en estos pequeños extractos de vida, sacando de estos testimonios - poco verificables - lo que es verdadero, exagerado o simplemente inventado.   Me podría declarar experto en esto de leer entrelíneas y extraer de estos resúmenes vitales lo que es verdadero, lo que es exagerado y lo que es una mera manifestación del deseo de haber hecho lo que nunca se hizo.

Los  CV son parte de la vida qué duda cabe. Lo interesante es descubrir si esa parte que contamos en estos resúmenes de nuestras existencias le pueden resultar interesante o sorprendente a un futuro empleador, de tal forma que no dude un minuto en contratarnos de por vida con el mejor sueldo del vilipendiado mercado.
La gente ha ido aprendiendo cómo hacer mejor sus curricula (en latín plural de curriculum, aún cuando suele usarse curriculums).  Lamentablemente se ha preocupado más de lo formal en circunstancias que lo importante es otra cosa.  Desde hace ya unos 15 años,  al futuro empleador no desea saber exclusivamente qué sabe hacer o qué ha hecho el postulante, sino cómo lo ha hecho y principalmente cómo se ha manejado a sí mismo y con los demás.  Y el asunto tiene lógica, porque lo que generará productividad en la empresa será no solamente lo que el candidato sabe (porque si no lo sabe se le puede enseñar) sino  que principalmente por sus capacidades para manejar el “ser y el sentir”.

Es sabido que hasta el mejor proyecto empresarial puede fracasar no por razones financieras, de mercado u otras, sino por causa de las personas que lo realizan. Y esas razones no son del know how, sino de comportamiento. Los elementos intangibles son los que generan más productividad, agregan valor al trabajo y brindan satisfacción. O sea, que además de hacerlo bien y lograr los resultados esperados, las personas lo disfrutan.  Es decir, se alcanza el deseable ganar-ganar. Gana la empresa, gana el trabajador, gana la sociedad.

En el nuevo CV quien busca empleo debe consignar además de lo hecho (no solo el nombre de la empresa, depto. o sección) su real aporte al área donde trabajó, realizaciones destacadas, etc. sino que entregar antecedentes que lo perfilen como un ser humano completo. Debe mencionar aficiones, lecturas, hobbies, prácticas de deportes, integración a entidades, es decir, mostrarse como un ser dentro de la sociedad familiar, laboral y comunitaria. 

Un tipo que muestre que  solo se ha dedicado a trabajar, aún cuando lo haya hecho muy bien, no es un gran aporte. Personalmente no lo recomiendo en primer lugar.  Prefiero al que sin saber tanto (lo puedo mejorar y enseñarle conocimientos y entregarle competencias) pero que tiene motivaciones, creatividad, audacia, simpatía, respeto por los demás, buenas relaciones interpersonales, potencial de desarrollo y con orientación al éxito.  Una persona que exprese felicidad y la irradie. 
Esos curriculums de muchas páginas con una relación cronológica interminable solo de cosas hechas me parecen  ridiculums. 

No hay comentarios.: