El pegamento escolar “silicona líquida” - hace
pocos meses prohibida su venta por ser
mortal para la salud - fue retirado de la lista de útiles escolares.
Este evento, por extensión, me hizo pensar hasta
cuándo seguirán existiendo las famosas y caras listas escolares (ahora se
empiezan a promocionar en diciembre para evitar las aglomeraciones de marzo y
para aprovechar precios con descuentos). Me suena a cuento chino.
Revisando las cantidades y lo que piden, estas
“listas”, me parece que son muy “estúpidas” (perdonando el oxímoron), son caras, excesivas y con muchos ítems innecesarios. Y lo peor, creo, con muy poco control sobre su real uso. Se exige por
cada estudiante de la enseñanza parvularia, básica y media en todo colegio de
Chile. Y esta exigencia que se nos hace creer
que incidirá en que nuestros educandos puedan desempeñarse adecuada y eficazmente en el aula y llegar a
ser la generación de recambio con ciudadanos instruidos y competentes para vivir
en una sociedad moderna, competitiva y pujante como la nuestra, con membrecía
en la OCDE.
Es decir hay una conexión directa entre "lista completa y exito académico". La lista de útiles estaría directamente
relacionada con el éxito escolar, la
bullada calidad educacional, la excelencia académica y el desarrollo nacional. Así las cosas, nadie es tan insensato como
para oponerse al altruista propósito de pedir las listas escolares. ¿Para qué
arriesgarse a volver a ser un país tercermundista?
Cumplir con el sagrado deber de presentar la
lista escolar completa, oportunamente, sin
errores, cambios u omisiones de ningún tipo (cantidad, calidad, marca o
proveedor) puede ser un factor clave y a la vez un dato duro que permite a los padres
y apoderados tener una buena aproximación de cómo le va a ir a su pupilo, en el
año escolar. La no presentación oportuna y completa, puede ser una muy mala señal.
El alumno aprenderá de chiquitito lo que es el bulling, y que en este caso se iniciará en el propio colegio, pasando
por el profesor jefe, el encargado del área técnica, el CEO y hasta el mismísimo sostenedor. Un
estudiante que no ha cumplido con el deber de presentarse con su lista de
útiles completa y oportuna, es lo peor de lo peor. Un paria, un renegado, un inconsciente.
Casi un saboteador. Y para colmo, la lista
no tiene deducibles, interpretaciones, cambios, ni letra chica. Es clara, larga
y cara.
Como los ricos se cuidan solos y con los
pobres apechuga papá Fisco, el dramón está
en el colchón del medio, los miles de hogares de clase media y con varios matriculados. Aquí es donde la lista duele.
Y por otro lado,
excusándome por ser tan metiche, me pregunto si alguien controlará la
cantidad increíble de material que se debe juntar en un colegio de esos de miles de alumnos. Solo imagínese un establecimiento con 1. 500 alumnos. Serían 1.500 rollos de papel higiénico, 1.500 resmas de papel oficio, témperas, plumones, etc. etc. multiplicado por 1.500. Es definitivo, me cargan estas listas
tontas. Seguro que alguien se está pasando de listo. Digo yo.
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