Publicado por diario El Longino de Iquique el domingo 23 de marzo de 2014
Está súper
de moda esto de auto fotografiarse. Lo está haciendo mucha gente y en todo el
mundo. Incluso se han sumado a esta
verdadera epidemia personas muy serias,
formales y respetables, algunas que incluso son “las que conducen los destinos del mundo” o parte
de él. En efecto, al más breve descuido protocolar,
Barack Obama, Angela Merkel , o el mismísimo Papa Francisco I, sacan sus propios
móviles , ponen su mejor sonrisa y se hacen un click, con un par de
desconocidos al lado. Y ya nadie se
sorprende.
El año
pasado nació la moda de autorretratarse
y parece que llegó para quedarse
y multiplicarse pues la inventaron los
gringos y estos son muy hábiles descubriendo las virtudes comerciales de las debilidades humanas, en este caso del
insaciable ego, transformándolas en necesidades
críticas, luego en productos, servicios y
marcas. Partieron por ponerle un nombre comercial
- que por supuesto ya está registrado en
todo el mundo – la llamaron selfie .
Un término anglosajón a partir del
prefijo self que se traduciría como “uno mismo”. Las facilidades y la calidad de los teléfonos
móviles con sus cada vez mejores y sofisticadas cámaras fotográficas permitieron
la inmediata masificación. No hay que cargarle
toda la culpa al difunto Steve Job de la epidemia, pero más de alguna
responsabilidad tuvo al crear teléfonos
inteligentes para gente… supuestamente
inteligente.
Lo interesante
de la moda del selfie no es la epidemia ególatra que recorre el mundo, sino lo
que hay detrás del hábito. La pregunta que surge para los compatriotas es ¿se
salió definitivamente del closet el homo sapiens chileno y ahora se muestra cada vez más cómo
es, con sus virtudes y defectos, gustos y preferencias? Si fuera así, bien por ello, porque hasta hace poco nos calificaban de ser bastante acomplejados, vergonzosos, tímidos, que
teníamos una forma lastimera de hablar, que usábamos en exceso los diminutivos
( tecito, cafecito, pancito, empanadita , asadito, …) y que habíamos patentado
el ¡oiga jefe! como la forma habitual de llamar al mozo en
un restorán.
Ser parte de una
selfie posiblemente sea también
el deseo no asumido del hombre chileno versión 2014. Llegar a ser un best seller pero en
versión fotografía, esto es un best seen, el más visto. Esta nueva imagen del chileno
liberado ya está instalada y nos permite hacer a lo menos dos observaciones. La
primera, que también somos ególatras cosa que no sabíamos y lo segundo, que
se ha perdido el sentido del anonimato algo que tantos siglos mantuvimos siendo muchas veces catalogados de acomplejados.
Lo bueno del
selfie para los chilenos es que esto nos puede servir para elevar nuestro ego bueno, ese que nos hace querernos positivamente, auto
valorarnos, sentirnos capaces, perder los miedos, atrevernos, hacernos cargo de
nosotros y escribir y vivir nuestro libreto.
Maslow , en su
famosa pirámide de las necesidades del hombre coloca en la cúspide la autorrealización, la trascendencia. Hacer
las cosas que estimamos necesarias para nosotros mismos y que no son logros materiales.
Satisfacer necesidades que no tienen otro propósito que hacernos sentir muy
bien por nosotros mismos y querernos. Cumplir el sueño, el caprichito de
artista. El selfie nos da esa oportunidad, vivir el minuto de gloria al lado de
un famoso.
Ya estamos
en la OCDE y seremos en esta década -si nada falla- un país del primer mundo.
Hace años nos tildaban de acomplejados, indecisos, irresponsables, informales, mal hablados, sacadores de vuelta, impuntuales y dejados. Había gente, no me van
a creer estimado lector, que
incluso sacaba el Permiso de Circulación…… el último día. Sí, sí, lo hacía. Pero
hemos cambiado y ahora ya nos merecemos
una foto. Aunque sea una selfie, digo yo.
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