Publicado en el diario el Longino de Iquique el domingo 30 de marzo de 2014
En
Chile la historia y la tradición dicen que cuando asume un nuevo gobierno del
tipo “democráticamente elegido”, las relaciones con la oposición en los
primeros meses, son una suerte de luna de miel. Un período de buenas relaciones,
trato cariñoso, amurracos por aquí y por allá, complicidad, lenguaje cuidadoso y
visible respeto mutuo. Un perfecto y tierno primer round del himeneo a pesar de
que cada cual está consciente que duerme con el enemigo. Esas son las reglas.
Rectifico...
eran las reglas. Eso ocurría antes, porque por lo visto y escuchado durante la semana, parece que este break de buenas prácticas,
salió del mercado. Consecuentemente, lo ocurrido puede marcar un antes y un
después de una práctica que tiraba para republicana.
Se
desconocen las razones de lo que ocurrió en el gobierno entrante a causa de lo que
pudo haber dicho alguien del gobierno saliente. Pero lo concreto es que un
vocero no autorizado, el senador PPD y presidente de la colectividad, se salió
de madre y rompió el protocolo tácito del período de luna de miel y literalmente
“quedó la zorra”, si se me permite este alcance zoológico.
Lo
curioso es que esta salida de madre ocurrió cuando los esponsales, parientes e invitados aún estaban con los
disfraces del cotillón y el sabor de la torta en la boca a solo días de la gran
fiesta de acceso al poder. Se abrió el fuego, se sacaron las máscaras, las pelucas
y comenzaron a tirarse los platos. Algo que antes sólo ocurría tras varios
meses de pacífica convivencia.
Lo
peor de todo esto fue lo inesperado, pues no se advertían nubarrones en el
cielo. No había ninguna razón para las amenazas. Llegó de sopetón. Fue como si
un día cualquiera Ud. estuviera en el living de su casa y de repente entrara
una aplanadora o una retroexcavadora. Maquinarias pesadas que no solo extraen material
superficial sino que entierran sus garras metálicas para remover todo desde los
cimientos. En este caso, los cimientos del modelo neoliberal, según se dijo.
De esta forma, prácticamente
de la ceremonia nupcial se pasó a la
guerra y con maquinaria pesada incluida por lo cual y apremiado por las circunstancias, el bisoño ministro del Interior tuvo que poner la cara y el pecho y colocó las cosas
en perspectiva y llamó a sus huestes a aplicar la estrategia del arte de la
guerra de Sun Tzu: ganar sin
pelear.
La
duda que queda es ¿qué habrá querido decir y mayormente lograr, el senador con sus amenazas de tipo chavista?
En
este caso, la declaración de guerra fue abierta, frontal y reaccionó el animal
político en su versión más belicosa. Esto
es curioso pues se sabe y es lo esperable, que siempre la oposición quiera “hincharle
las gónadas” al gobierno de turno, no haciéndole para nada fáciles las cosas. Es la habitual devolución de mano. A todos los
gobiernos les pasa. Solo que siempre se había respetado la luna de miel.
Por
eso un amigo político me asegura que a pesar de que se lucha tanto por llegar
al gobierno, siempre es más fácil ser oposición. Es más entretenido me dice, se
puede ser más irresponsable, no hay que poner la cara por nada ni nadie. Se duerme
tranquilo y sin remordimientos. Se trabaja 5x8 y con un poco de suerte y un buen
contacto, incluso hasta se puede pitutear
en el gobierno enemigo y pasar
piola.
Concluyendo,
creo que no habrá luna de miel. Los votos matrimoniales – no los electorales-
se han enfriado a causa de la calentura del senador. A partir de ahora por un lado
estarán los que quieren defender la obra del gobierno anterior y otros pasarle la
maquinaria pesada para que no quede vestigio. Parece que tras esta bravuconada, se acabó la guerra fría y la cosa se pondrá caliente. Espero que en algún momento se enfríe, llegue la cordura y volvamos a la política de los acuerdos, digo
yo.
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