Publicado por el diario El Longino de Iquique el domingo 16 de marzo de 2014
Durante la vida, los humanos realizamos
miles de cosas. Y la mayoría de ellas,
siguiendo un libreto, una pauta de lo que debemos hacer y decir. Nuestra
libertad en la práctica tiene mucho de ilusión. Generalmente estamos como en
“el teatro de la vida” cumpliendo diversos roles con sus
particularidades, exigencias y
resultados. Hay poca improvisación, siempre hay un plan , un guión como lo
tiene un actor, como lo es la partitura
del músico, el presupuesto del
administrador, el plano del arquitecto, la carta Gantt de un nuevo gobierno o el plan de Sampaoli para ganar en Brasil. Así, el hombre
y en sus diferentes roles, en ese teatro de la vida se encuentra con estrellas,
actores avezados y también principiantes.
Los que son creyentes piensan que el autor del gran guión es un Dios, otros, que el libreto lo escribe un sujeto menor: el
hombre.
Yo creo esto último, el hombre puede
y debe escribir el libreto de la historia que quiere vivir. Es frustrante avanzar
en la vida y descubrir tarde, que si bien ha subido por la escalera de la vida,
ésta estaba apoyada en la pared equivocada. En una pared que no es la suya. Estimo de alta conveniencia que cada
cual se haga cargo de su destino escribiendo el libreto. Me parece fundamental para
sentirnos bien con nosotros mismos y de paso ser felices, escribir y construir el futuro. Sin esperar
que otros nos digan lo que debemos hacer. El mensaje es “escribe tu propia historia”,
aún siendo parte de un libreto mayor, parte
de un gobierno, de una empresa o de un partido político. Lo fundamental es
poner la impronta personal, nuestro estilo y nuestras convicciones, en el lugar
y momento en que estemos.
Esto se relaciona directamente con
un atributo indispensable para estos tiempos: el liderazgo. Requisito fundamental
para lograr que las cosas sucedan. Pero no es el liderazgo básico solo para
conducir personas y formar a otros, sino que principalmente para conducirnos a
nosotros mismos. Este es el primer y
gran aprendizaje, porque nadie puede entregar a los demás algo que no tiene.
Cualquier organización está llena de personas que creen ser líderes. Piensan
que ese atributo les llegó con el decreto de nombramiento o con la firma del contrato.
Tan pronto son investidos, se convencen que
les llegó en forma divina una cuota de liderazgo. Craso y profundo error. El
liderazgo se construye desde nuestro interior. El verdadero liderazgo es
ponerse al servicio de los demás. Como lo hizo Mahatma Gandhi, Martin Luther
King o Jesús el Cristo. Y hasta el ingenuo Forrest Gump, cuando un día
cualquiera se puso a correr y luego vio que miles de personas le seguían. Eso
es liderazgo en su expresión más profunda.
Hoy, con un millar de nuevos jefes, es el momento para
reflexionar sobre el arte de conducir a las personas y cómo hacer de esta
gestión un éxito país. Para lograrlo se
necesita mucho liderazgo. Consecuentemente daré algunos consejos a los jefes-políticos que recién se instalan
en el gobierno y para los desmemoriados que se repiten el plato. La vida
siempre da una segunda oportunidad, alguien lo dijo últimamente. Aquí van algunos
tips del verdadero liderazgo:
“Liderar es la capacidad de influir.
No mande, no obligue, convenza a sus seguidores y hágalos copropietarios de sus ideas. Quite su ego del
medio. A la cima nunca llegará solo. Tome la decisión de creer en los demás.
Nunca mate una idea. El éxito de sus dependientes es su éxito. Desate una
epidemia de entusiasmo. No venda cifras, venda sueños. Trascienda como persona
no como un representante del poder”.
Además de pagar mis impuestos y ser
un buen ciudadano, ésta es mi contribución al nuevo régimen. Ayudemonos entre
todos para que una nueva mayoría sea una buena mayoría. Digo yo.
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