sábado, julio 12, 2014

Y déle con el pescado...otra vez

Publicado por el diario El Longino de Iqujique el domingo 13 de abril de 2014
 
En abril de 1996, un diario local publicó un artículo mío que titulé “Y déle con el pescado”. Revisándolo veo que todo sigue igual. Me permitiré reeditar algunos párrafos de esa crónica.En la citada columna, partía reconociendo que en mi infancia yo asociaba la Semana Santa con pescados y mariscos y que en esa edad odiaba comer  dichas especies. Por ello, me caía muy mal esa santa semana.  Los días previos ya se empezaba a crear el ambiente en lo relativo a los pescados y mariscos. Las noticias  y  titulares de la prensa hablaban del tema del abastecimiento y los precios altos.   
A mí  me fascinaban las noticias cuando éstas hablaban de desabastecimiento. En esos casos mi mamá decidía cambiar el menú. Además, como no nos sobraba la plata –en verdad nos faltaba- durante  las semanas santas de mi niñez me comí las más ricas lentejas, porotos con rienda, tortillas, pejerreyes falsos y tallarines con queso, de toda mi vida.
Con cientos de semanas santas en el cuerpo, concluyo que siempre en estas pías fechas  opera la mano invisible del mercado con una sospechosa  tendencia al alza de los precios. Podría ser un poder fáctico de naturaleza metafísica, pero algo hay.  A nivel terrenal la explicación es más prosaica y lo expresa el proveedor cuando dice:  “es que llegó caro, caserito”.  Es  el mito gastronómico de la Semana Santa. Es milagrosamente sospechoso que siempre los pescados y mariscos estén caros aún cuando haya mucha oferta. Solo un milagro podría hacer bajar los precios, pero eso nunca ocurre. Un dato de última hora, el precio de los limones solo se puede pagar si tiene sueldo de parlamentario. 
Pero siempre hay gente que paga cualquier precio por darse el gustito. Lo más probable es que durante el año no lo haga mucho pero basta que vea el calendario,  para que se le haga agua la boca por comerse un lenguado, una corvina, un ceviche, un mariscal o unas empanaditas de mariscos.   
Esto de comer solo pescados y mariscos  en Semana Santa se debe a una confusión.  Se asocia con algún ritual de tipo religioso y se mal entiende la abstinencia de no comer carne con ingerir solo pescados y mariscos.  Antes, la abstinencia duraba toda la semana, ahora solo se limita al viernes.
Lo que también se está haciendo un hábito, es rematar esta pía y corta semana santa con un buen asado el domingo. Esto hace pensar que lo único que estaría motivando a una mayoría de  los observantes  de esta celebración de la iglesia católica, a una gran excusa para comer  entre viernes, sábado y domingo, pescados, mariscos y carne hasta la saciedad.  Pareciera entonces que estamos en presencia más de una semana gastronómica que de recogimiento espiritual.    
Hay otras alternativas que duda cabe. Me permito ofrecer el siguiente menú.  Entrada: Ensalada de porotitos granados con cebollita finita en cuadrito bien amortiguada (con puerros queda muy bien). Perejil picado, chorrito de aceite de oliva y sal a gusto. Puede agregarle quesito fresco picado en cubos o huevo duro. Segundo: sopa de cebolla con huevo cortado. Le puede añadir  pan frito al momento de servir. Plato de fondo: saltado de verduras con arroz. Aquí usted puede poner toda su imaginación. Porotitos verdes, apio, zanahorias, coliflor, zapallito italiano, repollo, etc. Todo bien picado, sazonado y con la correspondiente salsa de soja. Lo prepara en un sartén de buen fondo sólo unos minutos antes de servir.  Se acompaña con un buen vino blanco heladito  souvignon  frutoso. Postre: fruta natural o helados.
Pero si usted es porfiado e insiste con los frutos del mar, bueno, hágalo. Pero mi pregunta es ¿por qué insistir en comer pescados y mariscos  ese viernes  en particular,  si puede hacerlo los otros 364 días del año? No hay salud, digo yo.

 

No hay comentarios.: