jueves, junio 23, 2016

Errare humanum est
Publicado en Agosto de 2015

Errare humanum est,  expresión en latín que significa literalmente: "Errar es humano". Equivocarse se considera intrínseco a la naturaleza humana, por lo que hay que aceptar los errores y aprender de ellos para evitar que se repitan.
Cito esta expresión porque desde el día miércoles recién pasado un  prestigiado programa de televisión internacional, dio a conocer al mundo un error morrocotudo cometido en Chile con la instalación de su primer puente levadizo. Este “horror de cálculo” como se tituló, nos dejó como chaleco de mono, en circunstancias que los ingenieros y calculistas chilenos tenemos fama por su profesionalismo. De eso dan testimonio las edificaciones que soportan regularmente terremotos de clase mundial, sobre los 8.0 ° Reichter.
La verdad es que no fue error de cálculo ni responsabilidad de los chilenos. La empresa a cargo de la instalación es española y  el puente había sido construido en el extranjero.  Consecuentemente no era un asunto relacionado con construcción sino con instalación.
Si fuera comparable con algo, yo diría que lo que pasó fue una suerte de “cuchufleta”, eso que ocurre en el juego del dominó, cuando alguien coloca una pieza que no corresponde o en la forma correcta.
Aparentemente en el asunto del puente Cau Cau de Valdivia, alguien cometió una indebida cuchufleta y puso la ficha equivocada.  Siendo así no se trata de error de cálculo ingenieril sino “descuido, volada o distracción”. Descarto la mala fe.
Ahora que se advirtió la cuchufleta, no sé cómo podrá seguir el juego. De partida,  a la empresa española a cargo le cortaron el oxígeno y dejará de ser de la partida, valga la analogía. Ya antes había habido una pista a la que ahora se le da cierta importancia. Hubo un topógrafo que trabajó en la obra, que falsificó sus credenciales profesionales, además de que era corto de vista y disléxico.  
La cuchufleta se materializó en enero del 2014, cuando los tableros basculares fueron son puestos erróneamente. Uno de los brazos de puente levadizo se había montado al revés. Nadie aparentemente “con altura de miras”, miró desde arriba como encajaba la pieza. Habría bastado una mirada desde un helicóptero para darse cuenta que la pieza que correspondía poner después del Seis Cinco era Cinco y algo y no el Cuatro Tres, por ejemplo.
Si bien el programa Discovery intentó sugerir primero una falla ingenieril, finalmente se aclara que fue “una torpeza humana”. El error u “horror”   no fue de cálculo, sino de instalación (no leyeron bien el manual) y a la vez se aclara que la empresa a cargo no era chilena sino española. Por cierto que los supervisores  ingenieros y técnicos del MOP eran chilenos y ese serpa otro cuento con final abierto. Noticia en desarrollo como se dice en periodismo.
Y los errores no solo de cálculo, sino también de olfato ocurre también en política. Es lo que le aconteció al gobierno  con el nombramiento del nuevo Contralor de la República.  Se le produjo el efecto Cau Cau pero al revés. La ieza era la correcta pero el cálculo estuvo malo. El Senado rechazó la propuesta. Le faltó un solo voto para lograr pasar el puente. Falló la ingeniería política.
Con la propuesta del Fiscal Nacional el gobierno corrigió sus cálculos, revisó bien fórmulas y algoritmos y le resultó. Fue un éxito de la ingeniería política.

En general,  en política hay tres cálculos que siempre fallan: tiempo, plata y votos. El puente Cau Cau es el ejemplo viviente,    debió inaugurarse en marzo 2014. Costar unos 15 mil millones de pesos (ya está excedido en 17 mil millones).  Y ganarse los votos electorales en un escenario de casi 400.000 habitantes de la región. Esto último a lo mejor ocurre ya que errar es humano pero perdonar es divino. Digo yo. 

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