Errare humanum est
Publicado en Agosto de 2015
Errare humanum
est, expresión en latín que significa
literalmente: "Errar es humano". Equivocarse se considera intrínseco
a la naturaleza humana, por lo que hay que aceptar los errores y aprender de
ellos para evitar que se repitan.
Cito esta expresión porque desde el día miércoles recién
pasado un prestigiado programa de
televisión internacional, dio a conocer al mundo un error morrocotudo cometido
en Chile con la instalación de su primer puente levadizo. Este “horror de
cálculo” como se tituló, nos dejó como chaleco de mono, en circunstancias que
los ingenieros y calculistas chilenos tenemos fama por su profesionalismo. De
eso dan testimonio las edificaciones que soportan regularmente terremotos de
clase mundial, sobre los 8.0 ° Reichter.
La verdad es que no fue error de cálculo ni responsabilidad
de los chilenos. La empresa a cargo de la instalación es española y el puente había sido construido en el
extranjero. Consecuentemente no era un
asunto relacionado con construcción sino con instalación.
Si fuera comparable con algo, yo diría que lo que pasó fue
una suerte de “cuchufleta”, eso que ocurre en el juego del dominó, cuando
alguien coloca una pieza que no corresponde o en la forma correcta.
Aparentemente en el asunto del puente Cau Cau de Valdivia,
alguien cometió una indebida cuchufleta y puso la ficha equivocada. Siendo así no se trata de error de cálculo
ingenieril sino “descuido, volada o distracción”. Descarto la mala fe.
Ahora que se advirtió la cuchufleta, no sé cómo podrá seguir
el juego. De partida, a la empresa
española a cargo le cortaron el oxígeno y dejará de ser de la partida, valga la
analogía. Ya antes había habido una pista a la que ahora se le da cierta
importancia. Hubo un topógrafo que trabajó en la obra, que falsificó sus
credenciales profesionales, además de que era corto de vista y disléxico.
La cuchufleta se materializó en enero del 2014, cuando los
tableros basculares fueron son puestos erróneamente. Uno de los brazos de
puente levadizo se había montado al revés. Nadie aparentemente “con altura de
miras”, miró desde arriba como encajaba la pieza. Habría bastado una mirada
desde un helicóptero para darse cuenta que la pieza que correspondía poner después
del Seis Cinco era Cinco y algo y no el Cuatro Tres, por ejemplo.
Si bien el programa Discovery intentó sugerir primero una
falla ingenieril, finalmente se aclara que fue “una torpeza humana”. El error u
“horror” no fue de cálculo, sino de
instalación (no leyeron bien el manual) y a la vez se aclara que la empresa a
cargo no era chilena sino española. Por cierto que los supervisores ingenieros y técnicos del MOP eran chilenos y
ese serpa otro cuento con final abierto. Noticia en desarrollo como se dice en
periodismo.
Y los errores no solo de cálculo, sino también de olfato
ocurre también en política. Es lo que le aconteció al gobierno con el nombramiento del nuevo Contralor de la
República. Se le produjo el efecto Cau
Cau pero al revés. La ieza era la correcta pero el cálculo estuvo malo. El
Senado rechazó la propuesta. Le faltó un solo voto para lograr pasar el puente.
Falló la ingeniería política.
Con la propuesta del Fiscal Nacional el gobierno corrigió sus
cálculos, revisó bien fórmulas y algoritmos y le resultó. Fue un éxito de la
ingeniería política.
En general, en
política hay tres cálculos que siempre fallan: tiempo, plata y votos. El puente
Cau Cau es el ejemplo viviente, debió inaugurarse en marzo 2014. Costar unos 15
mil millones de pesos (ya está excedido en 17 mil millones). Y ganarse los votos electorales en un
escenario de casi 400.000 habitantes de la región. Esto último a lo mejor
ocurre ya que errar es humano pero perdonar es divino. Digo yo.
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