Publicado en noviembre de 2015
Después de la seguidilla de escándalos de todo tipo
que han ocurridos en Chile en los últimos años,
que se han enfatizado, que son más recurrentes, sorprendentes, diversos
y con génesis en muchos sectores, podríamos concluir que a pesar de todo, seguimos
siendo una sociedad estructurada y ordenadita.
En efecto, existen sectores o mundos con sus
características y particularidades
propias. Así por ejemplo se pude identificar a la clase gobernante, la clase
política, empresarial, el mundo obrero, el
estudiantil, el de las minorías, el del fútbol, etc.
Y me detengo acá, en esto del mundo del fútbol. Y
explicar que en este hay mundos más pequeños. Especies de sub mundos o mundillos, en áreas especializadas
y específicas. Se pueden identificar el mundo de los dirigentes, de los
entrenadores y sus cuerpos técnicos, de los árbitros, de los socios, de las
barras.
Y en el mundo mayor, en un rango de tipo planetario,
está la inefable FIFA, la gran madre o
mundo mayor (casi universal) que chorrea
hacia los mundos más pequeños, sus satélites. Y lo que chorrea, produce o
succiona como hoyo negro del universo, no solo el dinero sino que influencia, presiones, decisiones o malas
prácticas, que pueden ser, desde nominar los principales cargos, hasta
determinar cómo se elige, nomina o decide la contratación del aguatero, del
aseador de camarines, o la marca del pito que se usará en los partidos de
segunda división. Todo, pero
absolutamente todo, es parte de un plan “macabro”
elaborado desde los Alpes suizos. Por el Zar del fútbol.
Lo que deseo precisar acá, es que se trata de una
potencia universal que entre otras cosas cosas, mueve mucho más dinero que el
PIB de varios países del mundo juntos. Y como se sabe, el que pone la plata
pone la música. Así es que hay que bailar con la música que un grupo de
“expertos” (no diría en asuntos de fútbol, sino en negocios a escala mundial).
Y aquí viene la primera gran aclaración: El fútbol dejó hace años en ser un
deporte, es un negocio. El core business es financiero. La práctica del fútbol
es un ítem, casi la excusa. El verdadero negocio son las transmisiones, la publicidad, el merchandising, nominación de sedes,
apuestas, transferencias de jugadores (los corte de cola) , etc.
Eso explica por qué se desee tener cualquier cargo en
esta supra institución que dirige Blater, un semi Dios que tiene mucho más
poder e influencia que el presidente de una nación. Esto es también parte de este
extraño mundo, donde las cosas son ambiguas,
raras, inexplicables, poco transparentes. Y lo único que se puede asegurar es que el objetivo de fondo (no sea ingenuo y vaya a creer que es el desarrollo del deporte)
la razón de ser es “el negocio del fútbol”.
Y nosotros, que ahora hemos crecido en el fútbol (pareciera solo en
su variante deportiva) gracias a la calidad de un puñado de jugadores que ha
logrado niveles mucho mayores al estándar histórico, que se codean con la elite deportiva mundial, gracias
a su esfuerzo y bajo la conducción de
entrenadores como Borgi, Bielsa y Sampaoli, que les empaparon mentalidad
ganadora y profesional, estamos, como selección, ahora bien rankeados.
Sin embargo, cuando me entero de los escandalillos
del pelao Jaddue, me bajan los tiritones de pera. No vaya a ser que más de alguien empiece a especular con que la
Copa América fue arreglada. Que hubo platas negras por debajo de la mesa. Desde
la nominación de la sede, hasta los árbitros de nuestros partidos.
Ahora por causa del Pelao Jaddue todo está bajo sospecha.
Mientras él se pasea fresco y deportivo por
Miami. Coincido con aquello de: “no hay chico que no sea rosquero, guatón que no sea lacho, ni pelao que no sea fresco”. Digo yo.
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