(Publicado en la Estrella de Iquique el 3 de dic. de 2010)
Con suma urgencia ingresó al Congreso el proyecto de reforma educacional “revolucionario” del gobierno. Pero el tema que me interesa no es la ley propiamente tal sino una afirmación recurrente sobre los chilenos en materia educativa: somos analfabetos funcionales. ¿Y qué es esto? Se define como la imposibilidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida.
Una persona analfabeta no sabe leer ni escribir. Un analfabeto funcional si sabe hacerlo, sin embargo no puede resolver tareas simples de la vida cotidiana como llenar un formulario, una solicitud de empleo, leer un artículo en un diario, consultar un diccionario, ni siquiera seguir las instrucciones básicas de cómo preparar una mamadera. Esto a su vez limita su interacción con las TICs, el uso de un PC con procesador de texto, navegar por la web o utilizar un teléfono móvil con pantalla touch.
Ser un chileno analfabeto funcional es muy grave y doloroso. Me resisto a aceptarlo y por eso hoy lo verificaré en complicidad con ustedes, mis lectores. Les solicito su colaboración. Lean concentrados y tranquilos el párrafo siguiente y luego, muy honestamente auto evalúense su nivel de comprensión. Use la nomenclatura L ó N/L (logrado o no logrado).
“La principal falla de la comprensión lectora, proviene de una indefinición del constructo percepción idiomática, contenido aleatorio del texto y asimilación. El humano rechaza las formas semánticas y confusas de la escritura, prefiriendo las expresiones con ideas que no limiten la imaginación y la mente pueda divagar libre y receptiva a los mensajes constructivistas. De esta forma, desde la infancia hasta la pubertad, el ser en formación va estructurando los gráficos que observa y los filtra con los paradigmas propios de la edad, lo que hace que tenga percepciones dicotómicas muchas veces ajenas a su propio entendimiento. Los especialistas – particularmente los daneses – lo llaman la rebeldía de la comprensión, una mezcla ingrata de mutismo e ignorancia semiótica o de la semiología como prefieren llamarla los anglosajones. Se trata entonces de responder al interrogante clásico y a la rigidez ortodoxa de las formas rituales de la escritura y descartar la abstracción del mundo que rodea al niño o al joven. Esto es una buena combinación entre el sujeto que entiende la grafía pero opta por la semántica. Siendo receptivo a la comprensión de lo que lee, se confunde en la triple variable espacio tiempo y contenido. Regresa desde el deadline hasta la patria paternal. Si proviene de una vertiente espiritual (formado en colegio religioso) o de corriente libertaria y especulativa (si estudió en colegio laico) el contexto lo obligará a optar por un clivaje de los formatos cognitivos o preferenciar el lenguaje hablado y no la escritura”.
Hasta aquí la prueba. Evalúese por favor y comuníquemelo por el blog. Si hubiera demasiados N/L, yo intercedería ante el director para que repitiera este mismo artículo los cuatro domingos que restan del año. Es solo para ayudar. Digo yo.
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