domingo, enero 30, 2011

Gatopardismo concertacionista


(Publicado en La Estrella de Iquique el 30 de enero de 2011)
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado"."Esta es una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Estos textos están en “El Gatopardo” novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, best seller póstumo del autor que incluso en 1963 Luchino Visconti la adaptó al cine. En Ciencias Políticas se identifica “el gatopardismo” como el acto reformista y revolucionario que cede o modifica una parte de las estructuras para conservar el todo, sin que nada cambie realmente.
En el momento actual pareciera que eso le está ocurriendo a la Concertación, tras el conjunto variado de reuniones, cónclaves y sesiones de Koan, insight, regresiones, catarsis, meditación trascendental, benchmarking y otras formas más, usadas para descubrir la reason why de sus tres grandes pérdidas: credibilidad, electores y gobierno. Los detractores políticos que no faltan, también les agregan las pérdidas de: plata, humildad, memoria, vergüenza, ideas, etc. Por todo aquello, está decidida a cambiar y volver al mercado con otro producto y una nueva marca.
El presidente del radicalismo, socio minoritario de la Ex Concertación, promueve un cambio “radical” y uno de ellos es el nombre. Propone el de “Opción Democrática” (leí a un bloguero que calificó la iniciativa con menos contenido que cuchuflí de playa). Lo menciono solo porque es época de playas.
Si el cambio de nombre ayuda a salvar el conglomerado, que lo hagan. En Chile la ley permite el cambio de nombre de los ciudadanos. ¿Por qué no podría hacerlo una entidad política? A uno le pueden haber echado los óleos como Pedro y terminar su vida como Hermenegildo. No hay drama, es la misma persona pero conocida con nombres diferentes en etapas diferentes de su vida. Pero hay que reconocer que este cambio es solo de piel, por dentro todo sigue igual. Un cambio de nombre es un mero enchulamiento cosmético, es como un lifting facial, un cambio de cara. Tengo una amiga que se pegó una estirada de somier (en verdad lleva más de dos). Se ve diferente, se siente diferente, pero por dentro es la misma. Simpática, amena, momia, buena para la talla, el garabato y los aperitivos.
La Concertación nació en 1988 y fue bautizada con ese nombre. Ha vivido una valiosa historia que incluso le permitió estar 20 años seguidos en el gobierno. Ahora está intentando reinventarse y una de las propuestas es un cambio de chapa. Lo veo difícil porque siguen estando los mismos, pensando lo mismo y actuando igual que antes. Cuando algunos quisieron cambiar (acuerdo en Educación) empezaron las recriminaciones.
Una vez un señor quiso cambiar su nombre porque no le gustaba. Se llamaba Popó Sánchez y pidió llamarse Popó González. Hay una frase también que algo aporta: la mona aunque se vista de seda, mona queda. No hay salud, en la vida nada cambia, solo se trasforma. Digo yo.

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