Desde que tengo recuerdos, siempre he escuchado decir que los chilenos somos los ingleses de Sudamérica. Durante años he tratado de descifrar la verdad de la milanesa de esta aseveración que para mí es un enigma, pues a mi modesto entender, el calificativo nos queda como poncho ya que no cuadra en lo absoluto con la imagen que veo de mis coterráneos en los que me incluyo por cierto.
Yo me imagino que la causa de esta calificación pudo haber sido una buena impresión que se llevaron algunos ingleses de alcurnia que nos visitaron y que habiendo sido bien tratados, correctamente atendidos y queridos como quieren en Chile al amigo cuando es forastero, divulgaron esto a su regreso mostrándonos al mundo como unos verdaderos caballeros, como los ingleses de esos años. Sin querer queriendo, a la pasada nos dieron una manito para desterrar la imagen fiera y belicosa con que nos retratara desde los inicios, don Alonso de Ercilla y Zúñiga.
Es por este único vericueto por el que veo que pudo haberse hecho una semejanza entre chilenos e ingleses. Ni por el idioma, ni por la puntualidad, ni por el humor, podríamos calificar como british.
Aclaremos esto. Para el idioma inglés somos como el ajo, eso definitivamente quedó claro con el papelón de Louis Jara . Es más, todavía hay egresados de cuarto medio que creen que se escribe “Shakespeare y se pronuncia shekspier porque es verbo irregular”.
Ahora para qué vamos a hablar de puntualidad, menos en Iquique, donde el tiempo es una dimensión desconocida, como en el Macondo de García Márquez. Y el humor inglés del tipo Mr Bean o del fenecido Benny Hill, en verdad a muchos les cuesta que le saque una sonrisa, porque a nosotros parece que nos gusta el chiste obvio, directo y ojalá con una buena chuch…perdón , coprolalia, que corone el final. De allí el éxito de Morandé con Compañía, donde la cosa va directa al grano.
Pero no es el humor, la puntualidad ni el idioma inglés lo que me motiva a escribir hoy. Es algo relacionado en todo caso con el idioma nuestro. No digo el Español o la lengua Castellana, sino con el idioma “chileno”.
Chateando hace unos días con unos amigos de Filipinas, me di cuenta que tenían muchas dudas sobre las expresiones del idioma chileno, a pesar de que ellos hablan español como una segunda lengua.
Allí me di cuenta otra vez, que los chilenos somos muy chantas para hablar. Es cosa de ver la televisión, no solo las teleseries o los reality, sino que también a destacadas autoridades. Días pasados el diputado Jorge Burgos le preguntaba a un periodista
¿Tu erís de qué canal? Erís, erís ¿qué mierda es esto señor tribuno de la patria, hacedor de las leyes que nos harán grandes como nación?
Cómo explicarle a extranjeros expresiones tan obvias y precisas que a veces su significado “está de cajón”. Aclararles por ejemplo con un lenguaje simple y prístino que estamos en una época de “vacas gordas” de la economía. Y que “la ocasión la pintaban calva” para endeudarse por lo bajas que están las tasas de interés.
Tampoco hay drama en explicar lo de las otras vacas, es decir “las flacas” que ya pasaron, tal como “el apriete del cinturón”. Ahora estábamos viviendo “el mundo de bilz y pap”. Claro que eso no era para todos –hay que explicar- por el contrario, de la buena vida y la poca vergüenza solo disfruta el grupo ABC1, es decir, la parte de la sociedad que en un desposte sería “filete de primer corte”. Pura gente linda, la natita de la sociedad, ese grupito chiquitito que está en el vértice de la pirámide socio económica y no siempre por trabajar mucho, sino por hacer trabajar a muchos y por poca plata. U otros simplemente porque nacieron “con la marraqueta bajo el brazo”, aunque nunca le hayan ganado a nadie. Son los pobres ricos.
El resto, más del 90%, es “lo que se llevó la ola”. Los que lo pasan como el ajo. Cómo no entender esto en el extranjero. Cómo no comprender que el principal exponente es “la señora Juanita”, pobladora, jefe de hogar, con muchos cabros chicos y que “trabaja como china para parar la olla”. Afortunadamente, para ella han renacido las esperanzas y parece que finalmente se abrirán las amplias alamedas, pues siendo época de elecciones los ofertones han llegado tentadores, luminosos y vociferados tanto o más que las liquidaciones de invierno de las casas comerciales.
Los tres candidatos: la señora simpática (como la llamó don Pato Aylwin antes de agüenarse con ella); el sonriente eterno con cámara Polaroid y el multimillonario que quiere navegar por el Mapocho, le han prometido el oro y el moro. Y la señora Juanita que es pobre pero no lesa, se deja querer. A los tres le dice que sí, pero tal como el alcalde de la Pérgola de la Flores, al final hace lo que le conviene más. ¡Tóma cachito de goma!
Yo me imagino que la causa de esta calificación pudo haber sido una buena impresión que se llevaron algunos ingleses de alcurnia que nos visitaron y que habiendo sido bien tratados, correctamente atendidos y queridos como quieren en Chile al amigo cuando es forastero, divulgaron esto a su regreso mostrándonos al mundo como unos verdaderos caballeros, como los ingleses de esos años. Sin querer queriendo, a la pasada nos dieron una manito para desterrar la imagen fiera y belicosa con que nos retratara desde los inicios, don Alonso de Ercilla y Zúñiga.
Es por este único vericueto por el que veo que pudo haberse hecho una semejanza entre chilenos e ingleses. Ni por el idioma, ni por la puntualidad, ni por el humor, podríamos calificar como british.
Aclaremos esto. Para el idioma inglés somos como el ajo, eso definitivamente quedó claro con el papelón de Louis Jara . Es más, todavía hay egresados de cuarto medio que creen que se escribe “Shakespeare y se pronuncia shekspier porque es verbo irregular”.
Ahora para qué vamos a hablar de puntualidad, menos en Iquique, donde el tiempo es una dimensión desconocida, como en el Macondo de García Márquez. Y el humor inglés del tipo Mr Bean o del fenecido Benny Hill, en verdad a muchos les cuesta que le saque una sonrisa, porque a nosotros parece que nos gusta el chiste obvio, directo y ojalá con una buena chuch…perdón , coprolalia, que corone el final. De allí el éxito de Morandé con Compañía, donde la cosa va directa al grano.
Pero no es el humor, la puntualidad ni el idioma inglés lo que me motiva a escribir hoy. Es algo relacionado en todo caso con el idioma nuestro. No digo el Español o la lengua Castellana, sino con el idioma “chileno”.
Chateando hace unos días con unos amigos de Filipinas, me di cuenta que tenían muchas dudas sobre las expresiones del idioma chileno, a pesar de que ellos hablan español como una segunda lengua.
Allí me di cuenta otra vez, que los chilenos somos muy chantas para hablar. Es cosa de ver la televisión, no solo las teleseries o los reality, sino que también a destacadas autoridades. Días pasados el diputado Jorge Burgos le preguntaba a un periodista
¿Tu erís de qué canal? Erís, erís ¿qué mierda es esto señor tribuno de la patria, hacedor de las leyes que nos harán grandes como nación?
Cómo explicarle a extranjeros expresiones tan obvias y precisas que a veces su significado “está de cajón”. Aclararles por ejemplo con un lenguaje simple y prístino que estamos en una época de “vacas gordas” de la economía. Y que “la ocasión la pintaban calva” para endeudarse por lo bajas que están las tasas de interés.
Tampoco hay drama en explicar lo de las otras vacas, es decir “las flacas” que ya pasaron, tal como “el apriete del cinturón”. Ahora estábamos viviendo “el mundo de bilz y pap”. Claro que eso no era para todos –hay que explicar- por el contrario, de la buena vida y la poca vergüenza solo disfruta el grupo ABC1, es decir, la parte de la sociedad que en un desposte sería “filete de primer corte”. Pura gente linda, la natita de la sociedad, ese grupito chiquitito que está en el vértice de la pirámide socio económica y no siempre por trabajar mucho, sino por hacer trabajar a muchos y por poca plata. U otros simplemente porque nacieron “con la marraqueta bajo el brazo”, aunque nunca le hayan ganado a nadie. Son los pobres ricos.
El resto, más del 90%, es “lo que se llevó la ola”. Los que lo pasan como el ajo. Cómo no entender esto en el extranjero. Cómo no comprender que el principal exponente es “la señora Juanita”, pobladora, jefe de hogar, con muchos cabros chicos y que “trabaja como china para parar la olla”. Afortunadamente, para ella han renacido las esperanzas y parece que finalmente se abrirán las amplias alamedas, pues siendo época de elecciones los ofertones han llegado tentadores, luminosos y vociferados tanto o más que las liquidaciones de invierno de las casas comerciales.
Los tres candidatos: la señora simpática (como la llamó don Pato Aylwin antes de agüenarse con ella); el sonriente eterno con cámara Polaroid y el multimillonario que quiere navegar por el Mapocho, le han prometido el oro y el moro. Y la señora Juanita que es pobre pero no lesa, se deja querer. A los tres le dice que sí, pero tal como el alcalde de la Pérgola de la Flores, al final hace lo que le conviene más. ¡Tóma cachito de goma!
1 comentario:
"¿Tu erís de qué canal? Erís, erís ¿qué mierda es esto señor tribuno de la patria, hacedor de las leyes que nos harán grandes como nación?"
...mmm cierto deberia haber dicho ¿de ke canal soi?
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