martes, marzo 29, 2011

Otra vez la estupidez

(Publicado por la Estrella de Iquique el 13 de marzo de 2011)
Lo dijo Alfred Einstein: “lo único infinito es el Universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro”. Cada año en estas fechas, cuando veo la forma como los universitarios celebran el mechoneo para recibir a los alumnos novatos, me acuerdo de este sabio y le encuentro toda la razón. Lo seres humanos somos muy estúpidos.
Pasan los años y los mechoneos siguen siendo tan tontos como lo han sido desde que alguien tuvo la estúpida idea de cambiar su idea original. Hoy son una mezcla de grosería, mal gusto, vejamen (especialmente de género), humillación, ordinariez, práctica del mendigaje callejero y por cierto, falta absoluta de innovación y creatividad. No imaginable en un segmento de la sociedad donde se supone llegan los mejores prospectos que el país necesita para construir el Chile desarrollado que - según los cálculos y planes del gobierno – debiera ser a partir del 2020.
Los miro con pena y vergüenza y no logro comprender cómo no se les ocurre algo mejor, más inteligente, más digno, más agradable, más sensato. Van descalzos, casi desnudos, dando lástima, tapados con bolsas de basura, sucios, manchados, embadurnados de pinturas, suciedades y posiblemente hasta…caca (espero sea de pájaros a lo menos) no creo que sean tan lesos como para preferir la humana. Claro que nunca hay que subestimar la cantidad de estúpidos que circulan por el mundo.
A pesar de todo, los mechones disfrutan con la actividad y la consideran una tradición irrenunciable. Sin duda que es así, hay que vivir la experiencia, pero no tiene porqué ser tan traumática (eufemismo de estúpida en este caso). Se supone que es una iniciación a una nueva forma de vida, un paso hacia la madurez. Las pruebas deben ser simbólicas y no deben producir menoscabo, humillación ni daño físico o moral. Me parece que este evento iniciático apunta hacia tres propósitos. Primero, para que los alumnos antiguos se “desquiten” del mechoneo del que fueron víctimas antes. Segundo, para dejar un “recuerdo imborrable” en los nuevos. Y tercero, para “financiar” la fiesta de recepción.
Es tiempo de salir del círculo vicioso del mechoneo degradante, reiterativo y estúpido. Si el propósito último fuera el financiamiento de la fiesta, el tema sería de otra naturaleza. Yo creo que las empresas, el municipio, entidades con visión de futuro y por cierto la comunidad toda, podrían ayudar. Pero eso pasa con una propuesta inteligente de los estudiantes. Un cambio sustantivo que todos recibiríamos complacidos. Una nueva imagen. Se ha dicho, y ya sería un avance, que podrían limpiar las playas, pintar sedes sociales, arreglar jardines, canchas deportivas, pintar murales artísticos, visitar enfermos en hospitales, sacar a pasear ancianos, plantar árboles, cantar, recitar, tocar instrumentos, barrer calles, etc., etc. Con acciones de este tipo, tanto mechoneadores (victimarios) como mechoneados (víctimas) se reivindican y se ganan las simpatías de la comunidad. La idea es iniciar de una buena vez, “una nueva forma de hacer el mechoneo”, sin actos vejatorios ni humillaciones.
Sin embargo, año tras año, una tras otra, igual que las hormiguitas, siguen la tradición de hacer las mismas estupideces. Digo yo.

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