(Publicado en la Estrella de Iquique el 7 de marzo de 2010)
El gabinete del presidente electo me recordó mi ya lejano paso por la U de Chile, aún cuando todavía sigo vinculado a la enseñanza superior porque me gusta hacer clases y además, por la sabia frase esa que dice: los que saben hacen, los que no saben enseñan. Y en eso he estado en los últimos años, enseñando y aprendiendo. Por eso también pasé dos años en un Magíster en Educación, porque en estos tiempos, no basta saber, hay que demostrarlo cada cierto tiempo. Es el “kaysen” japonés aplicado a la enseñanza y el aprendizaje. La mejora continua.
Si yo en este momento buscara una posición laboral en el nuevo gobierno, sin duda que no daría el ancho ni el largo. Uno, porque ya he acumulado demasiados años y lo otro porque, aún cuando me gradué con un nivel de desempeño estacado (cum laude como se dice en latín) mi título profesional de Administrador Público y la Licenciatura en Ciencias Políticas, valen hongo. En la actualidad tener un título profesional, es un estándar. Es el comienzo del camino. De aquí para arriba se cuenta la cosa. Post grados, post títulos, ojala en universidades de clase mundial y si es Harvard, ya estamos hablando de palabras mayores, porque es la número uno a nivel planetario.
El gabinete de excelencia que eligió Piñera, tiene atragantado al gobierno que se va. Ellos estaban acostumbrados a poner el requisito de la “calidad” entre lo deseable, pero no como esencial a la hora de elegir los equipos. Una vez cumplidos los requisitos mínimos uno de los cuales era, temperatura corporal cercana a 37º C, ya se superaba la primera valla. Todo el resto era currículo político, contactos políticos y pensar 100% como político. Si era PPD por ejemplo, tenía que “pensar PPD”.
Los políticos y los partidos son importantes en todo gobierno y para el funcionamiento de la democracia. Pero otra cosa es tener toda la administración del Estado llena de políticos, lo que es absurdo porque también alguien tiene que trabajar. Los pájaros de mal agüero aseguran un futuro catastrófico porque el nuevo gabinete no tiene políticos. ¿Pero si ya hemos tenido tantos políticos en veinte años, para que queremos más? ¿Por qué no probamos ahora con gente que sepa y que además, quiera trabajar?
Superado el primer nivel – el nombramiento ministerial- ahora han llegado algunos políticos en las subsecretarías. Luego vendrán jefes de servicios, intendentes y gobernadores. En estos niveles habrían seguramente otros políticos.
Yo no pretendo objetar las decisiones que tome Piñera, pero si me pidieran mi opinión, yo diría: “ojala sean los menos”. Y es más, sugeriría para Tarapacá, un Intendente técnico y de afuera. No me importa que no tenga apellidos europeos ni pedigrí socio económico. Podría ser un negrito de Harvard cualquiera, un chilenito autóctono, un huaso de Harvard, pero que haya pasado la prueba de la blancura académica.
En esta región, la experiencia llenando los cargos con políticos fue un desastre agravado por las nominaciones a dedo, que entre paréntesis todos saben a quien pertenece la mano que movió los dedos. Pero ese es otro cuento. Digo yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario