Iquique, abierto todo el año
(Publicado en la revista Puerto Mayor diciembre 2010)
Al término del caluroso verano iquiqueño que se prolongó más de la cuenta, vale la pena reflexionar sobre cómo lo hizo la ciudad en su condición de anfitriona de miles de veraneantes, visitas o turistas que decidieron pasar algunos días entre nosotros. Seguramente que - con algunas experiencias no tan buenas y muy puntuales que nunca pueden faltar- podríamos asegurar que “todo el mundo” quedó encantado con su decisión de haber seleccionado a Iquique como su lugar para el merecido descanso de vacaciones. Nos sentimos orgullosos de haber hecho bien la pega y que hayan abandonado la ciudad con una amplia sonrisa y renovadas energías para enfrentar un año que se presagia crítico.
La segunda reflexión es que sin duda la oferta iquiqueña se vio muy fortalecida con los eventos de entretención dentro de los cuales el más destacado fue el Festival del Verano, que en esta segunda versión cada vez más profesionalizada, nos puso en los titulares de la prensa nacional. Hubo hasta odiosas comparaciones con el festival de Viña del Mar que este año celebró 50 años de vida. A pesar de la inmensa diferencia de presupuesto y de experticia en el mundo del show business principalmente, lo nuestro sacó fuertes aplausos al igual que los artistas invitados. Nada que envidiarle a los “monstruos” consagrados. Lo hicimos muy bien.
Consecuencia de lo anterior, hemos asumido - sin querer queriendo - una responsabilidad a la cual no podremos eludir de aquí a la eternidad. Todo viaje, aunque sea el de la vuelta al mundo o a la manzana del barrio, siempre comienza con un primer paso. Y ya llevamos dos.
Mi tercera reflexión es una duda casi filosófica ¿Debemos hacer turismo siempre pensando en los de afuera? ¿Acaso quienes estamos aquí siempre, no nos merecemos también que se nos considere “turistas puertas adentro”. El evento del Festival ¿fue para los locales o para los que nos visitan? Yo creo que el 90 % fue mercado interno. Y eso me parece grandioso.
Siguiendo con esta línea argumental, pienso que esta ciudad debe estar todo el año con el semáforo en verde. Le sugeriría a la alcaldesa un decreto declarando a Iquique siempre en temporada alta y abierto los 365 días del año. El consumo interno es fundamental, por lo cual debe haber una oferta permanente para los residentes. Especialmente cuando se presume menor crecimiento y crisis en la economía.
Hay que darle un trato especial a los citadinos. Hacerles “cariñitos y buenas ofertas” en precios y servicios, es indispensable aquello de “la caridad empieza por casa”. Los valores podrían ser diferentes para los turistas in door. Hay que sacar a las personas de sus casas con ofertas tipo El Padrino, imposibles de rechazar.
Seguro que muchos proveedores de servicios relacionados con el turismo dicen que aplican esta política. Pero, tengo algunos amigos expertos, consumidores compulsivos y hábiles descubridores de las mejores y más variadas “picadas” de la ciudad que me aseguran, por ejemplo, que un happy hours en el ardiente febrero tiene el mismo precio que en el frío agosto. A mi no me consta, pero puede ser. A lo mejor uno de estos días salgo a cotizar.
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