lunes, marzo 30, 2015

El tiempo lo dirá

 Publicado por el Diario El Longino de Iquique
En Chile estuvimos más de  40 años haciendo cambios con los denominados  “horarios de invierno y horarios de verano”. Esto,  supuestamente porque era bueno para ahorrar energía eléctrica aprovechando  más tiempo la luz natural del día.  Acaban de anunciar que eso ya no va más. La práctica demostró que el ahorro real de energía, especialmente la domiciliaria, no era significativa, por lo cual era innecesario armar todo el desbarajuste en nuestros hábitos y costumbres sociales para resultados irrelevantes.  Exactamente nos demoramos 43 años para darnos cuentas que  la autoridad tomó una decisión equivocada. Nos puede haber faltado más revisión, análisis, mejores datos, o que lo que sea. Lo concreto es que durante todo ese tiempo la autoridad política, nos “vendió” la idea,  nos convenció, de que esto era muy bueno para Chile.  
Lo más grave de todo esto no fue la decisión, sino habernos demorado más de cuatro décadas en darnos cuenta que muchas veces los cambios, además  de traumáticos terminan siendo algo diferente a lo inicialmente deseado o previsto. En estos tiempos actuales, “la calle” habría hecho a lo menos una movilización.  
Esto necesariamente nos debiera hacer pensar lo conveniente de estar muy atentos a que los grandes cambios legislativos que se han hecho en estos últimos meses. Cito como ejemplo los más emblemáticos como la  reforma tributaria, la reforma educacional, la reforma electoral,  con el objetivo de asegurarnos de que sean  lo que se pretende que sean. Buenos, necesarios y eficaces.
Personalmente,  como también muchos chilenos más ya no estaremos en este mundo  para conocer este desenlace, será tarea de los que hoy son niños o incluso de quienes aún no han nacido. Esto, porque las reformas aludidas son de larga data para observar su eficacia, operatividad y resultados.
El tiempo será el factor decisivo. Este concepto- elemento inventado por el hombre para medir su paso y sus obras en el pequeño universo conocido, se inspira en el Dios Cronos de la mitología griega, que se representa bajo la figura de un viento, teniendo en la mano derecha una guadaña y un reloj de arena, para indicar que el tiempo todo lo destruye y que pasa insensiblemente. Y en la mano izquierda una culebra que se muerde la cola, como emblema de la prudencia.
Esta es la imagen de un dios mitológico, que invito a mantener en la retina y en la mente, a aquellos políticos que sufren de frenesí legislativo y que están ansiosos por dejar su huella en la historia republicana. Principalmente para que no olviden del profundo alcance del concepto de la prudencia que nos recuerda Cronos.  
El tiempo lo dirá. Se aplaudirá si hubo aciertos o se maldecirá en voz alta a los autores materiales  e intelectuales por los fracasos. Podrá haber una generación que sufrirá el rigor de los errores pero también otra u otras que disfrutarán de las cosas bien hechas, bien pensadas y prudentemente aplicadas.    

En los frenesís electorales, suele olvidarse la responsabilidad por los resultados. No basta después decir “nos equivocamos”.   De lo últimamente legislado en este tipo de normas estructurales, me preocupa fundamentalmente lo educacional. Los cambios en esta área son trascendentales. Cometer errores aquí es fatal y de lo que solo nos percataremos cuando pase una generación completa, desde el que ingrese este año a primero básico hasta cuando egrese de profesional universitario.  Por eso, legislar sobre estas materias no puede ser parte de un mal plan ni de ideologías. Confío en que nuestros honorables hayan hecho bien la pega. Solo el Dios tiempo lo dirá, Digo yo.

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