lunes, marzo 30, 2015

Mis mejores 60´s



Con motivo del reciente espectáculo Lollapalooza en Santiago, donde asistieron más de 100.000 jóvenes  y otros no tanto,  para deleitarse escuchando la música de bandas y cantantes extranjeras y nacionales antiguas y emergentes, no puedo evitar una odiosa comparación entre lo que escuchó esa multitud y los que nosotros, la juventud de otra época oíamos, en la muy  querida y añorada década de los 60´s.
Pero qué duda cabe, la juventud de cualquier época como la actual tiene percepciones, sensaciones, gustos y preferencias especiales. Y la música es una de las áreas diferenciadoras y  sensibles. Y a  medida que van pasando los maravillosos años jóvenes, comienza el proceso de estabilización, que es la antesala del paso a la adultez. Se aquietan mucho las pasiones, se deja el romanticismo  revolucionario y se aterriza de a poco en la insulsa, anodina y pueril  estabilización. A los de mi generación nos ocurría aquello tan pronto dejábamos la enseñanza media (llamada Humanidades) época cuando solo una ínfima minoría tenía la oportunidad de estudiar en las poquísimas universidades existentes. La  mayoría debía ponerse rápidamente a trabajar, salir a ganarse los porotos  en lo fue fuera. La opción de quedarse en casa sin hacer nada era impracticable. Nuestros padres nos habrían sacado “de un ala” de la cama si estábamos acostados   pasadas las 9 de la mañana. Había que salir a ganarle a la vida desde temprano. Ahora,  esta  juventud Lollapalooza (quiero llamarla así para mantener la conexión con el tema) o generación X como la identifican otros, puede quedarse en la casa, casi sin restricción. Hasta que pase algo. Algo como un milagro. Que algún amigo o pariente le ofrezca una peguita. Muchos de esta generación  Ni Ni (ni estudian ni trabajan)  les gusta quedarse con los papás “hasta que duela”. Incluso volver  si se hubieren ido tempranamente. Muchos van y vienen varias veces.  Y mientras se desplazan (aquí viene la conexión al tema) siempre lo hacen enchufados, conectados con el mundo a través de los oídos. El audífono ya es parte de la cabeza.  Y la música es el motivo de sus preferencias y los conjuntos de Lollapalooza que estuvieron en Santiago, los héroes preferidos a los cuales les rinden culto cientos de horas al mes.
Tantas y horas y tan “mal gastadas”, concluyen unos estudios de por ahí. Si todo este tiempo fuera ocupado en algún “aprendizaje útil” (un segundo idioma, meditación, poesía, una técnica, cultura en general) el crecimiento intelectual y la preparación en los jóvenes actuales, pasaría a otro nivel, ya que están  “enchufados” en promedio 5 horas diarias. Así, podrían,  sin moverse de la cama, ni del baño, del transporte público, las salas de espera, los paraderos, o las filas para un trámite, aprender algo, por ejemplo un idioma que es lo más práctico. Sería fácil, regalado y eficaz. Pero esta generación prefiere regalarle su  tiempo a los Lollapalooza.

En este contexto, los entiendo, pues en música yo también  rendí  tributo a la música de los 60´s. Creo que musicalmente fueron trascendentales, lo mejor de parte del siglo pasado. Mencionaré de los gringos a mis favoritos: The Beatles, The Doors, The Rolling Stone, Pink Floyd, Jimi Hendrix, The Who, Bee Gee,  The Beach Boys, The Mamas and the Papas, Simon and Garfunkel, The Supreme. También muchos músicos chilenos y argentinos del 60 al 70 fueron grandes. Una época musical que merece reconocimiento. Lo mejor era que estos temas se podían cantar, bailar y especialmente escuchar. Lo actual,  claro que es bueno, solo que cuando intento escucharlo,  el ruido no me deja oír la música. Qué pena no poder o no saber cómo disfrutarla. Me debo estar perdiendo algo excepcional. Digo yo. 

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