Notables e incorruptos asesores
Si quieres que algo no funcione, forma una comisión. Expresión habitual que a modo de broma se dice en las empresas, pero que en el
sector público a veces ocurre y puede alcanzar niveles épicos. Consecuente con ello, no puedo dejar de opinar
sobre la súper comisión que creó la Presidenta para el asunto de la galopante corrupción. Ya
había hecho algo similar para resolver el problema educacional en la primera
pasada. Ahora reincide formando una comisión asesora de 15 notables. Las mentes
supuestamente más preclaras del mundo intelectual del país con formación en las
mejores Universidades de Chile y del planeta.
La tarea de este grupo de notables es preparar un proyecto
de ley con las mejores ideas para desterrar de por vida la corrupción. Romper el
vínculo entre la política y los negocios, los conflictos de intereses y el
tráfico de influencias. Buscará también regular el financiamiento de las
campañas electorales. Mi duda sobre la eficacia de estas comisiones de tan alto
rango académico es que suelen desarrollar
modelos muy alejados de la
realidad. No logran llegar a la casuística, a la martingala precisa
y a los lugares y circunstancias donde tienen su génesis las prácticas
corruptas. Para saberlo, tendrían que
ser o haber sido agentes corruptos. Algo que no aparece en sus abultados
currículos.
Como los más corruptos y desprestigiados - según las encuestas
– son los políticos, éstos quedaron fuera de la comisión, por lo cual le
reclamaron de inmediato a doña Michelle. La opinión pareciera ser que deben estar, ya que
sin ellos allí, quién va a contar cómo se hacen las cosas “feas”. Creo, aun a riesgo de ser malinterpretado, que habría que incluir algunos corruptos calificados
(aunque no tengan títulos profesionales) para que cuenten cómo se hace el montaje de un
delito de corrupción, cómo se articula, cómo se establecen los contactos, cuál
son los códigos verbales, etc. En el
fondo, hacer lo que hace la policía, infiltra a uno de los suyos en las
organizaciones delictivas. Es la versión bizarra del mismo procedimiento.
Seguramente usted esté familiarizado con términos como
arreglarse los bigotes, hacer la vista gorda, irse a la cochiguagua, cortar la
cola, hacer cantar la rana y muchas otras expresiones que son parte del léxico
que usan quienes se manejan en el mundo de la corrupción. Y esto es lo primero que los asesores
presidenciales deben aprender, el
lenguaje correcto para reconocer una propuesta sana de una propuesta
corrupta. Para que la labor de la
comisión sea eficaz, insisto, debe familiarizarse con el mundo, con el lenguaje
y con la filosofía de la corrupción. Por eso es que propongo la infiltración u/o espionaje.
Si los señores de la comisión, nunca en su vida presentaron un
“falsificado” por inasistencia al colegio, ni le llevaron de regalo una manzana
a su profesora de Kinder, ni nunca han comprado en la calle, si siempre le piden
la boleta al caserito de la feria, si las palabras pitutos, arreglines, ir
mojado, les son extrañas o desconocidas, no debieran estar en la comisión de la
Presidenta. Serían funcionalmente incompetentes y lo más probable es que terminen
proponiendo ideas ingenuas o inaplicables.
Pero en verdad la mayoría no estamos libres para tirar la
primera piedra. ¿Quién en su vida acaso no cometió un acto corrupto? ¿Quién no
hizo alguna vez una cuchufleta en el dominó o no acusó su “renuncio” en la
brisca. No tiró una licencia médica trucha? No es
acaso sintomático que en la misa dominical haya largas filas de feligreses
pidiendo la expiación de sus pecadillos. Y a propósito de confesiones, a mí me
encantan las transparencias. Especialmente en lencería. Digo yo
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