lunes, marzo 30, 2015

Fast Track legislativo

Con amplias mayorías, tanto del Senado como de la Cámara de Diputados, parlamentarios de todos los sectores aprobaron un bono de 1 millón de pesos para 7.800 funcionarios públicos de la Región de Atacama,  conforme a un proyecto que el gobierno envió el 20 de enero al Congreso.  En muy poco tiempo parió la chancha como se dice en el sur. Esto demuestra que cuando se quiere, se puede.

A modo de explicación por este fast track legislativo,  el presidente de la Cámara dijo que el proyecto había llegado  atrasado al Congreso debiendo haberlo hecho 45 días antes. Asimismo, señaló que durante las reuniones de comité los diputados coincidieron en que su tramitación se llevaría a cabo sin discusión al tener un contenido que no era “de mayor envergadura”.  O sea que, a causa de dos circunstancias concomitantes, la llegada tardía y el contenido light,  se podía legislar con gran celeridad.  Esto permitió descubrir que el poder legislativo tendría una nueva pillería -  poco ortodoxa pero eficaz-   para hacer más rápida la pega, sin perjuicio de las urgencias que le fije el Ejecutivo.    

Frente a lo ocurrido, la oposición reclamó diciendo que "si el gobierno tiene que pagar deudas políticas, que no lo haga utilizando al Congreso  y menos  legislando de una manera torpe,  haciéndolo  a la rápida y  dejando fuera a muchos otros funcionarios públicos.    

Con esta evidencia, queda la sensación que el asunto legislativo no es como debiera ser. Aquella frase que dice “la mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo”, creo   pertinente citarla aquí. Los honorables dejaron mucho que desear en esta pasada.  Que se atengan a las consecuencias y después que no reclamen si son maltratados en las encuestas.
No se trata tampoco de considerar justo o injusto el petitorio de los funcionarios de Atacama que se beneficiarán con el bono,  lo complejo es el despelote que se arma después con todos  los otros sectores que se quedan mirando para la carnicería, posiblemente con iguales o mejores derechos para acceder al beneficio. Y para qué decir del resto del país, que mira asombrado este pastelito.
Los dos últimos gobiernos  han sido buenazos para regalar bonos. Diríase que han sido gobiernos “boneros”.  No soy contrario per se de los bonos pues creo que hay muchos  muy necesarios y oportunos según las circunstancias y necesidades. Los bonos, que son mayoritariamente de naturaleza temporal, con el correr del tiempo tienden a transformarse en  permanentes.  Por eso soy mucho más partidario de  materializar aquella  vieja pero sabia idea de que es preferible enseñar a pescar que regalar el pescado. Cuando las personas se acostumbran a los bonos, terminan asociándolos a derechos permanentes  y puede nacer en ellos la tendencia a reducir sus empeños por generarse sus propios ingresos.  Afortunadamente los bonos actuales en general están bien focalizados y son concretos para la necesidad que quieren satisfacer.
La entrega de bonos también existe en el sector privado  pero allí se tiene otra mirada. En el sector público es casi como una compensación económica reivindicatoria, es decir, como para pagar algo que se les debe. En el sector privado apunta mucho más a generar motivaciones y estímulos para incentivar incrementos a la productividad.

Finalmente debo decir que  el bono Atacama no me gusta porque  su génesis me pareció espuria, tiene una naturaleza selectiva,  es poco solidaria y lo peor, políticamente incorrecta. Digo yo.        

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