lunes, marzo 30, 2015

Jugando al empate


             Publicado por El Longino de Iquique) 
Jugar a empatar es más fome que bailar con la hermana. La gracia de cualquier confrontación, sea ésta del  saber o del hacer humano, es que haya un ganador. El triunfo de una idea, una apuesta, una discusión o en un encuentro deportivo, es la esencia y naturaleza misma del evento. Si hay empate, el asunto es tan insulso  y desabrido como chupar un clavo. No tiene gusto a nada y nadie queda satisfecho. Y no siempre hay una segunda posibilidad. Por eso es frustrante.  
Cuando en algunos  deportes un equipo va perdiendo y queda muy poco tiempo para finalizar el partido, éste tira toda la carne a la parrilla. Primero para ponerse en igualdad, o sea empatar y quedar  a ras con el adversario y desde esa posición, remontar  para terminar subiéndose en el podio.
El estado-resultado   de ni ganar ni perder,  es ambiguo y  no es una situación  grata, pero suele calificarse de más digna que estar perdiendo y terminar perdiendo. Y esto que ocurre en el mundo del deporte,  aunque resulte curioso,  también está presente en otras realidades en las que participamos los humanos y una de ellas es la política. Y  lo novedoso en este último caso, es que  análogamente, la política  tiene mucho que ver con lo lúdico, con los juegos. Por eso que no es extraño escuchar expresiones como: el juego político, las jugarretas de la política, o calificativos como que la política es una chacota o que es un chiste. Se puede colegir entonces, que los políticos estarían habitualmente  jugando y como corresponde a  su naturaleza intrínseca, siempre intentando  ganar en sus posiciones, proyectos, ideas y argumentos.  Me parece loable el espíritu  ganador que les anima. Pero si todo finalmente les sale mal, a lo menos tienen la alternativa de jugársela por empatar. Pero siempre jugando, nunca prescindiendo de ese sentido lúdico. Jugando a gobernar, jugando a ser muy serios, jugando a la honestidad republicana, intentando mostrar que todo lo que hacen es “jugársela” por la Patria. Jamás por salvar su pellejo.  Actitud similar a la de los súper héroes. Lamentablemente los  ciudadanos, no se sienten precisamente en una revista de  comic. Los ciudadanos pecamos mucho de ingenuos y les creemos bastante su buena fe.
En política, la práctica del empate  es posible que sea tan antigua como sentarse en el trasero. Lo malo es que no siempre se ha utilizado empatar en el sentido positivo, esto es,  de igualar y superar. Me explico. Si determinado conglomerado político hace una muy buena propuesta de interés nacional, los contrarios debieran a lo menos empatar con una propuesta similar (empate técnico)  y si pueden con uno mucho mejor, para ganar (con el reconocimiento ciudadano) y así, como en el viejo juego de la pirinola, cuando sale el lado “Todos Ganan”, efectivamente todos ganen. 
Pero jugando a la verdad, lo que hoy ha surgido a causa del uso indebido o mal habido de fondos  para las campañas electorales  recién pasadas (por suerte no se ha revisado mucho más atrás (creo que O´Higgins recibió platas de la Logia Lautarina para la independencia de Chile y que nunca rindió cuentas, pero ese es otro asunto) y que hay acusaciones cruzadas tendientes a sacar de ambos lados los posibles trapitos sucios y  la basura escondida bajo la alfombre. Finalmente lo que me imagino es que los políticos nos quieren convencer que habría a lo menos un empate entre el llamado Pentagate  y  el  Yategate, no solo por los montos, sino por lo ilícito de los procedimientos. ¡Exijo una explicación¡ Digo yo y también Condorito.  


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