Publicado por diario El Longino de Iquique el domingo 9 de noviembre de 2014
Por lo que le dijo a la prensa, la presidenta Bachelet no
está contenta con su equipo gerencial, ni tampoco con los resultados de las últimas encuestas. Aparentemente todo
se enredó entre otras causas por los sucesos ocurridos en las últimas semanas
donde abundaron los dimes y diretes
entre los miembros de las colectividades que la acompañan en el gobierno. Se
subieron de tono diciéndose cosas políticamente incorrectas. Si a eso se suman los indicadores económicos
que tampoco han sido buenos y el traspié del embajador PC que se arrancó con los tarros con sus nada diplomáticas
declaraciones, se conformó un cuadro que dejó molesta a la primera
mandataria. Eso explica el tirón de orejas que les dio a sus colaboradores
principales, llamándoles a trabajar más, hacer bien las tareas y difundirlas mejor.
Si bien es cierto que las atribuciones “gerenciales” que
tiene la CEO de la Nación, para llamar la atención a sus dependientes cuando no
hacen las cosas con diligencia, calidad y oportunidad son absolutamente
indiscutibles, muchos piensan (especialmente los detractores) que tras 8 meses
de gobierno, el equipo ya debiera estar más afiatado, alcanzando velocidad de crucero y con las
velas desplegadas. Y esto desde luego que no es solo para el gobierno central,
sino para cada rincón de la República donde el gobierno y sus respectivas
autoridades deben estar empapados de la misma visión y objetivos. Hay que trabajar más les dijo. Y
hacerlo bien…eso lo agrego yo.
Consecuente con ello, parece absolutamente justo y necesario
lo que hizo la presidenta al darles un tirón de orejas a sus generales y me
imagino que la idea es que estos sigan hacia abajo y recorran toda nuestra loca
geografía. Porque es evidente que si bien los “fusibles” están en Santiago, lugar
donde se detectan las fallas, éstas pueden estar repartidas democráticamente por
todo el territorio nacional.
Como primera medida, esta llamada de atención me pareció
adecuada. Lo que yo habría agregado eso sí y en casos puntuales, algunos
coscorrones bien dados. Pero finalmente lo realizado me pareció que es una
buena primera señal. Pero, si las cosas no se resuelven en términos de calidad,
cantidad y velocidad, se podría pasar a una segunda fase, dentro de la cual el
tirón de orejas dado directa y
públicamente al ineficaz e incompetente servidor público que amerite es bien
venido. Y si las cosas no mejoran y las
encuestas muestran que se sigue de picada en la rodada, esto haría
imprescindible pasar una fase mucho más drástica.
Lo importante es que quienes van a ser servidores públicos de
alto nivel sepan que siempre tendrán una
espada de Damocles sobre sus
cabezas. Por cierto nunca para cortarles
la cabeza físicamente sino simbólicamente. Con este alcance, las categorías de
sanciones simbólicas, por vía ejemplar podrían ser :chirlito (golpe en la
muñeca con dos dedos) , tirón de oreja, coscorrón, par de palmadas en el poto y
chuleta , que sería similar a la palmada pero con el píe (con zapato de minero en caso de
reincidencia) . Esta última ya como recurso extreo e inequívocamente como
despedida.
Adversarios políticos al gobierno con una fuerte
moral Portaliana, sugieren sancionar a las
altas autoridades públicas ineficaces, en el bolsillo que es donde más duele al margen del orgullo. Hacerles descuentos en los sueldos (que no son
“reguleques” sino “re gueneques”). Y que
vaya en aumento si se desaplican o atornillan al revés. Me parece eficaz, pero el riesgo es que
algunos podrían quedarse sin sueldo. Digo yo