Este robo
fue muy noticioso no tanto por el monto sustraído ni por la cantidad de
afectados, sino por tratarse de quien se
trataba. Le habían entrado a robar nada más ni nada menos que a la famosa “Tía
Rica”, nombre con el cual se le conoce a la casa de empeño a la que en general
accede “el pueblo”, gente más bien modesta y eventualmente con algo de pedigree
social pero apremiada por una urgencia financiera . Lo habitual es una joyita, un recuerdo de
familia de buena cuna, cualquier especie de valor (muchas veces también
emocional) que se deja en garantía por
un préstamo salvador.
Pero no voy a referirme al delito propiamente tal sino
a las tías famosas que hemos tenido o creado los chilenos y que seguramente
también existen fuera de nuestros límites. Y en este sentido, la Tía Rica - la del suceso narrado - es un personaje que ya pertenece al folklor
nacional. Prácticamente no hay chileno
que no conozca a la Tía Rica, nuestra parienta con billetes que nos puede sacar
de un pequeño problema financiero urgente cuando andamos cortos de plata. Y como es, afortunadamente muy rica, nunca tiene
problemas de caja, siempre tiene fondos de sobra y una muy buena llegada con el
Banco del Estado posiblemente con cuenta corriente con un buen sobregiro. Para
que nunca se note pobreza. Pero esta tía que nos ayuda en la emergencia es muy
severa, si no le devolvemos lo que nos prestó “topón p´a dentro”. A pesar de
esto, el pueblo ama a la tía rica, porque es solidaria y está cuando las papas
queman.
Pero esta Tía
Rica tiene competencia. Mejor dicho tenía competencia ya que hubo otra muy
famosa tía - también muy rica en su
juventud, según se cuenta- la llamada, Tía Carlina, una meretriz de fama internacional de los años 50 - 60 , cuyo lenocinio, me han contado, que estaba en calle Vivaceta 1226 y que era frecuentado por
importantes políticos, empresarios y artistas. Se cuenta incluso que en una
oportunidad, el famoso galán francés Alain Delón, pasó por los salones en una
noche de desenfrenado carrete. Por cierto que una de las curiosidades que
tenía el selecto prostíbulo
capitalino era que muchas de las “damas de compañía” eran hombres vestidos de mujer.
Y no puedo
dejar de mencionar aquí a otra famosa tía chilena, oriunda de Peralillo. Me
refiero a Fidelicia Carmela Margarita
Eduvigis del Sagrado Corazón de Jesús, mi espectacular pariente mundialmente
conocida con su nombre de batalla “Fide. Gran parte de su vida y sus increíbles aventuras las conté en el
libro La verdadera historia de mi Tía Fide. Solo diré
que esta anciana (respetuosamente) sigue vivita y coleando en alguna
parte del planeta - donde la cosa esté caliente- y sus servicios sean
requeridos con urgencia.
Finalmente
no puedo tampoco dejar de citar a la tía Sonia la mamá del olímpico Massú ni a
una famosa tía, esta vez peruana. La conocida Tía Julia. La tía política de la
cual se enamoró y luego se casó con ella el Premio Nobel de Literatura, Mario
Vargas Llosa, a pesar de ser 14 años menor
que ella. Como suele decirse, en la guerra y en el amor todo está permitido.
Digo yo.
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