Publicado en Iquique, en el Diario Electrónico Boyaldía
15/11/2011
La conocida y sabrosa manzana es una fruta que goza de las mayores preferencias en el mundo. Y también ostenta el título de la más cultivada del planeta. Pero además, ha tenido un rol trascendental en la historia universal del hombre.
La santa Biblia da cuenta de su influencia desde los primeros días de la creación. Se dice que nuestro padre Adán cayó en tentación primero con la manzana - y le dio su buen mordisco - y luego hizo lo mismo con la coqueta Eva. La gracia les costó el desalojo del Paraíso. El resto es historia. Hasta nuestros días pagamos la farra de nuestros primeros padres.
Otro hito memorable es el episodio del joven Isaac Newton. Recostado bajo un árbol leyendo tranquilamente, se vio interrumpido por la caída de una manzana que le golpeó en lo que es mate, envase en el cual se conservaba unos de los cerebros más destacados del historial humano. El golpe, le despertó las neuronas –que eran a decir verdad, una millonada poco usual- y se puso como loco a escribir sus teorías y principalmente la ley de la gravitación universal, llegando a ser el científico más importante de la era moderna.
Otra manzana famosa y de nuestros tiempos, es la que sembró, cosechó y le dio un buen mordisco, Steve Jobs. El ícono de la manzana mordida representa en el tecnologizado mundo actual la modernidad, la creatividad, la audacia y la conexión con el futuro. En su momento, cuando Jobs creó el computador Macintoch (que pocos saben que es una variedad de manzana) cambió el mundo de los computadores. Fue el momento mágico de esos ordenadores. Esa manzana fue mágica.
Y relacionada con la magia, al parecer las manzanas suelen estar presentes en las fantasías y particularmente en cuentos de brujas, hadas y princesas desaparecidas, dormidas o embrujadas. Así, las manzanas son frutas decisivas en la trama y en el desenlace de las historias. Con brujas y manzanas envenenadas, las historias suelen ser muy peligrosas. Y como botón de muestra, cito el cuento de la tierna Blanca Nieves.
Y además de manzanas envenenadas, también las hay algunas que gozan de mala reputación. Son las que están pasadas de maduras, en proceso de pudrición. Ser la manzana podrida es una expresión que sugiere “mala influencia”. Ergo, que nunca le digan que usted es la manzana podrida del cajón.
Mens sana in corpore sano no es “manzana en cuerpo sano” como algunos creen, pero algo de sentido tiene pues la manzana es una de las frutas que más atributos positivos posee como alimento humano. Desde sus condiciones como afrodisíaco (se debe consumir cocida, con cáscaras y hojitas de canela por tres noches de luna nueva y antes de dormirse). También como suave laxante (se mezcla el jugo de la cocción con miel de abeja de ulmo).Esto lo dejará funcionado como relojito) y de paso le quitará ese molesto lagrimeo cada vez que realiza el proceso biológico del vaciamiento estomacal. Podría seguir estableciendo conexiones pero no quiero juntar peras con manzanas. Digo yo.
En esta Zona encontrarán mis apreciaciones sobre la vida diaria, la cotidianidad, con visión crítica, pero contructiva (así espero), con un humor a veces muy serio, centrado en el mundo pequeño de la ciudad donde vivo, pero con mirada global y sintiéndome parte del universo humano apreciando lo que ocurre. Me doy licencia para opinar de todo y especialmente de lo que no se. Si hay opiniones, las leeré con detención e interés, pero no puedo asegurar que las voy a considerar.
lunes, diciembre 05, 2011
viernes, mayo 13, 2011
La carta del perdón
La publicación del artículo Perdón Perdón, desató las iras de la Comunidad Judía de Chile por la mención que hago de un muy amigo judío que me hizo un préstamo y que yo siempre le reclamaba por la tasa que me cobraba. Esto no le agradó a la Comunidad la que mandó una sentida carta al diario manifestando su molestia. Yo les encontré toda la razón así es que le pedí al director que publicara mi carta de respuesta pidiéndoles perdón. Esta es mi carta publicada:
Iquique, 7 de mayo de 2011
Señor
Caupolicán Márquez Vergara
Director
Diario La Estrella de Iquique
Presente
Agradeceré la publicación de la presente respuesta a la carta del Presidente de la Comunidad Judía de Chile, señor Shai Agosín W. mediante la cual expresó su molestia por la columna de mi autoría, “Perdón , perdón“ publicada en ese diario el día sábado 30 de abril. Al respecto, debo señalar lo siguiente:
1.- Tiene toda la razón el señor presidente de la comunidad Judía al manifestar su molestia, porque desafortunadamente usé expresiones y di ejemplos indebidos. Le pido mis disculpas y por su intermedio a toda la comunidad judía de Chile por este lamentable episodio.
2. Nada más ajeno a mis deseos, interés y forma de pensar que manifestar alguna forma de antisemitismo. Por el contrario, tengo un respeto y un reconocimiento muy profundo por el pueblo judío. Admiro lo que han hecho en las más variadas disciplinas del saber humano. Podría asegurar que debe ser el pueblo que más talentos e inteligencia ha aportado al desarrollo de la sociedad humana. Todas las artes, la investigación científica y tecnológica, las ciencias y en general cualquier área del saber del hombre, siempre tiene un denominador común: un judío está a la cabeza.
3.- Tengo grandes amigos y conocidos entre la colonia judía de la ciudad de Iquique los que pueden dar testimonio de mi aprecio y buenas relaciones con ellos.
4. Mi estilo como columnista, siempre incluye cierto grado de ironía y un poco de humor. Llevo más de 20 años en esto y mis lectores lo conocen y lo entienden. No hay nada personal. Acepto todas las convicciones, las formas de pensar diferentes y soy amante de la libertad y el respeto al ser humano, sin distinción de origen, raza o religión.
Patricio Muñoz Pinto
Iquique, 7 de mayo de 2011
Señor
Caupolicán Márquez Vergara
Director
Diario La Estrella de Iquique
Presente
Agradeceré la publicación de la presente respuesta a la carta del Presidente de la Comunidad Judía de Chile, señor Shai Agosín W. mediante la cual expresó su molestia por la columna de mi autoría, “Perdón , perdón“ publicada en ese diario el día sábado 30 de abril. Al respecto, debo señalar lo siguiente:
1.- Tiene toda la razón el señor presidente de la comunidad Judía al manifestar su molestia, porque desafortunadamente usé expresiones y di ejemplos indebidos. Le pido mis disculpas y por su intermedio a toda la comunidad judía de Chile por este lamentable episodio.
2. Nada más ajeno a mis deseos, interés y forma de pensar que manifestar alguna forma de antisemitismo. Por el contrario, tengo un respeto y un reconocimiento muy profundo por el pueblo judío. Admiro lo que han hecho en las más variadas disciplinas del saber humano. Podría asegurar que debe ser el pueblo que más talentos e inteligencia ha aportado al desarrollo de la sociedad humana. Todas las artes, la investigación científica y tecnológica, las ciencias y en general cualquier área del saber del hombre, siempre tiene un denominador común: un judío está a la cabeza.
3.- Tengo grandes amigos y conocidos entre la colonia judía de la ciudad de Iquique los que pueden dar testimonio de mi aprecio y buenas relaciones con ellos.
4. Mi estilo como columnista, siempre incluye cierto grado de ironía y un poco de humor. Llevo más de 20 años en esto y mis lectores lo conocen y lo entienden. No hay nada personal. Acepto todas las convicciones, las formas de pensar diferentes y soy amante de la libertad y el respeto al ser humano, sin distinción de origen, raza o religión.
Patricio Muñoz Pinto
Perdón Perdón
Publicado en la Estrella de Iquique el 30 de abril de 2011
Los amantes de la música romántica popular coincidirán conmigo en que “perdón”, es una palabra muy utilizada en los boleros. Entre estrofa y estrofa siempre alguien pide perdón por algo que hizo o dejó de hacer. Pero ahora es más frecuente que la petición de perdón venga desde el mundo político, económico, deportivo, social, empresarial o institucional. Surge de todos lados como una epidemia que cada día gana más contagiados. Cada día se suma alguien que necesita pedir perdón por algo.
Lo curioso es que para que exista la necesidad de pedir perdón, antes debió haberse cometido una falta, un pecado, una acción u omisión que produjo daño. Porque el perdón es la fase final de algo anterior. Por lo tanto, mientras más peticiones de perdón hagamos, es porque harto mal, nos habremos portado antes. Porque “amor es nunca tener que pedir perdón”. Sin embargo la proporción de peticiones de perdón y la comisión de pecados es asimétrica. Es mínimo el número de quienes lo hacen y menos públicamente. Que alguien pida perdón es tanto una curiosidad como una noticia, porque la gran mayoría de las faltas no se confiesan y menos se pide perdón por ellas.
La lógica indicaría que entre más grande sea la falta, más “contundente” debiera ser la petición de perdón. Se esperaría una relación equilibrada del perdón y el daño ocasionado. También debiera ser pública y expresada por quien tenga rango calificado. Un perdón de clase mundial, como los del Papa Juan Pablo II. Lo hizo cuando se refirió a los "errores de exceso" condenando la intolerancia y hasta la violencia de la Inquisición. Sobre el Holocausto pidió perdón por las conciencias adormecidas de los cristianos durante el nazismo y la inadecuada resistencia espiritual ante la persecución de los judíos. Pidió disculpas por las Cruzadas las que calificó de erróneas expediciones armadas. También pidió perdón a los pueblos nativos africanos y de los Estados Unidos por los excesos de los misioneros y reconoció que los cristianos estuvieron entre los que más destruyeron la forma de vida de las razas originarias.
En Chile hemos escuchado mucho la palabra perdón en estos días. Lo hizo el cardenal Errázuriz, Ezzati, la ex ministra de Vivienda y la ex intendenta de Concepción. Esto contagia sin duda porque hasta Ollanta Humala se infectó y quería que Chile le pidiera perdón a Perú. También es posible visualizar posibles “perdones” en el horizonte. El de Borgi por ejemplo, si nos va mal en la Copa América y no clasificamos al Mundial. El de la ANFP que pediría perdón por lo de Bielsa.
Para mí el perdón más esperado es el de multas e intereses del SII. Una vez le pedí a un amigo judío que me perdonara la comisión usurera que me cobraba por un escuálido préstamo. Le di razones e incluso le hablé del Yom Kippur (Día del Perdón), por si lo convencía. Fue para peor, me retó y luego me subió la tasa. Mi amigo no tiene perdón de Dios. Ni perdón ni olvido. Digo yo.
Los amantes de la música romántica popular coincidirán conmigo en que “perdón”, es una palabra muy utilizada en los boleros. Entre estrofa y estrofa siempre alguien pide perdón por algo que hizo o dejó de hacer. Pero ahora es más frecuente que la petición de perdón venga desde el mundo político, económico, deportivo, social, empresarial o institucional. Surge de todos lados como una epidemia que cada día gana más contagiados. Cada día se suma alguien que necesita pedir perdón por algo.
Lo curioso es que para que exista la necesidad de pedir perdón, antes debió haberse cometido una falta, un pecado, una acción u omisión que produjo daño. Porque el perdón es la fase final de algo anterior. Por lo tanto, mientras más peticiones de perdón hagamos, es porque harto mal, nos habremos portado antes. Porque “amor es nunca tener que pedir perdón”. Sin embargo la proporción de peticiones de perdón y la comisión de pecados es asimétrica. Es mínimo el número de quienes lo hacen y menos públicamente. Que alguien pida perdón es tanto una curiosidad como una noticia, porque la gran mayoría de las faltas no se confiesan y menos se pide perdón por ellas.
La lógica indicaría que entre más grande sea la falta, más “contundente” debiera ser la petición de perdón. Se esperaría una relación equilibrada del perdón y el daño ocasionado. También debiera ser pública y expresada por quien tenga rango calificado. Un perdón de clase mundial, como los del Papa Juan Pablo II. Lo hizo cuando se refirió a los "errores de exceso" condenando la intolerancia y hasta la violencia de la Inquisición. Sobre el Holocausto pidió perdón por las conciencias adormecidas de los cristianos durante el nazismo y la inadecuada resistencia espiritual ante la persecución de los judíos. Pidió disculpas por las Cruzadas las que calificó de erróneas expediciones armadas. También pidió perdón a los pueblos nativos africanos y de los Estados Unidos por los excesos de los misioneros y reconoció que los cristianos estuvieron entre los que más destruyeron la forma de vida de las razas originarias.
En Chile hemos escuchado mucho la palabra perdón en estos días. Lo hizo el cardenal Errázuriz, Ezzati, la ex ministra de Vivienda y la ex intendenta de Concepción. Esto contagia sin duda porque hasta Ollanta Humala se infectó y quería que Chile le pidiera perdón a Perú. También es posible visualizar posibles “perdones” en el horizonte. El de Borgi por ejemplo, si nos va mal en la Copa América y no clasificamos al Mundial. El de la ANFP que pediría perdón por lo de Bielsa.
Para mí el perdón más esperado es el de multas e intereses del SII. Una vez le pedí a un amigo judío que me perdonara la comisión usurera que me cobraba por un escuálido préstamo. Le di razones e incluso le hablé del Yom Kippur (Día del Perdón), por si lo convencía. Fue para peor, me retó y luego me subió la tasa. Mi amigo no tiene perdón de Dios. Ni perdón ni olvido. Digo yo.
Super ocho al banquillo
Publicado en la Estrella de Iquique el 9 de abril de 2011
Desde hace mucho he notado que la legislación chilena tiene un marcado afán normativo y regulatorio. Un propósito de dirigismo estatal que no me agrada porque por convicción y doctrina me declaro un libertario. No me gusta cuando el Estado quiere resolverlo todo, metiéndose en todo y prohibiendo todo.
Pero he advertido también que es cierto que los chilenos somos muy legalistas y nos gusta el control. Estamos convencidos que para poder funcionar bien, todo debe estar en la ley. Siempre se requiere una norma y si no está hay que sacar una ley rápidamente. Luego nos percatamos que aún con ley las cosas no funcionan. Ahí promovemos una nueva ley. Y en eso nos pasamos. Con la tinta aún húmeda del Diario Oficial donde se publicó la nueva ley, ya un grupo de parlamentario está presentando una nueva para los ajustes.
Finalmente nos vamos habituando a cumplir un libreto ciudadano que nos dice lo qué hay que hacer, cuándo y dónde. Desde cómo comportarnos en el estadio, por cuál puerta subir a un bus del Transantiago, en que horario no debemos sacar la basura domiciliaria o qué deben comer los cabros chicos en los colegios en los recreos.
Córtenla señores legisladores. El año pasado algunos tuvieron la ocurrencia de proponer una ley que quería obligarnos a escuchar un porcentaje determinado de música chilena diario, exigiendo a su vez a las radioemisoras un tiempo obligado de emisión. No sé si esta pesadilla prosperó. Si ya fuera ley sería infractor pues no he escuchado ni una tonada.
Todo está o debe estar regulado. Y regular es sinónimo de limitar. Esto me preocupa pues de esta forma no hay espacio para la creatividad y las nuevas ideas. Una verdadera castración de la iniciativa privada. Días pasados un amigo muy católico me decía en el café que hábito de confesión y comunión dominical lo tenía abrumado Había perdido la iniciativa. Se estaba poniendo rutinario, siempre cometiendo los mismos pecados y con la misma persona. El curita ya no le estaba creyendo. ¡Qué lata!
La ley que regula la venta de “comida chatarra” en los colegios, es otra clara muestra de esta tendencia de cercenar la libertad. La norma no va en el sentido correcto, porque si el producto es malo, nocivo o peligroso para la salud, no habría que prohibir su venta sino su fabricación. Si la comida chatarra en general es mala, para qué autorizan las franquicias de MacDonald, Kentuky Fried Chicken , Pizza Huts, y tantas otras. En una sociedad libre, democrática y madura, el ciudadano puede elegir y decidir. Si desea ser gordo o flaco, fumador o no. Soltero o casado, católico, protestante o ateo. Bueno para el copete o abstemio. Macho recio o gay. El Estado no puede prohibir que se venda la comida basura, si antes ya autorizó que se fabrique se importe o distribuya.
Lo peor es que con la nueva ley lo único que se logra, además de castrar la libertad, es que los cabros se inicien en el micro tráfico del superocho y las papas fritas. Claro que lo bueno es que desarrollarían desde chiquititos el espíritu empresarial. Pero hay que reconocer que los niños están obesos y debemos cuidar su salud. Pero no prohibiendo sino con la fórmula de la educación. La culpa no es del lomito de chancho, sino del que le da el afrecho. Digo yo.
Desde hace mucho he notado que la legislación chilena tiene un marcado afán normativo y regulatorio. Un propósito de dirigismo estatal que no me agrada porque por convicción y doctrina me declaro un libertario. No me gusta cuando el Estado quiere resolverlo todo, metiéndose en todo y prohibiendo todo.
Pero he advertido también que es cierto que los chilenos somos muy legalistas y nos gusta el control. Estamos convencidos que para poder funcionar bien, todo debe estar en la ley. Siempre se requiere una norma y si no está hay que sacar una ley rápidamente. Luego nos percatamos que aún con ley las cosas no funcionan. Ahí promovemos una nueva ley. Y en eso nos pasamos. Con la tinta aún húmeda del Diario Oficial donde se publicó la nueva ley, ya un grupo de parlamentario está presentando una nueva para los ajustes.
Finalmente nos vamos habituando a cumplir un libreto ciudadano que nos dice lo qué hay que hacer, cuándo y dónde. Desde cómo comportarnos en el estadio, por cuál puerta subir a un bus del Transantiago, en que horario no debemos sacar la basura domiciliaria o qué deben comer los cabros chicos en los colegios en los recreos.
Córtenla señores legisladores. El año pasado algunos tuvieron la ocurrencia de proponer una ley que quería obligarnos a escuchar un porcentaje determinado de música chilena diario, exigiendo a su vez a las radioemisoras un tiempo obligado de emisión. No sé si esta pesadilla prosperó. Si ya fuera ley sería infractor pues no he escuchado ni una tonada.
Todo está o debe estar regulado. Y regular es sinónimo de limitar. Esto me preocupa pues de esta forma no hay espacio para la creatividad y las nuevas ideas. Una verdadera castración de la iniciativa privada. Días pasados un amigo muy católico me decía en el café que hábito de confesión y comunión dominical lo tenía abrumado Había perdido la iniciativa. Se estaba poniendo rutinario, siempre cometiendo los mismos pecados y con la misma persona. El curita ya no le estaba creyendo. ¡Qué lata!
La ley que regula la venta de “comida chatarra” en los colegios, es otra clara muestra de esta tendencia de cercenar la libertad. La norma no va en el sentido correcto, porque si el producto es malo, nocivo o peligroso para la salud, no habría que prohibir su venta sino su fabricación. Si la comida chatarra en general es mala, para qué autorizan las franquicias de MacDonald, Kentuky Fried Chicken , Pizza Huts, y tantas otras. En una sociedad libre, democrática y madura, el ciudadano puede elegir y decidir. Si desea ser gordo o flaco, fumador o no. Soltero o casado, católico, protestante o ateo. Bueno para el copete o abstemio. Macho recio o gay. El Estado no puede prohibir que se venda la comida basura, si antes ya autorizó que se fabrique se importe o distribuya.
Lo peor es que con la nueva ley lo único que se logra, además de castrar la libertad, es que los cabros se inicien en el micro tráfico del superocho y las papas fritas. Claro que lo bueno es que desarrollarían desde chiquititos el espíritu empresarial. Pero hay que reconocer que los niños están obesos y debemos cuidar su salud. Pero no prohibiendo sino con la fórmula de la educación. La culpa no es del lomito de chancho, sino del que le da el afrecho. Digo yo.
viernes, abril 22, 2011
De mal en "pior"
(Publicado en la Estrella de Iquique el 3 de abril de 2011)
Como se sabe, desde hace poco más de un año somos miembros de la OCDE, el selecto Club de los países más desarrollados del mundo. Después de diez años haciendo la previa, al final nos dieron la membrecía. Pero esto a mí no me huele bien. Me baso, no en el olfato, sino en los datos duros de la calidad de nuestra educación.
Las mediciones oficiales dicen que estamos entre los países más porros del mundo, peleándonos los últimos lugares de la tabla con unos países africanos. No damos el ancho ni el largo. Los dos últimos botones de muestra: los Simce de Gimnasia e Inglés que resultaron un desastre. Esto se sumó a lo malo que somos en Lenguaje, Matemáticas y Ciencias. Ahora resultamos pencas para la Gimnasia y estamos off side en Inglés. Y “pa´ pior” los English teachers salieron la mayoría reprobados en la última evaluación. Sospecho que hicimos alguna cuchufleta para entrar a la OCDE.
Lo de la Gimnasia se veía venir porque - seamos honestos - los chilenos desde hace años estamos en engorda y en estado de reposo. Comemos mucho y excepcionalmente o por obligación, no caminamos más de cinco cuadras diarias. Por otro lado está la maldita comida chatarra, que también se metió a los colegios a través de esos kioscos que en los recreos venden pura grasa y colesterol con disfraz de “alimentos sanos”, en atractivos envoltorios y con engañadores mensajes de propiedades nutricionales, energéticas, light, colesterol bueno, vitaminas de la A a la Z , con Omega del número que le pidan, etc. Mentiras, puras mentiras (usted sabe que todo el mundo miente, incluso los sostenedores de colegios y los concesionarios de los kioscos). Si a esto le sumamos los hábitos sedentarios en la casa, donde niños y jóvenes se pasan días enteros en cama viendo tele o jugando videos -y de paso comiendo chatarra- el resultado del Simce en Gimnasia, no podía sino dejarnos en la banca.
Pero donde nos fuimos al pork fue en el inglés. Con la invasión gringa actual, nunca pensé este desastre idiomático. Porque jamás antes nuestros jóvenes habían escuchado tanto inglés. Nunca habían pasado días enteros conectados a los audífonos escuchando a cantantes en inglés, ni llenado los estadios para escuchar a sus ídolos cantar en inglés. Ni viendo tantas películas subtituladas pero habladas en inglés. O estando en las redes y en el mundo de las comunicaciones y la tecnología donde todo es en inglés. Aún así, no saben un carajo de ese idioma.
Hoy el inglés es una necesidad y es indispensable para emplearse y ejercer profesionalmente. Hay que saberlo yes or yes. Por eso sugiero a todo el mundo a meterse en un instituto, estudiar por Internet o como sea. No importa que al comienzo lo hable como Tarzán. Muy pronto pasará al nivel de Lucho Jara y terminará con la fluidez de Cristián de Fuente. O hágalo como yo, contraté a una profesora de lenguas y me dio clases privadas. Aprendí harto y lo pasé bien. It´s a good idea. Digo yo.
Como se sabe, desde hace poco más de un año somos miembros de la OCDE, el selecto Club de los países más desarrollados del mundo. Después de diez años haciendo la previa, al final nos dieron la membrecía. Pero esto a mí no me huele bien. Me baso, no en el olfato, sino en los datos duros de la calidad de nuestra educación.
Las mediciones oficiales dicen que estamos entre los países más porros del mundo, peleándonos los últimos lugares de la tabla con unos países africanos. No damos el ancho ni el largo. Los dos últimos botones de muestra: los Simce de Gimnasia e Inglés que resultaron un desastre. Esto se sumó a lo malo que somos en Lenguaje, Matemáticas y Ciencias. Ahora resultamos pencas para la Gimnasia y estamos off side en Inglés. Y “pa´ pior” los English teachers salieron la mayoría reprobados en la última evaluación. Sospecho que hicimos alguna cuchufleta para entrar a la OCDE.
Lo de la Gimnasia se veía venir porque - seamos honestos - los chilenos desde hace años estamos en engorda y en estado de reposo. Comemos mucho y excepcionalmente o por obligación, no caminamos más de cinco cuadras diarias. Por otro lado está la maldita comida chatarra, que también se metió a los colegios a través de esos kioscos que en los recreos venden pura grasa y colesterol con disfraz de “alimentos sanos”, en atractivos envoltorios y con engañadores mensajes de propiedades nutricionales, energéticas, light, colesterol bueno, vitaminas de la A a la Z , con Omega del número que le pidan, etc. Mentiras, puras mentiras (usted sabe que todo el mundo miente, incluso los sostenedores de colegios y los concesionarios de los kioscos). Si a esto le sumamos los hábitos sedentarios en la casa, donde niños y jóvenes se pasan días enteros en cama viendo tele o jugando videos -y de paso comiendo chatarra- el resultado del Simce en Gimnasia, no podía sino dejarnos en la banca.
Pero donde nos fuimos al pork fue en el inglés. Con la invasión gringa actual, nunca pensé este desastre idiomático. Porque jamás antes nuestros jóvenes habían escuchado tanto inglés. Nunca habían pasado días enteros conectados a los audífonos escuchando a cantantes en inglés, ni llenado los estadios para escuchar a sus ídolos cantar en inglés. Ni viendo tantas películas subtituladas pero habladas en inglés. O estando en las redes y en el mundo de las comunicaciones y la tecnología donde todo es en inglés. Aún así, no saben un carajo de ese idioma.
Hoy el inglés es una necesidad y es indispensable para emplearse y ejercer profesionalmente. Hay que saberlo yes or yes. Por eso sugiero a todo el mundo a meterse en un instituto, estudiar por Internet o como sea. No importa que al comienzo lo hable como Tarzán. Muy pronto pasará al nivel de Lucho Jara y terminará con la fluidez de Cristián de Fuente. O hágalo como yo, contraté a una profesora de lenguas y me dio clases privadas. Aprendí harto y lo pasé bien. It´s a good idea. Digo yo.
El Aprendiz (II)
(Publicado en la Estrella de Iquique el 17 de abril de 2011)
Para entender esta segunda parte, es necesario haber leído la columna anterior. Consígase el diario del pasado domingo, léalo en la versión electrónica o visite mi blog.
Para aclarar lo de los tics del Aprendiz SPE 11249, diré que los científicos suizos amigos de mi tía Fide creen que son causa de una falla en el proceso de transfusión neuronal del potente lado izquierdo del cerebro de mi parienta. Ella lo vio desvanecerse unos 10 segundos y luego que empezó con las movidas típicas que hasta hoy lo acompañan parecidas a una picazón. Sin embargo mi tía piensa que podría ser una secuela que algunos aprendices mantienen de por vida por la vacuna experimental contra el dengue aplicada cuando los inscribió como voluntarios en Fiji.
La relación del aprendiz y mi tía es similar a la de Aristóteles con Alejandro Magno. Ella le traspasó todo su conocimiento, sabiduría, habilidades, destrezas y filosofía de vida durante 8 meses continuos (el más rápido proceso de aprendizaje en la historia de la Academia). Y esto ocurría las 24 horas del día los 7 días de la semana. Fuera entre las ruinas de la ciudad amurallada de Kaowloom haciendo salvataje indómito, en las prácticas de sobrevivencia extrema en el pantano maldito de Bagunyá o lanzándose en parapente desde la torre Eiffel.
El resultado fue similar al del personaje Kal- El, aquel niño que al llegar del planeta Kripton a la Tierra se convirtió en un superhombre. Un terrícola que cuando se pone la capa roja (también puede ser una casaca roja) se convierte en un SPE (Súper Poderoso Ejemplar). Esta sigla la acuñó mi tía desde ese momento para nominar a los egresados, tal como lo fue el modelo 11249, que hoy podría ser quien está en Chile haciendo un postgrado como CEO nacional.
La Academia le desarrolló todo su potencial. Eso explica memoria extraordinaria, imaginación sin límites y rapidez mental y física (súper velocidad) visión de largo plazo (súper visión), habilidad para descubrir los buenos negocios (súper olfato) capacidad para volar alto, resistencia a los golpes duros y destrezas para enfrentar con éxito terremotos, tsunamis, rescates de mineros, fusiones, saltos al vacío, aterrizajes forzosos y muchas otras situaciones. Un sujeto de mucha acción y muchas acciones (tanto benéficas como bursátiles).
En la Academia le llamaban Cabydam, que representa dos piezas del ajedrez que juntas tienen todo el poder. Así, de la mano de mi tía Fide, lo aprendió todo, desde domesticar al antílope tibetano, montar Yak, tocar el ceníbalo, la ikebana rusa, resolver el cubo de Rubik en 12 movidas, lucha greco romana, poesía filosófica, mil citas y biografías célebres y mucho, mucho más. Algo especial fueron los tips sobre Economía que luego difundió en Harvard. Uno de ellos fue “Cómo ganarse los segundos 100 millones de dólares antes de los 50 años”. Pero por cierto el aprendiz tenía mucho potencial. De hecho, a los 9 años, cambió las reglas del famoso juego de esos años, el Metrópoli. Reemplazó los billetes por tarjetas. El resto es historia.
Mi tía Fide y el Aprendiz, ¡qué parcito! Digo yo.
Para entender esta segunda parte, es necesario haber leído la columna anterior. Consígase el diario del pasado domingo, léalo en la versión electrónica o visite mi blog.
Para aclarar lo de los tics del Aprendiz SPE 11249, diré que los científicos suizos amigos de mi tía Fide creen que son causa de una falla en el proceso de transfusión neuronal del potente lado izquierdo del cerebro de mi parienta. Ella lo vio desvanecerse unos 10 segundos y luego que empezó con las movidas típicas que hasta hoy lo acompañan parecidas a una picazón. Sin embargo mi tía piensa que podría ser una secuela que algunos aprendices mantienen de por vida por la vacuna experimental contra el dengue aplicada cuando los inscribió como voluntarios en Fiji.
La relación del aprendiz y mi tía es similar a la de Aristóteles con Alejandro Magno. Ella le traspasó todo su conocimiento, sabiduría, habilidades, destrezas y filosofía de vida durante 8 meses continuos (el más rápido proceso de aprendizaje en la historia de la Academia). Y esto ocurría las 24 horas del día los 7 días de la semana. Fuera entre las ruinas de la ciudad amurallada de Kaowloom haciendo salvataje indómito, en las prácticas de sobrevivencia extrema en el pantano maldito de Bagunyá o lanzándose en parapente desde la torre Eiffel.
El resultado fue similar al del personaje Kal- El, aquel niño que al llegar del planeta Kripton a la Tierra se convirtió en un superhombre. Un terrícola que cuando se pone la capa roja (también puede ser una casaca roja) se convierte en un SPE (Súper Poderoso Ejemplar). Esta sigla la acuñó mi tía desde ese momento para nominar a los egresados, tal como lo fue el modelo 11249, que hoy podría ser quien está en Chile haciendo un postgrado como CEO nacional.
La Academia le desarrolló todo su potencial. Eso explica memoria extraordinaria, imaginación sin límites y rapidez mental y física (súper velocidad) visión de largo plazo (súper visión), habilidad para descubrir los buenos negocios (súper olfato) capacidad para volar alto, resistencia a los golpes duros y destrezas para enfrentar con éxito terremotos, tsunamis, rescates de mineros, fusiones, saltos al vacío, aterrizajes forzosos y muchas otras situaciones. Un sujeto de mucha acción y muchas acciones (tanto benéficas como bursátiles).
En la Academia le llamaban Cabydam, que representa dos piezas del ajedrez que juntas tienen todo el poder. Así, de la mano de mi tía Fide, lo aprendió todo, desde domesticar al antílope tibetano, montar Yak, tocar el ceníbalo, la ikebana rusa, resolver el cubo de Rubik en 12 movidas, lucha greco romana, poesía filosófica, mil citas y biografías célebres y mucho, mucho más. Algo especial fueron los tips sobre Economía que luego difundió en Harvard. Uno de ellos fue “Cómo ganarse los segundos 100 millones de dólares antes de los 50 años”. Pero por cierto el aprendiz tenía mucho potencial. De hecho, a los 9 años, cambió las reglas del famoso juego de esos años, el Metrópoli. Reemplazó los billetes por tarjetas. El resto es historia.
Mi tía Fide y el Aprendiz, ¡qué parcito! Digo yo.
El Aprendiz ( I )
(Publicado en la Estrella de Iquique el 10 de abril de 2011)
Este artículo solo podrán entenderlo bien quienes conozcan la sorprendente vida de mi tía Fide. Es un requisito previo fundamental. Lamentablemente el libro en que conté su verdadera historia está agotado. Pero los interesados podrían conseguirlo con algún amigo, o solicitarle una versión digital al suscrito y en pocos minutos tenerla en su computador. Pero esto por supuesto, no es gratis.
No obstante ello, contaré ciertos hechos ocurridos en el pasado, porque están estrechamente relacionados con el único chileno graduado de la prestigiosa FIDE´s Academy, entidad donde mi tía, preparó, a los principales políticos, empresarios, líderes y gurús del mundo actual.
Todo comenzó cuando un amigo, en esos años embajador de Chile en Francia, le solicitó que aceptara en la Academia a su joven hijo, un destacado estudiante que perfilaba según él, para “cosas grandes”. Mi tía accedió, incluso becó al muchacho (porque su familia era de la esforzada clase media de esos años) y lo sometió al examen de ingreso que pasó con nota máxima. Cuento corto, un día de primavera en la época del monzón, llegó a la Academia de mi tía Fide ubicada en la provincia de Yangtsé en el Tíbet, un muchacho no muy alto, de mirada profunda, ceño fruncido y escrutador. El registro consigna solo lo siguiente: Aprendiz SPE-11249.
La Academia de mi tía Fide, fue lo más top del mundo y su método de enseñanza - más secreto que la fórmula de la Coca Cola- es en rigor un algoritmo holístico de estudios, prácticas, experimentaciones científicas, viajes (ninguno de placer), lectura y preparación física intensiva, solo por dar ejemplos. Los participantes deben superar un programa de aprendizaje que suele durar tres años y más. Las secretas estadísticas son dramáticas. Un 45% no pasa las pruebas de admisión. El 85% no se gradúa. Y un 2% de los reprobados en el examen final, se suicida. En cuanto al método de enseñanza, es de su propia invención y lo diseño a partir de estudios que hizo sobre los niños índigos, la resiliencia, el súper hombre de Nietzche, las escuelas de misterios, el coaching ontológico para la gobernanza, la búsqueda de Dios con el Eneagrama y otros tópicos de similar calibre.
Pero antes de todo, le pido a mi tía que me de algunas pistas para saber quién es y que hace hoy este soberbio personaje graduado en su templo del saber. Me sopló algunas : tiene más de 60 años, perfecto estado de salud, hiperkinético, duerme solo 6 horas, es poli funcional, competitivo, políglota, calificado orador, buzo profesional y amante de volar alto, entre tantas otras competencias. Un rasgo visible son sus tics, que no son la picazón a causa del roce con la ropa, lo que le obliga a usar dos tallas más grandes sino que, es por una leve presencia del síndrome de Tourette. Ella me contará la "firme" y cientos de detalles de este SPE (Súper Poderoso Ejemplar). Y a mí, seguro que se me caerá el pendrive. Digo yo.
martes, marzo 29, 2011
El arte de mentir
Publicado en la Estrella de Iquique el 27 de marzo de 2011)
Miento, luego existo. Esta expresión podría ser tan válida como el “pienso luego existo” de Descartes. Si el filósofo francés decía que con solo pensar se probaba la existencia, ¿por qué no - cambiando el verbo existir por mentir - podría demostrarse lo mismo?
Me permití crear este silogismo: “Los hombres son humanos. Mentir es humano. Ergo, el hombre miente”. Yo creo que mentir es innato al ser humano y que ese rasgo está grabado en sus genes. Si nos remitimos al origen del hombre, basados en el relato bíblico, verificaríamos que en el Paraíso el detonante del desastre fue una mentira. La pérfida serpiente le mintió a Eva; la coqueta Eva le mintió a Adán; el impúdico Adán le mintió a Dios. El resto es historia. Mentira tras mentira se ha edificado el mundo. Este mismo relato de los primeros padres, dicen que es una mentira. Otros, una verdad revelada.
Mi conclusión es dramática y categórica: todos mienten. Mienten los políticos, mienten los médicos, los abogados, los bomberos y los alcaldes. Mienten los árbitros, los jueces, los obispos, los vendedores de AFPs y los tarotistas. Mienten los periodistas, los testigos de Notarías, los conserjes, los contratistas, los profesores, los maridos, las esposas, los Rotarios, los Leones, los agnósticos, los artistas, los senadores, los colectiveros y los ejecutivos de cuentas. Mienten las gitanas, las secretarias, las tías, los católicos, los protestantes, los testigos de Jehová, los dentistas, los tasadores, los entrenadores y los mecánicos. Mienten los farmacéuticos, los sociólogos, los miembros de los directorios, los jugadores de póker, de dudo y de brisca, los locutores, los empresarios, los gerentes, los hombres y las mujeres…todo el mundo miente y el que diga que no lo hace, es un mentiroso.
No quiero hacer una apología a la mentira pero le reconozco sus méritos. Los mentirosos - o sea todos - mentimos pero por buenas razones. Una, evitar que la verdad produzca daños múltiples, mayores e irreversibles. Otra, para mantener las aguas calmadas y evitar la tormenta. A veces, saber la verdad es peor. En algunas religiones las mentiras son pecados y pueden ser mortales y veniales. O sea mentiras “cabronas” y mentiras “piadosas”, estas últimas, casi un mero ejercicio de imaginación. Y en esto me apoyo, en la imaginación, para sustentar mi teoría: la mentira no es más que una genuina expresión de la inteligencia humana. En efecto, para mentir hay que tener razón, imaginación, creatividad, rapidez metal y muy buena memoria. Los mentirosos (creativos) tienen un CI más alto que los que siempre dicen la verdad. ¿Será cierto o será ésta otra mentira ?
Los incapaces de inventar de vez en cuando una buena “chiva”, en estos tiempos lo más probable es que estén cesantes. Las empresas prefieren a los creativos, ingeniosos, innovadores y audaces. Que dominen el arte de mentir (crear) una competencia hoy indispensable. Por eso, invito a mentir con toda confianza no más. Sirve hasta para encontrar una buena pega. Digo yo.
La letra Chica
(Publicado en la Estrella de Iquique el 11 de marzo de 2011)
Hay gente que tiene letra grande, clara, firme y caligráfica. Otros en cambio la tienen chica, fea e ilegible. La letra es una grafía, pero también un rasgo de nuestra personalidad. Con ella damos pistas de cómo somos, qué somos y hasta qué pretendemos ser. Con la letra manuscrita se desnuda el alma. Los psicólogos usan la grafología para seleccionar personal y se asegura que descubren más cosas que con el test de las manchitas.
Por eso que a la letra manuscrita se la investiga tanto. Se quiere descubrir cómo es el ser humano a través de lo que dice con su escritura. Su forma, tamaño, trazo, inclinación y los posibles mensajes ocultos. También hay algunas creencias como que la letra de las mujeres es mejor -más linda - que la de los hombres. Si un macho recio, feo, peludo y hediondo, tiene bonita letra, más de alguien diría que es “raro”. O sea, también podría servir para descubrir si hay pistas para salirse del closet.
Pero de todos los tipos de letras, la más perversa y menos confiable es la letra chica de los contratos. De solo escuchar la expresión “letra chica” a todo el mundo se le paran los pelos. Las letras chicas sugieren engaño, trampa, algo oculto y no revelado. El asunto se puso más de moda cuando los políticos de la nueva oposición, muchos de ellos cesantes, definieron como misión histórica de la Concertación - o lo que queda de ella – descubrir la letra chica de los proyectos del gobierno. Y en eso han estado con lupa intentando descifrar lo que no dicen, o dicen con letra chica, las iniciativas del ejecutivo. Han estado un año en esto y no en la reconstrucción de la estructura del holding político que se les vino al suelo, con su propio 27/F.
Lo que también está de moda es escribir cada vez menos a mano. El procesador de textos nos hace la pega. Hasta el viejito Pascual se quejó el año pasado. Yo añoro mi época escolar, cada día había que hacer una copia a mano para mejorar la letra y la ortografía. Las secretarias del antiguo Colegio Inglés se distinguían por su hermosa caligrafía con letra Palmer. Las notarías se las peleaban por contratarlas.
Finalmente y considerando esto de que los hombres tendrían peor letra que las mujeres, quise saber la opinión de ellas al respecto. Les hice una sola y categórica pregunta: ¿cómo la tiene su pareja? Las respuestas dieron los siguientes resultados: el 53,5% dijo que su hombre la tenía chica y redonda. El 20,2 % que la tenía grande y firme. El 12,4% dijo que era grande abajo pero terminaba chica. Un 10,7% dijo no saber, porque no se la mostraban nunca. Y un 3,2 % manifestó que era fea, chica, flaca y tembleque. Sin clasificación quedaron: tortuosa, caótica, horrorosa y “tierna”.
Y para los curiosos y curiosas, les diré que la mía es de tamaño estándar, delgada y al parecer demócrata cristiana. Siempre termina con una caída hacia la izquierda. Es lo que hay. Digo yo.
Hay gente que tiene letra grande, clara, firme y caligráfica. Otros en cambio la tienen chica, fea e ilegible. La letra es una grafía, pero también un rasgo de nuestra personalidad. Con ella damos pistas de cómo somos, qué somos y hasta qué pretendemos ser. Con la letra manuscrita se desnuda el alma. Los psicólogos usan la grafología para seleccionar personal y se asegura que descubren más cosas que con el test de las manchitas.
Por eso que a la letra manuscrita se la investiga tanto. Se quiere descubrir cómo es el ser humano a través de lo que dice con su escritura. Su forma, tamaño, trazo, inclinación y los posibles mensajes ocultos. También hay algunas creencias como que la letra de las mujeres es mejor -más linda - que la de los hombres. Si un macho recio, feo, peludo y hediondo, tiene bonita letra, más de alguien diría que es “raro”. O sea, también podría servir para descubrir si hay pistas para salirse del closet.
Pero de todos los tipos de letras, la más perversa y menos confiable es la letra chica de los contratos. De solo escuchar la expresión “letra chica” a todo el mundo se le paran los pelos. Las letras chicas sugieren engaño, trampa, algo oculto y no revelado. El asunto se puso más de moda cuando los políticos de la nueva oposición, muchos de ellos cesantes, definieron como misión histórica de la Concertación - o lo que queda de ella – descubrir la letra chica de los proyectos del gobierno. Y en eso han estado con lupa intentando descifrar lo que no dicen, o dicen con letra chica, las iniciativas del ejecutivo. Han estado un año en esto y no en la reconstrucción de la estructura del holding político que se les vino al suelo, con su propio 27/F.
Lo que también está de moda es escribir cada vez menos a mano. El procesador de textos nos hace la pega. Hasta el viejito Pascual se quejó el año pasado. Yo añoro mi época escolar, cada día había que hacer una copia a mano para mejorar la letra y la ortografía. Las secretarias del antiguo Colegio Inglés se distinguían por su hermosa caligrafía con letra Palmer. Las notarías se las peleaban por contratarlas.
Finalmente y considerando esto de que los hombres tendrían peor letra que las mujeres, quise saber la opinión de ellas al respecto. Les hice una sola y categórica pregunta: ¿cómo la tiene su pareja? Las respuestas dieron los siguientes resultados: el 53,5% dijo que su hombre la tenía chica y redonda. El 20,2 % que la tenía grande y firme. El 12,4% dijo que era grande abajo pero terminaba chica. Un 10,7% dijo no saber, porque no se la mostraban nunca. Y un 3,2 % manifestó que era fea, chica, flaca y tembleque. Sin clasificación quedaron: tortuosa, caótica, horrorosa y “tierna”.
Y para los curiosos y curiosas, les diré que la mía es de tamaño estándar, delgada y al parecer demócrata cristiana. Siempre termina con una caída hacia la izquierda. Es lo que hay. Digo yo.
Nadie hace nada
(Publicado en la Esteella de Iquique el 15 de marzo de 2011)
Se ha fijado Ud. que cada vez que como ciudadanos contamos que hicimos una denuncia, planteamos una inquietud o formulamos un reclamo por algo que creemos requiere atención, siempre nuestro discurso terminará con la clásica y profética expresión: “pero al final nadie hace nada”, manifestación clara de nuestra convicción más absoluta de que las cosas no se harán, porque…nadie hace nada.
Los principales afectados de nuestras agrias manifestaciones de malestar, “por el no hacer”, son las personas o entidades que tienen el poder, las que representan la autoridad o los tienen un cargo y las competencias para resolver los problemas. Hacerse cargo o hacerse los lesos, decía un eslogan electoral de un senador regional que “andó” por estos lados hace algunos años. La comunidad ingenuamente cree que se harán las cosas que pide o sugiere, pero se da cuenta rápidamente que parece que se hacen los lesos, porque al final…nadie hace nada.
Para los ciudadanos de a pié, los más sordos (no digo los más lesos porque si han llegado donde están, es porque tienen méritos) son las autoridades, los que mandan en algo. Y en esta amplia categoría caen moros, judíos y cristianos. Desde quienes están en las cumbres del poder hasta, por ejemplo, abnegados y voluntarios directores de una comunidad de vecinos de cualquier edificio o condominio, que a pesar de los petitorios de sus moradores, no resuelven los graves problemas que afectan a los residentes, porque…nadie hace nada.
Esto me recuerda la historia de cuatro personas cuyos nombres eran: Todo el Mundo, Alguien, Cualquiera y Nadie. Cuando hubo que hacer un trabajo importante, Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría. Aún cuando Cualquiera podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se enfadó porque era responsabilidad de Todo el Mundo. Pero Todo el Mundo pensó que Cualquiera podía hacerlo, pero Nadie se dio cuenta de que Nadie lo haría. Al final, Todo el mundo culpó a Alguien cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho. Esto se parece al antiguo juego del compra huevos. Una forma lúdica para aprender desde niños a “sacarnos los pillos” y a quitarle el traste a la jeringa.
Estoy por creer que, cuando nadie hace nada, frente a nuestros pesares, reclamos y demases, es porque “el no hacer” está en el ADN nacional. Lo comprobé personalmente. Hace unas semanas comenté sobre las decenas de conductores infractores de calle Francisco Vergara (entre Los Molles y Chipana) que se estacionan todos los días en contra el tránsito. Yo pensé que la municipalidad, los carabineros y hasta mi amigo seremi del Transporte saldrían presurosos y decididos a resolver el problema. Pero al final…nadie hace nada. Digo yo.
Se ha fijado Ud. que cada vez que como ciudadanos contamos que hicimos una denuncia, planteamos una inquietud o formulamos un reclamo por algo que creemos requiere atención, siempre nuestro discurso terminará con la clásica y profética expresión: “pero al final nadie hace nada”, manifestación clara de nuestra convicción más absoluta de que las cosas no se harán, porque…nadie hace nada.
Los principales afectados de nuestras agrias manifestaciones de malestar, “por el no hacer”, son las personas o entidades que tienen el poder, las que representan la autoridad o los tienen un cargo y las competencias para resolver los problemas. Hacerse cargo o hacerse los lesos, decía un eslogan electoral de un senador regional que “andó” por estos lados hace algunos años. La comunidad ingenuamente cree que se harán las cosas que pide o sugiere, pero se da cuenta rápidamente que parece que se hacen los lesos, porque al final…nadie hace nada.
Para los ciudadanos de a pié, los más sordos (no digo los más lesos porque si han llegado donde están, es porque tienen méritos) son las autoridades, los que mandan en algo. Y en esta amplia categoría caen moros, judíos y cristianos. Desde quienes están en las cumbres del poder hasta, por ejemplo, abnegados y voluntarios directores de una comunidad de vecinos de cualquier edificio o condominio, que a pesar de los petitorios de sus moradores, no resuelven los graves problemas que afectan a los residentes, porque…nadie hace nada.
Esto me recuerda la historia de cuatro personas cuyos nombres eran: Todo el Mundo, Alguien, Cualquiera y Nadie. Cuando hubo que hacer un trabajo importante, Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría. Aún cuando Cualquiera podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se enfadó porque era responsabilidad de Todo el Mundo. Pero Todo el Mundo pensó que Cualquiera podía hacerlo, pero Nadie se dio cuenta de que Nadie lo haría. Al final, Todo el mundo culpó a Alguien cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho. Esto se parece al antiguo juego del compra huevos. Una forma lúdica para aprender desde niños a “sacarnos los pillos” y a quitarle el traste a la jeringa.
Estoy por creer que, cuando nadie hace nada, frente a nuestros pesares, reclamos y demases, es porque “el no hacer” está en el ADN nacional. Lo comprobé personalmente. Hace unas semanas comenté sobre las decenas de conductores infractores de calle Francisco Vergara (entre Los Molles y Chipana) que se estacionan todos los días en contra el tránsito. Yo pensé que la municipalidad, los carabineros y hasta mi amigo seremi del Transporte saldrían presurosos y decididos a resolver el problema. Pero al final…nadie hace nada. Digo yo.
Otra vez la estupidez
(Publicado por la Estrella de Iquique el 13 de marzo de 2011)
Lo dijo Alfred Einstein: “lo único infinito es el Universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro”. Cada año en estas fechas, cuando veo la forma como los universitarios celebran el mechoneo para recibir a los alumnos novatos, me acuerdo de este sabio y le encuentro toda la razón. Lo seres humanos somos muy estúpidos.
Pasan los años y los mechoneos siguen siendo tan tontos como lo han sido desde que alguien tuvo la estúpida idea de cambiar su idea original. Hoy son una mezcla de grosería, mal gusto, vejamen (especialmente de género), humillación, ordinariez, práctica del mendigaje callejero y por cierto, falta absoluta de innovación y creatividad. No imaginable en un segmento de la sociedad donde se supone llegan los mejores prospectos que el país necesita para construir el Chile desarrollado que - según los cálculos y planes del gobierno – debiera ser a partir del 2020.
Los miro con pena y vergüenza y no logro comprender cómo no se les ocurre algo mejor, más inteligente, más digno, más agradable, más sensato. Van descalzos, casi desnudos, dando lástima, tapados con bolsas de basura, sucios, manchados, embadurnados de pinturas, suciedades y posiblemente hasta…caca (espero sea de pájaros a lo menos) no creo que sean tan lesos como para preferir la humana. Claro que nunca hay que subestimar la cantidad de estúpidos que circulan por el mundo.
A pesar de todo, los mechones disfrutan con la actividad y la consideran una tradición irrenunciable. Sin duda que es así, hay que vivir la experiencia, pero no tiene porqué ser tan traumática (eufemismo de estúpida en este caso). Se supone que es una iniciación a una nueva forma de vida, un paso hacia la madurez. Las pruebas deben ser simbólicas y no deben producir menoscabo, humillación ni daño físico o moral. Me parece que este evento iniciático apunta hacia tres propósitos. Primero, para que los alumnos antiguos se “desquiten” del mechoneo del que fueron víctimas antes. Segundo, para dejar un “recuerdo imborrable” en los nuevos. Y tercero, para “financiar” la fiesta de recepción.
Es tiempo de salir del círculo vicioso del mechoneo degradante, reiterativo y estúpido. Si el propósito último fuera el financiamiento de la fiesta, el tema sería de otra naturaleza. Yo creo que las empresas, el municipio, entidades con visión de futuro y por cierto la comunidad toda, podrían ayudar. Pero eso pasa con una propuesta inteligente de los estudiantes. Un cambio sustantivo que todos recibiríamos complacidos. Una nueva imagen. Se ha dicho, y ya sería un avance, que podrían limpiar las playas, pintar sedes sociales, arreglar jardines, canchas deportivas, pintar murales artísticos, visitar enfermos en hospitales, sacar a pasear ancianos, plantar árboles, cantar, recitar, tocar instrumentos, barrer calles, etc., etc. Con acciones de este tipo, tanto mechoneadores (victimarios) como mechoneados (víctimas) se reivindican y se ganan las simpatías de la comunidad. La idea es iniciar de una buena vez, “una nueva forma de hacer el mechoneo”, sin actos vejatorios ni humillaciones.
Sin embargo, año tras año, una tras otra, igual que las hormiguitas, siguen la tradición de hacer las mismas estupideces. Digo yo.
Lo dijo Alfred Einstein: “lo único infinito es el Universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro”. Cada año en estas fechas, cuando veo la forma como los universitarios celebran el mechoneo para recibir a los alumnos novatos, me acuerdo de este sabio y le encuentro toda la razón. Lo seres humanos somos muy estúpidos.
Pasan los años y los mechoneos siguen siendo tan tontos como lo han sido desde que alguien tuvo la estúpida idea de cambiar su idea original. Hoy son una mezcla de grosería, mal gusto, vejamen (especialmente de género), humillación, ordinariez, práctica del mendigaje callejero y por cierto, falta absoluta de innovación y creatividad. No imaginable en un segmento de la sociedad donde se supone llegan los mejores prospectos que el país necesita para construir el Chile desarrollado que - según los cálculos y planes del gobierno – debiera ser a partir del 2020.
Los miro con pena y vergüenza y no logro comprender cómo no se les ocurre algo mejor, más inteligente, más digno, más agradable, más sensato. Van descalzos, casi desnudos, dando lástima, tapados con bolsas de basura, sucios, manchados, embadurnados de pinturas, suciedades y posiblemente hasta…caca (espero sea de pájaros a lo menos) no creo que sean tan lesos como para preferir la humana. Claro que nunca hay que subestimar la cantidad de estúpidos que circulan por el mundo.
A pesar de todo, los mechones disfrutan con la actividad y la consideran una tradición irrenunciable. Sin duda que es así, hay que vivir la experiencia, pero no tiene porqué ser tan traumática (eufemismo de estúpida en este caso). Se supone que es una iniciación a una nueva forma de vida, un paso hacia la madurez. Las pruebas deben ser simbólicas y no deben producir menoscabo, humillación ni daño físico o moral. Me parece que este evento iniciático apunta hacia tres propósitos. Primero, para que los alumnos antiguos se “desquiten” del mechoneo del que fueron víctimas antes. Segundo, para dejar un “recuerdo imborrable” en los nuevos. Y tercero, para “financiar” la fiesta de recepción.
Es tiempo de salir del círculo vicioso del mechoneo degradante, reiterativo y estúpido. Si el propósito último fuera el financiamiento de la fiesta, el tema sería de otra naturaleza. Yo creo que las empresas, el municipio, entidades con visión de futuro y por cierto la comunidad toda, podrían ayudar. Pero eso pasa con una propuesta inteligente de los estudiantes. Un cambio sustantivo que todos recibiríamos complacidos. Una nueva imagen. Se ha dicho, y ya sería un avance, que podrían limpiar las playas, pintar sedes sociales, arreglar jardines, canchas deportivas, pintar murales artísticos, visitar enfermos en hospitales, sacar a pasear ancianos, plantar árboles, cantar, recitar, tocar instrumentos, barrer calles, etc., etc. Con acciones de este tipo, tanto mechoneadores (victimarios) como mechoneados (víctimas) se reivindican y se ganan las simpatías de la comunidad. La idea es iniciar de una buena vez, “una nueva forma de hacer el mechoneo”, sin actos vejatorios ni humillaciones.
Sin embargo, año tras año, una tras otra, igual que las hormiguitas, siguen la tradición de hacer las mismas estupideces. Digo yo.
Todo tiene su precio
(Publicado en la Estrella de Iquique el 3 de febrero de 2011)
Entre los tres y los siete años es frecuente que los niños sufran dolor en piernas y brazos que no son causa de ninguna enfermedad. Se trata de los llamados “dolores de crecimiento”, un conjunto de molestias causadas por el crecimiento de los huesos, el estiramiento de los músculos y con ellos, de los vasos sanguíneos y los nervios.
A los países, curiosamente les pasa lo mismo que a los niños. Crecer y desarrollarse tiene su precio. Las mujeres lo saben: “para ser bellas hay que ver estrellas”. Pasar de país subdesarrollado a desarrollado, sin saltarse la de emergente - si se está en esa categoría - no es gratis. A Chile y sus habitantes el bienestar, el buen vivir, librarse de la pobreza extrema y llegar a ser una nación desarrollada, tal como lo proyecta el gobierno para el 2018, le van a costar muchos “dolores de crecimiento”.
Your pain, your gain, dicen los letreros de los gringos en los gimnasios, lo que se traduciría como “su dolor es su ganancia”. Es decir, si le duele es porque está creciendo. No me gusta mucho la fórmula. Me suena a resignación. Mientras más sufres y te sacrificas ahora, más seguro será tu llegada a un mundo mejor.
Y también, al igual que los niños, los países suelen tener dolores temporales. Los dolores de “guata” por ejemplo, son típicos en Chile al inicio de la época escolar y a veces semanalmente, cuando el precio de la bencina sube, sube y sube y de repente baja… pero poco. Este es un padecimiento recurrente, molesto y doloroso, como las aftas bucales.
Las explicaciones están en todos los textos de Macroeconomía. En los países con economías más desarrollas y con capital humano más calificado, el costo de vida es mucho más caro. Entre más se moderniza una nación, mientras menos pobres hay, es más caro vivir. Los precios suben especialmente la mano de obra, los servicios, los bienes durables, la educación, los alimentos. Una taza de café en Suiza es hoy cuatro veces más cara que en Chile. En seis años más en Santiago costará no menos de dos lucas.
¿Y cómo aliviar los dolores del crecimiento? Algunos sugieren dar subsidios, crear fondos de estabilización, bajar impuestos, fijar precios. Otros, mayor productividad, exportar servicios o reducir el gasto fiscal. Lo concreto es que no existe país que haya llegado al desarrollo económico y terminado con la pobreza extrema, sin un sufrido embarazo y un doloroso parto. En un país “rico y desarrollado” como lo debiera ser Chile el 2018, con un ingreso per cápita de más de US$ 20.000 va a ser muy re´caro vivir por estos lados. Es el precio del desarrollo y no hay vuelta atrás. Pero, de todas maneras, yo creo que París bien vale una misa. Digo yo.
Entre los tres y los siete años es frecuente que los niños sufran dolor en piernas y brazos que no son causa de ninguna enfermedad. Se trata de los llamados “dolores de crecimiento”, un conjunto de molestias causadas por el crecimiento de los huesos, el estiramiento de los músculos y con ellos, de los vasos sanguíneos y los nervios.
A los países, curiosamente les pasa lo mismo que a los niños. Crecer y desarrollarse tiene su precio. Las mujeres lo saben: “para ser bellas hay que ver estrellas”. Pasar de país subdesarrollado a desarrollado, sin saltarse la de emergente - si se está en esa categoría - no es gratis. A Chile y sus habitantes el bienestar, el buen vivir, librarse de la pobreza extrema y llegar a ser una nación desarrollada, tal como lo proyecta el gobierno para el 2018, le van a costar muchos “dolores de crecimiento”.
Your pain, your gain, dicen los letreros de los gringos en los gimnasios, lo que se traduciría como “su dolor es su ganancia”. Es decir, si le duele es porque está creciendo. No me gusta mucho la fórmula. Me suena a resignación. Mientras más sufres y te sacrificas ahora, más seguro será tu llegada a un mundo mejor.
Y también, al igual que los niños, los países suelen tener dolores temporales. Los dolores de “guata” por ejemplo, son típicos en Chile al inicio de la época escolar y a veces semanalmente, cuando el precio de la bencina sube, sube y sube y de repente baja… pero poco. Este es un padecimiento recurrente, molesto y doloroso, como las aftas bucales.
Las explicaciones están en todos los textos de Macroeconomía. En los países con economías más desarrollas y con capital humano más calificado, el costo de vida es mucho más caro. Entre más se moderniza una nación, mientras menos pobres hay, es más caro vivir. Los precios suben especialmente la mano de obra, los servicios, los bienes durables, la educación, los alimentos. Una taza de café en Suiza es hoy cuatro veces más cara que en Chile. En seis años más en Santiago costará no menos de dos lucas.
¿Y cómo aliviar los dolores del crecimiento? Algunos sugieren dar subsidios, crear fondos de estabilización, bajar impuestos, fijar precios. Otros, mayor productividad, exportar servicios o reducir el gasto fiscal. Lo concreto es que no existe país que haya llegado al desarrollo económico y terminado con la pobreza extrema, sin un sufrido embarazo y un doloroso parto. En un país “rico y desarrollado” como lo debiera ser Chile el 2018, con un ingreso per cápita de más de US$ 20.000 va a ser muy re´caro vivir por estos lados. Es el precio del desarrollo y no hay vuelta atrás. Pero, de todas maneras, yo creo que París bien vale una misa. Digo yo.
viernes, marzo 11, 2011
Malas prácticas
(Publicado en la Estrella de Iquique en febrero de 2011)
La semana pasada me encontré con un viejo amigo. Tomaba un café y observaba el paisaje variopinto de la plaza Prat, la que calificó de “muy ruidosa”. Mi amigo es ingeniero civil y se especializó en logística y tiene varios post grados en transporte, vialidad y esas cosas. Me comentó que por deformación profesional, cada vez que visita una ciudad no puede dejar de analizar el tránsito, las señales, los flujos, la congestión vehicular, el tráfico peatonal y toda la problemática que genera el desarrollo urbano.
Mi amigo es un profesional muy exigente, crítico y “jodido”. Incluso más que el conocido y mediático Jaime Bravo, el experto en tránsito que aparece en la televisión y que en diciembre pasado encontró todo malo lo que se hacía en la Rotonda de la Mujer (QEPD).
“Esta ciudad es un caos” - me dice al minuto del encuentro. ¿Tan mal estamos ingeniero, le pregunto tímidamente? Me dice que el asunto es crítico y que se pondrá peor si no se interviene. Luego lanzó un rosario de improperios por las decisiones tomadas o no tomadas por las autoridades. Estuve tentado a sumarme, recordando las tantas veces que casi me he caído a causa del estado de las “vredeas” (léase veredas) pero mejor opté por justificar todo. Aludí a la Teoría del Caos, en cuanto a que en un caos, siempre hay un orden. Y en nuestro caso a pesar de todo, la ciudad funciona, los vehículos transitan, los peatones caminan, la locomoción pública da sus servicios y en casi un 100% de los casos, los ciudadanos llegan a sus casas a salvo. Choreados y sudorosos pero llegan.
Quedé intrigado con el asunto y me dediqué a observar las prácticas ciudadanas en este aspecto. Hay carencia de infraestructuras evidentes y faltan obras y regulaciones que implementar para tener una ciudad modelo. Pero gran parte de los problemas de tránsito y derivados, no son solo por el diseño de la ciudad, por un parque automotriz sobredimensionado o por el crecimiento explosivo de la población. Todo eso suma por cierto, pero concluí que somos las personas las que producimos el caos.
Para comprobar mi teoría hice un recorrido con ojo de inspector municipal o carabinero de Tránsito por la calle José Francisco Vergara desde Los Molles a Chipana. Primera constatación: los infractores detectados no fueron los colectiveros (que tienen una ganada pésima fama) sino ciudadanos supuestamente educados, profesionales, empresarios, algunas autoridades - no me consta, me lo dijeron unos vecinos - y “gente bien”, que vive o trabaja en el sector. Mi bitácora registra que el 15 de febrero a las 20:00 horas había en ese trayecto, doce vehículos estacionados en contra del tránsito, incluidos dos inmensos camiones. ¿Cómo entran y salen de esa posición sin riesgo a terceros? Yo creo que es flojera, o una pésima costumbre, o la “vista gorda” de las autoridades o… todas las anteriores. Digo yo.
La semana pasada me encontré con un viejo amigo. Tomaba un café y observaba el paisaje variopinto de la plaza Prat, la que calificó de “muy ruidosa”. Mi amigo es ingeniero civil y se especializó en logística y tiene varios post grados en transporte, vialidad y esas cosas. Me comentó que por deformación profesional, cada vez que visita una ciudad no puede dejar de analizar el tránsito, las señales, los flujos, la congestión vehicular, el tráfico peatonal y toda la problemática que genera el desarrollo urbano.
Mi amigo es un profesional muy exigente, crítico y “jodido”. Incluso más que el conocido y mediático Jaime Bravo, el experto en tránsito que aparece en la televisión y que en diciembre pasado encontró todo malo lo que se hacía en la Rotonda de la Mujer (QEPD).
“Esta ciudad es un caos” - me dice al minuto del encuentro. ¿Tan mal estamos ingeniero, le pregunto tímidamente? Me dice que el asunto es crítico y que se pondrá peor si no se interviene. Luego lanzó un rosario de improperios por las decisiones tomadas o no tomadas por las autoridades. Estuve tentado a sumarme, recordando las tantas veces que casi me he caído a causa del estado de las “vredeas” (léase veredas) pero mejor opté por justificar todo. Aludí a la Teoría del Caos, en cuanto a que en un caos, siempre hay un orden. Y en nuestro caso a pesar de todo, la ciudad funciona, los vehículos transitan, los peatones caminan, la locomoción pública da sus servicios y en casi un 100% de los casos, los ciudadanos llegan a sus casas a salvo. Choreados y sudorosos pero llegan.
Quedé intrigado con el asunto y me dediqué a observar las prácticas ciudadanas en este aspecto. Hay carencia de infraestructuras evidentes y faltan obras y regulaciones que implementar para tener una ciudad modelo. Pero gran parte de los problemas de tránsito y derivados, no son solo por el diseño de la ciudad, por un parque automotriz sobredimensionado o por el crecimiento explosivo de la población. Todo eso suma por cierto, pero concluí que somos las personas las que producimos el caos.
Para comprobar mi teoría hice un recorrido con ojo de inspector municipal o carabinero de Tránsito por la calle José Francisco Vergara desde Los Molles a Chipana. Primera constatación: los infractores detectados no fueron los colectiveros (que tienen una ganada pésima fama) sino ciudadanos supuestamente educados, profesionales, empresarios, algunas autoridades - no me consta, me lo dijeron unos vecinos - y “gente bien”, que vive o trabaja en el sector. Mi bitácora registra que el 15 de febrero a las 20:00 horas había en ese trayecto, doce vehículos estacionados en contra del tránsito, incluidos dos inmensos camiones. ¿Cómo entran y salen de esa posición sin riesgo a terceros? Yo creo que es flojera, o una pésima costumbre, o la “vista gorda” de las autoridades o… todas las anteriores. Digo yo.
Nuestros prejuicios
(Publicado por la Estrella de Iquique en febrero de 2011)
Leía que en Iquique había subido la discriminación sexual, concretamente con las minorías homosexuales. Se dice que éste y muchos otros temas son parte de un mismo conjunto de prejuicios que nos acompañan desde nuestros primeros pasos por la vida.
Hay asuntos que la familia y la sociedad nos inculcan desde pequeños. Pero también hay una condición innata que traemos desde antes de ser concebidos. Es la tendencia a clasificar, algo que empezamos a practicar desde el jardín infantil. Es una habilidad que debemos dominar tempranamente, so pena de ser declarados “retrasados” respecto de los “normales” que son capaces de clasificar y distinguir las rojas de las azules, las grandes de las pequeñas, las altas de las bajas o las de adentro y las de afuera.
Esta capacidad de discriminar (separar por diferencias o igualdades) luego transita hacia la sociedad y empezamos a agrupar a los individuos según lo que hagan, lo que ganen, lo que piensen, los cargos que tengan, lo que crean, si son altos, bajos, gordos o atléticos. Nacen los estereotipos, imágenes o ideas aceptadas con carácter inmutable. Les ponemos etiquetas a los grupos de personas o comportamientos. Se presume que si los estereotipos son los causantes de los prejuicios que existen a nivel social, serían los responsables de la mayoría de los conflictos que estudia la sociología actual. Sin querer queriendo la sociedad moderna inculca a todos sus integrantes, distintos prejuicios sociales.
Mi padre decía que las rubias eran tontas (la mayoría de todas las mujeres después de los 40 se ponen rubias, pero ese es otro cuento). Suele escucharse que los políticos son todos ladrones, que los hombres de raza negra están “mejor dotados” que los blancos (supongo que es para ciertos deportes), que los alemanes son inteligentes, los argentinos agrandados, los chicos peleadores, los gordos alegres y los pelados buenos maridos. La lista podría ser interminable. Lo importante es reconocer que somos responsables de que vivamos en una sociedad caracterizada por el prejuicio y en un marco de nefastos estereotipos.
Ya en la prehistoria, los grupos que no eran parte del propio grupo, eran vistos como extraños y potencialmente peligrosos. Esta herencia se expresa en la sociedad actual cuando la gente reacciona negativamente ante otros grupos y sujetos, incluso cuando estos no son amenazas reales. Por eso, la “etiqueta” que cada individuo posee (o le han asignado), es importante. Si ciertos grupos son vistos como una amenaza para la seguridad física, engendran miedo y acciones de autodefensa. Por ejemplo, los grupos considerados como un riesgo para la salud, despiertan rechazo y el deseo de evitar el contacto físico cercano. A muchos, la presencia de homosexuales les produce, miedo, rabia y hasta repulsión.
Pero así somos, a veces incapaces hasta de hacernos amigos hasta de los vecinos porque son extranjeros, comunistas, evangélicos, agnósticos, o colocolinos. Digo yo.
Leía que en Iquique había subido la discriminación sexual, concretamente con las minorías homosexuales. Se dice que éste y muchos otros temas son parte de un mismo conjunto de prejuicios que nos acompañan desde nuestros primeros pasos por la vida.
Hay asuntos que la familia y la sociedad nos inculcan desde pequeños. Pero también hay una condición innata que traemos desde antes de ser concebidos. Es la tendencia a clasificar, algo que empezamos a practicar desde el jardín infantil. Es una habilidad que debemos dominar tempranamente, so pena de ser declarados “retrasados” respecto de los “normales” que son capaces de clasificar y distinguir las rojas de las azules, las grandes de las pequeñas, las altas de las bajas o las de adentro y las de afuera.
Esta capacidad de discriminar (separar por diferencias o igualdades) luego transita hacia la sociedad y empezamos a agrupar a los individuos según lo que hagan, lo que ganen, lo que piensen, los cargos que tengan, lo que crean, si son altos, bajos, gordos o atléticos. Nacen los estereotipos, imágenes o ideas aceptadas con carácter inmutable. Les ponemos etiquetas a los grupos de personas o comportamientos. Se presume que si los estereotipos son los causantes de los prejuicios que existen a nivel social, serían los responsables de la mayoría de los conflictos que estudia la sociología actual. Sin querer queriendo la sociedad moderna inculca a todos sus integrantes, distintos prejuicios sociales.
Mi padre decía que las rubias eran tontas (la mayoría de todas las mujeres después de los 40 se ponen rubias, pero ese es otro cuento). Suele escucharse que los políticos son todos ladrones, que los hombres de raza negra están “mejor dotados” que los blancos (supongo que es para ciertos deportes), que los alemanes son inteligentes, los argentinos agrandados, los chicos peleadores, los gordos alegres y los pelados buenos maridos. La lista podría ser interminable. Lo importante es reconocer que somos responsables de que vivamos en una sociedad caracterizada por el prejuicio y en un marco de nefastos estereotipos.
Ya en la prehistoria, los grupos que no eran parte del propio grupo, eran vistos como extraños y potencialmente peligrosos. Esta herencia se expresa en la sociedad actual cuando la gente reacciona negativamente ante otros grupos y sujetos, incluso cuando estos no son amenazas reales. Por eso, la “etiqueta” que cada individuo posee (o le han asignado), es importante. Si ciertos grupos son vistos como una amenaza para la seguridad física, engendran miedo y acciones de autodefensa. Por ejemplo, los grupos considerados como un riesgo para la salud, despiertan rechazo y el deseo de evitar el contacto físico cercano. A muchos, la presencia de homosexuales les produce, miedo, rabia y hasta repulsión.
Pero así somos, a veces incapaces hasta de hacernos amigos hasta de los vecinos porque son extranjeros, comunistas, evangélicos, agnósticos, o colocolinos. Digo yo.
¿Reajuste o desajuste?
( Publicado en la Estrella de Iquique en febrero de 2011)
El asunto del reajuste de salarios en el sector público estuvo más peleado este año. Sin embargo esta “pelea” es bastante acotada. En primer lugar está en la agenda desde el año anterior. Todo está pauteado, incluso el ritual del “gallito”. El gobierno propone una cifra con datos duros (IPC, PIB, Productividad) y los trabajadores ponen la suya, una que pueda a lo menos recuperar la pérdida por inflación más un plus de mejora real. Con “tejo pasado” desde luego, para el muñequeo de los dirigentes y los políticos de coyuntura que siempre se suman. Mal que mal son como 400 mil empleados (léase votos).
Esa es una cara del asunto, ineludible pero previsible. Pero hay otra cara – esta es fea- que aparece si alguien hace la pregunta: ¿y merecerán un reajuste extraordinario? Este es un tema que nadie quiere enfrentar porque hiere sensibilidades y es políticamente incorrecto hasta pensarlo. Yo lo menciono aquí solo para que se tenga conciencia que también debe ser parte de la reflexión y el análisis.
Los empleados públicos no son precisamente el peor sector del país en términos de renta. Por el contrario, ganan un tercio más que el resto de los trabajadores. En los últimos 15 años los sueldos del sector privado aumentaron casi un 30% real. Los del sector fiscal un 21%. Pero el fisco ofrece sueldos menores que las empresas privadas, solamente en los segmentos profesionales. A los trabajadores sin calificación les paga por sobre el mercado.
Hoy tener educación secundaria es la nada misma. Sin un “cartón” que acredite que se sabe, solo se puede aspirar a un empleo precario, mal remunerado y “poco ético”. Salvo que, y aquí está la gran diferencia, tenga la suerte de trabajar para el Estado. En efecto, allí, muchas personas sin más calificación que la enseñanza media, pueden llegar a la cúspide de la jerarquía, dirigir grupos multi profesionales y contar con la autoridad para tomar decisiones de cómo, dónde y cuándo gastar los recursos de todos los chilenos. Según cifras de la Dirección de Presupuestos, en el Estado trabajan cerca de 1.500 directivos no profesionales, que tienen mando sobre más de 74 mil funcionarios con educación superior completa. Muchos con solo cuarto medio deben supervisar el trabajo de abogados, sociólogos e ingenieros.
Esta situación es una anomalía. No se condice con la preocupación por la formación del capital humano, ni la modernización del Estado. Se les echa la culpa a los políticos. A los que en los últimos años decidieron mejorar los sueldos de los grados más bajos de la administración pública, otorgando reajustes especiales, pero nunca fue pensado como mecanismo para traer a la mejor gente al Estado. Pienso que en la pelea actual, un punto porcentual más o uno menos, un bono más o uno menos, no resuelve el problema de fondo. Tal vez este reajuste incluso genere un desajuste. Digo yo.
El asunto del reajuste de salarios en el sector público estuvo más peleado este año. Sin embargo esta “pelea” es bastante acotada. En primer lugar está en la agenda desde el año anterior. Todo está pauteado, incluso el ritual del “gallito”. El gobierno propone una cifra con datos duros (IPC, PIB, Productividad) y los trabajadores ponen la suya, una que pueda a lo menos recuperar la pérdida por inflación más un plus de mejora real. Con “tejo pasado” desde luego, para el muñequeo de los dirigentes y los políticos de coyuntura que siempre se suman. Mal que mal son como 400 mil empleados (léase votos).
Esa es una cara del asunto, ineludible pero previsible. Pero hay otra cara – esta es fea- que aparece si alguien hace la pregunta: ¿y merecerán un reajuste extraordinario? Este es un tema que nadie quiere enfrentar porque hiere sensibilidades y es políticamente incorrecto hasta pensarlo. Yo lo menciono aquí solo para que se tenga conciencia que también debe ser parte de la reflexión y el análisis.
Los empleados públicos no son precisamente el peor sector del país en términos de renta. Por el contrario, ganan un tercio más que el resto de los trabajadores. En los últimos 15 años los sueldos del sector privado aumentaron casi un 30% real. Los del sector fiscal un 21%. Pero el fisco ofrece sueldos menores que las empresas privadas, solamente en los segmentos profesionales. A los trabajadores sin calificación les paga por sobre el mercado.
Hoy tener educación secundaria es la nada misma. Sin un “cartón” que acredite que se sabe, solo se puede aspirar a un empleo precario, mal remunerado y “poco ético”. Salvo que, y aquí está la gran diferencia, tenga la suerte de trabajar para el Estado. En efecto, allí, muchas personas sin más calificación que la enseñanza media, pueden llegar a la cúspide de la jerarquía, dirigir grupos multi profesionales y contar con la autoridad para tomar decisiones de cómo, dónde y cuándo gastar los recursos de todos los chilenos. Según cifras de la Dirección de Presupuestos, en el Estado trabajan cerca de 1.500 directivos no profesionales, que tienen mando sobre más de 74 mil funcionarios con educación superior completa. Muchos con solo cuarto medio deben supervisar el trabajo de abogados, sociólogos e ingenieros.
Esta situación es una anomalía. No se condice con la preocupación por la formación del capital humano, ni la modernización del Estado. Se les echa la culpa a los políticos. A los que en los últimos años decidieron mejorar los sueldos de los grados más bajos de la administración pública, otorgando reajustes especiales, pero nunca fue pensado como mecanismo para traer a la mejor gente al Estado. Pienso que en la pelea actual, un punto porcentual más o uno menos, un bono más o uno menos, no resuelve el problema de fondo. Tal vez este reajuste incluso genere un desajuste. Digo yo.
sábado, febrero 26, 2011
Visitas de Verano
(Publicado en La Estrella de Iquique el 27 de Febrero de 1996)
Según se ha dado a conocer por noticias de la prensa, este año como nunca, los veraneantes y turistas hicieron la de Mambrú, se vinieron para el norte. Tanto Viña como La Serena se quejaron porque sus clientes habituales les fueron infieles y por miles prefirieron nuestras playas especialmente las de Iquique.
Me consta, lo viví en carne propia. Este verano tuve la casa llena de parientes y amigos. Nunca pensé que fueran tantos. Cómo se reproduce la raza chilena es asombroso. Los visitantes más vivarachos llegaron cuando aún humeaban los monos quemados del año viejo. Otros, igualmente astutos, le sacaron el máximo de provecho al verano. Se fueron con los niños ya vestidos con los uniformes de colegio.
Que nos visiten los turistas y veraneantes de nuestro propio país o del extranjero es muy bueno porque así la ciudad va creciendo, entran billetes, se desarrollan los servicios, la infraestructura, la hotelería, la gastronomía, aumentan las ventas en Zofri y todo el mundo tiene trabajo. En fin, hasta se alegra la ciudad.
Desde luego que esto no llegó así de repente, ni por obra del espíritu santo. No, no, no. Esto es el resultado de una larga labor y de varios años que han hecho los empresarios del sector turístico. Los Oller, los Delucchi, los Gómez, los Bernales y otros tantos. Este esfuerzo merece todo nuestro reconocimiento.
Naturalmente que a la hora de hacer el recuento final de la pasada por mi casa de tanta gente, me veo en la obligación de preguntarle a la Glorita si habrá evaluado el efecto marginal que en nuestros hogares tuvo tanta campaña de promoción de Iquique.
Tanto a los adultos como a los cabros chicos, parece que el aire costero les abre el apetito, porque comen como contratados. Mis visitas afortunadamente fueron moderadas. Se contentaban con lo que había, no se repetían más de dos veces, ni eran mañosos con las comidas caseras. Por suerte. En todo caso, me pareció verlos más gordos los últimos días antes de irse. Creo que fue un error no haberlos pesado cuando llegaron.
Afortunadamente como yo no soy tan leso, también le saqué provecho a estos recursos humanos adicionales que llegaron a la casa. El pasto nunca había estado más bien mantenido. El auto hasta encerado. Y lo más importante fue cuando convencí al marido de mi cuñada, que la reja de calle ya necesitaba una manito de gato
Le alabé tanto la calidad de su trabajo, que siguió pintando también la subida de la escala al segundo piso y una pared medianera. Esto me recordó un refrán que siempre repetía un tío de Colchagua. “Dile al tonto que es güeno p´al hacha y te tendrá leña pa´toíto el invierno”. Afortunadamente mi concuñado es un hombre súper tranquilo que no se molesta ni se inmuta por nada. A veces pienso que es operado de los nervios.
Por suerte tengo experiencia en recibir gente, tanto en verano como en otras fechas del año y sin estar en el rubro hotelería, residenciales o servicios afines, he aprendido que en esto de las visitas hay que considerar a lo menos tres variables. Lo primero es la frecuencia. Estimo razonable cada dos años. Segundo, la duración. Jamás debe exceder los diez días. Y tercero, la equidad. Es decir, tanto la frecuencia como la cantidad de días, debe ser igual para los parientes de ambos lados. Esto ultimo es súper importante, ya que siempre la cosa como que se carga para el lado de los parientes de la señora. Y no es chiste. Le apuesto que en su caso es así.
El efecto de las visitas se hace notar incluso cuando ya no están. Y es precisamente en treinta días más, cuando comienzan a llegar las cuentas del agua, de la luz y del teléfono. Allí nos volvemos a acordar de ellos.
Pero al margen de bromas, fue realmente muy grato tener a mis parientes en mi casa este verano. No quiero decir con esto que puedan llegar y volver el 97. No, posiblemente para los años bisiestos podría ser lo razonable.
Pero en fin, lo concreto es que este verano habría sido una lata sin mis sobrinos, mis cuñados y demases. Por cierto que no me pareció nada de gracioso el mensaje que me dejó mi parienta antes de irse:
“Cuñadito, lo pasamos regio (era que no). Nos vamos felices y agradecidos. Espero que para nuestra próxima visita, la pieza de alojados tenga tele conectada al cable y que haya resuelto el tema de los cortes de agua. Cariños Pepi”
Según se ha dado a conocer por noticias de la prensa, este año como nunca, los veraneantes y turistas hicieron la de Mambrú, se vinieron para el norte. Tanto Viña como La Serena se quejaron porque sus clientes habituales les fueron infieles y por miles prefirieron nuestras playas especialmente las de Iquique.
Me consta, lo viví en carne propia. Este verano tuve la casa llena de parientes y amigos. Nunca pensé que fueran tantos. Cómo se reproduce la raza chilena es asombroso. Los visitantes más vivarachos llegaron cuando aún humeaban los monos quemados del año viejo. Otros, igualmente astutos, le sacaron el máximo de provecho al verano. Se fueron con los niños ya vestidos con los uniformes de colegio.
Que nos visiten los turistas y veraneantes de nuestro propio país o del extranjero es muy bueno porque así la ciudad va creciendo, entran billetes, se desarrollan los servicios, la infraestructura, la hotelería, la gastronomía, aumentan las ventas en Zofri y todo el mundo tiene trabajo. En fin, hasta se alegra la ciudad.
Desde luego que esto no llegó así de repente, ni por obra del espíritu santo. No, no, no. Esto es el resultado de una larga labor y de varios años que han hecho los empresarios del sector turístico. Los Oller, los Delucchi, los Gómez, los Bernales y otros tantos. Este esfuerzo merece todo nuestro reconocimiento.
Naturalmente que a la hora de hacer el recuento final de la pasada por mi casa de tanta gente, me veo en la obligación de preguntarle a la Glorita si habrá evaluado el efecto marginal que en nuestros hogares tuvo tanta campaña de promoción de Iquique.
Tanto a los adultos como a los cabros chicos, parece que el aire costero les abre el apetito, porque comen como contratados. Mis visitas afortunadamente fueron moderadas. Se contentaban con lo que había, no se repetían más de dos veces, ni eran mañosos con las comidas caseras. Por suerte. En todo caso, me pareció verlos más gordos los últimos días antes de irse. Creo que fue un error no haberlos pesado cuando llegaron.
Afortunadamente como yo no soy tan leso, también le saqué provecho a estos recursos humanos adicionales que llegaron a la casa. El pasto nunca había estado más bien mantenido. El auto hasta encerado. Y lo más importante fue cuando convencí al marido de mi cuñada, que la reja de calle ya necesitaba una manito de gato
Le alabé tanto la calidad de su trabajo, que siguió pintando también la subida de la escala al segundo piso y una pared medianera. Esto me recordó un refrán que siempre repetía un tío de Colchagua. “Dile al tonto que es güeno p´al hacha y te tendrá leña pa´toíto el invierno”. Afortunadamente mi concuñado es un hombre súper tranquilo que no se molesta ni se inmuta por nada. A veces pienso que es operado de los nervios.
Por suerte tengo experiencia en recibir gente, tanto en verano como en otras fechas del año y sin estar en el rubro hotelería, residenciales o servicios afines, he aprendido que en esto de las visitas hay que considerar a lo menos tres variables. Lo primero es la frecuencia. Estimo razonable cada dos años. Segundo, la duración. Jamás debe exceder los diez días. Y tercero, la equidad. Es decir, tanto la frecuencia como la cantidad de días, debe ser igual para los parientes de ambos lados. Esto ultimo es súper importante, ya que siempre la cosa como que se carga para el lado de los parientes de la señora. Y no es chiste. Le apuesto que en su caso es así.
El efecto de las visitas se hace notar incluso cuando ya no están. Y es precisamente en treinta días más, cuando comienzan a llegar las cuentas del agua, de la luz y del teléfono. Allí nos volvemos a acordar de ellos.
Pero al margen de bromas, fue realmente muy grato tener a mis parientes en mi casa este verano. No quiero decir con esto que puedan llegar y volver el 97. No, posiblemente para los años bisiestos podría ser lo razonable.
Pero en fin, lo concreto es que este verano habría sido una lata sin mis sobrinos, mis cuñados y demases. Por cierto que no me pareció nada de gracioso el mensaje que me dejó mi parienta antes de irse:
“Cuñadito, lo pasamos regio (era que no). Nos vamos felices y agradecidos. Espero que para nuestra próxima visita, la pieza de alojados tenga tele conectada al cable y que haya resuelto el tema de los cortes de agua. Cariños Pepi”
Decálogo para Visitas
(Publicado en La Estrella de Iquique el 23 de Noviembre de 1996)Después de haber estado recibiendo visitas en forma constante, sistemática e implacable durante los 18 veranos que ya llevo en Iquique y esto, sin contar las múltiples “visitas extras” acogidas durante cualquier época del año, estimo que tengo experiencia suficiente como para sugerir a quienes son afectados regulares de esta suerte de fenómeno migratorio, de algunas recomendaciones para sobrevivir la invasión sin morir en el intento.
En todo caso, estimo necesario que para que estas recomendaciones cumplan el objetivo de transmitir a las visitas en forma diplomática y sutil el mensaje del efecto pero también las alteraciones que a nuestra economía doméstica y modus vivendis, produce su presencia, es indispensable asegurarse de una buena difusión.
Para facilitar la tarea, esta propuesta se hace en forma de Decálogo, para que pueda ser copiado, reproducido y distribuido e incluso enmarcado para ser colocado en lugares estratégicos de la casa, como lo son: detrás de la puerta de la pieza de alojados, en el baño (debidamente plastificado), en el velador de la pieza de los “paracaidistas”, o en la puerta del refrigerador.
A pesar de que hay diferentes tipos de visitas, aquí se han considerado a todos por igual, sean parientes, amigos o amigos de los amigos. Los pololos y pololas que han tomado la mala costumbre de “hacerse los invitados”, han sido incluidos en la categoría de parientes, aún cuando cambien todos los años.
El Decálogo es el siguiente
1. Las visitas son como el pescado. El primer día delicioso, el segundo huele mal y el tercero se descompone. Ergo, las visitas deben ser cortas.
2. Con las visitas, los gastos de mantenimiento aumentan en progresión geométrica, por lo tanto, lo que corresponde es “ponerse” en forma tangible, concreta y regular. La costumbre “errática” de llegar con algo para las onces (queso gauda laminado o jamón húmedo tipo plástico es lo habitual). Comprar el gas, un par de pollos o la carne para el asado del fin de semana, suele tener la inconveniencia de lo incierto ya que la dueña de casa nunca sabe si sus visitas pondrán algo. Esta mala práctica debe descartarse y optarse por un billete diario. Platita poca pero segura como decía Maluenda. Hay que fomentar una especia de “cucha” o “caja de empleados” igual que en los casinos de juego.
3. La equidad es fundamental. Las estadísticas dicen que las visitas por el lado de la señora suelen ser como 3 es a 1 (hasta 4 a 1 me cuentan que hay casos). Esto, tanto en cuanto permanencia, número de personas y frecuencia. El equilibrio es lo recomendable. Los amigos y familiares del marido también tienen el mismo derecho a pegar en la pera.
4. En toda casa siempre hay muchas cosas por hacer. La visita debe ser por lo tanto de lo más acomedida que pueda. Es muy bien visto cortar el pasto, lavar el auto, bañar al perro, ir al Terminal agropecuario, sacar la basura y hasta pintar alguna pared o reja. El aseo de la pieza, el baño y el tendido de las camas que usan, es más que obvio. Igualmente el lavado de sus propias pilchas.
5. El respeto a los hábitos de la casa es obligatorio. El horario es fundamental en cuanto a uso del baño, desayuno, almuerzo, onces y comidas. Como éstas son “las vacaciones de las visitas” y no la de los anfitriones, es inconveniente meterles conversa hasta la madrugada.
6. El uso del servicio doméstico, léase “la Nana” si la tiene, debe ser moderado, consciente y recompensado. Eso de dejarle, un pequeño regalito por las molestias extras (generalmente un peluche o chocolate barato de Zofri) salvo por lo tierno o rico, no es práctico.Perdonando lo prosaico, pero la asesora estará muchísimo más contenta si le pasan un par de Gabrielas.
7. El ahorro que se hace por veranear en casa de amigos o parientes, debe ser “reinvertido” en alguna proporción, en la casa de los anfitriones. Aunque le digan ¡pero estás loco que te vamos a recibir plata! Insista. Póngase no más todos los días con un 20% a lo menos de lo que hubiera gastado en hotel y comida.
8. Comer en exceso, repetirse los platos, reclamar por la cantidad, o ser mañoso con las comidas caseras, además de agraviar a la dueña de casa es una patudez. Por lo tanto, coma poco, sírvase lo que le den y encuentre todo rico. ¡Ah! y no olvidar que en la mayoría de las casas ya no se come en la noche. Si se tiene ese mal hábito, esta es una estupenda ocasión para curarse.
9. A pesar que ahora las llamadas de larga distancia son más baratas que antaño, por lo del multicarrier, pagar llamadas que uno nunca hizo, chorea mucho. Las visitas deben usar el cobro revertido para llamar a sus casas.
10. Es de buena crianza que las visitas al retirarse, agradezcan, manifestando que lo pasaron regio y que “No volverán” el año siguiente. Todo tipo de pelambre, por ambos lados, desde el consabido “por fin se fueron” o “ya no soportaba más dormir tan mal” debe hacerse respetando a lo menos los 30 minutos reglamentarios que se cuentan desde el beso de despedida.
Finalmente una recomendación fuera de decálogo para esas visitas muy largas de verano. Busque la forma de pesarlas tan pronto lleguen. Suelen irse bastante más gordos que cuando llegaron.Digo yo.
En todo caso, estimo necesario que para que estas recomendaciones cumplan el objetivo de transmitir a las visitas en forma diplomática y sutil el mensaje del efecto pero también las alteraciones que a nuestra economía doméstica y modus vivendis, produce su presencia, es indispensable asegurarse de una buena difusión.
Para facilitar la tarea, esta propuesta se hace en forma de Decálogo, para que pueda ser copiado, reproducido y distribuido e incluso enmarcado para ser colocado en lugares estratégicos de la casa, como lo son: detrás de la puerta de la pieza de alojados, en el baño (debidamente plastificado), en el velador de la pieza de los “paracaidistas”, o en la puerta del refrigerador.
A pesar de que hay diferentes tipos de visitas, aquí se han considerado a todos por igual, sean parientes, amigos o amigos de los amigos. Los pololos y pololas que han tomado la mala costumbre de “hacerse los invitados”, han sido incluidos en la categoría de parientes, aún cuando cambien todos los años.
El Decálogo es el siguiente
1. Las visitas son como el pescado. El primer día delicioso, el segundo huele mal y el tercero se descompone. Ergo, las visitas deben ser cortas.
2. Con las visitas, los gastos de mantenimiento aumentan en progresión geométrica, por lo tanto, lo que corresponde es “ponerse” en forma tangible, concreta y regular. La costumbre “errática” de llegar con algo para las onces (queso gauda laminado o jamón húmedo tipo plástico es lo habitual). Comprar el gas, un par de pollos o la carne para el asado del fin de semana, suele tener la inconveniencia de lo incierto ya que la dueña de casa nunca sabe si sus visitas pondrán algo. Esta mala práctica debe descartarse y optarse por un billete diario. Platita poca pero segura como decía Maluenda. Hay que fomentar una especia de “cucha” o “caja de empleados” igual que en los casinos de juego.
3. La equidad es fundamental. Las estadísticas dicen que las visitas por el lado de la señora suelen ser como 3 es a 1 (hasta 4 a 1 me cuentan que hay casos). Esto, tanto en cuanto permanencia, número de personas y frecuencia. El equilibrio es lo recomendable. Los amigos y familiares del marido también tienen el mismo derecho a pegar en la pera.
4. En toda casa siempre hay muchas cosas por hacer. La visita debe ser por lo tanto de lo más acomedida que pueda. Es muy bien visto cortar el pasto, lavar el auto, bañar al perro, ir al Terminal agropecuario, sacar la basura y hasta pintar alguna pared o reja. El aseo de la pieza, el baño y el tendido de las camas que usan, es más que obvio. Igualmente el lavado de sus propias pilchas.
5. El respeto a los hábitos de la casa es obligatorio. El horario es fundamental en cuanto a uso del baño, desayuno, almuerzo, onces y comidas. Como éstas son “las vacaciones de las visitas” y no la de los anfitriones, es inconveniente meterles conversa hasta la madrugada.
6. El uso del servicio doméstico, léase “la Nana” si la tiene, debe ser moderado, consciente y recompensado. Eso de dejarle, un pequeño regalito por las molestias extras (generalmente un peluche o chocolate barato de Zofri) salvo por lo tierno o rico, no es práctico.Perdonando lo prosaico, pero la asesora estará muchísimo más contenta si le pasan un par de Gabrielas.
7. El ahorro que se hace por veranear en casa de amigos o parientes, debe ser “reinvertido” en alguna proporción, en la casa de los anfitriones. Aunque le digan ¡pero estás loco que te vamos a recibir plata! Insista. Póngase no más todos los días con un 20% a lo menos de lo que hubiera gastado en hotel y comida.
8. Comer en exceso, repetirse los platos, reclamar por la cantidad, o ser mañoso con las comidas caseras, además de agraviar a la dueña de casa es una patudez. Por lo tanto, coma poco, sírvase lo que le den y encuentre todo rico. ¡Ah! y no olvidar que en la mayoría de las casas ya no se come en la noche. Si se tiene ese mal hábito, esta es una estupenda ocasión para curarse.
9. A pesar que ahora las llamadas de larga distancia son más baratas que antaño, por lo del multicarrier, pagar llamadas que uno nunca hizo, chorea mucho. Las visitas deben usar el cobro revertido para llamar a sus casas.
10. Es de buena crianza que las visitas al retirarse, agradezcan, manifestando que lo pasaron regio y que “No volverán” el año siguiente. Todo tipo de pelambre, por ambos lados, desde el consabido “por fin se fueron” o “ya no soportaba más dormir tan mal” debe hacerse respetando a lo menos los 30 minutos reglamentarios que se cuentan desde el beso de despedida.
Finalmente una recomendación fuera de decálogo para esas visitas muy largas de verano. Busque la forma de pesarlas tan pronto lleguen. Suelen irse bastante más gordos que cuando llegaron.Digo yo.
domingo, enero 30, 2011
La nueva revolución
(Publicado en la Revista Puerto Mayor de Iquique, edición enero 2011)
La expresión “revolución descentralizadora” se ha escuchado en los discursos del gobierno y por cierto en los programas que fueron difundidos durante la campaña presidencial. En estos últimos días lo reiteró el subsecretario de Desarrollo Regional, quien ratificó se está haciendo un estudio para que Tarapacá pueda llegar a ser la primera experiencia de descentralización de Chile. Hay que demostrar que es posible ser responsables de la historia que queremos vivir. Se supone que una región puede tener más éxito cuando su génesis surge de su propio seno. Los técnicos lo llaman desarrollo endógeno.
Esta revolución en Tarapacá, en verdad no será la primera en la historia regional. Hubo otra, pero de distinta naturaleza y circunstancias en el año 1939. El coronel de Ejército y Comodoro del Aire, Marmaduke Grove, lideró una rebelión que depuso al gobierno del Presidente Montero e instaló una república socialista. En Tarapacá fue designado Intendente el empresario y político iquiqueño Jorge Wachholtz Araya. Una comisión del nuevo gobierno llegó a Iquique (Base Aérea de Los Cóndores de Alto Hospicio). Fueron recibidos por el Intendente por el alcalde Belisario del Canto y por el doctor Ernesto Torres Galdámez. Ese día se lleva a cabo un imponente acto de masas en la plaza Prat, donde según el diario “El Tarapacá”, “se reunieron no menos de diez mil almas”.
Haciendo el cuento corto, esta revolución duró menos de dos semanas. La revolución descentralizadora que planea el gobierno para Tarapacá se proyecta para el mediano y largo plazo. La idea del gobierno es hacer de ésta la primera región descentralizada del país al final del período constitucional del Presidente Piñera y la primera desarrollada del país el año 2008, fecha efectiva de celebración del bicentenario de nuestra Independencia.
Para ello, sin duda que será necesario hacer una verdadera revolución. Muchas veces escuchamos o decimos que “Santiago nos tranca la pelota”. Ahora tendríamos la oportunidad de ser responsables de nuestro destino. ¿Cuánto seremos capaces de hacer pensando el desarrollo desde la propia región? Porque teóricamente nadie podría saber más que nosotros de nuestras propias necesidades y también de nuestras fortalezas y debilidades.
Hermoso desafío, donde nadie sobra. Se necesita la participación de todos los actores, sociales económicos y políticos. Un gran acuerdo regional para un gran plan. Sin empresarios, universidades y sociedad civil no existe posibilidad de una gobernabilidad que conduzca a la sociedad regional hacia un proyecto común.
Esta revolución descentralizadora tendrá un fuerte componente que es la transferencia de competencias. Un proceso que tenderá a que los gobiernos regionales y municipales “hagan las tareas” con un alto estándar de calidad y con una fuerte participación ciudadana. Sin duda ésta será la revolución que “revolucionará” la forma en que hemos estado haciendo centralizadamente las cosas. Basta de que se nos regale el pescado, es tiempo de empezar a pescar nosotros solos. Pero que quede claro, ya no tendremos excusas porque no podremos echarle la culpa a los “caciques del Mapocho”.
La expresión “revolución descentralizadora” se ha escuchado en los discursos del gobierno y por cierto en los programas que fueron difundidos durante la campaña presidencial. En estos últimos días lo reiteró el subsecretario de Desarrollo Regional, quien ratificó se está haciendo un estudio para que Tarapacá pueda llegar a ser la primera experiencia de descentralización de Chile. Hay que demostrar que es posible ser responsables de la historia que queremos vivir. Se supone que una región puede tener más éxito cuando su génesis surge de su propio seno. Los técnicos lo llaman desarrollo endógeno.
Esta revolución en Tarapacá, en verdad no será la primera en la historia regional. Hubo otra, pero de distinta naturaleza y circunstancias en el año 1939. El coronel de Ejército y Comodoro del Aire, Marmaduke Grove, lideró una rebelión que depuso al gobierno del Presidente Montero e instaló una república socialista. En Tarapacá fue designado Intendente el empresario y político iquiqueño Jorge Wachholtz Araya. Una comisión del nuevo gobierno llegó a Iquique (Base Aérea de Los Cóndores de Alto Hospicio). Fueron recibidos por el Intendente por el alcalde Belisario del Canto y por el doctor Ernesto Torres Galdámez. Ese día se lleva a cabo un imponente acto de masas en la plaza Prat, donde según el diario “El Tarapacá”, “se reunieron no menos de diez mil almas”.
Haciendo el cuento corto, esta revolución duró menos de dos semanas. La revolución descentralizadora que planea el gobierno para Tarapacá se proyecta para el mediano y largo plazo. La idea del gobierno es hacer de ésta la primera región descentralizada del país al final del período constitucional del Presidente Piñera y la primera desarrollada del país el año 2008, fecha efectiva de celebración del bicentenario de nuestra Independencia.
Para ello, sin duda que será necesario hacer una verdadera revolución. Muchas veces escuchamos o decimos que “Santiago nos tranca la pelota”. Ahora tendríamos la oportunidad de ser responsables de nuestro destino. ¿Cuánto seremos capaces de hacer pensando el desarrollo desde la propia región? Porque teóricamente nadie podría saber más que nosotros de nuestras propias necesidades y también de nuestras fortalezas y debilidades.
Hermoso desafío, donde nadie sobra. Se necesita la participación de todos los actores, sociales económicos y políticos. Un gran acuerdo regional para un gran plan. Sin empresarios, universidades y sociedad civil no existe posibilidad de una gobernabilidad que conduzca a la sociedad regional hacia un proyecto común.
Esta revolución descentralizadora tendrá un fuerte componente que es la transferencia de competencias. Un proceso que tenderá a que los gobiernos regionales y municipales “hagan las tareas” con un alto estándar de calidad y con una fuerte participación ciudadana. Sin duda ésta será la revolución que “revolucionará” la forma en que hemos estado haciendo centralizadamente las cosas. Basta de que se nos regale el pescado, es tiempo de empezar a pescar nosotros solos. Pero que quede claro, ya no tendremos excusas porque no podremos echarle la culpa a los “caciques del Mapocho”.
Un año más, que más da...
(Publicado en la Revista Puerto Mayor de Iquique, diciembre de 2010)
Esta Navidad y el año 2010 con vencimiento el 31 de diciembre, igual que todos los años será buena para algunos y mala para otros. Generalmente la causa para no poder cumplir nuestros sueños son los malditos (o benditos si se tienen) billetes. Un ejemplo reciente, son los empleados de la minera Collahuasi y sus familias. Tendrán una estupenda Navidad y los dos próximos años - lo que dura la negociación colectiva- súper buenos con 14 palos extras en los bolsillos. Por su parte, los trabajadores del sector público tendrán que contentarse con míseras 200 lucas. Es ley del embudo en plenitud, siempre hay alguien que está en la parte ancha.
Pero el fin de año debe ser para practicar la amistad, la alegría, expresar amor y ser felices. Aún cuando no todos pueden. A mí me surgen sentimientos encontrados. Una mezcla de alegría y tristeza. Si recuerdo a los que ya se han ido me da tristeza. Y felicidad cuando veo a los demás sanos y alegres. El estrés se me activa cuando veo lo difícil que es poner de acuerdo a tantas personas y cada cual con sus propias expectativas en los regalos, las cenas y la forma de celebrar estas fiestas.
Algo particularmente estresante de los regalos, es achuntarle a lo que la otra persona quería o podría gustarle. Hace años decidí regalar lo menos posible. Las estadísticas dicen que solo se acierta en un 45%. Y el estrés que esto provoca sigue con el año nuevo, cuando deben agregarse las famosas y cada vez más variadas “pruebas” para tener un año venturoso. Yo he inventado algunas que ciertos amigos ingenuos practican. Una es hacer pichí en la piscina. Son doce chorritos regulares y continuos al ritmo de las campanadas de una iglesia. Usted dirá que orinar en la piscina no tiene nada de novedoso, es cierto, la mayoría los hace. Pero la gracia es hacerlo desde el tablón de saltos, con la casa llena de invitados. Para las damas es especialmente difícil. Pero aseguran que esa misma noche encuentran marido. Así de certera es la prueba. Cada día gana más adeptas.
Y uno no es el único estresado, también lo están los locutores de las radios y los animadores de programas de TV. Desesperados contando minuto a minuto la llegada del año siguiente. Cuando la aguja pequeña esté en las doce y la grande también…serán las doce. ¡Oh qué novedad! Pero si esto pasa todas las noches. Desde el Big Bang.
Champaña, champaña, que alguien traiga el burbujeante brebaje ad hoc. A todos parece lógico empezar el año así. Como es noche buena o víspera de año Nuevo la obligación es divertirse. A mí lo que más me gusta hacer para el 31 de diciembre, es estar en familia, comer livianito, conversar, reírme mucho, recibir un libro de regalo, escuchar “Un año más” y dormirme hasta el año siguiente.
Finalmente un par de mensajes: A todos mis lectores les deseo que este nuevo año encuentren felicidad, salud, amor, dinero, paz y todo lo que necesiten. Y lo que no encuentren, búsquenlo en Google. También debo comunicarles que el 1 de enero termina el simulacro de Paz y Amor. Así es que guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse.
Gatopardismo concertacionista
(Publicado en La Estrella de Iquique el 30 de enero de 2011)
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado"."Esta es una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Estos textos están en “El Gatopardo” novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, best seller póstumo del autor que incluso en 1963 Luchino Visconti la adaptó al cine. En Ciencias Políticas se identifica “el gatopardismo” como el acto reformista y revolucionario que cede o modifica una parte de las estructuras para conservar el todo, sin que nada cambie realmente.
En el momento actual pareciera que eso le está ocurriendo a la Concertación, tras el conjunto variado de reuniones, cónclaves y sesiones de Koan, insight, regresiones, catarsis, meditación trascendental, benchmarking y otras formas más, usadas para descubrir la reason why de sus tres grandes pérdidas: credibilidad, electores y gobierno. Los detractores políticos que no faltan, también les agregan las pérdidas de: plata, humildad, memoria, vergüenza, ideas, etc. Por todo aquello, está decidida a cambiar y volver al mercado con otro producto y una nueva marca.
El presidente del radicalismo, socio minoritario de la Ex Concertación, promueve un cambio “radical” y uno de ellos es el nombre. Propone el de “Opción Democrática” (leí a un bloguero que calificó la iniciativa con menos contenido que cuchuflí de playa). Lo menciono solo porque es época de playas.
Si el cambio de nombre ayuda a salvar el conglomerado, que lo hagan. En Chile la ley permite el cambio de nombre de los ciudadanos. ¿Por qué no podría hacerlo una entidad política? A uno le pueden haber echado los óleos como Pedro y terminar su vida como Hermenegildo. No hay drama, es la misma persona pero conocida con nombres diferentes en etapas diferentes de su vida. Pero hay que reconocer que este cambio es solo de piel, por dentro todo sigue igual. Un cambio de nombre es un mero enchulamiento cosmético, es como un lifting facial, un cambio de cara. Tengo una amiga que se pegó una estirada de somier (en verdad lleva más de dos). Se ve diferente, se siente diferente, pero por dentro es la misma. Simpática, amena, momia, buena para la talla, el garabato y los aperitivos.
La Concertación nació en 1988 y fue bautizada con ese nombre. Ha vivido una valiosa historia que incluso le permitió estar 20 años seguidos en el gobierno. Ahora está intentando reinventarse y una de las propuestas es un cambio de chapa. Lo veo difícil porque siguen estando los mismos, pensando lo mismo y actuando igual que antes. Cuando algunos quisieron cambiar (acuerdo en Educación) empezaron las recriminaciones.
Una vez un señor quiso cambiar su nombre porque no le gustaba. Se llamaba Popó Sánchez y pidió llamarse Popó González. Hay una frase también que algo aporta: la mona aunque se vista de seda, mona queda. No hay salud, en la vida nada cambia, solo se trasforma. Digo yo.
Entre reguleque y penca
(Publicado en La Estrella de Iquique el 16 de enero de 2011)
A muchísima gente le encantaría tener el sueldo “reguleque” de la ex ministra Ximena Ossandón. Era un bruto de $ 3.729.923 Bastante más que la renta mínima en el país, de 172 lucas. Pero la idea no es hacer odiosas comparaciones de rentas, solo establecer que para algunas personas un sueldo reguleque como el mencionado, no es mucho, mientras que para otros puede representar los ingresos de un año de trabajo de una familia. La asimetría de las rentas en Chile es abismante y para colmo, son muchos los que ganan muy poco y pocos los que ganan mucho.
Claro que “reguleque” no es lo mismo que regular. Regular es una dimensión conocida, precisa. En mis años de colegial era la nota 3 en la escala de 1 a 7. Reguleque en cambio, es como un rango que va desde deficiente, pero no tan malo, hasta aceptable, pero no tan bueno. O sea la típica ambigüedad de los chilenos, entre Tongoy y los Vilos. Pero reguleque tampoco es muy aceptable o satisfactorio. Al contrario, es más bien “penca o pencahue”, terminología propia del mundo campestre y a la cual se le podría agregar también “como el ajo”, cuando se trata de algo muy malo. Hediondo de malo.
También hay una expresión de uso corriente, que ya se emplea socialmente y es parte de la jerga hispanoamericana aceptada hasta en los círculos más conservadores. Me refiero a la expresión “la raja”, que tiene a lo menos tres acepciones. La primera "raja" significa quedarse dormido profundamente. La segunda es “la raja de bueno” y la tercera “la raja de malo”. Esta última podría haber sido la significación que habría querido darle la ex líder de la Junji al decir que su sueldo era “reguleque”. Respetuosamente discrepo, pues considero que esa renta era la raja de buena.
Siguiendo por este camino, uno se puede topar con el “maoma o maometano” que es como el reguleque pero en una onda así como más mística. Asimismo, pero diametralmente opuesto y proviniendo del lenguaje popular, está el “como el forro” que representa algo categóricamente malo. A partir de esta última expresión hay varias derivadas pero que ya son definitivamente coprolalias.
El término “mediocre” también suele usarse como sinónimo del reguleque comentado, pero se le reconocen algunas sutiles diferencias que solo expertos en semiótica o semántica podrían advertir. Como no soy experto, mediocre a mí me suena como a promedio, casi una mención estadística, pero con un sentido deprimido. Así como tirando para la cola. De la mitad de la tabla para abajo.
En cuanto a la polémica que se armó con el sueldo ministerial, esto demuestra lo inadecuado que es hablar de rentas personales. Es de mal gusto decir cuando se gana y mala educación preguntarlo. Pero ahora con la ley de transparencia, las rentas de los empleados públicos deben informarse y los que deseen pueden darse el gustito averiguando cuánto ganan sus autoridades y cualquier servidor del Estado (desde el Presidente de la República hasta el auxiliar de servicios de la municipalidad de Colchane). Así podrán considerar si sus rentas son reguleques, pencahues, o maometanas. A mí me encantaría tener un sueldo…supercalifragilísticoespialidoso. Digo yo.
Preguntas de verano
(Publicado en La Estrella de Iquique el domingo 23 de enero de 2011)
A Sócrates, el filósofo griego, se le atribuye la autoría de la mayéutica, técnica que consiste en interrogar a una persona para hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. Existe la idea que la verdad está oculta en la mente de cada ser humano. La técnica implica preguntar al interlocutor acerca de algo y luego debatir la respuesta. El debate lleva al interrogado a un nuevo concepto desarrollado a partir del anterior y así sucesivamente hasta descubrir las diversas verdades que están ocultas en la mente humana. Por eso es que en la vida lo que más uno debe tener son preguntas y no respuestas. Tener respuestas implica saberlo todo y ni Google puede darse ese lujito. Se dice que ni Dios conoce el libreto definitivo. Al crear el mundo fue probando y probando y cuando veía que lo que hacía era bueno, seguía con la obra siguiente (Génesis 1.4)
Usted se preguntará y valga la redundancia ¿por qué esto de las preguntas? Bueno, resulta que todas las semanas me hago una trascendental ¿y de qué miéchica escribo esta semana? Y no es por falta de temas, porque siempre hay varios, el problema es elegirlo bien y especialmente escribirlo bien, para que los lectores no reclamen. Pero con frecuencia, estoy apurado o falto de inspiración y no atino. Otras veces, como ahora y a causa del verano, las vacaciones y cierto relajo natural, quisiera no pensar mucho y escribir de un solo round y hacer un aporte a estas fechas estivales, cuando los lectores me imagino no quieren leer sobre temas “espesos” como son los políticos, económicos, bélicos, o de los desastres naturales que nunca faltan en el mundo, sino algo que gratifique y ojalá les saque una sonrisa.
Este es un período en que muchas personas están de vacaciones, pasean van a la playa, se juntan con amigos, se relajan (si pueden, con la casa llena de visitas de verano) se levantan más tarde y se acuestan también más tarde. Con una rutina totalmente diferente a la que llevan durante el año. Consecuente con ello, decidí hacer una contribución al relax veraniego, con un pequeño juego. Les someteré a algunas preguntas ingeniosas que seguramente nunca se las habían hecho. El objetivo es que los lectores no solo lean esta crónica, sino que también piensen. Porque, aun cuando estén de vacaciones, no es malo seguir usando las neuronas para no perder el training. Las preguntas son las siguientes: ¿Un parto en la calle podría considerarse que es un alumbrado público? Si un abogado enloquece ¿pierde el juicio? ¿Por qué se utilizan agujas esterilizadas para administrar una inyección letal? ¿Por qué usan cascos los pilotos kamikaze? ¿Hasta dónde se tienen que lavar la cara los pelados? ¿Por qué las mujeres abren la boca para pintarse las pestañas? ¿Se puede estornudar con los ojos abiertos? ¿Ha conocido alguna vez a un adivino, vidente, tarotista o alguien con similar oficio que se haya ganado la lotería? ¿Existe la comida para gatos con sabor a ratón? ¿Por qué los aviones no están hechos del mismo material que la caja negra? ¿No le parece raro que "todo junto" se escriba separado y "separado" todo junto? ¿Por qué Cavancha comienza con “c” y termina con “t”? ¿Por qué habrá gente tan, pero tan… ocurrente? Digo yo.
domingo, enero 09, 2011
Cursillo full express de verano
(Publicado en la Estella de Iquique el 9 de enero de 2011]Hace algunos años escribí
sobre ciertos hábitos
sociales que no me gustaban para nada. Había cosas que para alguien como yo, meliorista y liberar - pero enchapado a la antigua- me costaba aceptar. Posiblemente porque no las entendía o porque su lógica me sobrepasaba. Me parecían prácticas antisociales deplorables y que aún no las asimilo a cabalidad. De las más antiguas solo recordaré: comer en el cine, poner música a todo volumen (en vehículos o playa) y mascar chicles hasta en misa. De las nuevas, abomino los tatuajes, los piercing, la audifonomanía, la escritura en las redes sociales, las tribus urbanas, la comida chatarra y las paredes rayadas. Entre varias otras.
Pero lo grave, es que ahora sumé una nueva aversión. La llamo “la maldición del Power Point”. Cada vez que veo que se hacen los preparativos para una presentación con Power Point, siento ganas de escaparme. Desde que se empezó a utilizar este instrumento, la calidad de los seminarios, exposiciones, charlas y similares se fue a pique. Murieron los buenos expositores, los oradores calificados, los participantes entretenidos y los que sabí
Pero el culpable no es el software que es muy bueno, sino el expositor. Con una presen:tación Power Point grabada en un pendrive, más un data, un notebook y una pared no muy oscura, cualquiera puede hacer una disertación de lo que le pidan. En Google hay cientos de formatos para todo. Pero el resultado es otro cuento. Para ser honesto, la mayoría son “reguleques” tirando para malitos. En mérito a ello haré mi primera buena obra del año. Entregaré aquí - sin más costo que el precio del diario - un cursillo full express para expositores inexpertos:
a) Siga la regla del 5 x 5. No más de cinco líneas, ni más de cinco palabras por línea en cada slide. b) En lo posible no use distractores: movimientos, entradas, sonidos, flases o fotos. c) Si usa fotos o dibujos, “que hablen por si solos" y muy pocos (los imprescindibles.) ”. d) Verifique el contraste del color entre texto y fondo. e) Pruebe el diseño in situ. Siempre en el PC se verá mejor que en la presentación real. f) Use letra mayor a tamaño 36. Jamás cursiva, ni combinación de familias de letras diferentes. Emplee un solo color en la escritura. g). El texto debe ser solo una ayuda , el “torpedo”, no es la explicación misma. Leer es pecado mortal. h) La tarea del expositor es esa: exponer. Ahí está su éxito. Lo único importante es lo que diga no lo que lea. Es su hora de la verdad (que ojalá sea menos de una hora).
Finalmente algunos bonus tracks: Nunca le dé la espalda al auditorio (es parte del pecado mortal de leer). Su presentación no debe superar la tolerancia del trasero de la audiencia en sus sillas. No sea autorreferente, su historia y sus conocidos no interesan. Vaya directo al grano. Demuestre que sabe, hable bien y no use lenguaje coloquial. Y siempre agregue una pisca de humor. Digo yo.
sobre ciertos hábitos
sociales que no me gustaban para nada. Había cosas que para alguien como yo, meliorista y liberar - pero enchapado a la antigua- me costaba aceptar. Posiblemente porque no las entendía o porque su lógica me sobrepasaba. Me parecían prácticas antisociales deplorables y que aún no las asimilo a cabalidad. De las más antiguas solo recordaré: comer en el cine, poner música a todo volumen (en vehículos o playa) y mascar chicles hasta en misa. De las nuevas, abomino los tatuajes, los piercing, la audifonomanía, la escritura en las redes sociales, las tribus urbanas, la comida chatarra y las paredes rayadas. Entre varias otras.
Pero lo grave, es que ahora sumé una nueva aversión. La llamo “la maldición del Power Point”. Cada vez que veo que se hacen los preparativos para una presentación con Power Point, siento ganas de escaparme. Desde que se empezó a utilizar este instrumento, la calidad de los seminarios, exposiciones, charlas y similares se fue a pique. Murieron los buenos expositores, los oradores calificados, los participantes entretenidos y los que sabí
Pero el culpable no es el software que es muy bueno, sino el expositor. Con una presen:tación Power Point grabada en un pendrive, más un data, un notebook y una pared no muy oscura, cualquiera puede hacer una disertación de lo que le pidan. En Google hay cientos de formatos para todo. Pero el resultado es otro cuento. Para ser honesto, la mayoría son “reguleques” tirando para malitos. En mérito a ello haré mi primera buena obra del año. Entregaré aquí - sin más costo que el precio del diario - un cursillo full express para expositores inexpertos:
a) Siga la regla del 5 x 5. No más de cinco líneas, ni más de cinco palabras por línea en cada slide. b) En lo posible no use distractores: movimientos, entradas, sonidos, flases o fotos. c) Si usa fotos o dibujos, “que hablen por si solos" y muy pocos (los imprescindibles.) ”. d) Verifique el contraste del color entre texto y fondo. e) Pruebe el diseño in situ. Siempre en el PC se verá mejor que en la presentación real. f) Use letra mayor a tamaño 36. Jamás cursiva, ni combinación de familias de letras diferentes. Emplee un solo color en la escritura. g). El texto debe ser solo una ayuda , el “torpedo”, no es la explicación misma. Leer es pecado mortal. h) La tarea del expositor es esa: exponer. Ahí está su éxito. Lo único importante es lo que diga no lo que lea. Es su hora de la verdad (que ojalá sea menos de una hora).
Finalmente algunos bonus tracks: Nunca le dé la espalda al auditorio (es parte del pecado mortal de leer). Su presentación no debe superar la tolerancia del trasero de la audiencia en sus sillas. No sea autorreferente, su historia y sus conocidos no interesan. Vaya directo al grano. Demuestre que sabe, hable bien y no use lenguaje coloquial. Y siempre agregue una pisca de humor. Digo yo.
domingo, enero 02, 2011
El Conejo de la Suerte
(Publicado en la Estrella de Iquique el 2 de enero de 2011)
El año 2010 nos trató bastante mal con tantas catástrofes y situaciones lamentables. Se preveía que el año del Tigre sería turbulento y lo fue. Sin embargo salimos bien paraditos. Nos ayudó la naturaleza triunfadora del felino. Según los chinos los tigres rugen cuando hay viento, interpretación que aplicada a las sociedades se traduciría en: “los grandes países se levantan cuando surgen los retos”.
Pero el 2011 será diametralmente diferente. Se acabó la mala suerte. Porque este año que se inicia es, según el horóscopo chino, el año del Conejo. Y el conejo, qué duda cabe, es un animal suertudo, desde el rabo a la pata.
¿Qué hay de nuevo viejo? Es la pregunta típica del Bugs Bunny, el conocido Conejo de la Suerte de las revistas animadas, del cine y la televisión. En este caso, es un buen aliado para interpretar qué tan bueno viene el 2011. Digamos para empezar que el Conejo (o Liebre en la mitología china), simboliza la gracia, los buenos modales, el estado sano, la bondad, la paz y la sensibilidad. En esta perspectiva, este año tendremos una vida tranquila, en paz y en un ambiente armónico. ¡Qué contraste con el año anterior!
Según las predicciones entonces, por ejemplo, la Oposición, debería bajar el nivel de odiosidad, de encontrar todo malo y de reclamar tanto. Supuestamente sentará cabeza y se pondrá propositiva. Y de premio, recobraría los votos perdidos. El año del Conejo será notable por la tranquilidad que ofrece y los espíritus se verán apaciguados. Hasta nuestro estimado alcalde de la vecina comuna de Alto Hospicio - sin perder su vehemencia y sus convicciones – aplacará su espíritu aguerrido y logrará mucho más. Algunas autoridades dejarán los gritos y serán más tolerantes, logrando resultados eficaces, eficientes y efectivos. El estilo revolucionario de algunos honorables del distrito, será cuento añejo, porque “chiste repetido huele a podrido”. Se podrá prescindir de los buenos oficios de los honorables justicialistas. Los “héroes ciudadanos” se podrán tomar un año sabático sin cargos de conciencia. Las reformas sociales igual vendrán a tiempo y a velocidad prudente y necesaria. Serán tiempos de probar la dulzura de la vida. Es poco probable que se vean cambios importantes en un año Conejo, todo estará tranquilo y será mucho más placentero porque existirá armonía y paz. A los que canten mal, desafinen o sean estridentes, se les pedirá cordialmente que se salgan del coro. Esto será extensivo a los programas de televisión donde los participantes iracundos darán paso a calificados, sensatos y simpáticos panelistas de rostros nuevos.
El Conejo Bugs es alegre y así será el 2011. Los amargados, negativos, envidiosos y aburridos, no serán invitados a la fiesta del ganar-ganar. Pero los positivos, alegres, optimistas, tolerantes y buena onda, igual les deseamos suerte. En el año del Conejo todos tendremos derecho a ser felices. Si usted no lo logra…bueno, mala cueva dijo el conejo. Digo yo.
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